RESUMEN:

Reportaje sobre la figura de dos ex jugadores madridistas que realizaron labores de entrenadores del primer equipo, en partidos oficiales, y los cuales no aparecen reflejados con tal cargo en la historia madridista.

ETIQUETAS:

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ABSTRACT:

Keywords: Coaches, History, Football, Real Madrid, Spain, Moleiro, Grosso

A report on the figure of two former Madrid players that performed coaching duties in the first team, on official games, and who are not recognized as such in the club’s history.

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Los entrenadores olvidados del Real Madrid

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La figura de los entrenadores es posiblemente la que más cambios ha sufrido en la historia del fútbol. Desde no ser necesaria en la prehistoria del balompié, los propios jugadores se organizaban ellos mismos, hasta llegar a tener tal control de la institución que llegan a decidir el futuro del club en cuanto a fichajes, modelo de juego en todas las categorías del mismo o la estructura interna de la entidad. Entre medias otros cambios como aquellas duplas de seleccionador y entrenador, para dirigir a la selección española o la incorporación de ayudantes para la parcela física de los entrenamientos. Al mismo tiempo que han pasado a ser un elemento muy importante, llegando a pagarse cláusulas de rescisión, siguen siendo el elemento más débil en la combinación con los jugadores. Como bien se ha dicho muchas veces, siempre es más fácil echar a uno a que a once.

Hoy queremos rescatar y recordar el caso de un par de entrenadores del Real Madrid, que pese a tener ese cargo en partido oficiales, han quedado arrinconados en la historia sin aparecer en la relación oficial de entrenadores blancos. Para la elaboración de estos casos no he tenido en cuenta aquellas veces en las cuales se ha sustituido al entrenador titular por sanción o enfermedad, sino que he tomado en cuenta aquellos casos en los cuales el entrenador titular no ha asistido al partido por decisión propia o bien aquellos casos en los cuales el cargo ha tenido que ser ejercido por alguien de manera interina debido a la destitución del entrenador.

José Morales Berriguete “Moleiro”

EntrenadoresOlvidados01Nacido el 30 de Marzo de 1915 en Carabanchel, cuando aún este era un pueblo en las afueras de Madrid, debutó a los 15 años de manera amateur en la Gimnástica de Carabanchel, jugando en los solares del Campo del GAS y en los campos existentes en las afueras de la zona Sur de Madrid. De allí pasó en poco tiempo al RCD Carabanchel para acabar fichando en 1934 por la AD Ferroviaria y pasar a jugar en el antiguo campo del barrio de Las Delicias. En el conjunto “ferroviario” permaneció hasta el comienzo de la Guerra Civil. Tras el obligado parón, siguió formando parte del mismo plantel cuando éste quedó encuadrado en el Grupo IV de la 2ª División. Allí jugaría casi todos los partidos siendo una pieza importante pero no como interior izquierdo, su posición natural, sino como medio derecho en una ubicación que como confesaría años más tarde no era de su simpatía. Pese a que la Ferroviaria estuvo a dos puntos de jugar la liguilla de ascenso a la primera división, no fue tentado con ninguna oferta para cambiar de equipo por lo que continuó en Madrid. La Ferroviaria, recordemos que era un equipo de barrio, perdió la categoría en los despachos para la siguiente temporada, la 40-41, y es que con la reestructuración que hizo la Federación para la 2ª División, muchos equipos ya volvían a funcionar a pleno rendimiento tras la Guerra, mandó a varios equipos madrileños a la tercera división. Allí Moleiro lograría un récord que perdura a día de hoy, aunque  ex aequo con Julián Vergara: lograr 10 goles en un partido de competición oficial. Tan histórico hecho sucedió en la 5ª jornada del campeonato liguero, cuando la Ferroviaria visitó en Pamplona el campo de San Juan para enfrentarse al Rochapeano. Jugando de delantero centro logro 10 de los 12 goles que los madrileños lograron aquel día. El que quiera conocer más sobre aquella hazaña puede consultar el reportaje escrito por Luis Javier Bravo Mayor y José Vicente Olmos en los Cuadernos de Fútbol de Cihefe:

(http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2017/05/el-desconocido-record-de-moleiro-y-vergara/)

