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Biografía deportiva del futbolista inglés Harry Gregg, superviviente de la tragedia de Múnich. Accidente aéreo ocurrido en 1958.

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Harry Gregg, historia del Manchester United.

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Si hablamos de Bobby Charlton, seguro que sabemos de quien se trata. Si nombramos a Sir Matt Busby, por supuesto. Y si mencionamos a Duncan Edwards, esperamos que también. Lo que sería muy agradable es que si citamos a Harry Gregg, todos supiéramos quien es.

Nos situamos. 6 de Febrero de 1958. Manchester United. Seguro que ya sabemos a qué nos referimos. Tercera edición de la Copa de Europa. El día antes, miércoles, los ingleses habían jugado en Belgrado el encuentro de vuelta de la eliminatoria de cuartos de final contra el Estrella Roja.

Ante 53.000 espectadores y con arbitraje a cargo del Sr. Karl Kainer, la alineación que presentó el Manchester para enfrentarse a los yugoslavos fue la formada por Harry Gregg, Roger Byrne, Bill Foulkes, Mark Jones, Eddie Colman, Duncan Edwards, Bobby Charlton, Kenny Morgans, Albert Scanlon, Tommy Taylor y Denis Viollet.

El resultado al final de partido fue de empate a 3 goles, marcados por parte inglesa por Viollet y dos de Bobby Charlton, todos en la primera parte. Con este resultado, unido  a la victoria obtenida en Manchester el 14 de enero por dos a uno, el United se clasificó para disputar las semifinales.

Junto con el Estrella Roja, ya habían eliminado en el campeonato a los irlandeses del Shamrock Rovers y a los checoslovacos del Dukla de Praga, y se plantaban en semifinales ante el Milan italiano.

Los pupilos de Matt Busby volvían a casa felices por la meta alcanzada, y esperanzados en llegar más lejos que en la anterior edición donde habían sido eliminados en semifinales por el Real Madrid.

Según relata la documentación de aquellos años, un avión bimotor, de nombre “Elizabethan”, les llevaba a Londres de vuelta. Partieron de Belgrado, remontaron Los Alpes y aterrizaron en Munich para repostar. A la una de la tarde del trágico jueves aterrizó el avión de la British European Airways en la ciudad alemana. Buena hora para repostar el avión y para que los pasajeros descansaran y tomaran algo en el restaurante del aeropuerto. A la hora de partir de Munich, estaba nevando, y una capa fangosa cubría la pista de despegue. El piloto lanzó el aparato, y por dos veces no logró tomar altura. Volvió atrás e hizo controlar los motores. Los técnicos de tierra aseguraron que funcionaban perfectamente. El piloto realizó  entonces la tercera intentona, pero el bimotor siguió sin elevarse. Cuando se acabó la pista de cemento corrió sobre el prado que se extendía a continuación. En un esfuerzo supremo logró elevarse como cosa de dos metros; a la tercera intentona fue a estrellarse contra la casita de un jardinero que se alzaba en la llanura, cuyo propietario se llamaba Rudolf  Berger. El único obstáculo que había en cerca de un kilómetro a la redonda. El avión quedó partido en dos, desecho en la nieve.

Casa contra la que chocó el avión del Manchester.

Casa contra la que chocó el avión del Manchester.

A los pasajeros que iban en la parte de cola del avión les tocó la peor parte. Ni uno sólo pudo salvarse. Los de la otra zona fueron espectadores de la tragedia. Según se relata, Bill Foulkes estaba sentado de espaldas a la cabina, en la mitad del avión, dando las cartas en una partida de póker que había iniciado con Ken Morgans y Bert Scanlon. Después del golpe, de repente se hizo la oscuridad más absoluta. Tuvo la impresión de que Morgans y Scanlon habían sido arrancados de sus asientos. El avión se había partido en dos justo por delante de Foulkes. Si saber lo que hacer, se puso a correr como un loco sobre la nieve, hasta que oyó las voces de un compañero llamándole “¡vuelve atrás Bill!”. Era Gregg quien le llamaba.

Colman, Whelan, Taylor… hasta siete jugadores fueron abatidos por la muerte; y con ellos varios pasajeros y  algunos periodistas de los que habían acompañado al equipo a Belgrado. Heridos de gravedad, entre ellos, Matt Busby y el extraordinario Edwards, sin discusión el mejor medio volante del fútbol inglés en aquel momento.

