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RESUMEN:

El fútbol a nivel de clubes está íntimamente ligado a las ciudades que representan los respectivos equipos. Un caso particular de esta relación son los derbys entre clubes de ciudades cercanas, como ha sucedido históricamente con el Real Sporting de Gijón y el Real Oviedo.

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Real Sporting y Real Oviedo, historia de dos ciudades

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El fútbol es un deporte universal por sus reglas e implantación. Pero esa universalidad se despliega normalmente mediante clubes ligados a estructuras políticas con unos flujos y ciclos muy definidos, las ciudades. La ciudad constituye históricamente el origen y el desarrollo de la civilización, en tanto que supone la negación de la sociedad tribal y el establecimiento de una serie de cauces de comunicación, ya sea por vía terrestre, marítima, aérea o incluso mediante complejas comunicaciones electrónicas como las que nos ofrece internet. La Historia Universal está unida a la de las ciudades, ya sea como ciudades-estado al estilo de las polis griegas, ciudades imperiales como la antigua Roma o las ciudades cosmopolitas en el difuso mundo «globalizado» en que vivimos a día de hoy.

Ciudades tan importantes como Madrid, Barcelona, Londres, Milán y otras muchas son sedes de los clubes de fútbol más laureados del mundo en virtud de los recursos económicos y medios humanos que esas urbes proporcionan a la actividad futbolística, sumando aficionados en toda su Nación e incluso fuera de las propias fronteras nacionales, convirtiéndose así en representantes de su ciudad en todo el mundo. Pero también el fútbol nos muestra a ciudades que presumen de rivalidad unas con otras o incluso rivalidades entre vecinos de una misma ciudad, como sucede con el Real Madrid y el Atlético de Madrid o el Betis y el Sevilla, de quienes ya se ha hablado en esta revista. En este caso, tomamos como referencia urbes más modestas, de provincias, como Gijón y Oviedo, pero que sirven como ejemplo de la implantación del balompié en las estructuras urbanas. Estructuras cuya historia está muy por encima de las postizas y ficticias autonomías que en la actualidad se quieren presentar no sólo como partes constituyentes de España, sino incluso como partes soberanas cuya existencia histórica antecede con mucho a la propia España.

Ello se comprueba a nivel de estos dos clubes históricos de Asturias y de España. Los responsables políticos regionales, imbuidos de megalomanía y de autonomismo, proyectaron hace unos años, justo cuando el Real Oviedo había sufrido el trauma de haber descendido a Tercera División, la fusión de ambos clubes y la formación de un «equipo de Asturias». Pero este proyecto no sólo es utópico, sino perjudicial: no sólo porque muchos gijoneses y ovetenses desertarían de su afición al fútbol, sino porque las respectivas ciudades perderían un elemento catalizador tan importante como su club de fútbol, cuyos ciclos en forma de calendario competitivo marcan los ritmos de vida de miles de gijoneses y ovetenses, además de la economía local, al recibir en sus establecimientos hosteleros no sólo a los jugadores del rival de turno, sino a sus respectivas aficiones que se desplazan con el equipo.

Además, el «equipo de Asturias» no podría jugar sin más en Asturias, sino en algún punto localizado, en alguna ciudad, que por motivos demográficos sólo podría ser Gijón u Oviedo, con lo que tal club acabaría siendo de una de las dos ciudades, con el enorme perjuicio para la localidad no escogida. No puede imaginarse mayor cacicada que disolver los equipos de las respectivas ciudades y refundirlos tan arbitrariamente como pretendían los megalómanos dirigentes asturianos, algo que sin embargo estuvo a punto de ver la luz no hace muchos años.

Todo ello tomaba la forma de lo que se ha dado en denominar coloquialmente como «cerco a Oviedo», el menosprecio a toda una ciudad cuya importancia es absurdo negar. Oviedo, sede de la monarquía hispánica durante un siglo, lugar emblemático por sus reliquias para los peregrinos del Camino de Santiago, y capital del Principado de Asturias en recuerdo de su papel como sede regia, ha sido siempre el lugar donde se encontraban las instituciones de gobierno provinciales, con el prestigio que ello conlleva. Sin embargo, el actual gobierno autonómico se han empeñado en negar esa Historia o incluso subsumir a la ciudad en el postizo magma de «lo asturiano», cuya importancia no puede datarse más allá de lo que fue la división provincial obra de Javier de Burgos del año 1833. La reacción contra este «cerco» ha encontrado su canalización precisamente en el fútbol. Uno de los principales motivos de que el Real Oviedo, pese a permanecer hace ya varios años en categorías no profesionales como Segunda División B o incluso Tercera División, bata records de afluencia de espectadores al Nuevo Tartiere durante varias temporadas, es precisamente el hartazgo de ese cerco a la ciudad promovido desde instituciones autonómicas.

