RESUMEN:

Dentro de nuestra serie sobre la historia de los Mundiales juveniles de fútbol y la participación española llegamos a la edición de 2003 disputada en los Emiratos Árabes Unidos.

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España en los mundiales sub’20: Emiratos Árabes Unidos 2003

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Tras el discreto paso por Malasia 1997, la selección española juvenil alcanzó el cielo en la siguiente cita mundialista, la de Nigeria 1999. Un Campeonato del Mundo Juvenil que supuso el pistoletazo de salida para una larga época de triunfos de nuestras selecciones inferiores (laureles que, por fortuna, acabaron trasladándose también a la absoluta) y que fue ampliamente repasado entre los números 52 y 55 de estos “Cuadernos de Fútbol”, por lo que este trayecto a lo largo de las participaciones españolas en los Mundiales juveniles debe continuar avanzando hasta la siguiente estación. Cosas del fútbol, España no pudo defender su entorchado en la cita inmediatamente siguiente a la de Nigeria: después de una discreta actuación en el Europeo sub’18 de 1999, cuya fase final se celebró en Suecia (y en la que España no pasó de la tercera posición del grupo que compartió con Italia, Irlanda y Georgia), la selección española juvenil no logró estar presente en el siguiente Campeonato de Europa, el del año 2000, que repartía los billetes para el Mundial sub’20 de Argentina 2001. Tras superar en la primera ronda a Inglaterra, Chipre y San Marino en un cuadrangular disputado en terreno inglés, los de Sáez se toparon con Rusia en la eliminatoria de acceso a la fase final. Los juveniles rusos arrancaron un afortunado 0-0 en Pontevedra y se llevaron el triunfo en Moscú por 2-1, con un gol en el minuto 83 que dejó sin Mundial a una generación en la que destacaban los nombres de Asier del Horno, Julio Álvarez, Miguel Ángel García “Corona”, Roberto Trashorras, Borja Fernández, Joaquín Sánchez, Vicente Rodríguez, Mikel Arteta, Pepe Reina, Xabi Alonso o el campeón mundial en Nigeria David Aganzo.

En ese Mundial de Argentina 2001 José Néstor Pékerman dirigió la que probablemente fuera su obra maestra al frente de las inferiores de la albiceleste. Con un grupo de excelentes promesas y una preparación cuidada al detalle tanto en los aspectos físicos y tácticos como psicológicos, el equipo argentino se impuso a todos sus rivales y a la presión de actuar como local con una facilidad pasmosa, venciendo sus siete partidos y prácticamente todos ellos por goleada. Con la increíble cifra de once goles anotados, récord que aún no ha sido batido, Javier Saviola se coronó también como el mejor jugador del campeonato y justificó su millonario traspaso al F.C. Barcelona; junto a él, en esa convocatoria aparecían futbolistas como Germán Lux, Wilfredo Caballero, Nicolás Burdisso, Julio Arca, Fabrizio Coloccini, Diego Colotto, Leo Ponzio, Andrés D’Alessandro, Maxi Rodríguez o Alejandro “Chori” Domínguez, nombres seguramente muy reconocibles para el aficionado y que vienen a dar una idea del tremendo potencial de aquel equipo campeón.

La selección española sí logró participar en la fase final del Europeo juvenil de 2001, disputada en Finlandia, un torneo en el que los de Sáez fueron de menos a más y que acabaron en tercera posición con jugadores como Víctor Valdés, Rubén González, Mikel Arteta, Líbero Parri, Albert Riera o Nano Macedo. Fue la última edición del Campeonato de Europa sub’18, ya que para la siguiente temporada la UEFA instauró los Campeonatos de Europa sub’19 y sub’17 en sustitución de los tradicionales sub’18 y sub’16. No fue más que un ajuste en la denominación oficial: las reglas ya permitían la participación de jugadores de esas edades en las fases finales para, entre otras cosas, evitar que las selecciones europeas que se clasificaran para sus respectivos mundiales tuvieran que rehacer buena parte del equipo, y se trataba tan solo de adecuar el nombre del torneo a la edad real de la mayoría de sus participantes.

Lo que no cambió la UEFA fue el desigual formato de la fase de clasificación del Europeo juvenil. Mientras otras selecciones disputaban triangulares o cuadrangulares a una vuelta, España jugó una liguilla a doble partido con Suiza y Armenia entre octubre y noviembre de 2001. Ninguna puso en apuros a los de Sáez (que jugaron los dos encuentros ante Armenia en casa, en Melilla y Ronda, ganando ambos por 6-0) y España se plantó en la eliminatoria previa a la fase final de Noruega con pleno de victorias. El sorteo de ese play-off fue benévolo y deparó un asequible enfrentamiento contra Macedonia: en la ida, disputada ya en abril de 2002 en terreno macedonio, España remontó el gol inicial de Goran Pandev para traerse un cómodo 1-3; un mes después, los juveniles españoles remataron el trabajo en Murcia con un contundente 4-0 y sellaron su pase al torneo que pondría en juego las plazas europeas para el siguiente Mundial sub’20.

Para cuando empezó la fase final de ese Campeonato de Europa sub’19, el 21 de julio de 2002, Iñaki Sáez cumplía diez días como seleccionador absoluto. La marcha de José Antonio Camacho tras el Mundial de Corea y Japón había sido rápidamente resuelta por la RFEF, que encomendó a Sáez el trabajo de regeneración que debía acometerse en un equipo nacional del que se apeaban jugadores como Fernando Hierro, Pep Guardiola, Miguel Ángel Nadal o Luis Enrique. Aunque su perfil público seguía siendo bajo, el nombramiento del técnico vizcaíno no sorprendió a nadie y tampoco recibió excesivas críticas: sus resultados al frente de las selecciones inferiores eran francamente buenos (un título europeo sub’21 en 1998, un Mundial sub’20 en 1999 y una plata olímpica en 2000) y parecía lógico pensar en él como la persona adecuada para facilitar el paso a la absoluta de esos jóvenes valores.

