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RESUMEN:

En los primeros días de enero la IFFHS irá publicando sucesivamente los ganadores de las diferentes categorías con que se distinguen anualmente a los profesionales del fútbol. Son un total de diez distinciones que se resuelven de dos maneras muy diferentes: unas tienen como base la estadística pura y fría; mientras las otras son el

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Las distinciones anuales de la IFFHS

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En los primeros días de enero la IFFHS irá publicando sucesivamente los ganadores de las diferentes categorías con que se distinguen anualmente a los profesionales del fútbol. Son un total de diez distinciones que se resuelven de dos maneras muy diferentes: unas tienen como base la estadística pura y fría; mientras las otras son el resultado de las votaciones procedentes de los miembros de la IFFHS o de los usuarios, como es el caso del jugador en activo más popular.

Curiosamente, aquellas que en principio se presentan avaladas por los números, pues se contabilizan puntuaciones, cantidad de goles o porcentajes son vorazmente criticadas tanto por un sector del público como por los propios medios de comunicación. Parece ser que si los datos no dan ganador al club o al jugador que ellos tienen en mente en el preciso momento en que se divulga la noticia, no son de fiar.

Recuerdo el caso del Sevilla FC, vencedor por dos años consecutivos del Ranking Mundial de Clubs (ver los criterios de puntuación http://www.iffhs.de/?bcdbccac3be8e00390b02fc5fdcdc3bfcdc0aec28d6ed113), todo un hito, y los medios de comunicación españoles se indignaron por no ser el Real Madrid o el FC Barcelona. No sólo no habían sido capaces de leerse la dinámica que tiene esta distinción, sino que tampoco son capaces de comprender que el trofeo no premia vistosidad de juego ni la cotización de una plantilla por el precio de sus jugadores. Cuando el Sevilla FC le ganó la Supercopa de Europa al FC Barcelona, el club andaluz sumó 14 puntos por ninguno su rival. Y sumando partidos tras partidos, así se estableció el Ranking.

Admito que se puede comentar la ponderación de las puntuaciones. Incluso podría discutirse el periodo que se aplica para designar al vencedor (enero-diciembre). Lo que debe quedar muy claro es que estos criterios quedan fijados desde la diversidad de opinión del Comité Ejecutivo de la IFFHS. Sus miembros proceden de los seis continentes futbolísticos y, no cabe duda, el fútbol se ve con diferente óptica según nuestro lugar de residencia. Por eso, cuando se leen o escuchan comentarios contra los premios de la IFFHS, la mayoría están marcados por la parcialidad, y, los que no, por la ignorancia.

La construcción de un ranking, en líneas generales, tiene como objetivo englobar el total de partidos oficiales que se disputan en el mundo y premiar a aquel club que se haya mostrado más regular en todos ellos, por encima del hecho de ganar o no alguna de las competiciones. Es una distinción que no se puede comparar con ningún trofeo específico: ni liga, ni copa.  No tiene límites geográficos, pues tiene en cuenta todos los resultados de competiciones internacionales oficiales, y la liga y la copa de todos los países afiliados a la FIFA. Se establece el período de enero-diciembre porque el final de año es la única pausa internacional que han establecido las distintas confederaciones continentales -aunque en algunos países, como Inglaterra, muchas veces celebren incluso doble sesión liguera-.

Lógicamente, se mire como se mire, al final, los equipos más poderosos acaban ocupando los primeros puestos. Pero son las matemáticas las que deciden quien es el ganador. Y eso es incuestionable.

De ahí que todos aquellos que no entienden este sistema, lo único que tienen que hacer es informarse. Excuso al fanático ignorante, que al no ver elegido su equipo se indigna y maldice las estadísticas. Hay un motivo irracional en su postura y, por lo tanto, no es acertado discutir con él, sino una pérdida de tiempo. El problema es que hay un porcentaje amplio de participación de esta gente que se caracteriza por el insulto, menosprecio y paupérrima documentación para justificar sus preferencias.

Más grave es el hecho de que las críticas procedan de los profesionales de los medios de comunicación. Tanto si lo hacen por ignorancia como si lo hacen por defender sus preferencias, pues en ambos casos traicionan el principal motivo de su profesión: informar con objetividad. Malo, muy malo es el periodista que informa desde la ignorancia. Peor el que se deja llevar por sus colores. En ambos casos lo único que consiguen es confundirse con el fanatismo, caprichoso, consentido y transmisor de valores absolutos.

Para la IFFHS el fútbol es un juego. Quizá éste sea el punto de discrepancia con los medios de comunicación: el fútbol es un negocio. Pongamos el caso de un jugador de país africano que disputa un mundial. Para la IFFHS este jugador enriquece su historial, tanto como internacional como, si lo consiguiese, como goleador; para la Prensa, este mismo jugador simplemente aprovecha el escaparate de la competición para subir su cotización y fichar por algún club europeo. Juego versus negocio. Con la diferencia de que la Prensa puede mediatizar la opinión del público. No somos tan idealistas como para prescindir del aspecto material del fútbol, pero no sean tan materialistas como para valorar todo, absolutamente todo el fenómeno deportivo bajo la presión económica.

Hace uno años France-Football modificó su reglamento para adjudicar la Bota de Oro estableciendo puntos en vez de goles. El motivo externo: es más difícil marcar en las ligas más fuertes que en las débiles. El verdadero motivo: adiddas. Sólo apadrinaría el trofeo si había garantías de que el ganador perteneciese a un club de prestigio internacional. Era necesario descartar a los estonios, moldavos, finlandeses, andorranos… y asegurar el premio a españoles, ingleses, alemanes, franceses… al fin y al cabo verdaderos potenciadores del mercado mundial del fútbol. Pero el gol es proporcionalmente igual de difícil en cualquier campeonato. A mejores delanteros hay mejores defensas y a peores delanteros hay peores defensas. Por eso, el premio de la IFFHS se establece para aquel jugador que más ha destacado dentro de su propio campeonato, en proporción a la competitividad de sus rivales.

Contrariamente a lo expuesto anteriormente, los premios de la IFFHS que se deciden por votaciones no sufren las críticas ni en las misma cantidad ni con la misma saña. Por lo visto, la elección del mejor entrenador, seleccionador, portero, constructor de juego o árbitro del mundo no se desvía mucho de lo que la mayoría de los periodistas opinan. Éste es el caso de la elección de Iker Casillas como mejor guardameta de 2008 o la de Xavi Hernández, mejor constructor de juego de 2008. Pero la paz se mantiene siempre y cuando haya esta armonía. Cuando desaparecen las coincidencias, la balanza vuelve a cargarse con el desprestigio y el rechazo. El principal motivo por el que nuestros medios de comunicación -y sus lectores/oyentes-  y la IFFHS discrepen en sus apreciaciones es de origen. Toda elección se hace a partir de la información que uno dispone: partidos televisados y presenciados in situ. Más o menos, en España todos tenemos fuentes parecidas y, por lógica, llegaremos a conclusiones más o menos próximas. La cuestión es que en las votaciones de la IFFHS la opinión procede de casi cien países diferentes, por lo que la diversidad de fuentes se multiplica y los resultados son mucho más heterogéneos. Es la globalización aplicada al fútbol. Si algún miembro hace prevalecer sus preferencias locales en su elección, fácilmente quedan diluidas por el número de votantes.

En definitiva, detrás de cada distinción que otorga la IFFHS hay un profundo respeto por el fútbol como deporte, una amplia reflexión y un rechazo total al partidismo. Principios que muchos deberían aprender a aplicarse.

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Publicado en: General