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RESUMEN:

Mi afición por el fútbol fue relativamente tardía, debí de llegar al asunto con siete u ocho años. Y con una razón muy concreta, y es que los dos vecinos de mi piso se juntaban siempre para ver al Madrid y lo hacían con cervezas, patatas fritas, almendras y otras maravillas parecidas. Así que me

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Biografía futbolera

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Mi afición por el fútbol fue relativamente tardía, debí de llegar al asunto con siete u ocho años. Y con una razón muy concreta, y es que los dos vecinos de mi piso se juntaban siempre para ver al Madrid y lo hacían con cervezas, patatas fritas, almendras y otras maravillas parecidas. Así que me hice futbolero pero con la condición de ver el fútbol con los vecinos y poder meterle mano a las patatas y a las palomitas, que con mi llegada al club aparecieron.

 Y como además de las patatas fritas me gustaba leer, Wences, uno de mis vecinos, me pasaba siempre el Marca al día siguiente, y muy poco después empecé a tener mis primeros libros de fútbol. Y hasta una pomposamente llamada enciclopedia, con la que estaba convencido de poder saberlo todo.

 A través de la sección de contactos del Don Balón conocí a otra gente a la que le gustaban los libros y la historia, a los que muchas veces engañé con mi edad para que me tomaran en serio. ¡Solo tenía doce o trece años! De aquellos primeros años de estudio e intercambio recuerdo especialmente a Carlos Castro y a Julio Jareño, que tiene una de las mejores colecciones de cromos de España. Y al simpático gaditano Ángel Lebaniegos, que fue quien me presentó a Félix Martialay.

 Fue en el verano de 1996, y desde entonces mi vida futbolera cambió para siempre. Y también el resto de mi vida. Don Félix me lo enseñó todo. Siempre que intento explicar lo que ha significado para mí me quedo sin palabras, y de hecho han pasado dos días desde que escribí la frase anterior y esta que ahora termina. Pero para lo que aquí toca me enseñó qué es la historia, y a cómo ser historiador. Y todo eso aplicado al fútbol. O todo eso partiendo del fútbol, ya que no en vano él no solo hacía historia del fútbol sino que sobre todo lo que hacía era historia de España a través del fútbol. Eso y no otra cosa son los varios volúmenes sobre la guerra y también las historias de cada temporada a las que dedicaba no menos de 400 folios por cada una (¡y las hay de hasta 800!).

 El caso es que con una edad casi impúdica don Félix me adoptó, y mi vida pasó a no tener sentido sin él. Hablábamos siempre y como mínimo una vez a la semana, y siempre teníamos proyectos que nos ocupaban. Todo eso con el CIHEFE como marco, que me aceptó en 1999.

 Extrañamente mi entrada coincidió con el comienzo de la época más opaca de la asociación por razones que lo hicieron necesario. Los proyectos comunes fueron terminándose, la lista de jugadores de primera división y la historia de la Copa se terminaron y los malos mengues ayudaron a que no se desarrollaran más proyectos. Hubo unos años que siempre que llegaba septiembre y don Félix se iba de vacaciones le caía un disgusto encima, y no merecía la pena estar así.

Pero ese tiempo de silencio fue muy prolífico. Don Félix escribió mucho (más que el tostao, decía él), yo a su lado aprendí a investigar e investigué mucho, y empecé una colaboración estrecha con Javier Bravo. Y a pesar de que los dos intentamos evitarlo, terminamos siendo amigos, lo que probablemente terminó truncando nuestra antes fecunda colaboración. El café de media mañana al principio duraba lo justo para tomarse el café, y ahora a veces vamos directamente al bar y no damos ni palo. ¡Qué verano nos pegamos corrigiendo la base de datos de la Liga!

Y luego apareció también Corcuera, de quien tanto he aprendido y con quien me he tomado los champiñones más agradables de mi vida mientras arreglábamos el mundo en la plaza de Unamuno. Y por varias veces. Y Vicente Martínez Calatrava, con su enciclopedia nunca suficientemente valorada.

 Todo ello gobernado siempre por nuestro presidente Del Olmo, cuya amistad entiendo un privilegio. Él es ni más ni menos que el inventor del CIHEFE, y sin él nada de esto habría sido posible. Con eso creo que todo queda dicho.

 Y ahora ya va camino de tres años en que volvimos a la plaza pública, que ahora está en Internet. Y fueron llegando primero Eugenio, luego Arrechea, nuestro gijonés Alberto Díaz y mi buen amigo Antonio Bálmont, al que no dejo de meter en líos.

 Este lío en el que me metí yo solo por comer patatas y palomitas ha terminado así. Le he dedicado miles de horas de mi vida y las que me quedan. Pero gracias a ellas he aprendido mucho y he vivido mucho, si es que son dos cosas diferentes. No solo he conocido a todos mis compañeros del CIHEFE, al lado de los que me queda muy grande estar, sino que también he tenido acceso a cosas y a gente que de otra manera habrían quedado imposibles. Incluyendo al hoy socio de honor Gustavo Bueno, al que conocí para hablar de fútbol.

 Pues sí, me ha regalado tantas cosas el CIHEFE y la historia del fútbol…

 

 

 

 

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Presidente del CIHEFE

Publicado en: General