Por si su designación aún despertara ciertas dudas, Iñaki Sáez cargaría aún más de razones su currículo al conducir a la selección sub’19 a un nuevo título continental. Tras empatar con la República Checa en el debut (1-1), dos claras victorias ante la anfitriona Noruega (3-0) y, sobre todo, contra Eslovaquia (3-1) en el partido decisivo permitieron a España liderar su grupo y disputar la final, en la que un solitario gol de Fernando Torres (que ya había marcado el tanto de la victoria en la final del Europeo sub’16 del año anterior) bastó para superar a Alemania; no sería, como todos sabemos, la última vez que un gol del fuenlabreño valiera para ganar una final europea a la selección germana. Ese título sub’19, el primero para España en categoría juvenil desde 1995, traía consigo la clasificación para el Campeonato Mundial sub’20 de 2003, a celebrar en Emiratos Árabes Unidos y al que España viajaría acompañada de Alemania, Eslovaquia, Irlanda, República Checa e Inglaterra.

Con Sáez instalado ya en el banquillo de la absoluta, hubo que volver a cambiar el organigrama de las selecciones inferiores. Juan Santisteban seguiría con la sub’17 y José Armando Ufarte (que había llegado a la RFEF en 1997 para dirigir a la sub’15 y colaborar con Santisteban en la sub’16) se encargaría de la sub’19 y sub’20; además, ambos formarían tándem al frente de la sub’21. La mayor novedad fue la incorporación de Ginés Meléndez (a propuesta de Iñaki Sáez, que le conocía bien desde su etapa como técnico en el Albacete, club en el que Meléndez dirigía la cantera) para hacerse cargo de la sub’16 y, sobre todo, para terminar de asentar el modelo de trabajo por el que la Real Federación Española de Fútbol recibiría reconocimiento internacional. Durante estos primeros años, Meléndez actuó también como ayudante de Santisteban y Ufarte allá donde estos le necesitaran: por ejemplo, en el Mundial sub’20 de 2003.

En un principio, el Campeonato Mundial Juvenil de Emiratos Árabes Unidos debía disputarse del 25 de marzo al 16 de abril de 2003, de modo que el renovado cuadro técnico de la RFEF diseñó un plan de preparación para la sub’20 que, aparte de las tradicionales jornadas dobles de entrenamientos en Madrid una vez al mes, incluyó la disputa, ya en febrero, de la “Copa del Atlántico” (en la que España superó a la selección de las Islas Canarias y a Eslovaquia) y de un amistoso ante la también mundialista Uzbekistán en Almendralejo (saldado con una cómoda goleada por 4-1). El 5 de marzo se realizó la última sesión preparatoria en Madrid, en la que se jugó un amistoso contra el filial del Atlético que acabó 1-1, pero para entonces ya parecía seguro que el Mundial sub’20 no se disputaría como estaba previsto. El mundo había cambiado mucho desde que la FIFA eligiera la sede del torneo, y al día siguiente de ese partidillo en la ciudad deportiva de Majadahonda se confirmaron los rumores sobre el aplazamiento del Mundial.

No es misión de este artículo analizar las causas y el desarrollo de los acontecimientos que desembocaron en la invasión de Irak en ese año 2003; en lo que nos afecta, basta señalar que, en medio de una tensión prebélica que aumentaba día a día, la situación geográfica de Emiratos Árabes, en la entrada misma del Golfo Pérsico, desaconsejaba la disputa allí de cualquier evento deportivo, y más aún cuando en él iban a participar representantes de varios miembros de la alianza que parecía dispuesta a derrocar por la fuerza al tirano Sadam Hussein saltándose el mandato de las Naciones Unidas. Así las cosas, y viendo que los movimientos de tropas parecían anunciar el inminente inicio de una intervención militar, el 6 de marzo la FIFA decidió suspender provisionalmente el campeonato hasta ver cómo evolucionaba el conflicto.

Se deslizó la posibilidad de trasladar el Mundial sub’20 a Japón, pero los hechos se sucedieron con tanta celeridad que pronto quedó claro que no sería necesario ningún cambio de escenario: el 16 de marzo se produjo la tristemente famosa cumbre de las Azores, el 19 comenzaron los bombardeos y el 12 de abril Bagdad ya estaba bajo control estadounidense. La guerra, por desgracia, estaba lejos de acabar, pero fue tal la velocidad y contundencia de esa primera fase que, la víspera de que las tropas aliadas tomaran la capital iraquí, el comité organizador del Mundial sub’20 y la FIFA anunciaron las nuevas fechas: el campeonato se desarrollaría en Emiratos Árabes Unidos del 27 de noviembre al 19 de diciembre de ese mismo 2003. No sería la única decisión similar que la FIFA tomaría ese año: en mayo decidió trasladar el Mundial femenino absoluto de China a Estados Unidos por culpa del brote de gripe A que afectó al país asiático.

Obviamente, ese retraso (que suponía pasar el Mundial a otra temporada) implicó numerosos cambios en la lista que inicialmente tenían planeado ofrecer Ufarte y Santisteban; de hecho, en la lista definitiva sólo aparecieron ocho de los dieciocho campeones continentales sub’19 de 2002, número que probablemente hubiera sido mayor de no haberse producido el aplazamiento. El compromiso federativo, tanto en marzo como en noviembre, era el de que ningún chaval que estuviera asentado en la máxima categoría acudiría al torneo, por lo que en la convocatoria mundialista nunca hubieran estado ni José Antonio Reyes (Sevilla) ni Fernando Torres (Atlético), que en marzo ya eran fijos en las alineaciones de sus respectivos clubes en Primera división y en noviembre incluso formaban parte de la selección absoluta (que además en esos días disputaba ante Noruega la repesca de acceso a la Eurocopa de Portugal 2004). El retraso del torneo implicó que también causaran baja por ser ya habituales en Primera el malogrado Dani Jarque (Espanyol) y Jonan García (Athletic Club), mientras que un compañero de este último, el central Ander Murillo, se vio definitivamente apartado del Mundial por una lesión muscular. En cambio, sí viajaría al Golfo Pérsico el barcelonista Andrés Iniesta, la otra gran promesa del grupo, que no acababa de entrar en los planes de Frank Rijkaard en los primeros meses de éste al mando de la entonces desnortada nave azulgrana.