Moleiro continuó en el conjunto ferroviario hasta Abril de 1942. Por aquel entonces una oferta del Málaga hizo que el carabanchelero meditara mucho el abandonar la capital y probar suerte en el sur, pero a última hora se cruzó primero el Atlético-Aviación, quien le hizo una oferta, y posteriormente el Real Madrid, quien con una oferta idéntica acabo fichando a Moleiro. Las buenas relaciones existentes entre los madridistas y los ferroviarios, ademas de las mayores simpatías blancas del propio jugador, propiciaron que acabara enfundándose la camiseta blanca. Las casualidades de la vida hicieron que el estreno oficial del de Carabanchel, apenas 3 días después de firmar contrato, fuera en el campo de la Ferroviaria, en la primera eliminatoria de Copa. El Madrid venció 1-3 en el campo de Delicias en un partido donde ademas de Moleiro, también debutaron con los blancos el internacional Rovira y Clemente. El de Carabanchel llegaba con 27 años, edad un tanto tardía, a la cima del fútbol madrileño y a uno de los equipo punteros de España en aquel entonces.

Moleiro peloteando el día de su debut.

Moleiro peloteando el día de su debut.

Su carrera en el Madrid, de manera oficial, abarca hasta el final de la temporada 47-48 donde jugaría más de un centenar de partidos entre amistosos y oficiales, algunas veces por etapas ya que las lesiones le privaron de aumentar esa cantidad, debido a su fútbol físico y fuerte. La temporada 46/47 prácticamente se la paso en blanco al sufrir una lesión en la primera jornada liguera en Oviedo. Entre medias logró alcanzar la internacionalidad con la selección española, al jugar ante Portugal en Lisboa en 1945 en el primer partido de España tras 3 años sin disputar encuentros internacionales. Sin embargo aquel debut fue el comienzo y el final, debido a su mala actuación motivada por unas molestias en el pie derecho que se transformaron en lesión durante el partido. Recordemos que por aquel entonces no había cambios de jugadores durante el encuentro. A partir de 1948 las lesiones no le dejaron jugar más de manera oficial con el Real Madrid, aunque sí haría algunas apariciones en encuentros amistosos con los blancos, hasta que comenzó a jugar con el Plus Ultra, equipo que tenía un acuerdo de colaboración con el Real Madrid, para jugar con el equipo asegurador durante un tiempo y donde acabaría retirándose al comienzo de la década de los 50.

Un vez retirado no dejo de pertenecer al club ya que siguió enrolado en la «Casa Blanca». Ya fuera para jugar partidos con los veteranos, caso del encuentro homenaje al rojiblanco Campos donde se enfrentaron a las viejas glorias colchoneras, probar y elegir a los chavales que se presentaban a las pruebas de acceso a las categorías inferiores o como auxiliar y entrenador madridista, donde comenzó una larga carrera en la “sombra”, en la cual lo mismo entrenaba al equipo juvenil que logró la Copa Ramón Triana ante el Atlético de Madrid, en el viejo Metropolitano en 1955, que hacía de segundo entrenador cuando Villalonga se llevaba a los titulares de gira y entrenaba a los suplentes en Chamartín, que viajaba a Ginebra con el equipo amateur madridista para participar en un torneo internacional. Poco a poco se fue haciendo un hueco en la estructura hasta convertirse en julio de 1956 de manera habitual en el segundo entrenador. Primero con Pepe Villalonga para continuar con Carniglia, Fleitas, Miguel Muñoz y Molowny. La dupla Muñoz-Moleiro sería la más estable y harto conocida en el banquillo de Chamartín, puesto que ambos estarían juntos durante 14 años hasta la salida de Muñoz.

En el centro de la imagen Muñoz y Moleiro separados por el Doctor Iglesias y los masajistas Legido y Benedicto en las esquinas, durante un partido en 1959. (ABC)

En el centro de la imagen Muñoz y Moleiro separados por el Doctor Iglesias y los masajistas Legido y Benedicto en las esquinas, durante un partido en 1959.
(ABC)

En la década de los años 60 el Real Madrid solía jugar bastantes partidos amistosos entre semana, en los cuales se probaba a jugadores, se ponía a punto a recién salidos de lesiones o simplemente se daban minutos para ver si los suplentes podían competir por un puesto en el once inicial. Varios de estos partidos quedaron bajo la responsabilidad de Moleiro, que hacia las funciones de primer técnico madridista ante la ausencia de Muñoz. El buen hacer no quedó oculto y finalmente Moleiro, que siempre estaba en la sombra, tuvo que tomar finalmente las riendas del primer equipo en vísperas de un partido oficial.

