RESUMEN:

Segunda parte del artículo biográfico-deportivo sobre la vida y trayectoria del entrenador eslovaco Fernando Daucik, cuñado de Ladislao Kubala.

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ABSTRACT:

Keywords: Slovakia, FC Barcelona, Fernando Daucik, Football, History, Kubala

Second part of the biographical article about the life and sporting career of the Slovakian coach Fernando Daucik, Ladislao Kubala’s brother-in-law.

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Fernando Daucik, el técnico de las cinco copas (1950-1954). Segunda parte

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Daucik201Como suele decirse vulgarmente, Daucik había dejado muy alto el listón tras la triunfal campaña 1951-52, cuya brillantez tardaría más de medio siglo en reeditarse en Can Barça. Cierto también que contaba con un capital deportivo y humano excepcional, que para la temporada 52-53 va a presentar los siguientes efectivos a sus órdenes: Ramallets, Velasco, Caldentey, Roselló, Martín, Biosca, Brugué, Curta, Seguer, Segarra, Gonzalvo III, Bosch, Maristany, Flotats, Basora, Hanke, César, Aloy, Kubala, Vila, Escudero, Aldecoa, Moreno, Manchón, Gracia y Boada. Son novedad respecto al curso anterior los guardametas Caldentey y Roselló, el central Brugué, los volantes Maristany y Flotats (este último procedente del Español), y los delanteros Hanke (un jugador de origen checoslovaco que militaba en el fútbol colombiano), Gracia y Boada, mientras que causan baja Calvet, Szegedi, Ferrer y Nicolau. También hay una importante novedad sentada en el palco, pues Agustí Montal i Galobart ha cedido la máxima magistratura barcelonista el 16 de julio de 1952  a su vicepresidente Enrique Martí  Carreto, otro importante empresario del gremio textil.

La Liga 52-53 va a dar comienzo el 14 de septiembre de 1952. El telón se levanta en «Les Corts», con un partido teóricamente fácil ante el Deportivo de La Coruña, presentando Daucik la siguiente alineación: Ramallets; Martín, Brugué, Seguer; Gonzalvo III, Bosch; Basora, César, Kubala, Moreno y Gracia. Los azulgranas van a pasar muchos apuros para ganar por la mínima (4-3), en un encuentro en el que el contraataque gallego causó estragos en su defensa, y Kubala falló un penalti. Y al domingo siguiente regresarán de vacío de Oviedo, donde los locales les derrotan por 2 a 1, pero lo peor va a llegar unos días después, cuando en un reconocimiento médico a Kubala se le descubra un grave proceso tuberculoso.

La noticia conmoverá a la Ciudad Condal y a todo el barcelonismo. Se llega incluso a especular con la posibilidad de que el as centroeuropeo – ya nacionalizado español – tenga que abandonar la práctica del fútbol. Afortunadamente no va a ser así, y entre la recia constitución física de Laszi y un sabio tratamiento, aderezado por una larga estancia en plena naturaleza en Monistrol de Calders, con descanso, aire puro y buenos alimentos, se va a obrar el milagro de recuperar a Kubala, la gran estrella del Barça, para el deporte de élite, aunque tendrá que estar ausente de los terrenos de juego desde finales de septiembre de 1952 hasta los últimos días de febrero de 1953, en total 18 jornadas consecutivas fuera del equipo.

Durante todo ese tiempo la sensación del campeonato la va a constituir el RCD. Español, que de la mano del técnico argentino Alejandro Scopelli pondrá en práctica un novedoso método de recuperación física, consistente en que los once jugadores blanquiazules de turno inhalen oxígeno mediante unas mascarillas  durante el descanso de los partidos. La cosa parece milagrosa, puesto que el Español va a tomar el liderato de la Liga al finalizar la tercera jornada, se mantendrá invicto hasta la número 12 (cayendo precisamente ante el propio Barça, en «Les Corts», en el transcurso de un accidentado derbi en el que se produjo una avalancha en las gradas, con numerosos heridos -llegó a hablarse incluso de un muerto, que habría sido ocultado por la férrea censura de la época – y la intervención de la Policía Armada ante lo que consideraban una «alteración del orden»), comandando la tabla hasta la decimoctava fecha, y manteniendo opciones de alzarse con su primer título de Liga hasta la jornada 27.

