RESUMEN:

Artículo de investigación histórica sobre el Campeonato de España de Segunda Categoría ganado por el CE Sabadell FC en 1913.

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ABSTRACT:

Keywords: History, Football, Competitions, Sabadell

A historical research paper on the second category of the Spanish Championship won by CE Sabadell in 1913

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El Centre d’Esports Sabadell FC, campeón de España… en la final más larga

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Diari de Sabadell, 28 de mayo de 1913

Diari de Sabadell, 28 de mayo de 1913

Probablemente, la mayoría de seguidores del club arlequinado[1] desconozcan que su equipo fue campeón de España de segunda categoría hace ahora algo más de cien años y tras una final épica. En 1913, la Federación Española de Clubs de Foot-ball decidió organizar un campeonato de España para entidades que esa temporada hubiesen competido en la segunda categoría de sus torneos regionales, lo que en aquel entonces también se denominaba “segunda liga”. Tal era el caso del Sabadell FC, que había quedado subcampeón de Catalunya de la categoría de plata por detrás de un intratable Internacional, vencedor tras diez partidos en los que sólo encajó un gol[2]. En aquel Internacional de Sants jugaba el centrocampista Ramon Torralba, futuro mito del FC Barcelona en los años diez y veinte El equipo vallesano decidió inscribirse en la competición, como también lo hicieron los barceloneses Stadium y New-Catalonia. En el flamante torneo, además de ponerse en juego el título de campeón de España de segunda categoría, se ofrecía una magnífica copa de plata gentileza de SM Alfonso XIII. Cabe señalar que en toda la temporada 1912/13 el club lanero compitió con la denominación de Sabadell FC, una entidad creada en 1910 a partir del Centre de Sports Sabadell, que en aquel momento estaba atravesando una fuerte crisis. Años más tarde, unificarían las denominaciones para establecer el definitivo Centre d’Esports Sabadell FC que aún perdura en nuestros días.

La primera ronda del torneo, en su fase catalana, emparejó al Stadium y al New-Catalonia, que disputaron su encuentro el domingo 11 de mayo de 1913 en el campo barcelonés del Universitary. El tiempo reglamentario finalizó con empate a uno, pese al dominio constante de los jugadores del New-Catalonia. A los 55 minutos de la prolongación (¡!), el delantero centro del Stadium lograba el segundo tanto para los suyos, dejando el marcador final en un 2-1 que permitía a los vencedores acceder a la final catalana frente al Sabadell FC.

El domingo 18 de mayo de 1913, en el campo del España y a las órdenes del Sr. Rocha, los jugadores del Sabadell y del Stadium saltaron al terreno de juego con la aspiración de clasificarse para la gran final de la competición, a celebrar en Madrid durante la semana siguiente. El dominio del Sabadell durante todo el partido -con un juego mucho más técnico que el de sus impetuosos rivales- no se transformó en goles, por lo que el encuentro finalizó con empate a cero. De nuevo, como ya había ocurrido en semifinales, era preciso recurrir a la prórroga para decidir quién seguía adelante en la competición. En esta ocasión, y por acuerdo entre capitanes, la prolongación sería de tan sólo veinte minutos. Un arranque magistral de Monistrol, que cedió en corto a Renom, serviría para que éste rompiese la igualdad en el marcador gracias a un disparo preciso. La dureza de los jugadores del Stadium se hizo patente durante todo el encuentro, hasta el punto que -según las crónicas de la época- los espectadores se preguntaban si estaban presenciando un partido de foot-ball o uno de rugby. A poco del final, el delantero del Stadium Abadía agarró por el cuello al sabadellense Aragay con no muy buenas intenciones. El incidente acabó con la expulsión del agresor por parte del árbitro. Con el silbido final, se confirmó que serían los vallesanos los que tendrían la posibilidad de viajar a Madrid a intentar conseguir el título. De momento, en esta final catalana los jugadores más destacados del Sabadell FC habían sido Pere Monistrol y Amadeu Aragay.

Pere Monistrol

Pere Monistrol

Por parte de la Federación Centro, se apuntaron a la competición la Gimnástica, el Madrid[3], el Fortuna y el Cardenal Cisneros, éste último la sección de fútbol del prestigioso instituto homónimo. Por cierto, un año después de la celebración de este Campeonato de España, el Cardenal Cisneros se fusionaría con el Regional FC para dar origen al Racing Club de Madrid, una entidad histórica del balompié castellano.

