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RESUMEN:

Parece adecuado, dados los tiempos difíciles que corren para los aficionados al denostado placer de fumar (que conste mi tolerancia en estos asuntos y mi orgullosa condición de no fumador), explorar las íntimas conexiones que existieron en el pasado entre diferentes productores de tabacos, fabricantes de papeles de fumar y preciosas colecciones repletas de añejos

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Tabaco, papel de fumar y cromos de fútbol (1ª parte)

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Parece adecuado, dados los tiempos difíciles que corren para los aficionados al denostado placer de fumar (que conste mi tolerancia en estos asuntos y mi orgullosa condición de no fumador), explorar las íntimas conexiones que existieron en el pasado entre diferentes productores de tabacos, fabricantes de papeles de fumar y preciosas colecciones repletas de añejos retratos de legendarios futbolistas.

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La aparición, a finales del siglo XIX, de la cromo-litografía supuso el nacimiento del cromo como objeto coleccionable. En sus orígenes, los cromos eran bellas ilustraciones costumbristas o paisajísticas con un contenido tan amplio que resultaba difícil pensar que hubiera intención alguna en la edición de esos papeles de bellos colores, más allá de usarlos como objeto promocional de la marca en la que se insertaban. Productos de todo tipo los incluían: dulces, galletas, chocolates, y también tabacos, sobre todo en las cajas de puros. A principios del siglo XX los cromos ya habían adquirido una dualidad que nunca perderían. A su función promocional se sumó la capacidad de fidelizar al consumidor de un producto, o al cliente de un determinado establecimiento, pues los cromos también se convirtieron en una forma práctica y efectiva de hacer que un cliente volviera a comprar en el comercio en el que se le obsequiaba con bonitos trozos de papel ilustrados con diferentes motivos que, ahora sí, se podían coleccionar en diferentes series temáticas: refranes, tipos populares, aforismos, adivinanzas, trajes regionales, deportes…

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Es en este estado de cosas, y mediados los años 20 del pasado siglo, cuando los cromos con jugadores de fútbol hacen su aparición. En los Estados Unidos, desde el siglo XIX y sobre todo en los primeros años del siglo XX, las cajetillas de cigarrillos incluían de forma habitual cromos de jugadores de béisbol, allí los cigarrillos se vendían ya líados, con lo que los cromos aparecían en el interior de las cajetillas, casi todas de 10 cigarrillos. Se reveló un medio muy efectivo para que el fumador siguiera siendo fiel a la marca, consumiendo ingentes cantidades de cigarrillos, dado que algunas colecciones llegaron a tener más de 500 cromos diferentes, como la conocidísima T-206, editada entre 1909 y 1911. La transición de esa interesante práctica comercial a nuestro país tuvo la peculiaridad de que en lugar de aparecer los cromos en las cajetillas de cigarrillos, modalidad de consumo poco extendida en la época, lo hicieron en los librillos de papel de fumar. Salvo esporádicas excepciones como alguna colección editada en la Islas Canarias (Tabacos La Flor Isleña) y las editadas en Cuba (Cigarrillos Susini y Aguilitas), la práctica totalidad de las colecciones de futbolistas aparecieron en librillos de papel de fumar.

La producción de librillos de papel de fumar en la década de los años 20 estaba radicada en la región levantina y más en concreto en la zona de Alcoy. La fábrica de J. Laporta Valor, en Alcoy, incluyó cromos de fútbol en varios de sus productos. Uno de los más notables fue el papel «Foot-Ball» que, comenzando en 1923, y a lo largo de los años siguientes sacó al menos tres colecciones diferentes. La más importante, por el número de cromos que contenía la colección: 110 (10 equipos, a razón de 11 jugadores por equipo), y por haber sido editada en dos formatos: cuadrado y rectangular, se editó en 1924. La decisión de sacar dos versiones de la colección se tomó para no privilegiar un formato de librillo sobre otro. Los cromos en su versión cuadrada son una versión reducida de los rectangulares, que son francamente bonitos. Otras colecciones fueron apareciendo, trasladándose el polo de difusdión de Alcoy a la ciudad de Valencia.

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Una de las colecciones más bonitas y menos conocidas es la editada por el papel de fumar marca «F. C.» A día de hoy tan solo han aflorado cromos de tres equipos de la ciudad de Valencia: Valencia F. C., Gimnástico F. C. y Levante F. C. (Grao). Al parecer debería haber cromos de jugadores de otros equipos, no necesariamente de Valencia, pero a día de hoy no se conoce ninguno.

Pero de entre todas estas colecciones de papel de fumar, la que podemos, sin lugar a dudas, considerar la joya de la corona es la editada por la factoría de Luis García Fayos, de Valencia, en su librillo de papel marca «Mi Papel». Los librillos marca «Mi Papel» incluyeron desde 1925 a 1929 cromos de futbolistas entre otros temas a lo largo de varias series que se identificaban por letras. La colección «Los ases del fútbol» consta de tres series: serie C, serie E y serie H, editadas en el periodo de tiempo indicado y cada una constituida por 80 cromos, lo cual totaliza una colección en tres álbumes de 240 cromos. Es ésta la que deberíamos considerar gran colección de la era del papel de fumar, por su cantidad y calidad. Los cromos son bonitas fotos (aunque de reducido tamaño) del busto de los jugadores; uno de sus méritos es el recoger muchos equipos diferentes, grandes y pequeños, del panorama futbolístico español de la época.

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La llegada de los años 30 y la Guerra Civil dejó en suspenso las actividades editoriales de estas marcas, pasando a tomar el relevo el Monopolio de Fósforos, en una histórica colección de la temporada que nunca se celebró: la  1936-37.

 

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