El pico de forma de cada jugador en ese momento del año, un amistoso en Eslovaquia (que España venció por 0-4) a finales de octubre, un par de sesiones de entrenamiento y la lógica evolución futbolística de todos los aspirantes en los meses anteriores terminaron de perfilar la lista definitiva de Armando Ufarte, que se anunció el 13 de noviembre. Estos fueron los veinte jugadores que quedaron citados el domingo 23 en Madrid para partir hacia Dubái la mañana siguiente:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

Miguel Ángel MOYÀ Rumbo 02/04/1984 RCD Mallorca

2

DF

ALEXIS Ruano Delgado 04/08/1985 Málaga CF

3

DF

Carlos González PEÑA 28/07/1983 FC Barcelona

4

DF

CARLOS GARCÍA Badías 29/04/1984 RCD Espanyol

5

DF

Juan Alberto Andreu Alvarado, “MELLI” 06/06/1984 Real Betis

6

MC

Víctor Javier Añino Bermúdez, “VITOLO” 09/09/1983 CD Tenerife

7

MC

Ferrán COROMINAS Telechea 05/01/1983 RCD Espanyol

8

MC

Andrés INIESTA Luján 11/05/1984 FC Barcelona

9

DL

SERGIO GARCÍA De la Fuente 09/06/1983 FC Barcelona

10

DL

Manuel DEL MORAL Fernández 25/02/1984 Atlético de Madrid

11

MC

Jaime GAVILÁN Martínez 12/05/1985 Valencia CF

12

DF

Iago BOUZÓN Amoedo 17/03/1983 Celta de Vigo

13

P

Asier RIESGO Unamuno 06/10/1983 SD Eibar

14

DL

Ángel Javier ARIZMENDI De Lucas 03/03/1984 Atlético de Madrid

15

DF

Alexander GOIKOETXEA Urkiaga 08/06/1983 Athletic de Bilbao

16

MC

Gabriel Fernández Arenas, “GABI” 10/07/1983 Atlético de Madrid

17

MC

Juan Francisco Torres Belén, “JUANFRAN” 09/01/1985 Real Madrid

18

MC

Jorge PINA Roldán 28/02/1983 Real Zaragoza

19

MC

Manuel Diego TELLO Jorge 16/02/1984 Real Madrid

20

P

RUBÉN Iván Martínez Andrade 22/06/1984 FC Barcelona

Que hubiera veinte futbolistas (tres de ellos, porteros) era una de las principales novedades del evento, ya que hasta entonces la FIFA sólo permitía la inscripción de dieciocho jugadores por equipo. No era, desde luego, la selección más potente que podría haber llevado España, pero en ella había muchos jugadores que venían brillando en categorías inferiores y que, en su mayor parte, acabarían asentándose en la élite de nuestro fútbol. Todos ellos, además, siguen hoy en activo (muchos de ellos al más alto nivel) y por ello resultarán más fácilmente identificables para el lector que los de otros campeonatos anteriores. Aunque no todos han podido mantenerse en la máxima categoría, a estas alturas Alex Goikoetxea (Cultural Leonesa, Salamanca, Cádiz, Racing de Santander, Amorebieta) y Manuel Tello (Levante, Getafe, Alcalá, Guadalajara) son los únicos que no han jugado en Primera división. Por otra parte, y a 15 de marzo de 2015, han debutado con la selección absoluta Andrés Iniesta, Juanfran Torres, Sergio García, Manu del Moral y Javier Arizmendi, que es el único de los veinte convocados que se encuentra actualmente sin equipo.

En cuanto a la organización del torneo, no sufrió más contratiempos que el retraso motivado primero por la guerra de Irak y luego por las altas temperaturas veraniegas, que desaconsejaban la celebración del evento antes de noviembre, y el Ramadán, que ese año concluyó el día anterior a la inauguración del campeonato. Debutaban en un Mundial sub’20 las selecciones de Uzbekistán, Eslovaquia, Burkina Faso y Panamá. El sorteo, celebrado el ya muy lejano 29 de enero, había deparado estos emparejamientos en la primera fase:

GRUPO A

(Abu Dabi)

GRUPO B

(Sharjah)

GRUPO C (Dubái)

GRUPO D (Dubái)

GRUPO E

(Al Ain)

GRUPO F

(Abu Dabi)

EAU

Argentina

Brasil

Colombia

México

Alemania

Eslovaquia

España

Australia

Inglaterra

Rep. Irlanda

EE.UU.

Burkina Faso

Mali

Rep. Checa

Japón

Costa de Marfil

Paraguay

Panamá

Uzbekistán

Canadá

Egipto

Arabia Saudita

Rep. de Corea

Los partidos se disputaron en los tres emiratos más extensos de los siete que componen el pequeño país, utilizándose dos estadios en la capital de Dubái y tres en la de Abu Dabi, emirato al que también pertenece la ciudad de Al Ain, sede del grupo E. El aplazamiento del torneo permitió el uso de un estadio de Abu Dabi que no estaba acabado en marzo; sin embargo, pese a la amplia disponibilidad de terrenos de juego, los partidos de la tercera jornada en cada grupo no se disputaron simultáneamente. Por fortuna, a partir de la siguiente edición la FIFA impuso por fin a los organizadores la obligación de que los calendarios impidieran este sinsentido. Por lo demás, las instalaciones deportivas y hoteleras emiratíes eran de primer nivel (aunque, según recogía el diario Marca el 18 de diciembre, en el alojamiento de España en Dubái también había un club de alterne) y hubo una aceptable afluencia de público, algo a lo que ayudó el que los estadios tuvieran una modesta capacidad (de entre 12.000 y 18.000 espectadores, salvo el reservado para la gran final) y, sobre todo, que los jeques regalaran un gran número de entradas e incentivaran la afluencia a los campos con sorteos de viajes, todoterrenos y otros artículos de lujo. El único incidente extradeportivo digno de mención fue el de los positivos en los controles antidopaje del portero alemán Alexander Walke, por cannabis, y del defensa egipcio Amir Azmy, por nandrolona. Como luego veremos, no serían los únicos que se saltaron alguna norma y que acabaron siendo pillados por las autoridades deportivas.