EntrenadoresOlvidados04En Febrero de 1962 el Real Madrid afrontaba un duro envite en los cuartos de final de la Copa de Europa: la Juventus de Turín. Como quiera que en aquellos tiempos los vídeos para estudiar al rival eran aún una quimera, Miguel Muñoz emprendió viaje a Turín junto al por aquel entonces delegado de fútbol madridista,  Emil Osterreicher, para presenciar el derby local entre el Torino y la Juventus. El Madrid en Liga tenía una cómoda ventaja de 6 puntos, las victorias aún valían dos, y el rival que visitaba Chamartín era el colista de la clasificación: el Tenerife. No parecía un rival temible con el cual dejar al cargo a Moleiro. Sin embargo la teoría se dio de bruces con la realidad y un Tenerife encerrado atrás, unido a un Madrid romo en ataque, propiciaron que los insulares finalizaran el partido con el 0-0 inicial y fueran el primer equipo que puntuara aquel año en el Bernabéu. Moleiro por su parte en vestuarios se lamentaba de que había sido el primer encuentro sin Muñoz y no había conseguido ganar, aunque consideraba justo el resultado visto el juego de ambos equipos sobre el terreno de juego.

Sin embargo el tropiezo blanco no cercenó el crédito de Moleiro y apenas un mes más tarde volvió a ser el entrenador madridista en Liga. Tras eliminar a la Juventus, con un partido de desempate en París incluido, el Madrid recibía en semifinales al Standard de Lieja y nuevamente Miguel Muñoz, avión mediante, iba de observador del rival. A Moleiro en cambio le tocó viajar con el equipo a Barcelona, para enfrentarse en Sarriá al Español. El Madrid llegaba con 5 puntos de ventaja sobre el Barcelona a falta de 8 en litigio, por lo que el partido podía dejar sentenciada media liga. Con un gol de Bueno para los visitantes y otro de Indio para los locales, el Madrid arañaba un empate en la ciudad condal que prácticamente dejaba finiquitada la liga para los blancos. De este partido reseñar una curiosidad que se da mucho hoy en día con bastante revuelo en la prensa según los contendientes, pero que ya sucedía hace más de 50 años: el españolista Santos no disputó el partido debido a una cláusula privada, prohibida por la Federación, por la cual el jugador que venía del Plus Ultra no podía enfrentarse al conjunto blanco.

EntrenadoresOlvidados05Con el paso del tiempo el “comodín” Moleiro volvió a usarse más veces en partidos oficiales. En Enero de 1964 Muñoz viajo a Milán para espiar al conjunto “rossonero” en su partido ante el Inter en vísperas de un enfrentamiento europeo con los blancos, por lo que Moleiro se sentó en el banco ante el Elche, al que el Madrid derrotó por 1-0. En la Copa del Generalísimo de 1966, recordemos que se jugaba al término de la Liga, Moleiro volvió a ser el entrenador en dos partidos. En la vuelta de Octavos de Final el Madrid visitaba Málaga, al mismo tiempo que Muñoz volaba a Belgrado para observar al Partizán que en apenas unos días seria el rival de los madridistas en la final de la Copa de Europa de Heysel. El empate a 1 en La Rosaleda motivó un tercer partido, en el campo neutral de Mestalla, que supuso la victoria 2-0 y la clasificación de los madridistas. En la siguiente eliminatoria de cuartos el sorteo decidió que el Real Betis se enfrentara a los blancos, primero en Sevilla. Como quiera que el partido del Villamarín se tenía que jugar apenas 3 días antes de la final de Heysel, en la entidad blanca no quisieron arriesgar y a Sevilla se desplazó Moleiro con un equipo de suplentes para jugar la ida. Los Betancort, Calpe, Santamaría, Casado, Tejada, Miera, García Ramos, Félix Ruiz, Blanco, Puskas y Bueno, salieron derrotados por 3-2, derrota que no se pudo remontar en la vuelta al empatar ambos equipos a 2, cuatro días después de que Paco Gento levantara la ansiada 6ª Copa de Europa con el equipo titular que no viajo a Sevilla en la ida.

