RESUMEN:

Análisis histórico de los sobornos y escándalos a final de temporada en el fútbol español con un ejemplo concreto pormenorizado.

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Un soborno de manual

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Raros son los finales de temporada sin sospechas de amaño. Desde resultados extrañísimos hasta espectáculos bochornosos, coreados en la grada con gritos de “¡Tongo,tongo!”, nuestro fútbol ha generado casi de todo. Empates a cero sin disparos a puerta, donde ambos contendientes certificaban la salvación condenando a un tercero, meletines viajeros, conversaciones telefónicas harto elocuentes, intercesiones reñidas con cualquier ética, jugadores imprudentemente lenguaraces, primas a terceros… Habitualmente, sin duda porque probar amaños resulta mucho más que difícil, este tipo de prácticas se han saldado con absoluta impunidad. Y es lástima que los trileros aniden en un deporte capaz de mover tanta o más ilusión que dinero. Hoy, cuando judicatura y fiscalía investigan el extraño 1-2 en aquel Levante – Zaragoza que contra todo pronóstico pusiera en 2ª División al Deportivo de La Coruña, se antoja buen momento para repasar el soborno más diáfano de los últimos tiempos. Un soborno con luz y taquígrafos, puesto que hubo conversaciones grabadas, la guardia civil presenció la entrega del dinero y al corruptor sólo le quedó reconocer culpas. Fue un caso relativamente reciente, y sonado, aunque circunscrito al ámbito de la modestia. Veamos, pues, los hechos.

Burgos, Zamora, Ponferradina y Palencia (en realidad C. F. Palencia-Cristo Olímpico, tras desaparecer aquel otro Palencia que durante sus mejores días conociese la categoría de plata) habían partido como favoritos en el grupo castellanoleonés de 3ª División para del ejercicio 1996-97. Igual que hoy, los cuatro primeros quedaban clasificados para una fase de ascenso a 2ªB. Pero como suele ocurrir a menudo, el desarrollo de la competición iría colocando a cada cual en su sitio.

La “Ponfe”, ese año, no reparó en medios a la búsqueda del logro. El fallecido no ha mucho Manuel Peña, internacional en categorías inferiores y contrastado en 1ª bajo los pabellones de Valladolid y Zaragoza, constituía su gran apuesta. Para el banquillo otro hombre contrastado: José Ignacio López Sanjuán, con paso por Gimnástico de Tarragona, Vinaroz, Villarreal, Lérida, Cultural Leonesa, Almería o Tenerife Sur. Echó a rodar el cuero y las cosas fueron marchando razonablemente bien para los bercianos durante setiembre, octubre y noviembre, aún con los más o menos lógicos tropiezos. A partir de Navidad, algo pareció ir cambiando. Los contrarios se les resistían, les costaba ver puerta, e incluso físicamente daban la impresión de ir a menos. Tras caer derrotados ante el modesto C. D. Nava Molduras por un  contundente 3-0 en Nava de la Asunción (jornada 25), el entrenador era destituido, pasando a ocupar su puesto el secretario técnico Antonio Galarraga, hombre de la casa que apenas tres años antes lograra evitar la disolución del club al rebajar, mediante laboriosos pactos, la deuda denunciada por los futbolistas en los despachos federativos.

Soborno01Pero este relevo no hizo que el panorama se iluminase mágicamente. Un pésimo despliegue en Béjar había presagiar lo peor, y ese mal de males culminó concretándose ante el Burgos C. F., vencedor en Ponferrada por 1-3. Palencia, C. D. Salmantino y Zamora, bien al contrario, daban la impresión de ir a más.  Había que reaccionar. O se hacía algo de inmediato, o el 4º puesto, y con él las posibilidades de ascender a 2ªB, se esfumaban sin remedio. Y alguien, entonces, reaccionó del peor modo ante el presidente del Ríbert.