El Barça, sin Kubala, realizará una discreta primera vuelta, que se va a saldar con un provisional quinto puesto, a 6 puntos de su eterno rival ciudadano, pero paulatinamente irá acercándose a la cabeza de la clasificación, a medida de que el Español vaya perdiendo fuelle. . El 22 de febrero, en la jornada número 21, Kubala va a reaparecer en los Campos de Sport de El Sardinero, y a partir de ahí el equipo postulará su candidatura para revalidar el título. En la vigesimosegunda, tras aplastar al Zaragoza por 8 a 0 en «Les Corts», ya es cuarto, a dos puntos del Español, y en la jornada 24 se sitúa tercero, a un solo punto del nuevo líder, el Valencia. Sufre un frenazo en la siguiente, al caer derrotado en «Nervión» frente al Sevilla, pero a partir de ese momento ya no volverá a ceder ningún punto.

De ese modo, el 5 de abril de 1953, en la jornada número 26, vence a un Real Madrid que también tenía serias aspiraciones. 1-0 fue el resultado, obra de Moreno, en un partido tenso e igualado donde fueron expulsados Kubala y el jugador catalán del Real Madrid Oliva. Siete días más tarde, al derrotar al Español en «Sarriá» por  0 a 2 (con tantos de Manchón y Moreno) se sitúa como líder, empatado a puntos con el Valencia, posición que consolida al domingo siguiente en «Les Corts», superando precisamente a los valencianistas por 2 a 1, en un partido que puede considerarse como la auténtica «final» del campeonato, con goles de Manchón y Kubala.  Al final de dicha jornada el Barça aventajaba al Real Madrid en un punto, y a los «Chés» en dos.

La victoria azulgrana en Valladolid en la penúltima jornada , merced a un solitario tanto de Kubala, le daba prácticamente el título a los catalanes, si al menos lograban un empate en el último compromiso, frente a un discreto Athletic de Bilbao en «Les Corts», con Real Madrid y Valencia a la expectativa de un posible fallo. Fallo que no se va producir, porque – aunque con apuros – los pupilos de Daucik van a imponerse a los «leones» por 3 a 2, consiguiendo así su sexto título liguero. Mucho dominio azulgrana, llegando a botar hasta 16 saques de esquina. Moreno se adelantó en el marcador, empató Venancio antes del descanso, y en la segunda mitad Kubala (de riguroso penalti) y Bosch pusieron el 3-1 en el marcador, reduciendo distancias al final Gaínza.

El Barça sumaba 42 puntos y 12 positivos, aventajando en dos al Valencia y en tres al Real Madrid. Los de Daucik habían conseguido 19 victorias y 4 empates, totalizando 7 derrotas. Marcaron 82 goles (con el aragonés Moreno como máximo artillero) y encajaron 43, unos registros bastante similares a los del torneo anterior, salvo en el apartado anotador, donde se notaba claramente la ausencia de Kubala prácticamente en las dos terceras partes de la campaña.

Y esa racha victoriosa va a proseguir en la Copa del Generalísimo, donde los azulgranas van a ir eliminando sucesivamente a Valencia (5 a 0 y 1 a 1), Racing de Santander (la ronda más equilibrada, con victoria local montañesa por 1 a 0 , y remontada catalana en «Les Corts»: 3-0) y Atlético de Madrid (con estrépito: 8-1 en la Ciudad Condal y derrota mínima, 2 a 1, en el «Metropolitano»), hasta llegar a la gran final, que se celebraría nuevamente en el escenario habitual por aquellos años, el Estadio madrileño y madridista de «Chamartín». Allí, el 21 de junio de 1953, y a las órdenes del señor García Fernández, van a encontrarse los dos grandes clásicos del «Torneo del KO», Barça y Athletic de Bilbao.