Miguel Muñoz y Moleiro en el viejo banquillo descubierto de Chamartín.

Miguel Muñoz y Moleiro en el viejo banquillo descubierto de Chamartín.

Moleiro continuó con el paso de los años su labor junto a Muñoz, hasta que este decidió dimitir en 1974. La entrada temporal de Molowny no alteró la figura de Moleiro, puesto que siguió en su labor hasta final de temporada. Con el fichaje de Miljanic llegaron nuevos aires a la «Casa Blanca» y desde la parcela deportiva se decidió poner de segundos a dos jóvenes técnicos de la casa, que también habían sido jugadores, Antonio Ruiz y Juan Santisteban, junto a la llegada de un preparador físico del agrado de Miljanic. Puede que los nuevos tiempos le fueran extraños a Moleiro, pero lo cierto es que tan en la sombra como siempre estuvo, también fue su salida del banquillo blanco de la cual hay poca información, salvo que comenzó la temporada 74-75 ayudando en los equipos juveniles del club blanco.

Presentación del Real Madrid 73-74, última temporada del dúo Muñoz y Moleiro, este último a la derecha de la imagen en la fila superior, con chándal azul.

Presentación del Real Madrid 73-74, última temporada del dúo Muñoz y Moleiro, este último a la derecha de la imagen en la fila superior, con chándal azul.

Ramón Moreno Grosso

EntrenadoresOlvidados08Nació en Madrid el 8 de Diciembre de 1943, donde daría sus primeros pasos futbolísticos en el equipo del colegio de Nuestra Señora del Recuerdo y posteriormente en Los Salesianos de San Blas. Socio madridista desde los 4 años y con un padre que primero en los campos de tierra de Vicálvaro y posteriormente en el Primitiva Amistad jugo al fútbol, estaba claro que el pequeño Ramón tenia bastantes probabilidades de llegar lejos en el balompié. Las dificultades económicas hicieron que tuviera que dejar los estudios y ponerse a trabajar para llevar un jornal a casa, lo que hizo que su llegada al Real Madrid fuera un tanto casual.

Cierto día acompañó a un amigo que iba a apuntarse para las pruebas de incorporación a los equipos inferiores del Real Madrid, y pese a no tenerlo en mente, la insistencia de su amigo y el empleado que los atendió, acabo haciendo que Grosso se apuntara a las mismas. Días después fue citado para las pruebas, donde José Morales «Moleiro», histórico segundo entrenador madridista, era el encargado de realizar las pruebas. Éste previamente hablaba con los aspirantes repartiendo los números de cada equipo. Como era habitual, existía abundancia de delanteros por lo que cada uno solo jugaba 15 minutos del partidillo.  Aunque Grosso era delantero opto por presentarse como defensa central conocedor de que esta forma podría  jugar más minutos. Gracias a esta treta consiguió jugar el partido completo y ser elegido por los técnicos para pasar a formar parte de los equipos inferiores del Real Madrid. Al poco tiempo de formar parte de la plantilla, confeso cuál era su demarcación habitual y finalmente paso a ser el ariete titular del Juvenil B.

El por qué de ser conocido en el mundo futbolístico por el apellido materno tiene una curiosa anécdota. Un sábado recibió un telegrama comunicándole que no se presentase a una concentración para la que previamente ya había sido convocado. Una enorme decepción que se tradujo en una bronca al lunes siguiente en las instalaciones del club. El madrileño se presentó y Miguel Malbo, responsable de las categorías inferiores le espetó: «¿Por qué no viniste a jugar el domingo? Tendrás una buena disculpa, porque esto es una falta grave», a lo que Ramón le enseño el telegrama que le indicaba que no acudiese. Malbo extrañado, investigo lo sucedió y pronto se aclaró el entuerto: en el Juvenil A había otro jugador llamado Moreno y el encargado de cursar los telegramas le había confundido con Moreno Grosso. Para evitar futuros problemas, Malbo dicto sentencia: «De ahora en adelante tu serás Grosso». El «bautizo» surtió efecto y desde ese momento hasta su retirada pasó a ser conocido por su segundo apellido.

