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RESUMEN:

El pasado 3 de noviembre, a las 19 horas, en el Salón Montevideo de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fue declarado Bien de Interés Cultural el libro «Historias Mundiales» cuyo autor es Eduardo Cantaro. Eduardo es periodista de profesión, historiador futbolístico de afición y «cuervo» (seguidor de San Lorenzo) de corazón.

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Eduardo Cantaro, bien de interés cultural

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El pasado 3 de noviembre, a las 19 horas, en el Salón Montevideo de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fue declarado Bien de Interés Cultural el libro «Historias Mundiales» cuyo autor es Eduardo Cantaro.

Eduardo es periodista de profesión, historiador futbolístico de afición y «cuervo» (seguidor de San Lorenzo) de corazón. Si alguien quiere hacerle un regalo, le doy dos pistas: un libro de fútbol o una camiseta de la selección más exótica del universo futbolístico.  También es colaborador en el Anuario 2009-2010 de CIHEFE. Si alguien entiende de fútbol internacional, este es Eduardo Cantaro.

No es su primer libro ni el primer reconocimiento que reciben sus obras. Ya en su primera incursión recibió la misma distinción de la Legislatura de Buenos Aires. Su libro «100 años de fútbol olímpico» también fue declarado Bien de Interés Cultural a la vez que «38 campeones del fútbol argentino» de Diego Ariel Estévez, prolífico y gran autor futbolístico. Ambos, amigos mutuos, son una de las muchas avanzadillas de que dispone el CIHF (Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol), con sede en Buenos Aires. Dada su juventud, espero muchos más éxitos de ambos.

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 En el acto participaron, además del homenajeado, el impulsor del proyecto D. Raúl Puy, legislador socialista; D. Carlos Yametti, presidente del CIHF; los Campeones del Mundo en Argentina 1978, D. Jorge Olguín y D. Omar Larrosa y el Campeón de América 1957, integrante del equipo de «Los Carasucias» D. Humberto Maschio.

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  Yametti, Holguín, Cantaro, Puy, Maschio y Larrosa

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 Tres campeones del mundo: Larrosa, Cantaro y Holguín

 Ya que tengo oportunidad de hacerle unas preguntas a Eduardo vamos a aprovechar el momento.

 – ¿Satisfecho con los dos libros?

 Sí, totalmente. Aunque hayan quedado colgados algunos errores involuntarios que espero se puedan corregir en próximas ediciones. Historias Mundiales se ha agotado y 100 años de fútbol olímpico está a punto.

 – ¿Qué tiempo te llevaron cada uno?

 No hay un tiempo específico, para mi fue de casi toda la vida. Estoy coleccionando material de los mundiales desde hace 30 años. Creo que ambos libros fueron una constante de búsqueda y chequeos de material. Al final terminaron hilando, a muy grueso modo, la historia de las competencias.

 – ¿Tuviste muchas dificultades a la hora de publicarlos?

 La única dificultad, en mi caso, fue la edición independiente. Para mi es mejor porque de este modo se pueden donar más libros, pero para eso es necesario un auspicio al menos, que cubra los gastos.

 Las editoriales no editan material histórico de fútbol porque consideran que no se venden. Claro que se equivocan, no saben qué consume el hincha de fútbol y ellos quieren decidir. Hace un tiempo editaron un libro del Bambino Veira contando pavadas y no llegaron a vender 1000 libros, incluso teniendo espacios publicitarios durante los partidos de primera y en la estática. Miles gastaron en esa payasada. Con todo ese dinero gastado, no menos 20 historiadores que no tienen chances de publicar por los elevados costos, hubieran tenido un libro en la calle. Con ese fiasco calculo que le cerraron más la puerta al fútbol.

– Tras estas dos experiencias ¿cambiarías algo en un próximo libro?

 Creo que no. Encontré un formato ágil y una manera de contar las cosas. Podría hacer cosas más extensas pero serían carísimas y no dejaría casi nada para que el lector curioso pueda expandir su inquietud. También podría hacer todo mucho más corto y limitarme a los números y algunos perdidos epígrafes, pero no tendría la «pasta» generadora de esos números. Estos formatos vendrían a ser mi visión del equilibrio entre palabras y números para contar la historia del fútbol.

 –  ¿Cuanta importancia tiene para ti la declaración de tus libros como Bienes de Interés Cultural?

 Pues es un gran honor. En algún momento me planteé que relación podría tener un libro de fútbol con la cultura, obviamente de manera prejuiciosa. Es sólo abrir los ojos para notar que el fútbol es parte de nuestra cultura, de nuestro modo de vida. Muchos hombres recordamos acontecimientos de nuestra propia historia con el calendario mundial. Con una precisión envidiable podemos decir «Laurita no había nacido para el Mundial de Corea, pero en el de Alemania ya caminaba, así que debe tener 6 años».

 – ¿Qué personajes y selecciones te parece que son los más importantes en la historia de ambos eventos y porqué?

No se si hay más importantes, sí algunos que se han destacado más y otros que tienen más favoritismo en el público. Y siempre hablando de historia. Hay gente que aún no tiene 40 años y habla maravillas de Brasil del 70. Ahí hay un consenso histórico cuando se habla de las mejores selecciones, como con los Magyares del 54 y la Naranja Mecánica de 74. O como Maradona en el 86, que estaba destinado a ganar. Los olímpicos tienen ese toque especial que dio el fútbol a principios del siglo XX, donde no había restricciones porque todo era amateur y se atesoran aún los records más increíbles del fútbol.

 – Tras investigar la historia del fútbol desde finales del siglo XIX hasta nuestros días ¿qué nos queda aún de aquello?

 Ya casi nada y a la vez, casi todo. La pasión, si bien ha evolucionado con las sociedades, está ligada al fútbol desde sus comienzos, pero el dinero (en realidad la ambición desmedida y los sobrevalores) ha corrompido todo. Por no perder los equipos son capaces de no atacar y se pierde el objetivo básico del juego, que es meter la pelota en la red del otro.

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 Eduardo recibe la distinción de manos del legislador socialista Raúl Puy, impulsor de la concesión.

 

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Publicado en: General