Daucik presenta el siguiente equipo, en el que destaca la ausencia del veterano César: Ramallets; Seguer, Biosca, Segarra; Flotats, Gonzalvo III; Basora, Bosch, Kubala, Moreno y Manchón. Se impondrán los catalanes sin demasiados apuros por 2 a 1. Marcó Kubala en el minuto 46, y remachó el resultado Manchón en el 57, acortando distancias Venancio en el 61, con casi media hora por delante, pero ya no volvería a moverse el marcador, y el Barça haría historia, conquistando la Copa por tercer año consecutivo.

Los prolongados éxitos barcelonistas traen aparejada su invitación a un prestigioso torneo que entonces se celebraba anualmente en Caracas, la capital venezolana. Se trata de la denominada «Pequeña Copa del Mundo», y en esa edición se enfrentarán al Barça una selección local y los potentes cuadros de «la» Roma y el Corinthians brasileño. Lamentablemente los azulgranas no van  a mostrarse  a su altura habitual, tal vez por el cansancio acumulado en toda la temporada, y de ese modo su participación, que tuvo lugar entre los días 16 de julio y 1 de agosto de 1953, arrojará un muy discreto balance de cuatro derrotas y tan sólo dos victorias. También se habló por entonces de cierta «relajación» de los jugadores desplazados a Sudamérica…

Daucik2021953-54: UN AÑO SIN TÍTULOS, Y ADIOS A CAN BARÇA

La cuarta temporada de Daucik como técnico barcelonista, todo un récord desde los ya muy lejanos tiempos del inglés Jack Greenwell (1917-1923), cuando el fútbol español no era aun profesional, la encara el club azulgrana con los siguientes efectivos humanos: Ramallets, Velasco, Goicolea, Caldentey, Seguer, Biosca, Brugué, Segarra, Gracia, Gonzalvo III, Bosch, Maristany, Flotats, Basora, Tejada, Kubala, Aloy, Aldecoa, Hanke, César, Vila, Moreno, Manchón y Duró. Causan baja Roselló, Martín, Curta, Escudero y Boada, mientras que se incorpora el arquero del Real Valladolid Goicolea, así como los canteranos Tejada y Duró. La Liga va a comenzar en pleno «Caso Di Stefano», pretendido por Barça y Real Madrid, y su desenlace marcará profundamente el rumbo futuro de ambos clubes, teniendo también una gran repercusión sobre el devenir institucional de la entidad blaugrana, pues el presidente Martí Carreto dimitirá, y se convocarán elecciones para noviembre de 1953, que aprovechando un vacío legal se van a celebrar por sufragio universal de los socios varones y mayores de edad (algo insólito en la España de entonces), logrando la victoria el joven candidato – de tan sólo 35 años de edad – Francesc Miró-Sans sobre el veterano Amat Casajuana, y llevando como bandera electoral la construcción de un nuevo campo, un ambicioso proyecto que se materializaría en septiembre de 1957 con la inauguración del «Camp Nou».

La Liga 53-54 da comienzo el 13 de septiembre de 1953, y con muy buenas vibraciones para el Barça, ya que se impone a domicilio a la Real Sociedad en «Atocha» por 0 a 3, con dos goles de un Kubala que parece haber vuelto por sus fueros tras la grave enfermedad pulmonar que sufriese la temporada anterior. Azulgranas y merengues van a ir turnándose en el liderato durante las primeras jornadas, hasta llegar a la fecha séptima, el domingo 25 de octubre de 1953, que coincide con la renuncia barcelonista a todo posible derecho sobre Di Stefano, que ya había debutado en las filas del Real Madrid en la tercera jornada, y que en esta realiza un gran encuentro frente al que pudo ser su equipo (y el club que le trajo a España, tras su «exilio» deportivo en Colombia). Por 5 a 0 se imponen los blancos en «Chamartín», y el «Efecto Di Stefano» comienza ya a hacerse patente.

El Real Madrid continuará al frente de la clasificación, seguido de cerca por el Barça. Al llegar al ecuador de la competición los madridistas son primeros, con 23 puntos, seguidos por el Sevilla con 20 y el Barça con 19 (empatado con Athletic de Bilbao y un sorprendente Racing de Santander). La distancia entre ambos va a ir estrechándose (en la jornada decimoséptima es de sólo 2 puntos), a la espera de que los blancos rindan visita a «Les Corts». Pero en la jornada número 20 el Barça consigue alcanzar a su gran rival, y ponerse incluso por delante gracias a su mejor cociente general de goles (con ambos empatados a 28 puntos). Al domingo siguiente cambian las tornas, pues mientras que el Madrid se impone al Sevilla en «Chamartín» por un corto pero suficiente 1 a 0, el Barcelona va a caer derrotado en «Mestalla», ante el Valencia y por idéntico resultado.

