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RESUMEN:

Terminamos hoy con esta pequeña serie de tres artículos en la que he intentado profundizar en los distintos nombres que reciben los puestos de los jugadores de fútbol. Y lo hacemos con la figura del delantero, que resulta sin duda la más atractiva, la más vistosa, la más espectacular. La salsa del fútbol, lo que

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Etimología (y VI): jugadores (III)

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Terminamos hoy con esta pequeña serie de tres artículos en la que he intentado profundizar en los distintos nombres que reciben los puestos de los jugadores de fútbol. Y lo hacemos con la figura del delantero, que resulta sin duda la más atractiva, la más vistosa, la más espectacular. La salsa del fútbol, lo que adereza nuestro deporte, es el gol; el gol es posiblemente lo que más alegrías proporciona en nuestra sociedad actual, muchas más que cualquier decisión acertada de un político o que la aparición de una obra maestra de la literatura o de cualquier otro tipo de arte. Los delanteros tienen la suerte de ser los encargados fundamentales de regalar esa alegría, de ellos es la enorme suerte pero también la gran responsabilidad.

Los delanteros son los que tienen como labor estar delante. Por lo tanto la denominación principal hace referencia a su posición en el campo, como los medios, y no a su función, como los defensas. El adverbio ‘delante’, con una forma antigua ‘denante’, deriva de la preposición latina ‘ante’ precedida de los preverbios ‘in’ y ‘de’ (de-in-ante). En español conservamos como cultismo la preposición latina para denotar anterioridad en el tiempo o en el espacio, aunque quizá sea más recurrente para ese significado ‘pre’, de la preposición latina ‘prae’. En todo caso son muchas las palabras españolas en las que podemos rastrear el ‘ante’, y entre ellas quizá esté más escondido en ‘antiguo’ (*ante-guos, -donde *guos significa apariencia-) y ‘anciano’ (*ante-anus). Por otro lado en español estándar sí tenemos un preverbio muy recurrente, con el significado de oposición, ‘anti’. No se trata de la palabra latina sino de la griega correspondiente; la evolución semántica se explica a partir de «estar delante de algo», que es estar en frente o contra ese algo, primero en sentido espacial y luego figurado.

Aparte de su nombre principal, como habitualmente, los periodistas han tenido que recurrir a otras designaciones metafóricas para evitar la reiteración machacona en sus alocuciones. Y como habitualmente, dichas metáforas son guerreras.

Aunque todos los miembros de un bando atacan al otro, a los delanteros se les conoce por encima de sus compañeros como atacantes. La palabra ‘atacar’ resulta particularmente difícil en su evolución, así que la aprovecharemos como ejemplo de cómo las palabras pueden evolucionar semánticamente por caminos impenetrables para nuestro raciocinio occidental del siglo XXI. El largo camino que desembocará en nuestros atacantes comienza en el indoeuropeo, cuya raíz *steg significaba «palo, estaca». Tal evolucionó al gótico, lengua germánica oriental (el inglés y el alemán derivan del germánico occidental), como ‘staka’, que es nuestra ‘estaca’. Del gótico pasó al occitano, o lengua de Oc, con el significado de «atar», por lo que debemos entender que por antonomasia se ataba a las estacas. Fue desde esta lengua desde la que la palabra pasó al italiano ‘staccare’, en que el significado de «atar» evolucionó al de «separar»; la difícil evolución semántica quizá la debamos explicar a partir de una situación en la que se ata a alguien para separarlo de otro alguien. Por oposición a este significado de «separar» se creó un ‘attaccare’ con un preverbio ‘ad’ con el que se designó la acción contraria, la de «unir». Fue por fin con ese significado con el que la palabra llegó en el siglo XV al castellano, «atar o abrochar al cuerpo una pieza de vestido», según define Corominas. Por último, a mediados del XVII el español recibió una vez más del italiano el significado de «acometer», a partir de la expresión ‘attaccare bataglia’. Como queda patente, un buen ejemplo de evolución difícil.

Otra de las designaciones habituales es la de ariete. El primer significado de la palabra ‘ariete’ es el de una máquina militar en cuya punta, que era una viga, tenía una figura de cabeza de carnero y que era usada para abatir las murallas de las ciudades. Posteriormente se designó con ella también a un buque de vapor blindado y con un espolón muy reforzado y saliente, utilizado igualmente para abatir a otros barcos. Por último, existen actualmente arietes hidráulicos, que resultan ser máquinas para elevar agua utilizando el movimiento oscilatorio producido por una columna del mismo líquido. La palabra deriva del latín ‘aries’, «carnero padre», que es el que da nombre al primer signo del Zodiaco (compárese con el alemán Widder, palabra que designa al carnero padre, o morueco, y que es también el primer signo del Zodiaco). Por lo tanto convertimos a los delanteros en máquinas de guerra que intentan derivar las tantas veces oídas murallas defensivas. Todo encaja.

También ocurre que los delanteros están en la punta del dibujo del esquema táctico, lo que los termina convirtiendo en ‘puntas’. Pero esa explicación se mezcla con otra, a partir de ‘puntas de lanza’, como en ocasiones se llama a los delanteros, por posible simplificación de la expresión. Muy probablemente la metáfora se pueda encontrar en cantos épicos, en que los guerreros se convierten en sí mismos en las lanzas que atacan a los contrarios. Épica, guerra y fútbol.

Y para terminar dejo la historia para hablar de nuestra lengua de hoy. Se oye en ocasiones, pocas en verdad, nombres tales como ‘extremo izquierdo’, en que se hace una falsa concordancia entre el sustantivo y el supuesto adjetivo. Tal concordancia es un error porque se trata en realidad de dos sustantivos yuxtapuestos, como en ‘coche cama’, por lo que esta concordancia no es posible. Dejemos por lo tanto a los castizos interiores izquierda (tal es el plural correcto) como siempre han sido invitando a los periodistas a crear metáforas, a ser fecundos en imágenes pero siempre respetando la gramática, y por encima de ella, el genio de la lengua, en genio que ellos también comparten.

Y con ello terminamos la breve explicación de las palabras con las que se designan las posiciones de los jugadores. Los lectores habrán echado en falta muchas denominaciones tales como ‘volante’, ‘ala’, ‘pivote’, el tan traído y llevado ‘carrilero’, etc. No se trataba de hacer una exhaustiva descripción y enumeración de todos los nombres, sino simplemente de mostrar nuevamente una pequeña visión global con el objetivo de que los lectores se conciencien de la enorme historia que tienen las palabras que usamos y por ello el gran respeto que debemos tener hacia ellas y la necesidad casi moral de cuidarlas y respetarlas.

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Presidente del CIHEFE

Publicado en: General