Este modesto club de la capital salmantina, por más que tras alcanzar un acuerdo con el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo disputase sus partidos como local en campo mirobrigense, se había convertido en involuntario juez y árbitro. Primero debía recibir en su feudo adoptivo a la “Ponfe”, y a renglón seguido medirse ante el Zamora. Por lo tanto aquellos 6 puntos en litigio muy bien pudieran descolgar de la cuarta plaza a uno de los rivales. Demasiada tentación para quien uniendo a sus muchas tragaderas piadosa manga ancha, estuviese sordo, pero que muy sordo, ante su propia conciencia.

Así las cosas, una mañana el presidente del Ríbert recibió la llamada de cierto “representante de la Ponferradina”, proponiéndole pactar. Este presidente sabía moverse dentro y fuera del fútbol: con respecto al balón, porque ostentaba la vicepresidencia de la Federación Castellano – Leonesa; en la vida civil, puesto que regentaba con éxito un conocido comercio de confección. Llamó a varios periodistas de Salamanca y cuando por la tarde volvió a sonar su teléfono, la conversación fue íntegramente grabada. Sigue a continuación un extracto de la misma, según lo recogido en prensa salmantina y leonesa, dejando constancia de que para su mejor comprensión se consignan en negrita las frases del “intermediario berciano”:

         “-Bueno, y cómo hacemos. ¿Entregamos la mitad allá y la otra mitad al final?.

            – Sí, claro, Yo creo que es lo mejor, ¿no?.

            –Pues venga, de acuerdo.

            -Porque si no, ¿cómo les digo yo a los jugadores…?

            –Vale, vale, de acuerdo. La mitad antes de empezar la otra mitad después.

            -¿Y cuánto?.

            –¿Ciento setenta y cinco?.

            -Ciento setenta y cinco la mitad, y luego ciento setenta y cinco al final.

            –No, no, no. Es un total.

            -Dijo usted esta mañana trescientas, ¿no?.

            –Sí, hombre, pero hablamos de los dos partidos.

            -¿Cómo de los dos?. ¿Del partido de Zamora?.

            –Claro.

            -El partido de Zamora es otra historia.

            –Claro, hablamos de 175 cada partido.

            -Por 175.000 me mandan a tomar por el culo a mí, hombre, no joda…

            –Son casi 400.000.

-¿Por los dos partidos?.

Claro.

-No, son 350.000.

Bueno, son 350.000.

-Joder. Si por ganar al Zamora… ya entra dentro de sus posibilidades ganar al Zamora. Eso no tiene nada que ver. Estamos hablando del partido ante la Ponferradina.

Si hablamos del de mañana, 175. Venga, lo dejamos en 200 y ya terminamos con este rollo.

-Venga, 200, vale. Y 200 el otro partido.

Y 200 el otro partido.

-Pues venga, vale.

Alcanzado el “acuerdo” fundamental, quedaba por consensuar cómo se entregaba aquel dinero. El presidente del Ríbert, muy en su rol de cebo, formuló comprensibles objeciones: “Yo voy con mi mujer y no quiero meterla en estos jaleos. Prefiero que vayan a esto los que viajan solos con el equipo normalmente. Isidro, seguramente, porque el otro también entrena y a lo mejor viaja a Valladolid con el cadete. No sé si podrá ir, pero si no, Isidro”.

El “emisario de la Ponferradina” no parecía traslucir ninguna suspicacia, como si la cuestión le resultase conocida. Ni siquiera mostró reparos sobre el sitio y hasta llevó la voz cantante en la mecánica de entrega, según se desprende de la conversación grabada:

“-En el Conde Rodrigo. ¿A qué hora están ustedes?. ¿A las 12 están allí, no?.

-Sobre la una. Entonces yo voy a mandar un sobre cerrado que nadie va a saber lo que va allí.

-No, claro, por supuesto.

-Incluso la persona que lo va a llevar no va a saber nada.

-No, vale, vale.

-Preguntáis al entrenador mismo.

-¿Al entrenador se lo pedimos?.

-Sí. Yo le voy a decir al entrenador: Oye, llévame este paquete, o este sobre, que va a ir un amigo mío a pedirlo.

-Exacto, bien, vale.

-Entonces van allí y preguntan por él.

-Vale, vale.

-El entrenador les da el sobre.