Llega por fin el encuentro tan esperado, esta vez en la Ciudad Condal. El Barça parte con dos puntos de desventaja, y también se antoja muy difícil que pueda igualar o superar el marcador de la primera vuelta, aquel concluyente 5 a 0. Pero está a punto de conseguido, aunque se va a quedar a un solo gol de igualar su tanteo particular con el Real Madrid. Que fue paradójicamente el equipo que se puso por delante, por mediación del inevitable don Alfredo, aunque el Barça conseguirá empatar antes del descanso gracias al joven Tejada, y la segunda parte ya será suya por entero, añadiendo otros cuatro goles a su cuenta, obra de Tejada, César, Moreno y Manchón. Las crónicas de la época nos hablan también del estrecho y excelente marcaje que el menudo pero rapidísimo Flotats realizó sobre la «Saeta Rubia», anulando por completo a la estrella merengue.

Real Madrid y Barça están ya empatados a puntos, aunque los de la Capital cuentan con la ventaja del «goal average» particular. Pero esa situación tan sólo va a durar una semana, porque mientras que los azulgranas pinchan ante Osasuna en su visita a «San Juán», doblando la rodilla por 1 a 0 frente los navarros, los madrileños se imponen en el derbi frente al Atlético por la mínima (2 a 1), con dos tantos de Di Stefano. Y esa ventaja de dos puntos va a incrementarse a cuatro tras la jornada número 25, con la derrota del Barça en Santander  (4-3), y la goleada del Real Madrid sobre el Jaén (6 a 0). Sin embargo la cabeza de la tabla volverá a estrecharse a la semana siguiente, cuando los merengues pierdan en Valladolid un partido que ya parecían tener ganado a un cuarto de hora de su finalización (4 a 3 también), y los catalanes destrocen al Oviedo en «Les Corts» con un inapelable 9 a 0.

Llega la jornada 27, y la ventaja madridista aumenta de nuevo a cuatro puntos, porque mientras el Barça cae ante el Deportivo de La Coruña en su visita a «Riazor» (1 a 0), los blancos se deshacen con facilidad del Sporting de Gijón, goleándole por 4 a 0 (con tres dianas de Di Stefano) y enviando a los asturianos a Segunda División. Pero una vez más, siete días después, el que juega fuera falla, y el que lo hace en su casa no perdona. Ahora le toca al Real Madrid  salir derrotado de su visita a «Balaídos» (1 a 0 frente al Celta), y al Barça superar sin muchos apuros al Sevilla en «Les Corts», por 4 a 1. Quedan dos jornadas por disputarse, y el título está todavía por decidir, aunque la ventaja del cuadro madridista – dirigido por un ilustre «ex» del Barça, el uruguayo Enrique Fernández – parece clara, dependiendo únicamente de sí mismo. Los blancos reciben en «Chamartín» al Valencia y después se desplazarán a «Sarriá», para vérselas con el Español, mientras que los blaugranas recibirán precisamente a los pericos, y finalizarán el campeonato rindiendo visita a un Atlético de Madrid muy venido a menos esa temporada.

Y el suspense va a durar poco, porque la sorprendente derrota – y por goleada: 1 a 4 –  del Barça en «Les Corts» ante los blanquiazules, tras un partido calamitoso, le brinda en bandeja de plata su tercer título de Liga al Real Madrid, el primero desde 1933, veinte años atrás, pues los merengues no desaprovechan la ocasión, y derrotan claramente al Valencia por 4 goles a 0, tres de ellos obra de Alfredo Di Stefano, que al final va a proclamarse máximo realizador del Campeonato con 29 tantos, aventajando a Kubala en seis dianas. La última jornada ya es meramente anecdótica, y ambos equipos caen derrotados en sus respectivos desplazamientos a «Sarriá» y el «Metropolitano». El balance final del Barça en esta reñida competición no es demasiado bueno, pese al subcampeonato. Tan sólo va a conseguir 36 puntos y 6 positivos, que se desglosan en 16 victorias, 4 empates y 10 derrotas, demasiadas para un club de su categoría. Va a marcar 73 goles, una cifra discreta comparada con las de las últimas temporadas, encajando 39.