En las semifinales, la Gimnástica venció al Madrid por 1-0, mientras que el Cardenal Cisneros se deshizo del Fortuna por un contundente 11-0. En la final, el Cisneros derrotó a la Gimnástica por 1-0, con lo que obtenía el pasaporte para disputar el título frente al Sabadell FC. En el equipo vencedor de la fase madrileña destacaba un jovencísimo guardameta de diecisiete años llamado Joaquín Pascual Jiménez -futbolísticamente Pascual- que años más tarde defendería la puerta del FC Barcelona durante el breve interregno entre los mitos Ricardo Zamora y Ferenc Plattkó.

Los jugadores que por parte del Cisneros consiguieron el pase a la final fueron Pascual; Pelus, Ruiz Aramburo; Mier, Robles, Mediero (capitán); Silvestre, Teja, Montero, Miguel y Larrañaga.

Pese que la sede única de la final era Madrid, la organización había establecido que el título se disputase a doble partido, el primero de ellos el jueves 22 de mayo y el segundo y, en principio, definitivo, el viernes 23. A primera hora de la mañana del día 21, los jugadores el Sabadell tomaron el tren en dirección a Barcelona, donde enlazarían con el expreso de Madrid. La expedición contaba con los siguientes futbolistas: Saus, Aragay, Casas, Giravent I, Comas, Renom, Giravent II, Carbonell, Cabané, Monistrol y Trabal (cabe reseñar que algunas fuentes citan a Moix en el lugar de Giravent II).

Tal como se ha indicado, el jueves 22 y a las órdenes del Sr. Irureta, del Madrid FC, se inició el primero de los partidos de la final. Tras un arranque impetuoso por parte del Cardenal Cisneros, que no se tradujo en goles, el Sabadell se rehízo y logró forzar un córner. A la salida del mismo, el remate de Aragay se convirtió en el primer gol de la tarde. Uno a cero para los laneros. Según la prensa vallesana, la actuación del árbitro fue tan parcial, que incluso el público de la capital le recriminó algunas decisiones. Precisamente, aprovechando la poco equilibrada actuación arbitral, el Cardenal Cisneros imprimió cierto grado de violencia a su juego, lo que les permitió dar la vuelta al marcador logrando dos goles a su favor “sin mérito alguno”, según indicó el cronista del Diari de Sabadell.

En el segundo encuentro, disputado el día 23, el árbitro designado fue un miembro de la expedición sabadellense, el señor Felip Daví, una decisión quizás motivada por las quejas de los visitantes en el primer partido. Al parecer, en esta ocasión el juez improvisado fue aplaudido por el respetable durante diversas fases de la contienda. Los madrileños siguieron mostrando el mismo ímpetu que en el primer partido, lo que provocó la señalización de constantes faltas por parte del árbitro. En vista de la intensidad con la que jugaban sus rivales, los vallesanos decidieron imprimir también cierta dureza a su juego. Por los visitantes destacó especialmente el dúo Monistrol-Cabané, que según las crónicas logró entusiasmar al público con sus virtuosas combinaciones. La fortaleza de las líneas del Sabadell hacía inocuos los intentos del Cardenal Cisneros por poner coto a la puerta visitante, mientras que éstos sí cercaban la meta local con ahínco. En uno de los ataques sabadellenses, Cabané logró el primer tanto. Poco antes de finalizar el encuentro, Monistrol lograba el segundo gol vallesano mediante un lanzamiento de penalti. Al final, los ímprobos esfuerzos del Cardenal Cisneros fueron premiados con un gol que, sin embargo, no alteró el desenlace definitivo. Así pues, se habían disputado dos partidos y el marcador reflejaba una victoria para cada equipo, por lo que se hacía preciso un desempate.