En este campeonato actuaron quince árbitros principales, la mayoría de los cuales acudieron acompañados de sus asistentes habituales, en una medida que la FIFA introdujo de manera experimental para tratar de evitar escándalos y problemas de comunicación como los acontecidos durante el Mundial 2002. Entre esos equipos de colegiados estuvo el formado por el vizcaíno Eduardo Iturralde González y sus auxiliares Clemente Ayete Plou y Rafael Guerrero Alonso, que dirigieron cuatro partidos (dos de la primera fase, uno de octavos de final y otro de cuartos) antes de verse obligados a regresar a casa por “culpa” del buen hacer de los juveniles españoles. Por último, también fue una novedad la manera en la que se siguió el torneo desde España. Más allá de que a finales de 2003 internet era ya un vehículo habitual de comunicación para muchos ciudadanos, por primera vez desde 1989 no fue TVE la televisión que emitió el Campeonato Mundial Juvenil: los derechos fueron adquiridos por Localia, la ya desaparecida cadena de televisiones locales del grupo PRISA, que no cubría todo el territorio nacional, lo que privó a no pocos aficionados de seguir al detalle el desarrollo del campeonato.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de EAU 2003, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de EAU 2003, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Desde luego España no podía tener un debut más complicado. La selección argentina, ya sin Pékerman en el banquillo pero con la misma filosofía de trabajo personalizada en su técnico Hugo Tocalli, había conquistado el Sudamericano sub’20 en el mes de enero y contaba, como suele ser habitual, con numerosos jugadores con mucha experiencia acumulada en la primera división de su país. No estaba Carlos Tévez, retenido por Boca Juniors (enfrentamiento con FIFA mediante) para disputar la final de la Copa Intercontinental, pero sí futbolistas como Javier Mascherano o Fernando Cavenaghi, que ya figuraban en las agendas de todos los grandes clubes europeos. En el bando español, Ufarte sorprendió otorgando la titularidad al meta Asier Riesgo en detrimento de Miguel Ángel Moyà, hasta entonces indiscutible en la portería de esta generación (sin duda la experiencia acumulada por el realista en Segunda división durante su cesión al Eibar fue un factor clave), y por delante de él dispuso el 4-2-3-1 implantado años atrás por Iñaki Sáez, con Gabi y Vitolo como mediocentros y Andrés Iniesta como enganche con su compañero de club Sergio García.

En un partido que resultó tan competido como cabía esperar por parte de los dos últimos países campeones del mundo sub’20, España dominó la posesión y buscó con más ahínco la meta rival, logrando adelantarse en el marcador en el ecuador de la primera parte gracia a un soberbio disparo en parábola de Gabi desde fuera del área. El juego no era muy brillante y la tensión se notaba en cada movimiento, pero aún así los de Ufarte dispusieron de un par de ocasiones más para hacer el segundo. Sin embargo, nadie acertó a batir de nuevo a Eberto y en la segunda parte Argentina no tardó en igualar el tanteador con un gran cabezazo del central Leandro Fernández tras un córner. España siguió controlando el balón, pero su juego no tenía demasiada fluidez y las combinaciones de sus hombres de ataque morían sin peligro. Argentina estaba cómoda y culminó la remontada a falta de un cuarto de hora, cuando nuevamente Leandro Fernández cabeceó a la red una lejana falta botada desde el sector izquierdo del ataque sudamericano. La selección española intentó reaccionar moviendo el banquillo, pero los cambios no solucionaron el embotellamiento que la albiceleste forzaba en torno a su área y en el que los mediocentros Pablo Zabaleta y Javier Mascherano reinaron a su antojo. La derrota, aunque entraba dentro de lo previsible, obligaba a España a no fallar más si quería evitar un cruce de octavos más complicado de la cuenta.

28/11/2003

Primera jornada del Grupo B.

ARGENTINA

(2)

Eberto; Romero, Gonzalo Rodríguez, Leandro Fernández, Bottinelli; Zabaleta, Mascherano, Colace (-46, Herrera), Sosa (-46, Montillo); Cangele (-67, Ferreyra), Cavenaghi.

ESPAÑA

(1)

Riesgo; Alexis, Melli, Carlos García, Peña; Vitolo (-85, Arizmendi), Gabi, Corominas (-71, Juanfran), Gavilán, Iniesta (-77, Del Moral); Sergio García.

Goles

0-1 Gabi (ESP, min. 25); 1-1 Leandro Fernández (ARG, min. 50); 2-1 Leandro Fernández (ARG, min. 74).

Árbitro

Benito Armando Archundia Téllez (MEX).

Tarjetas

Gabi (ESP, min. 28); Gonzalo Rodríguez (ARG, min. 56); Peña (ESP, min. 61); Bottinelli (ARG, min. 63).

Estadio

Sharjah Stadium (Sharjah). 15.000 espectadores.

Vencer a Mali, que en la primera jornada había ganado 3-2 a Uzbekistán con un gol en el descuento, era clave para no tener que hacer cábalas con los resultados de la tercera jornada. La baja del lateral derecho Alexis Ruano, con un fuerte golpe en el tobillo, fue resuelta por Ufarte y Meléndez dando entrada al pontevedrés Iago Bouzón, un central reconvertido; tal vez por eso, los técnicos españoles apostaron por introducir también al joven extremo madridista Juanfran, con más desborde que un Corominas que no había estado demasiado acertado contra Argentina. El cambio no pudo ser más efectivo, puesto que el propio Juanfran se encargó de abrir el marcador a los quince minutos al rematar de cabeza un centro de Gavilán desde la izquierda. Para entonces España ya había dispuesto de cuatro buenas ocasiones y Mali había demostrado un desorden táctico y una dureza que mantuvo durante todo el encuentro. Pero, viendo la inoperancia del rival, España se relajó tras el gol y no supo aprovechar las muchas facilidades de la defensa maliense, plantándose así en el ecuador del segundo tiempo con un resultado bastante peligroso. Los africanos no inquietaban demasiado, pero a España le faltaba precisión en el remate y el partido estaba demasiado abierto. Afortunadamente, en el minuto 75 Jorge Pina fue objeto de un claro penalti que Sergio García transformó en dos ocasiones (el colegiado colombiano ordenó repetirlo por la entrada en el área de varios jugadores) y ahí se acabó la historia.

