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En 1927 se fundó en la localidad burgalesa de Miranda de Ebro el Club Deportivo Mirandés. Después de varios años en categorías regionales, alcanzó la Tercera División en 1944, de donde sólo se ausentó tres temporadas antes de su ascenso a la recién creada Segunda B en 1977. En su debut en esta categoría ocupó

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El minuto negro del Mirandés

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En 1927 se fundó en la localidad burgalesa de Miranda de Ebro el Club Deportivo Mirandés. Después de varios años en categorías regionales, alcanzó la Tercera División en 1944, de donde sólo se ausentó tres temporadas antes de su ascenso a la recién creada Segunda B en 1977. En su debut en esta categoría ocupó una meritoria cuarta plaza, manteniendo sus opciones de ascenso a Segunda A hasta tres jornadas antes del final.

El 18 de Julio de 1978 se presentó ante su afición el nuevo proyecto del Mirandés, manteniendo a Victoriano Aguirrebeña como presidente y a Manuel Arano como entrenador. El objetivo de igualar o mejorar lo realizado la temporada anterior se antojaba complicado, tras los descensos de Oviedo y Tenerife que venían a incrementar la dureza del grupo.

Los burgaleses empezaron la temporada en la zona medio alta de la tabla, con victorias locales ante Bilbao Athletic y Lugo, empatando fuera con el Sestao y cosechando su primera derrota en Pontevedra en la jornada cuarta, de la que se recuperó con cinco victorias consecutivas que le llevaron a alcanzar el liderato. Una derrota por 1-0 en Avilés frente al Ensidesa devolvió a los mirandeses a una segunda plaza que sólo abandonaría momentáneamente en la jornada 22, pese a ganar en Lugo, tras ser superado en el cociente de goles por el Tenerife, que además era el único equipo que había puntuado en Anduva, al arrancar un empate a uno en un partido que tuvo que jugarse en dos días, tras suspenderse por la niebla.

En la jornada 27, el líder, Bilbao Athletic, perdió por 2-0 en Torrejón y el Mirandés aprovechó para arrebatarle la primera plaza tras derrotar por idéntico resultado al Atlético Madrileño. La clasificación estaba muy apretada en la parte alta de la tabla, con los burgaleses en lo más alto con 36 puntos, seguidos por el filial bilbaíno y el Palencia con 34, Tenerife con 33, Cultural Leonesa y Orense con 32, Oviedo con 31 y Sestao y Torrejón con 30.

La derrota por 3-0 del Mirandés en la jornada 30 en Irún redujo aún más las diferencias en la tabla, quedando siete equipos en solo tres puntos, pero dos victorias consecutivas de los burgaleses, el Palencia y el Oviedo, dejaron a estos tres conjuntos como los principales implicados en la lucha por el ascenso a falta de tres jornadas. Faltando cuatro jornadas para el final quedó como líder el Mirandés, con dos puntos de ventaja sobre el Palencia y tres más sobre el Oviedo, y además con el «goal-average» particular ganado frente a ambos equipos. Tres puntos más, y los rojillos alcanzarían el ascenso a Segunda División A.

El 27 de Mayo, el Mirandés caía por 3-1 en Zamora, lo que aprovecharon palentinos y ovetenses para acercarse en la tabla, tras vencer fuera de casa al Bilbao Athletic y el Lugo, respectivamente. La semana siguiente, los tres hacían valer su condición de locales, quedando el Mirandés, aún líder, a un solo punto del ascenso, que debía lograr en la penúltima jornada, en Tenerife, o en la última, en Anduva frente al Langreo, dos conjuntos que ya no se jugaban nada.

El día 10 de Junio el conjunto burgalés perdió la primera oportunidad, al caer derrotado en el Heliodoro Rodríguez por 2-1. Los rojillos aguantaron el empate a cero hasta el minuto 75, empataron de penalti en el 83 y encajaron el gol de la derrota, también de penalti, en el 88. Mientras tanto, el Palencia empataba a uno en Lugo, arrebatando el liderato al Mirandés, y el Oviedo ganaba 0-1 en Orense, quedando a un solo punto.