-De acuerdo.

-¿Y la otra parte cómo la hacemos?.

-La otra parte al finalizar el partido. Pues… ya es más complicado.

-La otra parte…

-Es que es más complicado que la hostia.

-Vamos a ver.

-Es igual, hombre, si no pasa nada. Si yo le digo que pierden pues pierden y punto.

-Sí, hombre, sí. Pero si en eso estamos de acuerdo. Es un poquito la forma de hacerlo. Que ni el entrenador ni el jugador estén implicados.

-Los jugadores tienen que saberlo, oiga, porque si no…

-Hombre, ya, hablo de los de aquí.

-Ah, bueno, eso no tiene que ver. Por eso le digo que al principio y punto.

-Vamos a ver… Bueno, mire, ya lo sé. Allí primero va a ir uno. Pedro, Isidro, o el que sea.

-Sí.

-Entonces, pregunta por el entrenador…

-Sí, que si le ha enviado una cosa para él.

-Efectivamente. Y entonces se la da. Le dice que si no han traído otra cosa para… Vamos a ver, supongamos que va Pedro.

-Sí, sí.

-Y le dice, oye, soy Pedro. Vengo a por un paquete que me han mandado.

-Sí.

-Bien, entonces se lo da. Entonces este Pedro le dice, ¿no hay otra cosa para Isidro?.

-Sí, vale, de acuerdo. O al revés.

-Y entonces le dice, cuando termine el partido vengo a por lo de Isidro.

-O al revés.

-O al revés. ¿Entiendes?.

-Sí, sí.

-Y lo hacemos así.

-Venga, perfecto.

-Pues allí nos vemos.

-Venga, de acuerdo.

-Hasta luego.

-Hasta luego”.

La Guardia Civil, de paisano, esperaba al “emisario” en el lugar convenido para la entrega. Habrían sido testigos, por lo tanto, de cómo aquellas 100.000 ptas. cambiaban de manos. Así se aseguró inicialmente, si bien días más tarde trascendió -nunca por boca de la Guardia Civil, desde donde se observó escrupulosamente el secreto sumarial- que a última hora el “emisario” prefirió dejar su paquetito -una caja de puros conteniendo el sobre con 100.000 ptas. en billetes de 5.000- sobre un radiador del Hotel Conde Rodrigo. De cualquier modo, los guardias no intervinieron entonces. Había que seguir soltando carrete.

Estaba a punto de iniciarse el partido -domingo 20 de abril de 1997- cuando desde una emisora de radio -Onda Bierzo- se anticipó que aquel choque podía estar “arreglado”. Eran muchos, demasiados los periodistas conocedores del trapicheo, para que ninguno de ellos cediese a la tentación de apuntarse la primicia.

La Gaceta de Salamanca recogió el instante en que la Guardia Civil identificaba al entrenador de la Ponferradina.

La Gaceta de Salamanca recogió el instante en que la Guardia Civil identificaba al entrenador de la Ponferradina.

Sobre el césped, los chicos del Ríbert ni muchísimo menos ponían las cosas fáciles. Tanto, que comenzaron adelantándose en el marcador con un golazo por la escuadra, obra de Diego, en el minuto 50. Hasta el 85 no pudo la “Ponfe”, pese a sus múltiples intentos, igualar el tanteador merced a un cabezazo de Mariño tras botarse el enésimo córner. El gol de la victoria berciana llegaría en el minuto 5 de la prolongación, rematando Aláez, también de cabeza, un centro desde la derecha. Para cualquier espectador, allí no hubo nada anormal por cuanto respecta al comportamiento de los jugadores. Si acaso sorprendió la incomprensible propina de 10 minutos concedida por el árbitro, Canal de las Heras, cuya labor, sin embargo, fue unánimemente alabada en las crónicas. Obviamente, ni el pacto telefónico ni las 100.000 ptas. depositadas sobre el radiador, habían influido en el resultado. Pero la Guardia Civil, con los jugadores recién duchados, requería la documentación de Antonio Galaraga, el entrenador berciano. Fue cuanto los reporteros necesitaban para voltear con brío sus campanas.

