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RESUMEN:

Quizá no sea exagerado decir que Ceferino Rodríguez Avecilla es el hombre más ignorado de la historia del fútbol español, sobre todo en comparación con la importancia que ha tenido para este. Cuando no vilipendiado y hasta insultado. Las referencias que del presidente de la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball durante 1904 encontramos en

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Biografía de Ceferino Rodríguez Avecilla

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cra1Quizá no sea exagerado decir que Ceferino Rodríguez Avecilla es el hombre más ignorado de la historia del fútbol español, sobre todo en comparación con la importancia que ha tenido para este. Cuando no vilipendiado y hasta insultado.

Las referencias que del presidente de la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball durante 1904 encontramos en los pocos libros que lo mencionan son todas despreciativas y muchas veces irónicas. Por ejemplo Francisco Narbona en su libro Fútbol (1951) lo llama reiteradamente «inquieto» (págs. 131 y siguientes) y lo pone como único responsable de la mala organización de la Copa de 1904. Asunto este, por cierto, al que dedicaremos bastantes páginas en próximos números.

Con motivo precisamente de nuestra investigación sobre la Asociación Madrileña que empezamos a publicar en el último número y que continuaremos en los próximos meses tuvimos interés en conocer con mucha más profundidad al desconocido Avecilla. Junto a las exiguas referencias de los libros de fútbol, encontramos también las siguientes:

Avecilla (Ceferino R.). Biog. Escritor español contemporáneo, n. en Valladolid en 1880. Fundó y dirigió la Revista de Sport, colaboró en el Renacimiento Latino, Madrid Cómico y Diario Universal. Publicó: Cuentos ciclistas, El puesto de la inocencia (sainete) y las novelas Los crepúsculos y Rincón de humildes (Memorias de un viejo café). [Enciclopedia Espasa, ed. 1988].

Rodríguez Avecilla, Ceferino (Valladolid 1880 – ¿1936?). Dramaturgo y narrador. Es autor de las novelas Los crepúsculos (1906) y Rincón de humildes (1908) y de las piezas teatrales En mala tarde (1905), Silencio (1913) y Los caminos de Roma (1917). [Diccionario de literatura española e hispanoamericana, Ricardo Gullón, Madrid, ed. Alianza, 1993. Nota redactada por Javier Blasco].

Rodríguez Avecilla, Ceferino (Valladolid 1880 – ¿1936?). Dramaturgo y narrador. Se conocen sus obras dramáticas En mala tarde (1905), Silencio (1913) y Los caminos de Roma (1917), así como las novelas Los crepúsculos (1906) y Rincón de humildes (1908). [Diccionario Espasa de la literatura española. Jesús Bregante Otero, Madrid, ed. Espasa, 2003].

Estas brevísimas referencias, únicas publicadas, nos ponían en la pista del personaje, desaparecido absolutamente del fútbol desde el Campeonato de España de 1904. La investigación en consecuencia en que basamos las páginas siguientes es absolutamente novedosa, fruto de meses de trabajo en archivos y bibliotecas españoles y extranjeros, con las que hemos pretendido sacar definitivamente a Avecilla de su anonimato. No obstante no deja de ser una breve aproximación al personaje, y en consecuencia cualquier aportación será muy bienvenida.

Ceferino Rodríguez Alonso de Avecilla nació en Valladolid el 14 de diciembre de 1880. O eso parece. En realidad lo más correcto sería decir que ni sabemos ni dónde nació, ni sabemos cuándo lo hizo. En todos los papeles oficiales que hemos localizado afirma el propio Avecilla haber nacido en Valladolid, pero extrañamente en dos fechas diferentes: 24-12-1879 o 14-12-1880. En principio nos decantamos por la segunda porque es la que más veces repitió, pero también sabemos que en el Registro Civil de Valladolid no consta su inscripción ni en el año 1879, ni en 1880 ni en 1881. ¿Cómo explicarlo? ¿Quizá nació en un pueblo de la provincia? ¿Quizá sin más no fue inscrito? ¿Pero en todo caso cómo explicar que él mismo diera dos fechas diferentes de sí mismo? Seguiremos investigando.