01/12/2003

Segunda jornada del Grupo B.

MALI

(0)

Soumaila Diakite; Mamoutou Coulibaly, Kone, Diagouraga (-33, Daouda Bagayoko), Dembele; Moussa Bagayoko, Berthe (-64, Traore), Boucader Diallo, Drissa Diakite; Bakary Coulibaly, Youssouf Diallo (-75, Diarra).

ESPAÑA

(2)

Riesgo; Bouzón, Melli, Carlos García, Peña; Vitolo, Gabi, Juanfran (-71, Corominas), Gavilán (-65, Pina), Iniesta; Sergio García (-80, Arizmendi).

Goles

0-1 Juanfran (ESP, min. 16); 0-2 Sergio García (ESP, min. 77)(p).

Árbitro

Óscar Julián Ruiz Acosta (COL).

Tarjetas

Melli (ESP, min. 9); Drissa Diakite (MLI, min. 11); Carlos García (ESP, min. 12); Boucader Diallo (MLI, min. 20); Moussa Bagayoko (MLI, min. 27). Expulsado Moussa Bagayoko (MLI, min. 79) por doble amarilla.

Estadio

Sharjah Stadium (Sharjah). 6.500 espectadores.

Antes de empezar el campeonato, Uzbekistán resultaba, en apariencia, el rival más débil del grupo, y además España le había derrotado con facilidad en aquel ya lejano amistoso del mes de febrero. Sin embargo, la selección asiática había mostrado una clara mejoría en Emiratos Árabes Unidos y si su casillero de puntos aún se mantenía a cero era por pura mala suerte, pues había perdido los dos partidos anteriores en los minutos de descuento. A esas alturas del torneo también estaba claro que a España le faltaba gol y algo de chispa en la construcción del juego, y el orden uzbeco bastó para atascar al equipo de Ufarte. Quizás influyera que, con la victoria de Argentina en el primer encuentro de la tarde, los españoles sólo necesitaran un empate para obtener la segunda posición del grupo, lo máximo a lo que podían ya aspirar, pero el caso es que el partido resultó tremendamente plano y anodino. Tras un chispazo genial de Iniesta, que al filo del primer cuarto de hora agarró el balón en el centro del campo, se marchó de tres rivales y, desde la frontal del área, clavó un precioso derechazo junto al poste izquierdo de Nesterov, el duelo discurrió sin mayores novedades, con claro dominio español pero apenas un puñado de ocasiones aisladas que nadie aprovechó. Sólo al final pudo Uzbekistán acercarse con peligro a la meta de Riesgo, pero no pasó nada y España cumplió con el trámite en un partido que, de no ser por el golazo de Andrés Iniesta, ningún espectador querría conservar en su memoria.

04/12/2003

Tercera jornada del Grupo B.

ESPAÑA

(1)

Riesgo; Bouzón, Melli, Carlos García (-29, Goikoetxea), Peña; Vitolo, Gabi, Juanfran, Gavilán, Iniesta (-79, Tello); Sergio García (-74, Del Moral).

UZBEKISTÁN

(0)

Nesterov; Raimkulov (-86, Boyev), Krushelnitskiy, Holikov; Kadirov, Magdeev (-34, Quziboyev), Zeytulayev, Suyunov (-76, Vahobov), Saidov; Bikmoev, Geynrikh.

Goles

1-0 Iniesta (ESP, min. 15).

Árbitro

Massimo Busacca (SUI).

Tarjetas

Suyunov (UZB, min. 26); Holikov (UZB, min. 27); Bikmaev (UZB, min. 43); Zeytulayev (UZB, min. 77).

Estadio

Sharjah Stadium (Sharjah). 4.000 espectadores.

La tempranera eliminación de Inglaterra y Alemania podía ser relativamente previsible dadas sus habituales dificultades para confeccionar una convocatoria competitiva en medio de la temporada europea (Wayne Rooney, entonces emergente delantero del Everton, o Phillip Lahm, cedido por el Bayern en el Stuttgart, fueron algunos de los que se quedaron en casa), pero aún así en la primera fase hubo varios resultados sorprendentes. De entre los teóricos favoritos, sólo Argentina había conseguido pleno de victorias (sin convencer demasiado con su juego), mientras que Brasil había sufrido una sonrojante derrota ante Australia que había condenado a la canarinha a la segunda posición de su grupo. Los australianos ejemplificaban la revolución de los modestos: Argentina aparte, los otros campeones de grupo eran la debutante Burkina Faso, Japón, Estados Unidos, Irlanda y la citada Australia. Un guión inesperado fruto de una tremenda igualdad futbolística (probablemente a la baja) que se mantuvo en la fase eliminatoria.

Estaba claro que no iba a haber ningún rival sencillo, pero España podía felicitarse por haber podido esquivar la parte aparentemente más dura del cuadro. Primero tendría como oponente a la selección paraguaya (segunda en el grupo F tras superar a Alemania en el duelo decisivo), un equipo de gran fortaleza que contaba con una pareja de delanteros de buen nivel formada por Dante López y Nelson Haedo Valdez, y si pasaba a cuartos se las vería con Canadá o Burkina Faso, rivales que no asustaban en demasía. Fieles a su tradición futbolística, los sudamericanos se parapetaron atrás en el partido de octavos y dejaron que España llevara el peso del encuentro, y pronto un Iniesta con cada vez más confianza tomó el mando de las operaciones. Sergio García, con un disparo al larguero, y Gavilán tuvieron las ocasiones más claras en una primera mitad en la que los de Ufarte merecieron más premio. Hubo que esperar, sin embargo, hasta el minuto veinte de la reanudación para batir por fin a Anthony Silva: Juanfran recogió con el pecho dentro del área un centro de Gavilán, se fue de su par y filtró desde el suelo un pase de la muerte que Sergio García embocó sin problemas. Era el justo premio a la insistencia del ariete barcelonista y del resto del combinado español. La reacción de Paraguay llegó en el último tramo, pero sus balones colgados no pusieron en apuros a Riesgo y, en la mejor oportunidad guaraní, Carlos García taponó providencialmente un disparo de Dante López para sellar el pase de España a los cuartos de final.