El presidente de la Ponferradina no salía de su asombro. “¿Cómo que se ha arreglado este partido?. ¿Desde dónde?. ¿Cuándo?. ¿Cómo?. Si cojo al hijoputa que ha inventado todo eso le retuerzo el pescuezo”. Y el aluvión de informaciones, cada cual más alarmante, le hizo pasar durante las siguientes dos horas por todos los estados de ánimo: incredulidad, estupor, indignación, frustración, abatimiento… Quienes le conocían no dudaban, ni entonces ni transcurridos 10 años, de su absoluta inocencia: “Nadie menea a todos los santos de sus peanas y acaba llorando igual que un chiquillo, como él hacía, sin ser honesto a carta cabal o ganar varios Oscar en Hollywood”. Al día siguiente, lunes 21 de abril, Diario de León dedicaba su portada y dos páginas completas al chanchullo, reproduciendo la transcripción del pacto telefónico. La Gaceta de Salamanca, pese a que su sección deportiva estuviese habitualmente colonizada por la ya extinta Unión Deportiva, hacía lo propio. Sólo quedaba saber quién era el famoso “emisario”. Y esas dudas se disiparon tan pronto la llamada interceptada comenzó a sonar en los receptores de radio. Aquella voz correspondía al propio entrenador berciano.

Así abrió Diario de León su edición correspondiente al lunes 21 de abril.

Así abrió Diario de León su edición correspondiente al lunes 21 de abril.

Ese mismo lunes, hacia mediodía, Galarraga presentaba su dimisión, si bien durante la rueda de prensa su presidente afirmaba que ésta no era tal, sino una destitución en toda regla. Ante presidente y entrenador, el portavoz de la Junta Gestora leyó la siguiente declaración, firmada por el inculpado:

“Yo, D. Antonio Galarraga González, mayor de edad, vecino de Ponferrada, con D.N.I. Nº 10.010.279, DECLARO POR MI HONOR: Que el único responsable de las actuaciones que se le imputan a la Sociedad Deportiva Ponferradina, dirigidas a predeterminar el resultado del partido de fútbol entre la SD Ponferradina y el RCD Ríbert, soy yo, D. Antonio Galarraga González, desconociendo totalmente estos hechos los directivos y jugadores de la Sociedad Deportiva Ponferradina”.

Lisardo Rodríguez, presidente de la Ponferradina, mira con cara de circunstancias a su hasta ese momento entrenador, durante la rueda de prensa inculpatoria.

Lisardo Rodríguez, presidente de la Ponferradina, mira con cara de circunstancias a su hasta ese momento entrenador, durante la rueda de prensa inculpatoria.

A continuación, el abogado de la entidad, Víctor Faba Yebra, declaró cerrado el expediente informativo, resolviendo que el único responsable era Antonio Galarraga y tras su dimisión quedaba limpio el buen nombre del Club. Demasiado simple todo, cuando tantas preguntas continuaban sin respuesta. ¿De dónde había salido el dinero, por ejemplo?. ¿Cómo se le ocurrió al entrenador semejante disparate?. ¿Temía las consecuencias de su acto?.Puesto que los informadores llenaban la sala, el  dimisionario, o despedido, fue desgranando respuestas, unas merecedoras de sonrojo, otras medio desmintiendo, aunque sin desmentir del todo, el documento de inculpación recién firmado: “Las consecuencias son graves y alguien tenía que hacerse cargo de la responsabilidad, por el bien del club. Pero no estoy de acuerdo con lo que se ha publicado, porque algunas cosas están manipuladas. Habrá acciones judiciales, y ahora me voy por razones personales”. ¿Acaso no quería reconocer los hechos?, se le inquirió. ¿No había pruebas irrefutables?. Y él enhebró un mensaje bastante fútil: “Yo no veo intento de soborno. Simplemente hay una conversación y una manipulación. No soy consciente de haber entregado ningún dinero a nadie y tampoco recuerdo quién me dio el paquete, porque es habitual que cuando viajes venga alguien a entregarte algún envío para alguna persona de la localidad a la que te diriges”. Si algo no podía negarse era la conversación telefónica, aunque incluso para este punto tuvo respuesta más bien desconcertante: “Reconozco que hubo conversación, pero eso que ha salido es un montaje. Ellos fueron los que se pusieron en contacto conmigo y con otras personas del club, pero aquí hay cosas que yo no recuerdo siquiera haber comentado. Por eso hablo de montaje”. ¿Y su futuro?. ¿No le preocupaba?: “Yo no estoy preocupado por mi imagen, porque la gente que me conoce sabe cómo soy de verdad y tengo la conciencia tranquila”.