Probablemente fue nieto de don Ceferino Avecilla González, senador por Lérida (1881-82) y Soria (1887-88) fallecido en 1888. En 1854 aparece otro Ceferino Avecilla como gobernador civil de la provincia de Segovia, pero por edad no parece que puedan ser el mismo. Por último hay que señalar la importancia de otro diputado, don Pablo Alonso de la Avecilla (1810-1860), periodista, político y sobre todo escritor, famoso sobre todo por su novela La conquista del Perú (1852). Toda la familia era acaudalada, propietaria de empresas de minería y bien introducida en la política española.

Parece ser que el último de ellos llevaba por nombre de pila Pablo Alonso, y a simple título de hipótesis este y el Ceferino mayor podían ser hermanos. Quizá el diputado era hijo de Pablo Alonso, y fue el primero en convertir el Alonso en parte del apellido apareciendo así el Alonso de Avecilla que es el segundo apellido de nuestro Ceferino. En este punto parece no haber duda, pues aunque nunca firmó con el Alonso, así consta en toda la documentación oficial. Y digno es de mención el artículo de Juan Antonio García Galindo titulado «El poder de la prensa de información ideológica y política en el nuevo periodismo andaluz» publicado en la obra Presse et pouvoir en Espagne (1868-1975) en 1996 (Madrid, Casa de Velázquez, ed. P. Aubert y J. Desvois), pues él es el único que cita a Avecilla con su segundo apellido completo: Alonso de Avecilla.

No tenemos referencia alguna de la infancia de Avecilla, y aunque apenas tenemos fotos, sí conocemos algunos de sus rasgos físicos. Era un hombre alto, de 1,70, de complexión normal, ojos pardos, boca grande y nariz grande. Antes de cumplir los veinte años Avecilla contrajo matrimonio con Carmen Cuesta López de la Rosa (Madrid, 23-10-1878), de quien enviudaría antes de exiliarse a México en 1942. Además de su labor periodística, literaria y futbolística, era abogado.

Desde su primera adolescencia empezó a escribir; en 1896 publicó su primer texto Radios tangentes: narraciones velocipédicas, firmado junto con Gerardo Failde y Ramón Cilla Pérez. Y entre 1903 y 1904 fundó y dirigió hasta tres revistas deportivas: Revista de Sport (1903), Mundo Sportivo (1903) y Gaceta del Sport (1904), además de colaborar como cronista deportivo en el diario madrileño Diario Universal, en el que firmaba sus artículos con el pseudónimo de F. Bowden. Por cierto que con toda probabilidad la segunda de las revistas que fundó sirvió como modelo para que en 1906 se fundara en Barcelona El Mundo Deportivo.

Su trayectoria periodística en estos años trabajando por el fomento del deporte madrileño es indudable, aunque como tantos aspectos del personaje nunca se hayan citado. Y probablemente como consecuencia de su trayectoria fue elegido presidente de la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball el 4 de enero de 1904. Aunque es precisamente su presidencia el punto clave de su trayectoria deportiva no es oportuno ni repetir aquí lo que a grandes rasgos mencionamos en nuestro artículo del mes pasado ni tampoco adelantar lo que minuciosamente desarrollaremos en meses sucesivos.

Pero sí es quizá oportuno hacer mención a su trayectoria anterior a 1904, aunque solo sea para decir que también nos es desconocida. Tradicionalmente se ha dicho que Avecilla se marchó del Madrid FC y fundó el Club Español, desde el que intentó rivalizar con sus antiguos compañeros madridistas. Ignoramos por completo si esto es cierto, pero lo que sí sabemos es que Avecilla no dejó en sus múltiples escritos prueba de esto, y que tampoco encontramos en ninguna de las alineaciones del Madrid a ningún Rodríguez ni a ningún Avecilla.