Y llega la Copa, con la posibilidad de resarcirse del fiasco liguero. Para este torneo el Barça va a reforzarse con dos jugadores, el jovencísimo Luisito Suárez, procedente del Deportivo de La Coruña (club del que se ficha también al uruguayo Dagoberto Moll, aunque este no puede jugar la Copa por su condición de extranjero, dado que la normativa entonces vigente lo prohibía), y el delantero del Real Oviedo Esteban Areta. Y precisamente en octavos se enfrentan Barça y Deportivo. Victoria contundente de los azulgranas en «Les Corts», por 4 a 0, pero un buen susto en «Riazor», donde los gallegos se imponen por 3 a 0 y están a punto de igualar la eliminatoria.

La siguiente ronda, cuartos de final, enfrenta de nuevo a los dos grandes clásicos  del «Torneo del KO», Barça y Athletic de Bilbao. En la Ciudad Condal vencen los catalanes por 4 a 2, y consiguen su pase a semifinales en «San Mamés», donde se produce un empate a un gol, en el transcurso de un partido marcado por la gravísima lesión de rodilla sufrida por Kubala, que le mantendrá en el dique seco durante varios meses, y que de algún modo va a significar el inicio de un largo y casi imperceptible declive. En semifinales va a vivirse un emocionante duelo en la cumbre Barça-Real Madrid, en el que los de Daucik van a tomarse la revancha de la derrota en Liga. Vencen los blancos por 1 a 0 en «Chamartín», – sin el concurso de Di Stefano, que tampoco podía alinearse por la citada normativa sobre jugadores extranjeros –  y caen en «Les Corts» por 3 a 1, con dos tantos del veterano César.

La final, repetición de la de 1952, va a enfrentar en el flamante coliseo madridista, recientemente concluido, a Barça – que la afronta por cuarto año consecutivo, habiendo ganado las tres anteriores – y Valencia. Tiene lugar el 20 de junio de 1954, y a las órdenes del árbitro señor González Echevarría, del Colegio Guipuzcoano, ambos equipos saltan al césped con las siguientes formaciones: por los azulgranas, Velasco – Ramallets fue aquella tarde suplente -; Seguer, Biosca, Segarra; Flotats, Bosch; Basora, Suárez, César, Moreno y Manchón, y por los levantinos, entrenados por el mítico Jacinto Quincoces, Quique; Quincoces II, Monzó, Sócrates; Pasieguito, Puchades; Mañó, Fuertes, Badenes, Buqué y Seguí. Está ausente también la gran estrella valencianista, el delantero holandés Faas Wilkes, por los motivos ya mencionados.

El Valencia va a imponerse, contra todo pronóstico pero con claridad, merced a un concluyente 3 a 0, con tantos marcados por Fuertes y el ex-azulgrana Badenes, este en dos ocasiones. En su momento se habló de un posible «plante» de los jugadores barcelonistas contra Daucik, pero eso es algo imposible de probar, y que pertenece a la eterna leyenda que se teje en torno al fútbol. Lo cierto es que los «Chés», que contaban también con un magnífico equipo a pesar de la baja ya comentada, cuajaron un gran partido, y borraron por completo a un Barça que sin Kubala perdía bastantes enteros, con un Suárez todavía demasiado tierno, un César ya muy veterano, y un Basora que tampoco atravesaba por sus mejores momentos.