A las seis de la tarde del sábado 24 y a las órdenes del Sr. Kindelán, de la Gimnástica Española, se dio inicio al tercer encuentro de la final, el que debía resolver la tanda. El primer tiempo fue de dominio absoluto del Sabadell FC, pero sin la efectividad suficiente como para romper el empate inicial. De esta forma, se llegó al descanso con empate a cero. En el segundo tiempo, en una escapada brillante, Renom se plantó solo ante la portería del Cardenal Cisneros pero fue zancadilleado por un defensor local. Ante la sorpresa general, y según palabras textuales de un cronista, “el árbitro hizo como si no hubiese visto nada” y obvió señalar un penalti que a tenor de las crónicas parecía bastante claro. Poco después, tras una arrancada magnífica, el jugador local Pelao logró el primer tanto de la tarde. Unos minutos después, una jugada de combinación de los sabadellenses permitió que Aragay se internase en el área contraria, y pudiese ceder a su compañero Trabal para que éste consiguiese el empate mediante un potente disparo. Y con este resultado de igualada a uno finalizó el encuentro que debía decidir el campeón. Los vallesanos solicitaron disputar una prórroga para dirimir de forma definitiva quién se llevaba la copa, circunstancia que aceptaron sus rivales. Tras catorce minutos de prolongación sin que el marcador se moviese, el árbitro decidió indicar el final de la contienda: la falta de luz natural no permitía seguir jugando.

El Diari de Sabadell publicó la crónica que realizó uno de los jugadores vallesanos sobre los primeros tres partidos Vale la pena reproducirla literalmente por lo insólito de que un jugador actúe de cronista en plena competición. Traducido del original en el catalán prefabriano que se empleaba en aquel momento, el documento dice lo siguiente:

“Los partidos son muy competidos e interesantes. Del primero, ya sabéis el resultado. El referee lo hacía mal: iba a favor de los de Madrid. Nosotros estuvimos poco afortunados. Siempre dominábamos, pero su portero, que lo hace muy bien, nos detenía todos los balones.

En el segundo partido dominó completamente el Sabadell. Todos nosotros apretamos, jugando divinamente, pero tan pronto como íbamos a marcar, los jugadores del Cisneros desplegaban un juego sucio y violento, dañándonos con súbitas acometidas”.

El partido de ayer (sábado), fue reñidísimo. Finalizado el mismo estábamos empatados y lo prolongamos 15 minutos sin que se pudiese deshacer el empate porque ya había oscurecido.

Los de Madrid tienen la ventaja de que el portero lo hace muy bien y cargan con mucha violencia. Nosotros jugamos bien y con nobleza.

El referee, como es de ellos, obra siempre con verdadera parcialidad y esta es la causa de que, probablemente, la Copa no la podamos ganar. Podéis imaginaros la manera de juzgar del referee y del juego que desarrollan los de Madrid, con sólo deciros que el mismo público reconoce que la Copa ha de ser nuestra.

Hoy, domingo, descansamos y el lunes jugaremos el partido final. Ya veremos cómo va; nosotros estamos muy animados y confiamos en nuestras propias fuerzas, aunque tenemos ciertos elementos en contra de nuestra victoria, la cual, moralmente ya la hemos conseguido.

Durante los tres partidos se han producido momentos realmente sensacionales. Todos los jugadores, del primero al último, estamos bien y ninguno se ha hecho daño; la prueba es que siempre hemos jugados los mismos. Lo que sí os podemos decir es que estamos cansados y sin hálito, puesto que es superior a nuestras fuerzas después de un viaje largo y pesado, jugar tres partidos seguidos y reñidísimos.

Aquí hay muchos catalanes y un gran número de viajantes de Sabadell que nos felicitan y nos animan, y que están tan interesados como nosotros en que podamos retornar a nuestra querida ciudad con el honroso título de Campeones de España”

No quedaba otra opción que disputar un cuarto partido, y ya con cierta premura de tiempo por parte de los sabadellenses que querían regresar a su ciudad. Como indicaba el jugador del Sabadell en su misiva, optaron por hacer un breve paréntesis, dejando el domingo para reponer fuerzas, y fijaron como fecha del encuentro teóricamente definitivo el lunes siguiente, día 26.