También se dice que Avecilla fue presidente del Español y que compaginó este cargo con el de presidente de la Federación en 1904. Sí sabemos que el presidente del Español desde el 7-10-1903 era M. Méndez, pero es cierto que no sabemos si este sustituyó precisamente a Avecilla que ya tenía su objetivo puesto en la federación.

Por último queremos destacar otra información difundida tradicionalmente y que también nos vemos obligados a poner cuanto menos en duda. Se trata de la idea de que Avecilla aprovechó la presencia en Madrid de los presidentes de los clubes más importantes de España con motivo del Concurso del Ayuntamiento de 1902 para establecer conversaciones con sus respectivos presidentes (Hans Gamper, Carlos Castellanos, Juan Astorquia y José María Miró) con el fin de fundar una federación española de fútbol, a la que dieron el nombre de Unión de Clubs de Foot-ball, que supuestamente habría mantenido sus actividades hasta 1903. Cierto o no, no podemos dejar de mostrar nuestras absolutas reservas al respecto, ya que resulta extremadamente raro que no haya ni la mínima mención ni en Los Deportes de Barcelona ni en el Heraldo del Sport de Madrid, y tampoco en ninguna de las tres revistas antedichas publicadas por el propio Avecilla. Nadie de los que sostienen la existencia de esta misteriosa federación da ninguna fuente para sus afirmaciones, y dada la absoluta carencia de información nos obliga a pensar si no hay una confusión absoluta con los hechos ocurridos diez años después, en que sí se fundó una Unión Española de Clubs de Foot-ball. No nos resulta creíble que se fundara una federación con tan importantes miembros y que ninguno diera ni la mínima noticia.

Lo que sí podemos afirmar con absoluta seguridad es que la experiencia de Avecilla en el fútbol no fue buena. Una vez se puso al frente de la federación solo duró tres meses al frente, víctima de un conjunto de intrigas e insidias que resultan casi increíbles de imaginar en el lejano 1904 en que el fútbol solo era pasión y diversión. La primera dimisión que presentó en marzo de 1904 no le fue aceptada, pero el caso es que la federación dejó de tener actividad al terminar el Campeonato de España, el 29-3-1904. Meses después Avecilla volvió a mandar una carta de dimisión, pero ya meramente testimonial pues la federación había desaparecido.

Lo que está claro es que abandonó completamente su relación con el fútbol y el deporte y se dedicó plenamente a su prolífica labor como periodista y escritor.

Su labor periodística que había iniciado con tanto énfasis a través del fútbol la continuó en otros ámbitos, en los que no fue menos entusiasta. Escribió en La Tribuna, Libertad o Informaciones. Fue director de Castilla (1917), periódico de Alcalá de Henares, ciudad donde se convirtió en un personaje de primera categoría y en la que se le recuerda por haber sido principal promotor de la construcción de la moderna ermita del Val. Colaborador de La Voz de Madrid (1925), Abc y la revista Blanco y Negro, para los que enviaba crónicas desde París, ciudad en la que vivió desde finales de los años veinte. Algunas las firmó con el pseudónimo de Ricardo Begoña.

Antes de irse a vivir a París ya había publicado varias novelas. Ya en 1905, un año después de dejar el fútbol, publicó Los crepúsculos,  y en los años siguientes volvió a la narrativa con La vida eterna (1913) y otras como Margot tiene que ser honrada (1922). Su popularidad no obstante le llegó a través de sus numerosas obras teatrales y zarzuelas, escritas casi siempre en colaboración con Manuel Merino García-Pierrat.

Su primera obra Silencio…, fue estrenada en 1913 en el Coliseo Imperial de Madrid, y antes de 1922 había puesto en escena casi una decena de obras, entre las que se incluyen El enemigo malo, Tupi-Palace, Su majestad y El estudiante de Salamanca. Y entre las zarzuelas a las que Rafael Millán puso música se encuentran La mala tarde (1915) o Las alegres chicas de Berlín (1916).