Pero llegados a ese punto, la directiva presidida por Miró-Sans considerará que ya se había cerrado un ciclo triunfal (aunque de hecho era el primer año de Daucik sin conquistar al menos un título), y que era conveniente entregar la responsabilidad de la dirección del equipo a un nuevo técnico, alguien que pudiera insuflarle nuevos aires. El elegido va a ser el italiano Sandro Puppo, a la sazón seleccionador de Turquía, que había eliminado sorprendentemente a España en la fase de clasificación para el Mundial de Suiza, aunque con la inestimable ayuda de un muchacho italiano, el famoso «bambino», quien tras finalizar en tablas el partido de desempate celebrado en el Estadio Olímpico de Roma, había extraído la papeleta de los otomanos, facilitándoles el pasaporte para tierras helvéticas.

UNA LARGA TRAYECTORIA PROFESIONAL ( 1954-1977 )

El Athletic de Bilbao (entonces oficialmente «Atlético») llevaba cuatro temporadas de sequía, desde su último triunfo en la Copa del Generalísimo de 1950 ante el Real Valladolid (4-1), y sus rectores pensaron que nadie mejor que Daucik para revertir esa situación. Ya en «San Mamés», el técnico eslovaco va a ir «jubilando» paulatinamente a la mítica delantera de los Iriondo, Venancio, Zarra y Panizo, conservando únicamente al veterano «Piru» Gaínza como gran referencia de un pasado glorioso, y promoviendo a las filas del primer equipo a toda una nueva generación de «leones»

Los frutos comenzarán a cosecharse muy pronto. En esa temporada 1954-55 el Athletic es tercero en la Liga, y se alza con el título de Copa, tras eliminar al propio Barça (venciendo en «Les Corts», en un partido donde se produjo el hecho insólito de que el gran especialista Kubala fallase un penalti, desviado a córner por Carmelo), y derrotar en la final al Sevilla, entrenado por Helenio Herrera, merced a un solitario gol marcado por el joven Uribe. Y en el curso siguiente, el 55-56, los rojiblancos, superando al Barça y a un Real Madrid que, con Di Stefano en sus filas, había ganado los últimos dos Campeonatos de la Regularidad y que en esa misma campaña conquistaría la primera Copa de Europa, se alzan con el «doblete» (algo que no conseguían desde 1943), tras un emocionante pulso liguero con los azulgranas, y venciendo al Atlético de Madrid en la final copera (3 a 1), con una alineación que todo el mundo se sabía de carrerilla: Carmelo; Orúe, Garay, Canito; Mauri, Maguregui; Arteche, Marcaida, Arieta, Uribe y Gainza.

La victoria en Liga da derecho a los bilbaínos a tomar parte en la II edición de la Copa de Europa, donde eliminan al Oporto portugués y al Honved húngaro (en plena revuelta del país magiar), para caer  finalmente ante el Manchester United, que un año más tarde sufrirá un terrible accidente de aviación en el aeropuerto de Munich, pereciendo varios de sus componentes. Y tal como había ocurrido antes en Barcelona, al parecer público y directiva no van a digerir bien un año sin títulos, y Daucik tendrá que abandonar el banquillo de «San Mamés», pero no sin antes dejar para la posteridad otra jugosa anécdota: haber alineado como extremo izquierda en sustitución de un lesionado Gaínza al guardameta internacional Carmelo Cedrún – aquel día portero suplente – , en el transcurso de un amistoso frente al Burnley inglés, lo cual le costará no pocas críticas. El experimento, lógicamente, no se volvería a repetir, pero a Daucik le cabe el mérito de haber forjado también una legendaria medular, la compuesta por Mauri y Maguregui, así como haber reconvertido a Jesús Garay en uno de los mejores centrales del mundo.

La siguiente etapa en su carrera profesional la cumplirá en el Estadio «Metropolitano», dirigiendo al otro Atlético, el de Madrid. No obtendrá títulos con él, pero le llevará hasta el subcampeonato liguero en la temporada 57-58, lo cual le va a brindar también la posibilidad de disputar la Copa de Europa en la campaña siguiente – al resultar ese año el Real Madrid campeón en ambas competiciones – , llegando hasta las semifinales, donde los «colchoneros» serán eliminados por los intratables  «merengues» tras un partido de desempate en Zaragoza, en el flamante recinto de «La Romareda». Allí también pondrá en liza una excelente y casi juvenil línea media, la formada por el antequerano Chuzo y el húngaro Peter Ilku, un jugador realmente desafortunado, malogrado por un gravísimo accidente de tráfico cuando se encontraba en su mejor momento. El Atlético de Madrid de Daucik, con jugadores de la talla de Rivilla, Calleja, Alvarito, Mendonça, Adelardo, Vavá, Peiró o Enrique Collar, sentará las bases para la escuadra triunfante de principios de los años 60 (ganadora de las Copas del Generalísimo de 1960 y 1961, y de la «Recopa» de 1962). Sin embargo va a ser destituido a principios de la temporada 59-60, tras el sexto encuentro de Liga, y se marchará al vecino país, a dirigir al Oporto.

