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RESUMEN:

Cuando llegó a  Barcelona, a finales del siglo XIX, su pasaporte de ciudadano helvético  ponía «Hans Maximilian Gamper Haessig», pero en el momento de su muerte era ya para todo el mundo Joan Gamper, un catalán más. Por el medio quedaban tres décadas consagradas a hacer realidad un sueño de juventud, un sueño del que

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Un hombre llamado Joan Gamper (Winterthur 1877 – Barcelona 1930)

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Cuando llegó a  Barcelona, a finales del siglo XIX, su pasaporte de ciudadano helvético  ponía «Hans Maximilian Gamper Haessig», pero en el momento de su muerte era ya para todo el mundo Joan Gamper, un catalán más. Por el medio quedaban tres décadas consagradas a hacer realidad un sueño de juventud, un sueño del que tal vez jamás pudo  imaginar las dimensiones que un día  llegaría a cobrar, por más que a él ya le tocase ser testigo privilegiado de su imparable crecimiento.

Hijo de una familia acomodada, y destacado practicante de deportes como Ciclismo, Natación, Rugby o Atletismo, ya había tenido tiempo de fundar clubes de fútbol en su Suiza natal, cuando, casi por casualidad, recala en Barcelona, donde llevará a cabo  una intensa vida profesional, generalmente volcada hacia las labores comerciales. De todos es sobradamente conocida la histórica nota que Gamper, que entonces trabajaba como contable en la Compañía de Tranvías de Sarriá,  va a insertar en  la revista quincenal  barcelonesa «Los Deportes», con la idea de  aglutinar un grupo de jóvenes junto a los que practicar su pasatiempo favorito, el Fútbol. El 29 de Noviembre de 1899, en el Gimnasio Solé, tomó cuerpo esa feliz  idea, y echó a andar un proyecto llamado a asombrar al mundo, a través de un fenómeno de masas que hoy en día no tiene igual en parte alguna. Aunque, paradójicamente, tan sólo pudieron reunir a diez jugadores para disputar el que sería el primer partido del naciente club, que se saldó con una derrota mínima por 1 a 0 frente al team de la colonia inglesa de Barcelona, en el antiguo Velódromo de la Bonanova, el día 8 de Diciembre de 1899. Gamper, el impulsor, no quiso ser el primer presidente de la nueva entidad – lo sería  Walter Wild -, contentándose con el honor de capitanear el equipo. Jugó durante varios años con la nueva escuadra azul y grana (colores que muy posiblemente había sugerido él mismo), alcanzando unos registros goleadores impresionantes, de dos tantos por partido. Sin embargo su enorme amor hacia la sociedad que había creado de la nada le impelió en 1908 a asumir la responsabilidad de tomar las riendas cuando esta atravesaba por una grave crisis, y se encontraba al borde de la disolución., con únicamente 38 socios. De esa primera presidencia salió un FC. Barcelona renovado, revitalizado, que inauguraría muy pronto – Marzo de 1909 – su primer terreno de juego propio, el mítico campo de la Calle Industria, con su coquetona tribuna cubierta de dos pisos, y un aforo calculado para  nada menos que 6000 espectadores.

Cada nuevo periodo en el que Gamper presidía los destinos del Barça  – y los presidió hasta en cinco ocasiones, únicamente superado en tiempo por Josep Lluís Núñez – supondría un salto cualitativo y cuantitativo en el desarrollo de la entidad, que iba a conocer su primera «Edad de Oro» en los años 20,  formando un equipo cuajado de estrellas y muy difícil de batir, donde se daban cita ases como Samitier, Alcántara, Piera, Sancho, Platko o Sagi Barba. Gamper va a dirigir entonces una entidad que alcanzaría la mágica cifra de 10.000 socios, y será el gran impulsor de la construcción del campo de Les Corts, la Catedral del Fútbol Catalán, inaugurado en mayo de 1922, tras únicamente tres meses de obras, y con capacidad para 20.000 espectadores. Pero en Junio de 1925, y a consecuencia de un incidente ocurrido en los prolegómenos de un partido de homenaje al Orfeó Catalá, cuando parte del publico silbó la interpretación de la Marcha Real, el himno nacional español, las autoridades de la Dictadura del General Miguel Primo de Rivera van a clausurar el campo y prohibir todas las actividades del club durante seis meses, como represalia por dichos actos. Ello traerá también aparejada de hecho la inhabilitación a perpetuidad de Joan Gamper para ostentar cargos directivos, pasando la presidencia del Barça a una personalidad mejor vista por el régimen militar, Arcadi Balaguer, Barón de Olivar, amigo personal del Rey Alfonso XIII

Es indudable que este hecho, al alejarle forzosamente de su amado Barça – incluso llegó a abandonar Cataluña durante unos meses – , tuvo gran influencia en su estado de ánimo, siempre tan dinámico. Asimismo, las consecuencias del Crack bursátil de 1929 afectaron seriamente a sus negocios, y de ese modo fue germinando en él un estado depresivo que le condujo a tomar la terrible decisión de quitarse la vida, lo cual tuvo lugar en Julio  de 1930 (un hecho, por cierto, que las distintas historial del Barça no reseñaron hasta los años 90). Su entierro constituyó una gran manifestación popular de duelo en Barcelona, inaugurando una década trágica para la institución culé, con escasos triunfos deportivos – únicamente a nivel regional – , y en medio de un creciente desinterés popular hacia el fútbol a medida que la gente iba volcándose en la Política, y que desembocaría en el gran trauma colectivo de la Guerra Civil, que tantas vidas se cobraría en el bando barcelonista, comenzando por la del entonces presidente Josep Sunyol, y que a punto estuvo de hacer desaparecer el club, que finalmente se salvaría de los avatares bélicos gracias a la decidida acción de un puñado de personas que mantuvieron viva la llama del barcelonismo mientras a su alrededor todo  literalmente estallaba y se hundía

La enorme deuda de  la Gent Blaugrana con Joan Gamper se iría pagando poco a poco, primero con gestos como la restitución del busto del Fundador en Les Corts, promovida por el presidente Agustí Montal i Galobart, que también consiguió que el consistorio barcelonés le devolviese su nombre original a la cercana calle Crisantemos, dedicada a Gamper, después con la intención de que el magnífico estadio inaugurado de septiembre de 1957 llevase también su nombre – algo que el clima político del momento frustró debido a sus innegables simpatías catalanistas  -, y finalmente con la creación de un torneo veraniego para honrar su memoria, que iniciaría su larga andadura en el verano de 1966, auspiciado por el presidente Enric Llaudet. Incluso su hijo Joan Ricard va a formar parte de la junta directiva entre 1973 y 1977 (segundo mandato de Agustí Montal i Costa).  Además, tras su fallecimiento, la Asamblea General del Club  tomó   la decisión irrevocable de que Joan Gamper fuera siempre  el socio número 1 del Fútbol Club Barcelona. Hoy, la Ciudad Deportiva del Barça, situada en el vecino municipio de Sant Joan Despí, lleva también su nombre, el nombre de aquel joven sportman suizo que un buen día tuvo un sueño, un sueño que 110 años después comparten millones de personas en los cinco continentes.

Publicado en: Directivos