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RESUMEN:

Félix tenía un gran defecto: No dejaba nunca pagar a nadie cuando comía acompañado. De todas las veces que he comido con él, que tampoco fueron desgraciadamente demasiadas, siempre me dio las vueltas para adelantarse a la hora de abonar las consumiciones pertinentes. Félix era gran amigo de sus amigos y de sus no tan

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Gracias, Félix

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Félix tenía un gran defecto: No dejaba nunca pagar a nadie cuando comía acompañado. De todas las veces que he comido con él, que tampoco fueron desgraciadamente demasiadas, siempre me dio las vueltas para adelantarse a la hora de abonar las consumiciones pertinentes. Félix era gran amigo de sus amigos y de sus no tan amigos. Suena típico y recurrente decirlo ahora que ya no está, pero es que en este caso es la pura y simple verdad: era un buen hombre y un gran señor.

Decía Félix, en una muestra de su inmensa humildad,  que la vida nos va decantando en diversas escalas, pero que él ni había entrado en la escala ni de los héroes ni de los protagonistas. Y apostillaba siempre con la pregunta de qué sería del teatro griego sin la presencia del coro, lugar éste dónde él se ubicaba, en una clara muestra de su escaso afán de protagonismo. Estoy seguro de que allí donde esté ahora mismo nos mirará y pensará «estos gilipollas están perdiendo la cabeza con tantas dedicatorias». Lo estoy viendo.

Hay personas que pueden hablar mucho y más sobre su figura, pero si a alguien que entienda de fútbol se le pregunta por quién es la máxima autoridad en la historia española de este bello deporte es obvio que responderá Félix Martialay. Con eso queda todo dicho.

Se nos ha ido el referente, la máxima figura; pero el legado que nos ha dejado no puede más que significar su clara voluntad de que continuemos en este proceso semi interminable de investigar la historia del fútbol español. En esas nos tendrás, querido amigo, no te quepa duda alguna.

Sé que no te gustaría tanta pomposidad y que nunca fuiste de halagos innecesarios y alabanzas exageradas, aunque las mereces sobradamente más que algunos idiotas que van por la vida mirando a los demás por encima del hombro. Así que lo único que puedo decirte de corazón es que gracias, Félix, gracias por lo que me enseñaste en tan poco tiempo.

Publicado en: General