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RESUMEN:

Si alguna figura del fútbol español tuvo una sombra alargada y que impregnó todos los estamentos en una época ya lejana, fue la de Ricardo Zamora, apodado «El Divino». Con una carrera como jugador que se inició en 1916 y que acabó 20 años después, una trayectoria en los banquillos como entrenador, culminada con el

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Una colección «divina»: una parada de Zamora

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Si alguna figura del fútbol español tuvo una sombra alargada y que impregnó todos los estamentos en una época ya lejana, fue la de Ricardo Zamora, apodado «El Divino». Con una carrera como jugador que se inició en 1916 y que acabó 20 años después, una trayectoria en los banquillos como entrenador, culminada con el puesto de seleccionador nacional y hasta con un par de apariciones cinematográficas en su haber. La década de los años 20 y la primera mitad de los 30 fueron hegemónicas para Zamora. De ello dan fe sus traspasos millonarios del F. C. Barcelona al R. C. D. Español y de allí al Real Madrid, sus actuaciones fabulosas en los Juegos Olímpicos de Amberes, donde tras ganar 1-0 a Dinamarca en el primer partido, salió a hombros del estadio y se acuñó la frase «1-0 y Zamora de portero»; por no decir de su despeje característico con el codo y que recibió carta de naturaleza con su nombre: «la zamorana». Hechos, detalles y leyendas que forjaron el mito de un deportista de primera categoría y arrolladora personalidad, que junto a momentos inolvidables bajo los palos dejaba también suculentas anécdotas como la que cuenta que jugaba con un amigo tras la portería que le sostenía un habano para fumar cuando el partido no le exigía en demasía. La herencia futbolística de Zamora siguió en la persona de su hijo, también portero, como no, y que militó en Primera División en equipos como el Atlético de Madrid, C. D. Málaga, R. C. D. Español o Valencia C. F..

            Uno se da cuenta de la verdadera importancia de Zamora cuando volviendo la vista atrás y rastreando objetos, diarios y coleccionables de los años 20 y 30 comprueba la constante aparición del guardameta icono del fútbol nacional de los años 20. Muñecos, biografías, recortables, postales publicitarias o cromos. Una gran cantidad de colecciones de cromos de los años 20 tienen como primer cromo el de Zamora, incluso algunas que están dedicadas a equipos en los que nunca militó. De todas estas colecciones quiero llamar la atención sobre la titulada «Una parada de Zamora» y que por sus características es especialmente interesante.

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 La marca de chocolates Chocolates Amatller fue una de las pioneras en la difusión del fútbol en su ámbito comercial, sobre todo Cataluña, incluyendo en sus productos cromos que se iban coleccionando y formando diferentes series. Una de las más curiosas fue la colección de 54 cromos titulada: «Una parada de Zamora». La figura de Zamora, inmensa, daba como para plantear una colección larga (en la época las colecciones no solían pasar de 25 cromos) de 54 cromos que nos mostraban en una secuencia de «cine manual» al astro futbolístico realizando una parada.  Dado que el cine era un invento de reciente aparición en la vida y ocio de los españoles, la posibilidad de realizar una breve secuencia (no más de dos segundos) cinematográfica en nuestras propias manos debía parecer algo único. Puedo aportar un detalle personal que quizá revele mejor esta excepcionalidad. Mi suegro es una persona de mucha edad, cumplió 95 años en febrero de 2010. Pues bien, sabedor de mi interés por estas viejas colecciones, me comentó hace años sobre una que a él le dejó impactado en su infancia, en la loclaidad de Mazarrón (Murcia) de donde es originario. Él recordaba, con esa nitidez de los recuerdos infantiles, una colección dedicada a Zamora donde pasando los cromos se veía a éste haciendo una parada. Cuál no fue mi sorpresa al descubrir esta colección y comprobar que encajaba exactamente en los recuerdos añejos de mi suegro.

            Los cromos miden 4’4 cms. x 7’8 cms. y están partidos en dos zonas, la parte superior lleva la imagen de un portero (francamente, nada parecido al Zamora real) mientras que la parte inferior lleva un texto y una imagen referida a la colección, así como la marca comercial, Chocolates Amatller, que la editó. El dorso lleva instrucciones precisas sobre como crear la secuencia de cine manual. El cromo más destacado es el último, el nº 54, que lleva una foto del busto de Zamora enmarcado en un óvalo. Es esta colección una de las más raras y difíciles de completar, por lo que de enconterarse una colección completa hay que convenir que se está ante una pequeña joya del coleccionismo de cromos. A pesar de no disponer de todas las imágenes, he confeccionado una secuencia animada que de alguna manera nos da idea de cómo debía ser la misma cuando las manos inocentes de los niños la reproducían. Espero que os guste.

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