Gijón, ciudad que nació como otras muchas ciudades de España en tiempos romanos sobre la existencia de una población celtibérica previa, ha tenido una historia documentada más larga que Oviedo pero también más discreta hasta tiempos modernos, los de la revolución industrial, la minería y el carbón en los que fue no sólo puntera de la región sino también una de las más destacadas de toda España. Tras la reconversión industrial y el frustrado intento de convertirla en ciudad turística, se puede decir, como varios periodistas locales han insinuado recientemente, que Gijón es conocida hoy día gracias al Sporting: el último ascenso a Primera División, en la temporada 2007-2008, movilizó a media ciudad al menos, y todas las tiendas y comercios lucían los colores rojiblancos, fiebre de apoyo al club que sigue aún viva. Hasta las estatuas de Octavio César Augusto y de Pelayo se vistieron como jugador número 12. Todos eran conscientes que figurar en Primera División era una verdadera prueba de existencia de la ciudad, una vez vivida una década de anonimato en Segunda División.

Pero si bien Gijón y Oviedo son ciudades con historia diferente e incluso enfrentadas en virtud de conflictos de clase como los que determinaban sectores económicos como los servicios y la industria hasta tiempos no muy lejanos, los respectivos clubes se asemejan, casi tanto como sus urbes en población, en ser modestos por su palmarés, pues hasta el momento no han conseguido ganar ningún campeonato de Liga ni ninguna Copa del Rey ni tampoco torneos internacionales. Sin embargo, el Sporting estuvo cerca cuando fue segundo en el Campeonato de Liga de Primera División en la temporada 1978-1979 y el Oviedo también lo rondó cuando fue tercero en las temporadas 1934-35, 1935-36 y 1962-63. El Sporting fue dos veces finalista de la Copa del Rey, en 1981 y 1982, sucumbiendo ante los dos grandes clubes del fútbol español, Real Madrid y Barcelona, respectivamente. El Oviedo por su parte fue semifinalista del torneo copero en 1933-34 y 1945-46.

Pese a que la rivalidad entre Oviedo y Gijón se expresó mediante el fútbol ya tiempo atrás, como ha dejado constancia Eduardo Muñoz Valdés en su artículo del número 6 de esta revista sobre los encuentros nocturnos en Oviedo en 1921, para encontrar el primer derby de la historia entre Real Sporting y Real Oviedo hay que remontarse al año 1926, el de la fundación del Real Oviedo (el Sporting había sido fundado ya en 1905), como resultado de la fusión del Real Stadium Club Ovetense y el Real Club Deportivo de Oviedo. El 6 de diciembre de 1926 se disputó en Gijón un partido entre los dos equipos correspondiente al Campeonato Regional que ganó el Sporting por 2 goles a 1. Desde entonces han tenido lugar 102 enfrentamientos oficiales entre ambos conjuntos en distintas categorías y competiciones, que arrojan un balance favorable al Real Oviedo: 43 victorias, frente a 33 derrotas y 26 empates, dándose la anécdota de que si el primer derby lo ganó el Sporting por 2 a 1, el último, que tuvo lugar en el año 2003, lo ganó el Real Oviedo por idéntico marcador.

Al comenzar la década de 1990 ambos equipos vivían consolidados con cierta tranquilidad en Primera División e incluso habían logrado el hito de participar en competiciones europeas en la temporada 1990-91: el Real Sporting directamente, al acabar en quinta posición aquel campeonato y lograr una plaza para participar en la entonces Copa de la UEFA; el Real Oviedo, sexto clasificado, tras la victoria del Atlético de Madrid en la Final de la Copa del Rey que dejaba una plaza libre en dicha competición europea. Era la primera vez que el Real Oviedo lograba clasificarse para dicha competición, la sexta para el Sporting, añadida a las cinco participaciones europeas de su etapa más gloriosa, entre la década de 1970 y la de 1980.

Sin embargo, la temporada siguiente, en la que ambos clubes disfrutaron lo que pudieron el premio europeo (dos rondas el Sporting, la primera únicamente el Oviedo), se culminó la conversión de los clubes profesionales de fútbol en sociedades anónimas deportivas (salvo algunas excepciones), lo que acabó afectando a la forma de gestionar las entidades y en segundo término a los resultados deportivos. Así sucedió que ambos clubes hubieron de sufrir pocos años después el trauma del descenso de categoría: el Sporting tras una temporada 1997-98 con mucha más pena que gloria y el Oviedo unos años después, en la 2000-01, llevando sus duelos a la Segunda División durante las dos temporadas siguientes.

Aunque desde el año 2003 no se han vivido más derbys en torneos oficiales, en parte debido al hundimiento súbito del Real Oviedo desde la Segunda hasta la Tercera División por problemas económicos, oscilando desde entonces entre la Segunda División B y la Tercera División, y tampoco se vislumbra la posibilidad a corto plazo una vez que las distancias se acentuaron con el ascenso del Real Sporting a la Primera División en la 2007-2008 (diez temporadas después de su descenso), donde intentará volver a consolidarse, sus duelos, en consonancia con la historia de estas dos ciudades, siguen siendo muy anhelados: recientemente, el pasado 13 de Octubre, se enfrentaron en Segunda División B el Sporting B y el Real Oviedo en Gijón, con victoria por 1 a 0 del filial rojiblanco frente al primer equipo ovetense. Aunque la noticia no fue el resultado sino las gradas pobladas de El Molinón, a rebosar como si se disputase un partido de Primera División. Anhelo de unas aficiones que esperan volver a ver de nuevo en el césped una rivalidad que no cesa desde hace más de ochenta años.

Publicado en: General