RESUMEN:

Desde su nombramiento como seleccionador nacional en octubre de 1969, el balance de Ladislao Kubala al frente del equipo representativo español estaba resultando más que mediocre. Combinaba victorias meritorias, incluso brillantes, ante selecciones de renombre (Alemania Federa, Italia, Argentina), pero en amistosos intrascendentes, con fracasos estrepitosos de juego y resultados en las fases previas de

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Historias de la Selección (III). Y Kubala ganó la guerra (30 de noviembre de 1977).

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Desde su nombramiento como seleccionador nacional en octubre de 1969, el balance de Ladislao Kubala al frente del equipo representativo español estaba resultando más que mediocre. Combinaba victorias meritorias, incluso brillantes, ante selecciones de renombre (Alemania Federa, Italia, Argentina), pero en amistosos intrascendentes, con fracasos estrepitosos de juego y resultados en las fases previas de Eurocopas y Mundiales, para los que nunca había logrado clasificarnos. Se le criticaba, por tanto, por ser un seleccionador capaz de salir airoso en mil batallas, pero de sucumbir en todas las guerras. Con estos precedentes se inicia la clasificación para la Copa del Mundo que Argentina organizará en junio de 1978. Después de los descalabros consecutivos camino de Italia-68, México-70, Bélgica-72, Alemania-74 y Yugoslavia-76, la Selección necesita redimirse en una competición que lleva doce años sin saborear. El grupo clasificatorio es pequeño, con sólo tres selecciones (España, Rumanía y Yugoslavia), lo que deja un estrechísimo margen de error a cualquiera de sus componentes. El primer envite, en octubre de 1976, en Sevilla, es un auténtico parto. España y Yugoslavia empatan a cero en el minuto 85. Las defensas (y los porteros, Miguel Ángel y Svilar) se imponen con claridad a las delanteras y parece que el primer punto va a volar de nuestro casillero. Un joven debutante, de nombre muy común pero con un talento fuera de serie, Juan Gómez, Juanito, es derribado en el área contraria cuando enfilaba el camino del gol. El claro penalti lo transforma Pirri y da la primera victoria a la Selección.

En abril del nuevo año, una jugada de carambola termina en autogol de Benito, recién iniciado el Rumanía-España de Bucarest. Ineficaz partido de ambos equipos, que se cierra con ese 1-0 y la clasificación muy apretada. En el mes de octubre, recibimos a los rumanos en el Vicente Calderón. La victoria es absolutamente crucial. España se muestra superior, llega con cierta claridad a los dominios de Cristian, pero no se concreta. Cuando faltan quince minutos y Argentina parece alejarse en el mapa, Leal, a pase de Juanito, cruza imparablemente a la red. La tranquilidad definitiva la pondrá en las postrimerías Rubén Cano, con un certero testarazo, para firmar el 2-0 final. El importante triunfo permitirá cerrar la ronda clasificatoria, en Belgrado, como líderes de nuestro grupo.

El 30 de noviembre de 1977 la Selección librará uno de esos partidos épicos e inolvidables, que han pasado a la leyenda de nuestro fútbol. Los chicos de Kubala viajan a Belgrado con el fin de disputar ante Yugoslavia el último partido de esta fase de clasificación. España llega a este choque con la ventaja de dos puntos y mejor diferencia de goles sobre su rival, lo que le da la posibilidad de clasificación aun perdiendo por la mínima. El ambiente en los graderíos del Pequeño Maracaná de la capital balcánica es verdaderamente infernal. Los Plavi necesitan una victoria por dos o más goles de diferencia y todo el país (aficionados, periodistas, jugadores) parecen estar conjurados para lograrla, al precio que sea necesario. Las gradas, una auténtica olla a presión, rugen desde mucho antes del partido, como presagio de la encerrona que van a sufrir nuestros jugadores durante noventa terribles minutos. Quizá, junto al choque con Suecia en 1920 (donde nació la furia española) y el de Italia en 1934 (cuando fuimos eliminados del Campeonato del Mundo, tras dos combates durísimos y dos infames colegiados), el partido más bronco, violento y hostil de toda nuestra singladura internacional. Esta situación, lejos de calmarse, se volverá insoportable desde el mismo pitido inicial. La expectación del choque es máxima y la importancia, extrema. Kubala y su equipo no pueden fallar más, después de un carro de fracasos y un puñadito de alegrías. Es el encuentro más importante de España en mucho tiempo y además, la posible revancha por el remate letal de Katalinski, que nos apartó del Mundial de Alemania hace cuatro años. Se juega en un miércoles corriente en el país balcánico, que sin embargo, el Mariscal Tito ha declarado festivo para toda la nación. En España se han suspendido las clases vespertinas, para que ni los escolares se pierdan el acontecimiento.