Duncan Edwards fallecería días después, con 21 años. Edwards resultó muy golpeado y había perdido mucha sangre. Pero el principal problema era que se había destrozado el riñón. Los médicos necesitaban conseguir uno artificial, con urgencia, para salvar la vida del centrocampista. El riñón artificial llegó a las 32 horas, pero no funcionó como se esperaba. La sangre de Edwards se había coagulado y en el interior de su cuerpo se desató una hemorragia generalizada. Edwards falleció el 21 de febrero tras 15 días ingresado y luchando por su vida en el hospital Isar der Rechts de Munich. En la iglesia de Saint Francis hay dos vidrios con la efigie de Duncan Edwards. En una de ellas, reza esta inscripción: «Hay muchos cuerpos, sólo hay un alma».

Restos del fuselaje del avión.

Restos del fuselaje del avión.

Al principio se ignoraron las causas del accidente. Más adelante, cuando se abrió una investigación para averiguarlas, surgió la verdad: el avión llevaba hielo en las alas. La masa blanca era lo que le había impedido elevarse. No habían fallado los motores ni se trataba de un sabotaje, como también se quiso sospechar…

Harry Gregg, el guardameta del Manchester, fue el primer jugador superviviente que puso el pie en Inglaterra. Más tarde relató que en adelante a donde fuera a jugar con el equipo, él iría en tren, o en barco, o en bicicleta, pero que volar, no  volaría más.

Más tarde, se comentó que su compañero Eddie Colman parecía que lo estaba adivinando. Jamás había subido voluntariamente en avión. Siempre decía: “Con tantos trenes buenos como hay aquí, con tantos coches-cama!” Su alegría durante todo el viaje los había contagiado a todos. Pero en el avión no estaba alegre. Casi no hablaba. Cuando el aparato intentó elevarse por tercera vez se le veía pálido. Miraba con ansiedad por la ventanilla. Al final, cuando la máquina empezó a vibrar, se hizo un silencio espeso. Después vino la explosión y todo fue oscuridad. Colman falleció en el accidente.

El Sr. Gregg en activo, y en una fotografía reciente.

El Sr. Gregg en activo, y en una fotografía reciente.

Harry Gregg, fue el héroe de los momentos que siguieron a la catástrofe. No perdió la serenidad. Aunque existía el peligro de nuevas explosiones estuvo ayudando a rescatar heridos.

Refería con modestia que los periódicos habían “hinchado” la historia. Que no era ningún héroe. ¿Qué tiene de heroico ayudar a los compañeros? ¿Es que otro en mi lugar podría haber hecho distinta cosa?.

Gregg tuvo el valor de volver al avión para rescatar del fuselaje retorcido del avión a varios pasajeros, a pesar de los gritos del capitán del avión, James Thain, que le decía “¡ corre, va a explotar!; rescató, entre otros a una señora embarazada, llamada Vera Lukic, esposa de un diplomático yugoslavo, y a su hija pequeña, llamada Venona; a los jugadores Bobby Charlton, a Jackie Blanchflower y Dennis Viollet, y hasta al propio manager Matt Busby, que estaba frotándose el pecho y quejándose “mis piernas, mis piernas”. Busby llegó a recibir posteriormente hasta en dos ocasiones la extremaunción.

Parece ser que Bobby Charlton vivió la paradoja de la vida como nadie; Charlton y Viollet les cambiaron los asientos a David Pegg y a Tommy Taylor antes de despegar, dado estos últimos querían irse al fondo del avión para poder dormir…ambos murieron.

Respecto a Matt Busby, mientras Edwards estaba hospitalizado, se contó que nadie tuvo valor para decirle que habían muerto siete de sus jugadores. Preguntó Busby cómo estaban sus muchachos, los “Busby Babes”. Se le respondió que todos estaban bien…

También logró sacar del avión a Frank Swif, portero internacional del Manchester City, entonces cronista deportivo del News of the World. Se lo cargó a cuestas y lo sacó fuera del avión, aunque lamentablemente después fallecería en el hospital.

En el mismo aeropuerto perdieron la vida Tommy TAYLOR (26 años), “el soltero sonriente”, acaparador de miradas femeninas cuando paseaba por las calles de Manchester; Roger BYRNE (28 años) “el capitán tranquilo”, al que los reservas jóvenes del equipo llamaban “Tío Roger”; Mark JONES (24 años) “cabeza de hielo”;  Eddie COLMAN (21 años) “El peque”; Bill WHELAN (22 años)“el gato soriano”; David PEGG (22 años) “el extremo volador”; y GEOFF  Bent (26 años)“cena fácil”. Estos eran los apodos por los que se les conocía. El de “cena fácil” se lo pusieron a Geoff por su manía de las apuestas “¿nos jugamos la cena?” proponía continuamente. O “apuesto la cena a que ése hace gol”.