A poco de instaurarse la II República regresó a España. De ideología comunista, Avecilla debió de tener una actividad política activa durante los años republicanos. No obstante su protagonismo continuó ligado al terreno literario. Ya en junio de 1931 editó la colección «La novela roja», en la que se publicaron siete obras a razón de una por semana. Eran novelitas muy cortas, de 16 páginas, vendidas al precio de 20 céntimos, concebidas como medio de expresión de las ideas de la llamada lucha del proletariado. El propio Avecilla publicó una de las novelas de la colección, El quinto evangelio, y junto a él lo hicieron personajes de la talla de Margarita Nelken.

Durante estos años bajó su producción dramática; solo se conocen dos obras, estrenadas ambas en 1934: El atajo, escrita con Manuel Merino, y Muchachas de uniforme.

El siguiente punto importante en la biografía de Avecilla es que formó parte del comité incautador de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Así lo contaba por ejemplo Abc del 5 y 6 de agosto de 1936. Formó la junta directiva con Pascual Guillén, Franch, Narciso Fernández Boixader, Pablo Sorozábal Mariezcurrena (en su ausencia José Tellaeche Arrillaga) y Alejandro Casona. Según se decía, «se ha realizado el cambio de rumbos de una manera cordial y sin la menor violencia, merced a la actuación de tres comediógrafos de tan probado espíritu revolucionario como Ceferino R. Avecilla, Enrique López Alarcón y Pascual Guillén».

Pero no todo el mundo vivió la incautación «de una manera cordial y sin la menor violencia». El periodista Tomás Borrás, falangista, respondía así a Abc (27-10-1977, pág. 95) cuando le preguntaban si había conocido a Avecilla: «¡Hombre que si lo conocí!, ¡vaya si lo conocí! Como que un día se presentó aquí de improviso, con intenciones de matarme. Mejor dicho, de matarnos, sí, a mi mujer y a mí».

Junto con su trabajo al frente de la SGAE es probable que también dirigiera algún periódico madrileño durante la guerra. Así nos lo dice Víctor de la Serna (9-1-1937, Abc de Sevilla): «dos días antes de estallar el movimiento nacional uno de estos tipos me visitaba en mi despacho para pedirme colaboración en Informaciones, después de asegurarme que él sentía el fascismo en lo hondo de sus entrañas. Diré su nombre: Ceferino R. Avecilla. Creo que ahora dirige alguna de sus siniestras hojas que paga -mal, por cierto- Moscú».

A partir de ese enero de 1937 no hemos encontrado más noticia de Avecilla, si bien nada hace indicar que no permaneciera en Madrid hasta el final de la guerra pues no en balde al terminar esta fue encarcelado y permaneció en prisión hasta que en 1942 salió desde Casablanca camino de Veracruz a bordo del célebre barco Nyassa. Durante su presidió sabemos que escribió su obra La condenada, estrenada en México en 1946.

Al llegar a México el 22 de mayo de 1942 inició nuevamente su activa carrera periodística y literaria. Colaboró en varias revistas como EstampaMéxico al DíaSaberRevista de Revistas Excelsior (al menos hasta 1947), en la que  escribió críticas teatrales y cinematográficas. Algunas de estas fueron recopiladas en su volumen El teatro, 1943-1945: opiniones, publicado en 1946. A su producción literaria mexicana pertenecen las obras Noche de feria (1941), y la antedicha La condenada (1946) estrenada por María Teresa Montoya. Por cierto que ya en 1930 había Avecilla estrenado su primera obra en México, La loba, interpretada primero por Virginia Fábregas y años después por Prudencia Grifell. Durante su estancia en México Avecilla perteneció a la Unión Nacional de Autores.

Además en 1944 fue el redactor de los diálogos del filme Marina, y un año después del argumento en Último amor de Goya, película también conocida con el título de La diabla y filmada en 1945. Ambas cintas fueron dirigidas por Jaime Salvador y Avecilla trabajó en colaboración con Carlos Martínez Baena.