No obstante regresa a España al año siguiente, para hacerse cargo de la preparación del Real Betis Balompié, que había retornado a la élite del fútbol español un par de años antes, después de una prolongada «travesía del desierto» que había durado tres largos lustros. Con el industrial gallego Benito Villamarín dirigiendo los destinos del club verdiblanco, Daucik va a consolidarlo en Primera División. Allí tendrá a sus órdenes a su propio hijo, el altísimo y prometedor Yanko (que terminaría fichando por el Real Madrid), y junto al que trabajará en algunos clubes más, así como también a un par de delanteros que pronto serían figuras: Luís Aragonés y Fernando Ansola.

Reemplazado nuevamente durante la campaña 62-63 (en la décima jornada), se tomará una especie de año sabático hasta ser contratado por un Real Murcia recién ascendido a Primera, también después de muchos años de transitar por la Categoría de Plata. Logrará la permanencia para los de «La Condomina», con una plantilla cuajada de ilustres veteranos: Marquitos, Alvarito, Dauder, Lalo, Miguel, Marsal, Merodio, Paz o Szalay….Su buen desempeño con los «pimentoneros» le llevará de nuevo a Sevilla, pero en esta ocasión a la «otra acera», al «Sánchez Pizjuán», para dirigir al conjunto blanco de la capital hispalense, un club que navegaba por la zona media de la clasificación, también muy alejado de sus mejores tiempos. No van a pasar demasiados apuros, y allí va a tener a sus órdenes a jugadores como Oliveros o Gallego, que inmediatamente firmará por el Barça, convirtiéndose en uno de los mejores centrales del Viejo Continente.

La temporada 65-66 Daucik va a afrontar un nuevo reto. Por primera vez en España toma las riendas de un equipo de Segunda División, la Sociedad Deportiva Indauchu, el simpático cuadro de barrio bilbaíno que militaba en el Grupo Norte. Lo hace en calidad de «director técnico» y por su amistad con el presidente del club. Va a dirigirlo durante casi toda la campaña, hasta la jornada 23, cuando es reclamado por el Real Zaragoza, uno de los primates de la División de Honor, al que va a dirigir en las últimas siete jornadas de Liga. Por sus manos, en las filas indauchutarras, pasará otra gran promesa, el delantero hispanoargentino (nacido en Sarandí, provincia de Buenos Aires) José Eulogio Gárate, también muy pronto militando en un grande, en este caso el Atlético de Madrid, aunque según contaba el propio Daucik en una entrevista concedida a la revista «RB» en junio de 1969, él mismo se lo ofreció al presidente blaugrana Enric Llaudet prácticamente «regalado»….

Instalado ahora a orillas del Ebro, dirige a los maños en lo que resta de temporada 65-66, y el equipo de los «Magníficos» resulta vencedor del Torneo del KO por segunda vez en su historia, derrotando al Athletic de Bilbao por 2 a 0, y clasificándose también para la final a doble partido de la Copa de Ciudades en Feria, que le enfrentaría al Barcelona, siendo aplazados ambos encuentros hasta comienzos de la temporada siguiente, debido a la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol en Inglaterra ese verano del 66.