A las cinco de la tarde, los vallesanos saltaron al terreno de juego dispuestos a dejarse el último aliento, pero se encontraron con la sorpresa de que por parte del Cardenal Cisneros sólo había seis jugadores, un contingente del todo insuficiente para echar a rodar el balón. Aun teniendo la posibilidad de denunciar al rival por incomparecencia y proclamarse campeones, los jugadores del Sabadell tuvieron el gesto honroso de optar por dar un tiempo suficiente a los madrileños para que pudiesen recomponer su escuadra y así poder disputar el encuentro. Una hora más tarde, ya eran diez los jugadores que los locales habían podido reunir sobre el rectángulo de juego, por lo que el árbitro Sr. Prats[4] dio orden de comenzar. La lluvia de disparos con que la delantera sabadellense sometió al marco del Cardenal Cisneros durante los primeros cuarenta y cinco minutos resultó del todo estéril, en gran medida gracias a la memorable actuación del ya citado Pascual, que según las crónicas de la época “estuvo colosal en todos los partidos y fue la auténtica alma de su equipo”.

Durante el descanso apareció un undécimo jugador del conjunto madrileño, que se disponía a saltar al campo para completar la escuadra local, pero los sabadellenses protestaron alegando que, según el reglamento vigente, a partir del minuto veinte de juego no resultaba posible incorporar ningún nuevo jugador. El árbitro les dio la razón y los locales tuvieron que proseguir la contienda con los diez elementos que habían conseguido reunir de buen principio. En el segundo tiempo, el Cardenal Cisneros se avanzó en el marcador y todo parecía indicar que el título se quedaría en Madrid, pero a pocos minutos del final, el sabadellense Aragay logró el empate en un remate de cabeza impecable. De nuevo el árbitro silbaba el final del partido con un marcador en tablas. Los jugadores del Sabadell pidieron jugar una prórroga para intentar definir de una vez por todas quién sería el vencedor, pero los del Cardenal Cisneros se negaron en redondo, probablemente afectados por el esfuerzo de disputar noventa minutos en inferioridad numérica.

Se habían jugado cuatro partidos y aún no había campeón, con el agravante de que la expedición del Sabadell tenía que regresar a la capital vallesana al día siguiente, martes, en el tren de las de las ocho de la mañana. Ante tal tesitura, los representantes del Cardenal Cisneros propusieron jugar el quinto encuentro a las seis de la mañana, con tiempo suficiente para que los sabadellenses pudiesen coger el tren de las ocho. Acordaron ratificar la decisión en una reunión a las diez de la noche, en la que estarían los representantes de la federación, además de los delegados de ambos clubs. Pero para sorpresa de todos los presentes, una vez reunidos, los delegados del Cardenal Cisneros se negaron a jugar a una hora tan intempestiva, algo chocante a tenor de que se trataba de una propuesta suya. En cualquier caso, la iniciativa se sometió a votación y fue aprobada. Para mayor seguridad, se procedió a remitir en mano once cartas a cada uno de los jugadores locales informándoles de la decisión tomada. Poco antes de dar por desconvocada la reunión, el delegado del Cardenal Cisneros hizo constar su protesta y avisó de que a los jugadores locales sus familias no les permitirían ir a disputar un partido a una hora tan intempestiva.

Sea como fuere, a las seis de la mañana del martes, tal como estaba convenido, la expedición del Sabadell FC se personó en las instalaciones de la Gimnástica Española para dar cuenta del quinto partido de la serie. Allí se encontraron a un buen número de viajantes de la capital del Vallès dispuestos a animarles ante lo que se suponía que sería el desenlace final del torneo. Pero tras veinte minutos de espera sin que apareciesen por allí ninguno de los jugadores rivales, el árbitro Sr. Prats ordenó al Sabadell que procediese a sacar de centro y jugasen hasta marcar un gol. Una situación insólita: once jugadores enfrentados a un rival fantasma. El encargado de hacer que el balón traspasase la meta contraria sin oposición alguna fue la estrella del equipo, Monistrol, auténtico héroe de esta serie final. Y una vez conseguido el gol de la victoria, el árbitro levantó acta de lo sucedido y proclamó al Sabadell FC campeón de España de segunda categoría. Más tarde, el Cardenal Cisneros elevó una protesta a la federación, pero acabó renunciando unos días más tarde durante la celebración de la asamblea anual del citado organismo.