A estos siete, hubo que añadir el nombre de EDWARDS. En total, fallecieron 8 jugadores, casi el equipo completo.

Sobrevivieron al accidente estos jugadores: Johnny Berry, Jackie Blanchflower, Dennis Viollet, Ray Wood, Bobby Charlton, Bill Foulkes, Harry Gregg, Ken Morgans y Albert Scanlon.

Unos meses más tarde de la tragedia, el 3 de mayo, el Manchester United llegó a la final de la FA Cup. En el equipo titular solo había cuatro futbolistas de la plantilla anterior al accidente de Múnich: Bobby Charlton, Bill Foulkes, Harry Gregg y Dennis Viollet. El resto del equipo o había muerto, o no volvería a jugar al fútbol, o todavía no estaban plenamente recuperados. Perdieron el partido 2-0 contra el Bolton.

Supervivientes en 1997. De izquierda a derecha, Bill Foulkes, Harry Gregg, Dennis Viollet; Jackie Blanchflower, Bobby Charlton,Ray Wood, Ken Morgans y Albert Scanlon. (Falta Berry, fallecido en 1994).

Supervivientes en 1997. De izquierda a derecha, Bill Foulkes, Harry Gregg, Dennis Viollet; Jackie Blanchflower, Bobby Charlton,Ray Wood, Ken Morgans y Albert Scanlon. (Falta Berry, fallecido en 1994).

Actualmente, únicamente viven Harry Gregg y Bobby Charlton.

Matts Busby falleció el 20-1-94; Bill Foulkes el 25-11-2013; Johnny Berry el 23-9-1994; Jackie Blanchflower el 02-9-1998; Ken Morgans el 18-11-2012; Albert Scanlon el 22-12-2009; Dennis Viollet el 6-3-1999; y Ray Wood el 7-7-2002.

Harry Gregg nació el 27 de Octubre de 1932 en Magherafeit, Irlanda del Norte. Jugó en el Doncaster Rovers desde la temporada 1952-53 a la 1957-58; Manchester United, desde 1957-58 a 1966-67 (disputó 247 partidos) y Stoke City (temporada 66-67). También fue internacional con Irlanda del Norte en 25 partidos. Participó en el Mundial de 1958 celebrado en Suecia, jugando 4 partidos:

8 de Junio, contra Checoslovaquia: 1-0.

11 de Junio, contra Argentina: 1-3.

15 de Junio, contra Alemania Occidental: 2-2.

19 de Junio, contra Francia: 0-4.

Gregg ha quedado inmortalizado para la historia del Manchester United como “EL HÉROE DE MUNICH”, aunque  parece que siempre se ha sentido incómodo por tal reconocimiento.

Entre los numerosos homenajes y reconocimientos recibidos a lo largo de su vida, fue nombrado miembro de la Orden del Imperio Británico en 1995.

Escribió su autobiografía, en el libro titulado “El partido de Harry”, relata su historia donde, obviamente, hace referencia a la tragedia de Munich.

Frank Taylor, el único periodista que sobrevivió al accidente, escribió también el libro “Munich: el día que un equipo murió”, que fue muy elogiado en su momento. Pero al parecer contenía lo que Gregg denominó “licencia poética”. En él, se  describió cómo de eficaces trabajaron las autoridades alemanas y de cómo una flota de ambulancias y de equipos de bomberos siguieron el avión por la pista en el tercer y desastroso despegue. Si eso hubiera sido verdad ¿por qué les trasladaron al hospital en la parte de atrás de una furgoneta?…en fin, historias de aquel trágico día…

En homenaje al Manchester United, el cantante Patrick Morrisey escribió su canción “Munich Air disaster 1958”: “Les echamos de menos, cada noche, les besamos. Sus caras están grabadas en nuestras cabezas. Me gustaría haber caído con ustedes”.

Harry Gregg, en una de sus numerosas entrevistas concedidas declaró que pudiera ser que no fueran el mejor equipo del mundo. Puede que nunca lo llegaran a ser. Pero sin duda fueron los más queridos. El equipo tenía juventud, carisma, y, sobre todo, humildad. La magia del Manchester pudo morir en Múnich, pero las emociones que generó aquel equipo permanecen imborrables en la memoria de los aficionados.

Hoy en día, con 82 años, vive en Coleraine, Irlanda del Norte.

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