La progresión de Grosso fue meteórica. Comenzó en 1959 y tras una campaña en el Juvenil B, pasó al Juvenil A para pasar en la temporada 62-63 al equipo amateur donde se proclamó Campeón de España, tras derrotar 1-0 al Barcelona en Valencia. A la vuelta de vacaciones fue seleccionado para el equipo español que asistió a los Juegos del Mediterráneo, donde en las sedes de Nápoles, Salerno y Benevento el combinado español logro la medalla de Bronce del evento. Grosso jugó los 5 partidos del torneo marcando 8 goles en total: 3 a Turquía, 3 a Malta y sendos goles a Libia y Marruecos. En la «Casa Blanca» son sabedores del potencial del chaval y no quieren estancarlo, por lo cual deciden cederlo al Plus Ultra a su vuelta, que por aquel entonces jugaba en 3ª División. Comienza la temporada 63-64 en el equipo asegurador y a mitad de la misma, con el equipo líder con 14 victorias y 1 empate, Grosso lleva 13 goles en 15 partidos. Sus actuaciones no pasan desapercibidas ni en las oficinas madridistas de Valenzuela ni en las rojiblancas de Barquillo. El Atlético de Madrid no marcha bien, a mitad del calendario se encuentra en posiciones de descenso y con un cambio de entrenador: el ex delantero madridista Sabino Barinaga se hace cargo de la nave rojiblanca. Éste demanda refuerzos y Javier Barroso, presidente rojiblanco, piensa en Grosso.

Grosso, Velázquez y el entrenador Pedro Eguiluz en los Juegos del Mediterráneo.

Grosso, Velázquez y el entrenador Pedro Eguiluz en los Juegos del Mediterráneo.

A comienzos de Enero se desencadenan los acontecimientos: Barroso se presenta en las oficinas de Antonio Borrachero, presidente del Plus Ultra, para solicitar la renuncia de los derechos del jugador para que el Real Madrid lo pueda ceder al Atleti. Borrachero le pide consultarlo ante su junta directiva ya que es un quebranto para el club el perder al jugador, a la vez que algún directivo amenaza con dimitir si se producía la salida. El jugador por su parte admitía estar un poco asustado por lo rápido que iba todo y por la responsabilidad que se le iba a dar, dado que se le atribuía el papel del salvador del equipo. Finalmente el día 10 de Enero de 1964 el Real Madrid cedía por lo que restaba de Liga al jugador al Atlético de Madrid.

Por la mañana Borrachero, tras 2 horas de reunión de su junta directiva, rescinde a favor del Madrid el acuerdo de cesión que tiene sobre Grosso vista la grave situación en la que se encontraba uno de los grandes equipos de la capital, tal y como indicaba en una nota oficial al término de la reunión el club asegurador. Por la tarde los dos gerentes de Real Madrid y Atlético de Madrid redactan el contrato que envía a Grosso a vestir la camiseta rojiblanca. El club blanco lo cedía de manera gratuita hasta el 27 de Abril que finalizaba el campeonato liguero. El madridista seguiría teniendo de momento ficha de jugador aficionado y no podría enfrentarse al Real Madrid en el encuentro que tenían pendiente en el Metropolitano ambos equipos. 2 días después se produce el debut de Grosso con la casaca rojiblanca. En un Metropolitano con una floja entrada, el Atleti sucumbe 0-1 ante el Murcia a falta de 8 minutos. La desolación era evidente, hasta que en un córner sacado por Collar falla el meta visitante y Griffa acierta a cabecear a la red. Con el empate a 1 y un Atleti volcado en la meta murciana, un centro de Adelardo es rematado por Grosso quien de esta manera daba la vuelta al marcador y conseguía la victoria y un poco de tranquilidad a la parroquia rojiblanca. Un buen debut para el madridista.

El resto de la cesión fue buena. Sin llegar a ser el salvador que todos solicitaban, sí fue un buen complemento para el equipo rojiblanco que consiguió remontar hasta quedar en la 7ª plaza, lejos del descenso. Grosso jugo 12 partidos de los 15 posibles consiguiendo 3 goles ante el Murcia, Oviedo y Español. Una vez finalizada la liga, el madridista retornó a la disciplina blanca donde el Madrid opta por hacerle jugar en el primer equipo los partidos de Copa de Generalísimo que restaban por disputar,  marcando 3 goles en 6 partidos, incluyendo una eliminatoria de 3 partidos contra el Atlético de Madrid.