Una vez las noticias llegaron a Sabadell, donde se había seguido con sumo interés el torneo a través de las pizarras que se instalaron en el Café Euterpe, las celebraciones no se hicieron esperar y la ciudad amaneció empapelada con carteles que conminaban a sus vecinos a ir a recibir a los jugadores al apeadero de Rambla. Allí tenía parada el tren procedente de Barcelona, ciudad en la que habían pasado la noche al regresar de Madrid. Así pues, el miércoles 28 de mayo a las 12:35 hizo su entrada en la estación el tren que llevaba a los flamantes campeones de España. En Sabadell fueron tratados de héroes y algunos diarios llegaron a publicar soflamas tales como “han vencido en Madrid, en la Meca del españolismo, los discípulos de la Meca del nacionalismo”, además de definir la final como “lucha homérica”. El andén de la estación estaba repleto de gente, en una manifestación popular que llegaba a ocupar buena parte de la Rambla de la ciudad, en la que oportunamente se había cortado el paso al tráfico rodado. Los asistentes se llegaron a contar en cerca de 5.000, una auténtica muchedumbre si tenemos en cuenta que el Sabadell de 1913 apenas llegaba a los 30.000 habitantes. Bajo un intenso sol de primavera y acompañados por los acordes de la Banda Municipal, el grupo de jugadores y de directivos recorrió a paso lento la Rambla, no sin detenerse en los domicilios de Saus y Cabané, quienes aprovecharon para saludar a sus familiares. El punto final de la comitiva era el Café Euterpe, sede social del Club, al que llegaron tras cuarenta y cinco minutos de lento peregrinaje. Desde el balcón del establecimiento, hicieron unos parlamentos Ciprià Cabané, en su calidad de presidente de la entidad, y Joan Saus, como capitán. Les acompañaba también la joven estrella Pere Monistrol, héroe de la final. La copa conseguida -recordemos que donada por SM Alfonso XIII- se expuso en la sombrerería Chic Parisien de la Plaza Doctor Robert.

Los actos de celebración continuaron durante los siguientes días, y tuvieron como momento estelar un gran banquete celebrado el domingo siguiente, 8 de junio, a cinco pesetas el cubierto. El menú que degustaron los casi cien asistentes -lo más granado de la sociedad local- destilaba los aromas afrancesados tan del gusto de la época: Hors d’oeuvre, tallarines napolitaine, merlan mariniére, asperges niçoises, filet de boeuf, pommes au four, gaufrettes crème glacée, desserts y fruits.Por supuesto, todo ello regado con abundante champagne frappé.

También se celebró, justo antes del banquete, un encuentro de fútbol entre el Sabadell FC y el Mercuri SC[5], pero que tuvo que suspenderse en el minuto 70 por culpa de la lluvia cuando el marcador señalaba unclaro 4-0 a favor de los homenajeados. Sin abandonar los festejos por el título, en los días posteriores se llevaron a cabo diversas representaciones teatrales de obras del pintor y dramaturgo Santiago Rusiñol.

En diferentes pasajes de este artículo hemos reseñado la figura de Pere Monistrol como jugador clave en el triunfo final del Sabadell. Con el devenir de los años, su figura no hizo más que agrandarse en la vida pública local, no sólo en relación al fútbol, sino que también con respecto a otras actividades. En efecto, Pere Monistrol Masafret (1894-1972) fue un verdadero mito en su Sabadell natal. Entró en el club en 1908 como infantil, de donde saltó directamente a la primera plantilla. Poco después fue nombrado capitán y se erigió en la estrella del equipo ya antes de cumplir los veinte años. Según los cronistas de la época, la veneración que por él sentían los aficionados del Sabadell sólo era comparable a la que sentían los del Athletic por Rafael Moreno Aranzadi, el célebre Pichichi. Su posición natural era la de centrocampista, aunque podía desenvolverse con idénticas prestaciones en el puesto de delantero, e incluso en el de defensa si la ocasión lo requería. En la prensa contemporánea a su época de futbolista se pueden leer proclamas como “Monistrol lo es todo, Monistrol lo llena todo. ¿No juega Monistrol? Pues el campo está casi vacío”. Su carrera deportiva finalizó en 1919, pero a partir de ahí comenzó otra no menos brillante como fotógrafo de talla internacional. Desde 1985 una calle próxima a la Nova Creu Alta lleva su nombre.