Sabemos que ese mismo 1946 colaboró con Mi Revista, una publicación parisina bilingüe fundada por Eduardo Rubio Fernández, alias «el Chichito», sujeto al parecer popular por sus exitosas estafas. Tenía dos subtítulos la citada revista, Ilustración Latino-Americana y Organe de Diffusion de la Pensée et du Goût Français en Amerique Latine. Junto con Avecilla escribieron otros españoles como Luis Capdevila, Ángel Samblancat, Felipe Alaiz, Mariano Benlliure, Alonso Camín, Mario Aguilar, Fernando Pintado y Ventura Gassol y por la parte francesa Paul Valéry, Jean Cassou, Paul Eluard, Louis Aragon y Albert Camus, Claude Morgan y Claude Aveline.  La revista tenía además una dimensión política, «de combate» contra el régimen franquista y sus aliados, aún más acentuada en el semanario Heraldo de España, también publicada por el mismo Rubio Fernández.

Al año siguiente, en 1947, Avecilla ganó el primer premio del «Concurso de arte teatral y lírico» organizado en Francia por el Servicio de cultura y propaganda del Movimiento Libertario Español (MLE-CNT) con la obra Que en España empieza a amanecer. La representación del drama tuvo lugar el 18 de julio de 1948 en el Teatro del Capitol de Toulouse. En ella participaron actores del grupo Iberia, del Grupo Artístico Juvenil de las Juventudes Libertarias, que estaba formándose, y de la Compañía Dramática de Teodoro Monge; todos bajo la dirección de este último.

Ignoramos si Avecilla se desplazó a Francia o si vivía allí. Y después de este premio, nada más. Solo sabemos que el historiador mexicano Rafael Heliodoro Valle publicó su correspondencia con Avecilla en 1951. Pero nada más. No sabemos si volvió a España o no, y si realmente murió en México DF como dicen algunas fuentes. De hecho la fecha de 1956 para su fallecimiento tampoco es segura, ya que aunque las otras que se encuentran no son posibles (1936 o 1946), no tenemos dato alguno que nos permita asegurar que en efecto su fallecimiento tuvo lugar en México DF en 1956. A falta no obstante de más información, los daremos provisionalmente por buenos.

Como decíamos en el encabezamiento redactar esta pequeña biografía llena de vacíos nos ha costado meses de trabajo. Quizá impericia… No obstante y a falta de continuar nuestras investigaciones o recibir cualquier información que añada o corrija, entendemos que el salto entre las mínimas referencias que conocíamos de Avecilla y esta biografía es notable y que en consecuencia, a pesar de los pesares, el trabajo ha merecido la pena.

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Bibliografía

Novelas y otras narraciones

  • Los crepúsculos, Madrid, ed. El Trabajo, 1905.
  • La vida eterna, Madrid, R. Moliner, 1913.
  • Margot quiere ser honrada, Madrid, Prensa Gráfica, 1922.
  • La amaba locamente, Madrid, ed. Prensa gráfica, 1925.
  • La sombra enmascarada, Santander, Aldus, 1927.
  • El quinto evangelio, Madrid, colección La Novela Roja, 1931.
  • Noche de feria, Ciudad de México. Isla, ed. Manuel Altolaguirre, 1941.
  • La noche de los tiempos. Cuento burlesco.

No ficción

  • Radios tangentes: narraciones velocipédicas, con Gerardo Failde y Ramón Cilla Pérez. Madrid, Ángel B. Velasco, 1896.
  • Rincón de humildes: crónica de un viejo café, Madrid, Estab. Tip. El Trabajo, 1908.
  • La anarquía y el colectivismo (traducción del original francés de Alfred Naquet), Valencia, ed. F. Sempere y Compañía, 1905.
  • Mademoiselle gris: glosas sentimentales de provincial, Alcalá de Henares, ed. Tipografía de Castilla, 1919.
  • Teatro español del siglo XX. Con José Zaldívar; Alfred Maria Willner; Robert Bodanzky; Franz Lehár; Luis Millá Gacio; Guillermo X Roure; Manuel Moncayo; Luis Linares Becerra; Antonio Estremera; Francisco Graciani; Antonio Graciani; Antonio López Monís; José Pérez López; Juan José Lorente; José de Lucio; Domingo González Parra. Madrid, 1928.
  • Los mil y un días: cronicón, 1 – enero -1936, Madrid, ed. Tip. Europa, 1936.
  • El teatro, 1943-1945: opiniones, Ciudad de México, Talleres Claridad de los Hermanos Ramírez, 1946.
  • Correspondencia con Ceferino R. Avecilla, de Rafael Heliodoro Valle, México, 1951.

