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Publicado en la revista oficial de la Real Federación Española de Fútbol nº 80, 2005, con motivo de la condecoración de Félix Martialay con la medalla de oro de la RFEF.

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El Tucídides del fútbol español

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Dicen los expertos que fue en el siglo VI antes de Cristo cuando surgió en el mundo occidental la idea de individualidad: en Grecia el hombre dejó de ser sólo parte de una raza o de un pueblo para reivindicarse a sí mismo como ser individual. El surgimiento de esta nueva convicción provocó en los hombres de aquel tiempo la necesidad imperiosa de saber quiénes eran: así estaba escrito a la entrada de Delfos, en una frase que ha atravesado toda la Historia: «conócete a ti mismo».

Fue en este siglo VI cuando Tales hizo su célebre viaje a Egipto y cuando su discípulo Anaximandro afirmó una intuición prodigiosa: el origen de todo es lo inescrutable. Es, en resumen, el nacimiento de la Filosofía. Ocurre sin embargo que el propósito de estos autores (al igual que del resto de los llamados presocráticos) estaba lejos de hacer Metafísica, sino que antes bien lo único que se proponían era hacer Física, esto es, estudiar el mundo que los rodeaba. Es por ello por lo que una de las tareas que llevó a cabo Anaximandro fue la de hacer un mapamundi.

Los hombres del siglo siguiente, herederos y cultivadores de esta filosofía, se dieron cuenta de que había un aspecto fundamental, descuidado hasta el momento, que les ayudaría a comprender quiénes eran: su pasado. Así lo entendieron los fabulistas jonios, el más famoso de los cuales es Hecateo de Mileto, que comenzaron a hacer las primeras investigaciones para desentrañar la verdad de entre todas las narraciones y cuentos que se conocían por lo menos desde época homérica.

Una generación después, en torno al año 440 a.C. Heródoto de Halicarnaso continuó la labor de Hecateo como investigador («histor») y creó la palabra «historia» para designar a esta nueva ciencia de la investigación del pasado. Heródoto hizo avanzar notablemente la ciencia historiográfica, sobre todo en la búsqueda de fuentes, pero, aunque crítico con él, fue incapaz de romper definitivamente con el mito, muy presente en sus nueve libros de Historia. Ese paso sólo conseguiría darlo, una generación más tarde, Tucídides de Atenas, magistral intérprete de las fuentes según un racionalismo en que sólo cabe el dato contrastado, sólo la conclusión lógica. Si, como es bien sabido, Tucídides es el padre de la historiografía moderna      , la del fútbol español tiene su propio maestro: Félix Martialay.

Explicar detalladamente la aportación de Martialay a la historia del fútbol español requeriría al menos una monografía, y hablar del personaje una colección de ellas. Podemos decir sin lugar a dudas que Martialay ha dedicado su vida al fútbol. Apasionado aficionado, pronto comenzó su producción, primero como periodista y después como historiador. Su profundísima cultura, inusual sentido común y agudísima inteligencia se mezclaron desde sus primeras páginas con un excelente estilo, a veces más cercano a lo literario que a lo periodístico. Ciertamente es capaz de mezclar magistralmente en sus obras periodismo y la historia, con una elegante prosa, cual Tucídides.

Su conocimiento y estudio de las fuentes es insuperable. Testigo de una gran parte de la historia de nuestro fútbol, su memoria sólo le sirve para saber cómo buscar documentos que prueben aquellas ideas preconcebidas que pudiera tener. Nunca se limita a una fuente, siempre busca todas las que están a su alcance para acercarse lo más posible a la verdad, el único principio que le mueve en sus investigaciones.

En los últimos veinte años su labor para la difusión de la historia del fútbol ha sido constante e incansable. Enumerar sus títulos nos ocuparía varias páginas, pero creo que entre ellos hay que destacar su «Implantación del profesionalismo y nacimiento de la Liga» y «Amberes, allí nació la furia española». Es probablemente en ellos donde Martialay ha escrito sus mejores páginas, donde más fruto ha conseguido dar a las innumerables fuentes consultadas, donde mejor ha demostrado cómo hacer un libro de historia del fútbol.

El empeño de Martialay no sólo se ha limitado a su brillante obra historiográfica, sino que ha formado y liderado a varias generaciones de investigadores e historiadores, con los que ha trabajado y colaborado en diversos estudios y a los que ha trasmitido todo su conocimiento y genialidad e inculcado sólidos valores.

Libros de fútbol se han escrito en España al menos desde los años veinte, pero sus autores no pasan de ser como aquellos primeros fabulistas jonios, narradores de historias más o menos fantásticas: nunca fue tan imitado Hecateo de Mileto como en el fútbol español. Félix Martialay, sin Heródoto en el que apoyarse, se ha convertido en el verdadero Tucídides de la historiografía deportiva en España, y por ello es digno merecedor del homenaje que la RFEF le rendirá en próximas fechas.

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Presidente del CIHEFE

Publicado en: General