09/12/2003

Octavos de final.

PARAGUAY

(0)

Silva; Pérez Matto, Díaz, Martínez, Cristaldo (-57, Meza); Cáceres (-68, Romero), Edgar Barreto, Blas López, Dos Santos; Dante López, Nelson Valdez (-80, Ávalos).

ESPAÑA

(1)

Riesgo; Bouzón, Melli, Carlos García, Peña; Vitolo, Gabi, Juanfran, Gavilán (-70, Pina), Iniesta; Sergio García.

Goles

0-1 Sergio García (ESP, min. 66).

Árbitro

Benito Armando Archundia Téllez (MEX).

Tarjetas

Sergio García (ESP, min. 28); Cáceres (PAR, min. 59).

Estadio

Khalifa Bin Zayed Stadium (Al Ain). 9.250 espectadores.

Si España estaba teniendo ciertos problemas para avanzar en el torneo, lo mismo podía decirse de los otros dos grandes candidatos: Argentina y Brasil habían necesitado sendos goles de oro para deshacerse de Egipto y Eslovaquia, respectivamente, por 2-1. Por el mismo método habían resuelto sus eliminatorias Japón (también 2-1 ante Corea del Sur) y Colombia (en su caso con un 3-2 sobre Irlanda después de que los irlandeses equilibraran un 2-0 en los últimos cinco minutos). La sorpresa la había protagonizado la selección anfitriona, Emiratos Árabes, que había derrotado a Australia con un gol de su estrella Ismail Matar en el último minuto del tiempo reglamentario. Sólo Estados Unidos había conseguido vencer por más de un gol: con la mediática (y futbolísticamente destacada) presencia del jovencísimo Freddy Adu, de sólo catorce años, los norteamericanos se impusieron por 2-0 a Costa de Marfil y afrontaban con mucha confianza su duelo ante Argentina.

También norteamericano sería el rival de España en cuartos de final: Canadá había dado otra de las campanadas de los octavos al derrotar por la mínima a Burkina Faso, que había dejado una muy buena impresión en la fase de grupos. Pese a todo lo ya comentado sobre la igualdad del campeonato y al escaso acierto ofensivo de la selección española, era lógico que la afición diera por hecho el pase a semifinales. Sin embargo, a España le costó entrar en el partido, y sólo lo consiguió agarrándose a la tenaz labor de Vitolo y Gabi y a la constante movilidad de Sergio García, que en el minuto veinticinco fue objeto de un posible penalti por parte del meta Alim Karim que el colegiado brasileño sacó fuera del área. Diez minutos después, Melli sorprendió a propios y extraños con una incursión en ataque que rompió el orden defensivo canadiense; el balón acabó en pies de Iniesta, que, casi desde el suelo, batió por bajo a Karim. Tras el gol España disfrutó de sus mejores minutos, pero Sergio García seguía fallón y Gavilán envió un balón al palo que hubiera encarrilado el partido antes del descanso.

Tras el paso por vestuarios, Canadá apretó un poco más arriba y obtuvo premio antes de los diez minutos, cuando el delantero Iain Hume culminó una rápida contra con un espectacular derechazo desde fuera del área. Con España todavía grogui tras el empate, en el minuto siguiente el propio Hume volvió a sacar su cañón a pasear con un lejanísimo lanzamiento de falta que se estrelló violentamente en el palo. Sin demasiadas ideas, el equipo español se había metido poco a poco en la trampa de su rival y se complicó aún más la vida diez minutos después, cuando el tinerfeño Vitolo fue expulsado por doble amarilla. Sin embargo, pese a la ventaja numérica, Canadá optó por mantenerse atrás y buscar el contraataque, y España se dedicó a no correr más riesgos innecesarios. Se llegó así a una tensa prórroga bajo la constante amenaza del gol de oro, pero la fortuna y la mayor calidad técnica española se aliaron para resolver el duelo antes de que el cansancio derivado de la inferioridad hiciera auténtica mella: a los cinco minutos, Javier Arizmendi, que había sido el último en incorporarse al partido, cazó un balón suelto dentro del área canadiense y, con una sangre fría impropia del momento, controló la pelota para zafarse de la estirada de Karim y anotar a puerta vacía el tanto que valía unas semifinales.

12/12/2003

Cuartos de final.

CANADÁ

(1)

Karim; Asante, Arango, Hutchinson, Marshall; Di Tullio (-95, Bruno), Harmse (-43, Lemire), Matondo, Chin, Simpson; Hume.

ESPAÑA

(2)

Riesgo; Bouzón, Melli, Carlos García, Peña; Vitolo, Gabi, Juanfran (-66, Corominas), Gavilán (-77, Del Moral), Iniesta; Sergio García (-85, Arizmendi).

Goles

0-1 Iniesta (ESP, min. 35); 1-1 Hume (CAN, min. 53); 2-1 Arizmendi (ESP, min. 95).

Árbitro

Wilson De Souza Mendonça (BRA).

Tarjetas

Matondo (CAN, min. 4); Karim (CAN, min. 26); Vitolo (ESP, min. 36); Bouzón (ESP, min. 55); Chin (CAN, min. 60); Peña (ESP, min. 61); Di Tullio (CAN, min. 74). Expulsado Vitolo (ESP, min. 65) por doble amarilla.

Estadio

Mohammad Bin Zayed Stadium (Abu Dabi). 15.000 espectadores.

