El 7 de mayo de 1986 en el Sánchez Pizjuán de Sevilla se disputó la Final de Copa de Europa entre el Steaua de Bucarest y el FC Barcelona. El partido finalizó con empate a 0 y la prórroga también por lo que todo se decidió en una tanda de penalties que coronó al portero Helmuth Duckadam como el héroe de la noche y el verdugo del sueño azulgrana. El Steaua anotó 2 goles y el FCB erró los 4 penalties que lanzó.
La derrota provocó una grave crisis en el FC Barcelona que tendría que esperar 6 años para alzarse con su primera Copa de Europa (Wembley, 1992).