El curso 66-67 lo consume íntegramente en Zaragoza, donde no consigue ganar la Copa de Ferias, tras traerse un excelente resultado del «Camp Nou» (0 a 1), por culpa de la gran noche del jovencito Lluís Pujol, autor de un «hat-trick» (2 a 4 en «La Romareda», favorable a los catalanes). En la Liga se clasifica en una decorosa quinta posición, pero en la Copa da la gran campanada al ser eliminado a las primeras de cambio por un Segunda, el Europa graciense, en partido de desempate disputado en Valencia. La mejor época de «los Magníficos» parece ya haber pasado…No se le renueva para la campaña siguiente, y otra vez se queda en expectativa de destino, hasta que a principios de 1968 se le va a brindar la oportunidad de salvar del descenso a un cuadro que ya parecía consolidado en Primera, el Elche. El conjunto de la ciudad de las palmeras había arrancado la temporada bajo la batuta de Alfredo Di Stefano, en el debut de la «Saeta Rubia» como técnico con una plantilla en la que figuraban futbolistas de la talla de Ballester, Canós, Lico, Llompart, Vavá o Asensi, pero al finalizar la primera vuelta del campeonato presenta unos números de lo más peligroso, ya que es colista con tan sólo 9 puntos y 5 negativos, con un balance de 3 partidos ganados, otros 3 empatados y 9 derrotas, únicamente 10 goles a favor y 24 en contra. Daucik se estrena en el banquillo ilicitano en la jornada 16, consiguiendo dos puntos de oro frente al Español en «Altabix» (1-0), y a partir de ahí su equipo iniciará una brillante escalada que le lleva a ser uno de los mejores conjuntos de la segunda ronda, consiguiendo 18 puntos más, que se desglosan en 8 victorias, 2 igualadas y solamente 5 derrotas, con 20 goles a su favor, y sólo 15 en contra. El Elche finaliza en undécima posición, con 27 puntos y 3 negativos, sin agobios.

Pero no se le renueva la confianza y el eslovaco decide coger las maletas e irse a hacer las Américas, enrolándose como entrenador del conjunto canadiense de los Toronto Falcons, que participa en la «North American Soccer League», torneo donde se encuentra con numerosos jugadores y técnicos españoles, entre ellos su cuñado Ladislao Kubala y el hijo de este, su sobrino Branko, amén de su propio vástago. De regreso en España  va a sustituir a Sabino Barinaga como responsable nuevamente de un Betis recién descendido donde brillan Rogelio y Quino, pero tampoco alcanzará a terminar la temporada. Sin embargo en la siguiente campaña, la 69-70, logrará otro de sus grandes éxitos al salvar a un casi desahuciado San Andrés, frenando en seco la caída libre de un club que parecía irse a Tercera sin remedio, mediante una segunda vuelta extraordinaria desde la jornada número 20. Su hijo Yanko le acompaña también en esta aventura.

Su buen hacer en la entidad andresense posibilitará que, sin tener que salir de Barcelona, se incorporé – nuevamente con Yanko de la mano – al RCD. Español, que acababa de recuperar la categoría. Lo va a mantener en Primera, y después se marchará al Cádiz, otra vez en Segunda, donde será uno de los cinco entrenadores que esa temporada 71-72 se turnarán en el banquillo del club más representativo de la «Tacita de Plata». Volverá a dirigir al San Andrés en un par de ocasiones más (1973-74 y 1976-77, temporada en la que el conjunto cuatribarrado desciende, poniendo así fin a su «edad de oro»), y también tendrá un paso por Tercera, dirigiendo al Levante UD en la campaña 74-75, contando con un delantero de auténtico lujo, el chileno Carlos Caszely, que de los «granotas» pasará al Español.

Con 67 años cumplidos se va a jubilar por fin de los banquillos, dejando tras de sí un registro fabuloso: 614 partidos dirigidos (la mayoría de ellos en Primera División) a lo largo de una carrera profesional de 27 años en nuestro país, con un balance de 285 victorias, 123 empates y 206 derrotas. Como técnico va a  conquistar 3  Campeonatos de Liga (1951-52, 1952-53 y 1955-56), 6 de Copa (1951, 1952, 1953, 1955, 1956 y 1966), una Copa Latina (1952) y dos Copas «Eva Duarte» (las correspondientes a las temporadas 51-52 y 52-53), erigiéndose, en resumen, como uno de los técnicos más laureados de la historia de nuestro fútbol. Va a fallecer el 14 de noviembre de 1986, a los 76 años de edad, en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, a consecuencia de una embolia cerebral.

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