El rival en la penúltima ronda sería Colombia, que, como se esperaba, había derrotado a los anfitriones, aunque con más dificultades de las previstas (1-0). Curiosamente, los semifinalistas serían los mismos que en el Mundial sub’17 celebrado en Finlandia en el mes de agosto de aquel mismo año 2003, ya que además de España y Colombia también habían logrado el pase Brasil y Argentina. La canarinha, probablemente en su mejor partido del torneo, había aplastado a Japón por 5-1 gracias a un arranque espectacular del mediapunta Daniel Carvalho, sin duda una de las estrellas del campeonato. Por su parte, Argentina parecía ir de más a menos y volvió a clasificarse con un nuevo gol de oro de Cavenaghi ante una Estados Unidos que se puso por delante e hizo méritos de sobra para llevarse la victoria, pero que acusó la falta de acierto de sus delanteros. Mascherano igualó de cabeza en el último minuto del descuento (y en posible fuera de juego, aunque el trío arbitral español no lo vio) y, con los argentinos crecidos y los estadounidenses moralmente destrozados, un claro penalti transformado por Cavenaghi en la primera parte de la prórroga mandó a casa a una de las sensaciones del torneo.

Para afrontar el duro partido de semifinales, España presentó en su once las novedades de Tello por el sancionado Vitolo y la más sorprendente de Jorge Pina por un Gavilán que había acabado con pequeñas molestias el partido de cuartos. Los dos cumplieron y el equipo no echó de menos a los ausentes en una primera parte francamente vistosa, con ambas selecciones buscando el área rival aunque cometiendo bastantes imprecisiones. Colombia llevaba el peso del partido y España generaba mucho peligro a la contra, pero Sergio García y Andrés Iniesta se estrellaron varias veces contra el meta Héctor Landázuri. Por su parte, Asier Riesgo casi no tuvo que intervenir durante la primera media hora, aunque desde ese momento también fue puesto a prueba en varias ocasiones, principalmente por un Edixon Perea que se aprovechaba de las buenas maniobras de su compañero Víctor Montaño.

Aunque la segunda parte se inició con oportunidades para ambos bandos, a partir del minuto diez España desapareció literalmente del campo colombiano y fueron los sudamericanos los que atacaron sin descanso el área española. El gol cafetero parecía sólo cuestión de tiempo, pero Asier Riesgo colocó un candado en su puerta y mantuvo viva a España hasta que, a menos de cinco minutos para el final, Iniesta apareció gambeteando en las inmediaciones del área rival. Su pase a Sergio García rebotó en la mano del colombiano Anchico y, asumiendo sin complejos su rol de líder y salvador, el propio jugador albaceteño transformó con frialdad el discutido penalti que colocaba a España en su tercera final de un Mundial sub’20.

15/12/2003

Semifinal.

ESPAÑA

(1)

Riesgo; Bouzón, Melli, Carlos García, Peña; Tello, Gabi, Juanfran (-75, Arizmendi), Pina (-78, Gavilán), Iniesta; Sergio García.

COLOMBIA

(0)

Landázuri; Anchico, De la Cuesta, Pachón, Fawcett; Rivas, Abel Aguilar, Castrillón; Víctor Montaño (-89, Carrillo); Óscar Briceño (-62, Araújo), Edixon Perea.

Goles

1-0 Iniesta (ESP, min. 86)(p).

Árbitro

Frank De Bleeckere (BEL).

Tarjetas

Tello (ESP, min. 20); Briceño (COL, min. 29); Víctor Montaño (COL, min. 30); Pina (ESP, min. 78); Perea (COL, min. 83); Iniesta (ESP, min. 88).

Estadio

Rashid Stadium (Dubái). 5.700 espectadores.

Esta España, digámoslo abiertamente, no enamoraba con su juego. A pesar de la profundidad que aportaban sus jugadores de banda, en especial Juanfran, y de los constantes desmarques de Sergio García, al equipo de Ufarte le costaba horrores hacer un gol, pero su tremenda fortaleza defensiva y la estelar presencia de un Iniesta claramente al alza habían sido activos más que suficientes para pelear por el título mundial juvenil. El rival, como en 1985, sería Brasil, que en su partido de semifinales se había deshecho de Argentina por 1-0 con un gol de Dudú Cearense a la salida de un saque de esquina. Y es que el balón parado era una de las principales armas de una selección muy potente en lo físico pero algo más justita en lo técnico. Se repetiría también el duelo por el título mundial sub’17 de ese mismo 2003, cuando Brasil derrotó en Finlandia a la España de Cesc Fábregas y David Silva, dándose además la circunstancia de que el seleccionador brasileño, Marcos Paquetá, era el mismo en ambos torneos, por lo que podía pasar a la historia como el primer entrenador que conquistaba los dos mundiales en un mismo año. Para Brasil, que entonces era también campeón mundial absoluto, el título sub’20 redondearía una histórica triple corona.

Las principales noticias en las alineaciones de ambos equipos estaban en el centro del campo: España recuperaba a Vitolo después de su sanción y Brasil perdía por tarjetas a Carlos Alberto, su mediocentro defensivo más destacado a lo largo de todo el campeonato. Sin embargo, apenas hubo tiempo para calibrar el impacto de esas novedades. En el minuto tres, un pelotazo desde la defensa brasileña pilló muy adelantada a la zaga española y Melli, a cuarenta metros de su portería, agarró a Nilmar algo inocentemente. El atacante brasileño se fue al suelo y, aunque el balón parecía volar lejos del alcance de cualquier jugador implicado en la jugada, el colegiado italiano Roberto Rosetti no lo dudó y expulsó al central bético por ser el último defensor. Una polémica decisión que hasta el seleccionador brasileño consideró equivocada tras el encuentro, pero que ya no había forma de cambiar.

Obligado a gestionar una final entera desde la inferioridad numérica, el hispanobrasileño Ufarte decidió que sobre el campo tenía mimbres suficientes como para reorganizar a su equipo y, sin hacer ninguna sustitución, dispuso una línea de tres centrales (Bouzón, Carlos García y Peña) y dejó enteramente las bandas para Juanfran y Jorge Pina, que cumplieron con nota como carrileros. Brasil olió sangre y se volcó sobre la meta de Riesgo, pero el meta respondió siempre con acierto e incluso desvió providencialmente al travesaño un espectacular remate de chilena de Dani Alves en el minuto siete. Durante ese primer arreón brasileño, que duró un cuarto de hora largo e incluyó un buen número de disparos y llegadas peligrosas, el entonces lateral sevillista fue uno de los que más empeño puso en superar a una defensa española que fue ganando solidez con el paso de los minutos. Aunque Brasil siguió generando ocasiones, incluyendo un cabezazo al larguero en un saque de esquina, España aguantó razonablemente bien y logró incluso dominar la posesión en algunas fases. Iniesta y Sergio García, incansable en su presión sobre los centrales brasileños, pusieron también a prueba en varias oportunidades al meta Jefferson, y tanto las sensaciones que transmitía el equipo de Ufarte como el empate a cero al descanso daban esperanzas de cara a la segunda mitad.