El portavoz de la gestora, Francisco Jordán, puso broche a la comparecencia manifestando: “La imagen de la Deportiva debe quedar a salvo, porque los responsables somos los que estamos aquí, y yo lo que pido a la gente es que olviden todo y animen al equipo el domingo”.

Pero por una vez, ni desde la Federación Castellano – Leonesa ni en el seno de la Guardia Civil, parecían estar dispuestos a olvidar. Huelga añadir que los informadores tampoco dieron carpetazo al asunto. Si Diario de León se explaya sobre el particular con 3 páginas en su edición del martes 22, los medios estatales ni mucho menos desviaron la atención. Las dos estrellas radiofónicas del momento, José Ramón de la Morena, en la cadena SER, y José María García, en la COPE, entrevistaron a Antonio Galarraga. Ambos trataron inútilmente de averiguar quién le había dado el dinero, y como su entrevistado se cerrase en banda, los dos, cada cual a su manera, se despacharon a gusto: “Quitadme a este tipo de delante, que me da asco”, zanjó el de la SER. José María García fue quien más minutos y mayor profundidad dedicó al affaire, contando con presidente y vicepresidente de la “Ponfe” en un estudio de COPE Ponferrada, y el ex-entrenador en otro. Al presidente Lisardo Rodríguez volvían a escapársele las lágrimas, rememorando el terremoto vivido en Ciudad Rodrigo y durante el retorno al Bierzo. Galarraga siguió mostrándose fiel a su discurso. Luego de haber dedicado casi todo su programa al affaire sin vislumbrarse un vestigio de luz, García clamó: “Antonio, ¿tú eres tonto?. Llevamos aquí media hora preguntando lo mismo y tú sin contestar quién te ha dado las 100.000 ptas. Se te va a caer el pelo si continúas comiéndote tú solito el marrón”.

El mismo martes 22, la fiscalía de Salamanca recibía el informe, por si fuere precisa su actuación. El miércoles, los gestores de la Ponferradina volvían a proclamar su inocencia, al tiempo de mostrar sus cuentas como evidencia de que el dinero no había salido de la entidad. El jueves llegaba a la ciudad templaria el asturiano “Nino” Cubelos, nuevo entrenador del equipo. Y el viernes, ante las declaraciones de Galarraga asegurando que su conversación había sido manipulada, la cinta magnetofónica era puesta en manos policiales, para su análisis. La única buena noticia en aquella desastrosa semana para los bercianos llegaría el domingo, con el triunfo de su equipo por 3-0 ante la Gimnástica Segoviana.

Tanto el club, como las instituciones ciudadanas, pusieron especial empeño en desligarse del escándalo. Una vez más, toda la culpa recaía en el chivo expiatorio.

Tanto el club, como las instituciones ciudadanas, pusieron especial empeño en desligarse del escándalo. Una vez más, toda la culpa recaía en el chivo expiatorio.

Pese a que los hechos pareciesen hablar por sí mismos, en los ambientes deportivos de Ponferrada fue tejiéndose un entramado de especulaciones, con algún eco social gracias a ciertos medios. ¿Y si de verdad alguien se hubiera puesto primero en contacto con Galarraga desde el Ríbert?. ¿Por qué nadie apuntaba hacia Zamora, cuando los zamoranos, habida cuenta del pulso que sostenían con la “Ponfe”, sin duda iban a ser beneficiados?. ¿Acaso podía salir favorecido alguien más?. ¿Un optante a la presidencia, quizás?. ¿Alguien que quisiera pescar en río revuelto, erigiéndose luego en salvador de escollos?. ¿Qué hacía la Guardia Civil, sin seguir el rastro de dinero incautado?. Sobre este particular, al menos, iban errados, puesto que según trascendió quedaron anotados los números de serie de cada billete, por si de ahí las oficinas bancarias pudiesen aportar algo. La competición, entre tanto, seguía avanzando.