La temporada 63-64 será también la última de Di Stéfano con la camiseta blanca, tras el enfrentamiento de éste con Muñoz en la final de Viena. Con la baja del argentino el Madrid piensa en el canterano para formar parte de la delantera blanca en la temporada 64-65 y le hace ficha profesional del primer equipo por lo cual éste opta por dejar el trabajo de pulidor en la Platería Meneses  y se decanta por el fútbol en exclusividad. La decisión no fue errónea ya que Grosso comenzó una larga carrera en el Real Madrid de gran éxito, en la cual formo durante 12 años parte de la primera plantilla madridista hasta su retirada, con un balance de  7 Ligas, 3 Copas y 1 Copa de Europa. Con la selección española se proclamó campeón del mundo de selecciones militares, ademas de ser internacional absoluto 14 veces. Consciente de su fútbol, pese a llegar a ser máximo goleador del equipo dos temporadas, con el paso del tiempo fue retrasando su posición para ayudar al equipo en otras labores. Su retirada llego en 1976 y el club le homenajeó mediante un partido ante el Slavia de Praga donde el público le rindió homenaje, rozando el lleno del estadio, a un chaval de barrio que llegó a ser capitán del Real Madrid. Para poder definir a Grosso no hay nada mejor que recordar la final de Copa del Generalísimo de 1974. Aquel día otro histórico del madridismo, Ignacio Zoco, estaba ante su último partido con la camiseta blanca. Como quiera que el resultado ya estaba decidido, 4-0 a favor de los blancos, Grosso que ejercía de capitán madridista pidió el cambio en los instantes finales para que saliera en su lugar Zoco y fuera éste quien tuviera el privilegio de recoger y alzar el  título de Copa.

Boskov y Grosso en el banquillo del Bernabéu en la temporada 81-82 (ABC)

Boskov y Grosso en el banquillo del Bernabéu en la temporada 81-82
(ABC)

Tras la retirada, y pese a que Grosso había declarado un par de años antes que no quería seguir ligado al fútbol y menos de entrenador profesional, se desdijo de aquellas palabras para comenzar poco después a entrenar al Magerit juvenil. No pasó mucho tiempo y retornó a la “Casa Blanca”, primero como coordinador de equipos en la cantera madridista, aunque también le usaban como observador por lo que Raimundo Saporta, en el verano de la muerte de Bernabéu, le mandó a ver jugadores en una gira por Sudamérica. En 1979 ascendería a entrenar a los Juveniles, para en 1981 dar el salto y pasar a ser ayudante de Vujadin Boskov en la última temporada de éste como entrenador de la primera plantilla. Con la incorporación de Amancio como entrenador del Castilla, pasó a ser su segundo y tras promocionar éste al primer equipo, continuó como ayudante suyo. Desde ese momento sería de manera habitual el 2º entrenador del primer equipo con Amancio, Luis Molowny, Leo Beenhakker, John Toshack, la dupla Di Stefano/Camacho y Radomir Antic. Entre tantas temporadas también hubo un paréntesis para entrenar al Castilla, junto a García Remón al no tener éste el carnet de entrenador nacional, durante gran parte de la temporada 86-87.

Al igual que paso con Moleiro, en determinados momentos Grosso tuvo que tomar el mando del primer equipo y ser el entrenador titular en diversos partidos oficiales. Su debut acaeció a finales de Marzo de 1986 con la visita a las Islas Canarias del conjunto merengue. Con un Madrid recién proclamado Campeón de Liga, los blancos centraban el objetivo en revalidar el título de la UEFA conseguido el año anterior. Nuevamente tocó como rival un conocido de aquellos años, el Inter de Milán, por lo que Molowny quiso preparar el partido a conciencia viajando a Milán para presenciar el derby de la Madonnina. Pese a que finalmente este partido se aplazó, Molowny no volvió a España y fue Grosso quien dirigió al Real Madrid en el Insular de Las Palmas. Allí, con un Madrid pleno de ausencias y lesiones, vivió uno de los partidos más raros de su carrera, ya que alcanzo el minuto 81 con victoria 1-3 en el marcador para acabar perdiendo el partido por 4-3 antes del pitido final.