Unos segundos cuarenta y cinco minutos que España arrancó con fuerza, encerrando a Brasil y creando un par de oportunidades que alertaron a la canarinha. Los sudamericanos se hicieron de nuevo con el control del balón, pero su ataque dejó de funcionar con fluidez y los numerosos contragolpes españoles pusieron en más de un aprieto a la defensa brasileña. Tras una de esas fulgurantes acciones, a falta de un cuarto de hora, Sergio García clavó en la red un disparo desde un lateral del área brasileña, pero el árbitro anuló la jugada por una falta previa del delantero barcelonista que no quedó muy clara en las repeticiones. A partir de ese momento España sí pareció acusar el desgaste físico (Ufarte sólo había hecho un cambio, el de Gavilán por Pina) y dio un paso atrás, algo que Brasil consiguió capitalizar cuando ya todos pensábamos en la prórroga. En el minuto 41, un potente cabezazo de Fernandinho (actual mediocentro del Manchester City) en un córner, aprovechando una indecisión en la salida de Riesgo, puso el título en manos brasileñas. A la desesperada, España se fue arriba y tuvo incluso un par de ocasiones, pero las interrupciones y el cansancio terminaron por frustrar cualquier opción de empate. Como en el Mundial sub’20 de 1985 y en el Mundial sub’17 de 2003, España volvía a perder una final contra Brasil por la mínima y con un gol a balón parado. Cosas del fútbol.

19/12/2003

Final.

ESPAÑA

(0)

Riesgo; Bouzón, Melli, Carlos García, Peña; Vitolo, Gabi (-88, Del Moral), Juanfran, Pina (-70, Gavilán), Iniesta; Sergio García.

BRASIL

(1)

Jefferson; Dani Alves, Alcides, Adaílton, Adriano; Juninho (-70, Fernandinho), Dudu Cearense, Jardel, Daniel Carvalho (-90+4, Andrezinho); Kléber, Nilmar (-64, Dagoberto).

Goles

0-1 Fernandinho (BRA, min. 87).

Árbitro

Roberto Rosetti (ITA).

Tarjetas

Adriano (BRA, min. 22); Riesgo (ESP, min. 36); Gabi (ESP, min. 44); Vitolo (ESP, min. 77); Iniesta (ESP, min. 85); Dani Alves (BRA, min. 90+3). Expulsados Melli (ESP, min. 4) por roja directa; Fernandinho (BRA, min. 90) por roja directa.

Estadio

Zayed City Sports Stadium (Abu Dabi). 55.000 espectadores.

Tras la final, las críticas españolas a la actuación arbitral fueron muy duras, y tampoco se encajó demasiado bien que Andrés Iniesta se quedara sin reconocimiento oficial a su gran labor durante todo el campeonato: los periodistas acreditados en el torneo, mayoritariamente locales, decidieron conceder el Balón de Oro al emiratí Ismail Matar, por delante de los brasileños Dudú Cearense y Dani Alves. Una decisión que sólo se sustenta por cuestiones de nacionalidad, ya que Matar no hizo más méritos futbolísticos que Alves o los olvidados Iniesta y Daniel Carvalho. En cuanto a los máximos goleadores, la Bota de Oro fue para el estadounidense Eddie Johnson, autor de cuatro dianas (tres de ellas, de penalti), las mismas que lograron el japonés Daisuke Sakata, el brasileño Dudú Cearense y el argentino Fernando Cavenaghi. Johnson se llevó el primer premio por haber dado una asistencia, mientras que Cavenaghi se quedó sin galardón alguno por haber disputado más minutos que Sakata (Bota de Plata) y Dudú (Bota de Bronce). Salvo el lateral diestro Dani Alves, ninguno de los premiados en Emiratos Árabes Unidos alcanzó en su carrera el nivel que se le presupone a un destacado juvenil.

Pero un campeonato que empezó ocho meses más tarde de lo previsto no podía terminar sin más el día de su final. Tres años después, en noviembre de 2006, se descubrió que Carlos Alberto de Oliveira Júnior, el mediocentro brasileño que se había perdido la final por acumulación de amonestaciones y que tanto había destacado en los partidos anteriores, tenía nada menos que 25 años en el momento de la disputa del Mundial sub’20 de EAU 2003. Según confesó el propio jugador, en el año 2000 había aceptado la oferta de un amigo para conseguir una partida de nacimiento falsa que le permitiera iniciar una carrera futbolística con la que salir de la pobreza. Así, cambiando el 24 de enero de 1978 por el 24 de enero de 1983, el mediocre veinteañero Carlos Alberto pasó a ser un prometedor adolescente, y su más que decente nivel futbolístico para su nueva edad hizo el resto. Una vez descubierto, el futbolista exculpó tanto a los equipos para los que había jugado como a la federación brasileña, que habían obrado de buena fe confiando en la documentación falsa del jugador y que por tanto eran víctimas de su engaño. Las autoridades deportivas de Brasil también lo consideraron así y cerraron el caso con rapidez, sancionando únicamente a Carlos Alberto con un año sin jugar. Aunque en algún momento del proceso llegó a plantearse (al menos, periodísticamente) qué pasaría con ese título mundial sub’20 conquistado por  Brasil con un jugador que incumplía de modo flagrante los límites de edad, la FIFA se mostró conforme con la decisión y no quiso saber más del asunto, por lo que Brasil retuvo su cuarta corona mundial juvenil. Sin duda, un extraño epílogo para un extraño campeonato.

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Fuentes consultadas:

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios As, ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.

Agradecimientos: Eduardo Ustáriz.

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