Las matemáticas decían que en la última jornada, que jugaban los tres equipos en sus respectivos feudos, Mirandés y Palencia ascenderían con el empate, mientras el Oviedo necesitaba ganar y esperar a que uno de los otros dos perdiese. La suerte estaba echada, y se decidiría el 17 de Junio a partir de las seis de la tarde, con Langreo, Pontevedra y Pegaso como convidados de piedra a las fiestas o dramas de Anduva, La Balastera y el Carlos Tartiere.

La tarde empezó bien para el Palencia, que marcó el 1-0 en el minuto trece, gracias a un penalti transformado por Teixidó. Cuando faltaban unos segundos para llegar al descanso, fue el Mirandés el que se puso por delante en su partido, gracias a un gol de Mata. Mientras tanto, en el Carlos Tartiere, el Oviedo no conseguía deshacer el empate inicial ante el subcolista. Hubo que esperar al minuto setenta y uno para que los asturianos hiciesen por mediación de Herbera el gol que les daba opciones de ascenso. Poco después, en el minuto 80, Manzano conseguía el empate del Langreo en Miranda, pero este resultado aún era suficiente para los locales. En los minutos siguientes, acabaron los partidos de La Balastera y el Carlos Tartiere, con fiesta por todo lo alto en Palencia, y decepción en Oviedo. Pero el último capítulo aún no estaba escrito y así, en el minuto 90, Atilano aprovechaba los nervios de los jugadores del Mirandés para hacer el 1-2 que apartaba a los burgaleses de la Segunda A y daba al Oviedo un ascenso que unos segundos antes daba por imposible. La crónica deportiva finaliza aquí, con la alegría inesperada de los asturianos y la amarga decepción de los mirandeses.

Pero hubo una historia paralela de este «no-ascenso» del Club Deportivo Mirandés. Conforme iba avanzando la temporada, empezó a circular un rumor que decía que a los burgaleses no les interesaba subir a Segunda División porque no tenían potencial económico para afrontar dicha categoría. Incluso se sugirió que la temporada anterior los rojillos no habían apretado lo suficiente para no verse envueltos en la lucha final por el ascenso. La afición mirandesa veía con preocupación todos estos comentarios, ya que de confirmarse, podrían frustrar el sueño de alcanzar la Segunda División.

Cuando se produjo la remontada del Langreo en los últimos minutos del último partido, muchos vieron la prueba de que sus temores estaban fundamentados; incluso se insinuó que la defensa mirandesa no había hecho muchos esfuerzos por evitar el segundo gol visitante. Nunca sabremos si hubo algo de cierto en ello, pero el hecho es que numerosos aficionados mirandeses se quedaron en el estadio increpando a sus jugadores, técnicos y, sobre todo, directivos. El escándalo fue mayúsculo y, como consecuencia de él, el presidente se vio forzado a presentar su dimisión irrevocable unos días después. Aunque también se alzaron voces sugiriendo que el Langreo pudo haber recibido una importante prima de sus vecinos del Oviedo, la opinión predominante fue la que indicaba que el partido y el ascenso se habían vendido.

El club acusó el golpe; la pérdida de credibilidad entre muchos de sus propios aficionados le ocasionó numerosos problemas económicos que le llevaron a perder la categoría tres años después, militando desde entonces mayoritariamente en Tercera División, salvo tres temporadas en Segunda B, hasta que en 1995 descendió a Categoría Regional. Sin embargo, este momento crítico marcó el principio del resurgir del Mirandés, con una numerosa afición entregada a sus colores. En 1997 llegó el retorno a Tercera División y en 2003 un nuevo ascenso a Segunda B. En la temporada de su reestreno en esta categoría, reverdecieron viejos laureles y se clasificaron para disputar la fase de ascenso a Segunda A, en la que acabaron cediendo ante el Pontevedra. Un nuevo e inesperado descenso a Tercera cortó la progresión deportiva del club, pero no redujo el empuje de la afición que, cuatro años después, vio como su equipo recuperaba la Segunda B tras superar sucesivamente a los equipos de La Muela, Peña Sport y Jerez Industrial, abriendo la puerta para un nuevo intento de alcanzar la categoría que se les escapó en 1979 por un minuto fatídico.

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Publicado en: Fútbol Modesto