Sin relación alguna con los festejos por la victoria del Sabadell FC en el Campeonato de España, en aquellas fechas se celebró un evento en la capital vallesana que vale la pena destacar. A las nueve y media de la noche del sábado 7 de junio, en la primera planta del Café Euterpe, el jugador del FC Barcelona Manuel Amechazurra, uno de los más grandes entre los pioneros del balompié peninsular, impartió una conferencia -más o menos lo que hoy se denomina una masterclass– titulada “técnica general de foot-ball”, en la que desgranaba los principales conceptos teóricos del juego, en un ejercicio insólito para la época. Filipino de nacimiento, y con formación futbolística en el Reino Unido, Amechazurra era en aquel momento era el capitán de FC Barcelona, con el que durante esa temporada se había proclamado campeón de España y de Cataluña[6]. El día después de la conferencia, disputó con los azulgrana la final de la Copa Pirineos[7] frente al Comète et Simiot francés, al que vencerían por un contundente 7 a 2, remachando así un triplete histórico. Como previa a su conferencia magistral, durante la mañana, Amechazurra había dirigido un entrenamiento del Sabadell FC.

Como hemos visto a lo largo de este artículo, el Café Euterpe tenía gran presencia en la vida social de la ciudad, no en vano era la sede social del Sabadell FC y punto neurálgico de las celebraciones. Se trataba de un local emblemático de la capital vallesana inaugurado en 1893 y que logró mantenerse con vida hasta 1997, año en que cesó su actividad como cine y teatro. En 2006 fue demolido y actualmente en su lugar se están construyendo pisos de lujo.

Este es el resumen de los encuentros que disputó el Sabadell FC para proclamarse campeón de España de Segunda Categoría:

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Revista de Sabadell, 28 de mayo de 1913

Revista de Sabadell, 28 de mayo de 1913

BIBLIOGRAFIA

Prensa periódica

Diari de Sabadell (mayo y junio de 1913)

Revista de Sabadell (mayo y junio de 1913)

Heraldo de Madrid (mayo y junio de 1913)

El Mundo Deportivo (mayo de 1913)

Revista Foot-Ball (junio de 1915)

Revista Aire Libre (mayo 1923)

Libros y publicaciones

“Gran Diccionari de jugadors del Barça” – Varios Autores, Editorial Base (2015)

“Centre d’Esports Sabadell. El Club de mi vida” – Joaquim Fité (2011)

“Els primers capítols per a la història del futbol a Sabadell” – Josep Rosell Casablancas, Fundació Bosch i Cardellach (1956)

Archivos:

Arxiu Històric de Sabadell

Arxiu del Consell Català de l’Esport (Esplugues de Llobregat).

 


[1] Esta es la única ocasión en que nos referiremos al Sabadell como “los arlequinados”, puesto que la indumentaria del Sabadell FC consistía en camiseta de franjas blancas y negras, a diferencia de la del Centre de Sports Sabadell, que sí era arlequinada, con los colores amarillo y negro.

[2] Algunas fuentes consultadas indican que fue precisamente el Sabadell el campeón de segunda categoría en lugar del Internacional, pero debe tratarse de una confusión puesto que la propia prensa de Sabadell definía a los de Sants como campeones de Cataluña con ocasión de un encuentro amistoso celebrado durante la primavera de 1913.

[3] En las fuentes consultadas aparece como uno de los equipos participantes uno denominado “Madrid”, pero no debe tratarse del Madrid FC, puesto que éste fue vencedor del Campeonato Regional Centro de primera categoría en la temporada que nos ocupa, la 1912/13.

[4] Aunque en las fuentes consultadas aparece el nombre indicado, es probable que en realidad se trate de Manuel Prast, un jugador del Madrid FC que en esa época a menudo actuaba de árbitro en las competiciones disputadas en la capital.

[5] En principio, el equipo escogido para el encuentro de homenaje era el New-Catalonia, pero pocos días antes del partido comunicaron su renuncia ante la imposibilidad de reunir el número suficiente de jugadores del primer equipo.

[6] En la temporada 1912/13 se celebraron en Cataluña dos campeonatos, fruto de una escisión entre los distintos clubs. En el torneo que disputó el FC Barcelona, también participaron el segundo y tercer equipo de esta entidad, así como el FC Badalona, el Avenç del Sport y Català SC. Tradicionalmente se ha considerado al FC Barcelona (su primer equipo) como vencedor de este torneo de desarrollo sumamente caótico, pero algunas fuentes indican que el verdadero campeón fue el FC Badalona.

[7] La denominación oficial de esta competición era “Challenge Internacional del Sur de Francia”.

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