Grosso en el banquillo del Insular en Marzo de 1986.

Grosso en el banquillo del Insular en Marzo de 1986.

Tras eliminar al Inter, por cuarta vez en seis temporadas, el Madrid afrontó la doble final de la UEFA ante el Colonia, y nuevamente Molowny hizo de espía viajando a Alemania para ver al rival. En el envite que disputó el Madrid en el vetusto Atocha, Grosso repitió como entrenador titular en un partido en el que al igual que el anterior volvió a salir goleado, esta vez por 5-3 ante la Real Sociedad, con una segunda parte en la cual el Madrid tocó fondo tras el duro partido de semifinales, prórroga incluida, que había jugado entre semana ante el Inter.

En el posterior trienio triunfal liguero de Leo Beenhakker también tuvo que salir como primer entrenador en alguna ocasión. En concreto en un nuevo desplazamiento, esta vez al Martínez Valero de Elche. Sucedió en la penúltima jornada liguera de la temporada 88-89. Con un Madrid ya Campeón de Liga y a expensas de jugar las semifinales de Copa del Rey, el holandés ya estaba organizando su vuelta a los Países Bajos toda vez que no iba ser el entrenador del Real para la siguiente temporada. Debido a las distintas gestiones que tenía que realizar no se desplazó a Elche y fue nuevamente Grosso quien por tercera vez dirigía al equipo de manera oficial. A la tercera fue la vencida y finalmente pudo estrenar su casillero de entrenador con una victoria por 1-3, pese a jugar con un equipo de reservas.

EntrenadoresOlvidados12El madrileño volvió a sentarse un par de años después como entrenador titular madridista, aunque en esta ocasión las circunstancias fueron bien distintas. La temporada 90-91 fue pródiga en problemas para los blancos, la ausencia de buen juego unida a los resultados propicio el cese de John Benjamin Toshack como entrenador blanco en el mes de noviembre. Para intentar encauzar el rumbo se encargó el banquillo a Alfredo Di Stéfano, quien en esas fechas estaba de asesor presidencial, y se instauró un triunvirato con dos ayudantes: José Antonio Camacho y Ramón Grosso, para intentar enderezar la nave blanca. Aquel experimento duró unos meses y la eliminación europea, 1-3 ante el Spartak de Moscú en el Bernabéu, unida a la necesidad imperiosa de clasificarse para Europa en un club que estaba en proceso electoral, precipitó un nuevo cambio en el banquillo: Di Stéfano se iba y llegaba Radomir Antic. Sin embargo el serbio no se sentó en el banquillo blanco inmediatamente, por lo que el partido liguero del 25 de Marzo tuvo en el banco local como inquilino a Ramón Grosso. Sería la 4ª vez de manera oficial que lo haría y esta vez se saldaría con un empate que no desentonaría con el juego madridista de aquellas fechas. La llegada de Benito Floro y su segundo Pepe Carcelén, retiraría del primer equipo a Grosso, quien volvería a las categorías inferiores y a labores de ojeador para el Real Madrid durante los siguientes años, hasta que una desgraciada enfermedad le alejara del césped de la Ciudad Deportiva y nos privara en 2002 de aquel chaval que tomó el simbólico relevo de Di Stéfano en la delantera blanca, el día del partido homenaje a la “saeta rubia”

Radomir Antic y Ramón Grosso en la última etapa del madrileño.

Radomir Antic y Ramón Grosso en la última etapa del madrileño.

Al igual que Moleiro, Grosso fue siempre un hombre de club que sin hacer ruido desarrolló una labor sorda pero de gran valor para el funcionamiento del club, y que dado que están alejados de los focos mediáticos y las primeras páginas de la prensa deportiva, parece que queda oscurecida y olvidada. Con este reportaje quiero recordar en parte la labor de estos dos madridistas y que en cierta manera se revalorice su figura y se le dé la importancia que merece, puesto que si el Madrid ha alcanzado la gloria actual es gracias a todos aquellos que tanto delante como detrás de los focos trabajan día a día para el Real Madrid.

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