Dramaturgo y zarzuelista

  • El puesto de la inocencia. Sainete lírico. Con Félix Méndez Martínez y música de José Fernández Pacheco y Campuzano. Madrid. Ed. Florencio Fiscowich, 1897.
  • La reja. Música de Cándido Larruga. Madrid, ed. Casa Dotesio, 1912.
  • A la buena de Dios. Canción pasiega. Música de Cándido Larruga. Madrid, ed. Casa Dotesio, 1912.
  • Silencio. Drama en tres actos. Adaptación de la obra L‘Alibi de Gabriel Trarieux Madrid. Ed. Castilla, 1913.
  • Tupi – Palace. Sainete. Madrid, 1914.
  • Su afectísimo amigo. Comedia. Madrid, 1914.
  • El enemigo malo. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, ed. R. Velasco, 1915.
  • La mala tarde. Zarzuela. Con Manuel Merino y música de Rafael Millán. Madrid, SGAE, 1915.
  • Las alegres chicas de Berlín. Opereta. Con Manuel Merino y música de Rafael Millán. Madrid, ed. R. Velasco, 1916.
  • Tres miradas. Música notada de Hugo de Montey. Madrid, Unión Musical Española, 1917.
  • La máscara de don Juan. Drama. Con Manuel Merino. Madrid, Librería de Viuda de Pueyo, 1917.
  • Los caminos de Roma. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, R. Velasco, 1917.
  • Florentina (o Pastorela). Opereta. Con M. González (compositor), Enrique Nieto de Molina; Joan Ribé; Raquel Meller. Barcelona, ed. Compañía del Gramófono, 1917.
  • El estudiante de Salamanca. Zarzuela. Madrid, 1917. Música de Luis Pujol.
  • Amalia. La novela de una camarera de café.1919. Música de José Amich «Amichatis».
  • El hombre desconocido. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, Ed. La Correspondencia Militar, 1921.
  • No volvió el aventurero. Adaptación. 1922
  • La hija de nadie (La borda): historia de una mujer del arroyo. Drama. Traducción y adaptación de la obra de José Amich «Amichatis» y Montero Barcelona, Publicaciones Rafols, 1923.
  • La loba. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, ed. Rivadeneyra, 1929.
  • El Atajo. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, Estampa Rivadeneyra, 1934.
  • Muchachas de uniforme. Drama. Traducción. Obra estrenada en el Teatro Alcázar de Madrid el 20 de julio de 1934.
  • A la puerta de tu alcoba. 1937.
  • ¡No te rindas, mujer! Comedia. Con José Amich «Amichatis». 1938.
  • La condenada. Drama. 1946.
  • Que en España empieza a amanecer. Drama. 1948.
  • La reina rubia. Sainete.
  • El ocaso de los demonios. Tragicomedia.
  • La cabeza a pájaros. Comedia. Música de JL Campbell.
  • Luz en las tinieblas. Drama.
  • Circo. Comedia.
  • Calvario. Auto a lo divino.
  • Belén. Fantasía.
  • La cabeza del rey. Farsa.
  • El amor mudo. Entremés.
  • Su majestad. Zarzuela. Con Manuel Merino. Música de Pablo Luna.
  • La hierbabuena. Sainete.
  • La capa. Espectáculo.
  • Anda morena. También conocida como La Isabelina. Música de Cándido Larruga. 1915.
  • Don Jaime el Conquistador.
  • La mujer de todos. Música de José Amich «Amichatis».
  • Porque si.
  • La Chocolatera. Música de Joaquín Zamacois.
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Publicado en: Directivos