A la una y cuarto de la tarde saltan al terreno de juego ambas formaciones, flanqueando al señor Kenneth Burns, árbitro inglés, que va a protagonizar una actuación calamitosa. En la misma interpretación protocolaria de los himnos ha comenzado ya la batalla. El español es silbado sin contemplaciones y el yugoslavo, cantado fervorosamente por las cien mil gargantas que abarrotan el recinto del Estrella Roja. Kubala sabe que será su última presencia en el banquillo español de no lograr la clasificación y alinea a Miguel Ángel; Marcelino, Migueli, Pirri, Camacho; San José, Leal, Cardeñosa, Asensi; Juanito y Rubén Cano. Arconada, Olmo, Alabanda, Santillana y Dani, se sentarán a su lado a la espera de los relevos. Finalmente, Marañón y López, son los jugadores descartados de los 18 viajeros. Comienza el encuentro y los locales se abalanzan sobre los nuestros como una jauría de lobos.  Juanito, en la primera jugada, recibe una entrada de expulsión que el árbitro no ve. A los trece minutos, Pirri, cazado por detrás en otra escalofriante tarascada de Kustudic, debe dejar su puesto a Olmo, después de ser atendido durante un buen rato en la banda. En menos de un cuarto de hora los Plavi ya han logrado dejarnos sin uno de nuestros principales baluartes. Pero España juega con rabia y ganas uno de los partidos más inteligentes de toda su trayectoria internacional, con sus once representantes absolutamente concienciados y comprometidos y logra salir airosa de aquella caldera en ebullición.  Después del único susto serio, con un balón al palo y un rechace posterior, que Olmo saca en la misma raya, los Kubala Boys logran alcanzar el descanso con su portería a cero.

Tras el intermedio, que bien pudiera denominarse tregua, más de lo mismo. Juego duro, violento por momentos de los balcánicos, con el consentimiento de míster Burns y control  y dominio de España, aunque con el área y la portería yugoslava muy lejos. La contienda parece que va a ser eterna, hasta que a los setenta minutos, llega la jugada del partido. Asensi combina con Juanito, que mete un balón al hueco a Cardeñosa, perpendicular a la línea de fondo. El bético, algo forzado, centra de rosca para Rubén Cano, que viniendo desde atrás, empalma un remate en semifallo, casi con la espinilla, para batir a Katalinic. ¡¡Gooooooool!! ¡¡Gooooooool!! ¡¡Gooooooool!! Alegría indescriptible de los españoles, que formaron una piña en torno al goleador e impotencia en los yugoslavos que se ven fuera del Mundial, a pesar de sus sucias artimañas. El público, impotente también, comienza desde ese instante una lluvia de objetos que siembra el terreno de juego y que el árbitro es incapaz de controlar. Pero falta más. Juanito, en el momento de su sustitución, para colmo, se marcha provocando y recibe un botellazo en la cabeza, que le hace perder el conocimiento durante minutos. Es el colofón intolerable a la encerrona vivida por nuestro equipo y de la que supo salir estoicamente con sangre, sudor y lágrimas… aunque esta vez, de alegría, porque España, con este épico resultado, lograba clasificarse, ahora sí, para un Mundial tras doce años de penosa sequía. En la batalla de Belgrado, por fin, Kubala había ganado la guerra.

CONTEXTO HISTÓRICO

El año 1977 resultó ser particularmente importante para nuestro país. Algunos de los momentos culminantes de nuestra historia más reciente, acontecieron en dicho año: un grupo de ultraderechistas asesina a cinco abogados laboralistas y hiere a otros cuatro, en un despacho de la calle Atocha de Madrid. Se legalizan el Partido Comunista de España y el Partido Socialista Obrero Español. En el mes de junio, tienen lugar las primeras elecciones democráticas, desde 1936. La UCD de Adolfo Suárez logra la mayoría en las urnas. Josep Tarradellas, Dolores Ibárruri y otros muchos exiliados políticos, regresan a España. Hay amnistía y reducción de pena para muchos presos. Es derogada la censura a la prensa.

Algunos de los más grandes genios del mundo de la música o del cine nos dejaron para siempre en 1977. Ese año fallecían: Groucho Marx, Charles Chaplin, Joan Crawford, Roberto Rossellini, Antonio Machín, Elvis Presley, Maria Callas o Howard Hawks.

Por su parte, en 1977, nacían Raúl González, Orlando Bloom, Shakira, Thierry Henry o Dani Martín.

El Campeonato Nacional de Liga se lo llevó el Atlético de Madrid. La Copa de SM El Rey, la primera bajo esta nueva denominación, fue a parar a las vitrinas del Real Betis, después de una igualadísima final contra el Athlétic (2-2) y una interminable tanda de penaltis (8-7). La Copa de Europa se la llevó el Liverpool, tras imponerse al Borussia Mönchengladbach en la final de Roma (3-1).

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