El 11 de junio, recién cumplidos por la Ponferradina sus primeros 75 años, el juez único de la federación Castellano – Leonesa, Miguel Mambrilla, daba por anulado el resultado del partido Ríbert – Ponferradina, restaba tres puntos al equipo berciano y sancionaba a su por aquella época entrenador, Antonio Galarraga, con 5 años de suspensión en el ejercicio de labores técnicas. Justo un día antes, Lisardo Rodríguez daba el relevo a un nuevo presidente, a un repetidor, en realidad, puesto que Delfrido Pérez, el entrante, había regido la institución tres años atrás. Y las primeras palabras de éste, tras su toma de posesión, no puede decirse fueran afortunadas: “Galarraga ha hecho mucho más por este club que muchas de sus anteriores juntas directivas”. Olvidaba que Galarraga, aparte de enfangar el nombre de una entidad modélica, pudo muy bien haber descerrajado sobre su escudo un tiro mortal.

Las sospechas de los más suspicaces volverían a tomar algún cuerpo en días sucesivos, al hacerse público que Miguel Losada, entrenador del Ríbert charro durante la recién finiquitada campaña, fichaba precisamente por el Zamora, recién ascendido a 2ªB tras haberse encaramado in extremis al 4º puesto de la tabla. Pero ahí quedó todo. Jamás se supo qué había ocurrido con las otras 100.000 ptas., las que deberían haberse hecho efectivas al finalizar el lance Ríbert – Ponferradina, de dónde procedían los billetes, o si alguien hizo creer a Galarraga que desde la entidad salmantina pudieran ser permeables a cualquier tipo de manipulación antideportiva. Y es que increíblemente, al haber quedado los bercianos fuera de la fase de ascenso y no existir damnificados de rebote, puesto que incluso con un partido menos (el anulado ante la “Ponfe”) los del Ríbert ocupaban un cómodo 9º puesto en la clasificación definitiva, los federativos no quisieron meterse en más líos.

La Sociedad Deportiva Ponferradina mantuvo su categoría, clasificándose sin éxito para la fase de ascenso a 2ªB en el siguiente ejercicio, y obteniendo por fin el ascenso en el play off relativo a 1998-99. Unos años después, cuando al Ríbert le tocó descender por su mal juego sobre el césped, quien fuere presidente de los blanquiazules durante tan lamentable affaire, Lisardo Rodríguez, enviaba al del club charro, Vicente Rodríguez, un telegrama inspirado por ese erróneo concepto del honor, desgraciadamente tan extendido en el deporte: “A cada cerdo le llega su San Martín”, decía.

Un soborno de manual, quizás el más flagrante de cuantos hayan podido tener lugar en nuestro fútbol, volvía a resolverse con carpetazo, incienso y flores. A quien hoy preside de la Liga de Fútbol Profesional, el Sr. Tebas,le asiste la convicción de que cada temporada se manipula en nuestras categorías profesionales no uno, sino varios resultados, y asegura estar decidido a arremeter contra tanta impunidad. Veremos en qué quedan las investigaciones sobre el Levante –Zaragoza, si no se diluyen en aguas mansas, como ocurriese con otro Levante – Athletic donde los bilbaínos se jugaban el descenso, hubo una llamada telefónica como mínimo sospechosa, y a ciertos temibles defensas “granotas” sólo les faltó vestir levita cuando saltaron al césped, para ser confundidos con mayordomos tan educados como corteses. En cualquier caso es muy probable que ni la Liga de Fútbol Profesional, ni fiscales o jueces, tengan nunca ante sí manejos tan diáfanos como el que un día no quisieron abordar en profundidad los federativos castellanoleoneses.

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