Tras dejar en la cuneta a Rumanía, Irlanda del Norte, Eire y Hungría, el equipo nacional español se presentaba en la finalísima de la II edición de la Copa de Europa de Naciones, cuya fase final se disputaba en nuestro país. El 21 de junio de 1964 el Santiago Bernabéu de Madrid recibía a las formaciones de España y Unión Soviética, vigente campeona, que iban a protagonizar una final intensa, igualada, emocionante, de poder a poder. Pepe Villalonga, nuestro seleccionador, repetía con los mismos once héroes que se habían desecho de la potente escuadra húngara cuatro días antes, en unas durísimas semifinales, con prórroga incluida: Iríbar; Rivilla, Olivella, Zoco, Calleja; Fusté, Suárez; Amancio, Pereda, Marcelino y Lapetra. Chus Pereda, que ya había adelantado a España en la semifinal, abría el marcador a los cinco minutos, pero Khusainov igualaría la contienda sólo tres más tarde. Cuando todo parecía abocado a otro tiempo extra, que hubiera sido terrible para un equipo exhausto como el nuestro, Pereda metía un balón al área soviética y Marcelino, con un inverosímil cabezazo, dejaba petrificado a Yashin para dar a España su primer título de selecciones. El único para nuestro fútbol durante los siguientes 44 años.






