RESUMEN:

Josep Samitier, que - con el permiso del hispanofilipino Paulino Alcántara - fue el primer crack "mediático" vestido de azulgrana, y también va a ser el primer entrenador en plantearse su trabajo según unos postulados que luego serían moneda común en el cargo, dejando atrás el amateurismo voluntarista para profundizar en una tarea plenamente profesional, que iría evolucionando al mismo ritmo que el fútbol se convertía en universal espectáculo de masas y caldera de pasiones no siempre bien encauzadas.

ETIQUETAS:

, , , , ,

PDF

Josep Samitier, el primer entrenador “moderno” del Barça (1944-1947)

De
Download PDF

Samitier01Para jugar al fútbol como diversión tan sólo hacen falta un grupo de personas – a ser posible número par – un balón que ruede (o algo semejante), y un terreno mínimamente practicable, así como la aceptación tácita de algunas sencillas reglas a las que atenerse. Cuando del juego se pasa al deporte, y para que esas normas se cumplan siempre a rajatabla, van a aparecer unos jueces teóricamente imparciales, el árbitro, y sus auxiliares. Las dimensiones del terreno de juego, de las áreas y de las porterías, se reglamentarán también, y lo que empezó siendo un mero pasatiempo, con los años devendrá en espectáculo de masas, con sus participantes activos convertidos en profesionales, mejor o peor pagados. Y para gestionar esos grupos humanos, mantenerlos en las mejores condiciones físicas y técnicas,  y situarlos sobre el campo con la óptima disposición táctica para vencer al adversario, surgirá la figura del entrenador, que con el paso de los años comenzará a ganar una dimensión mediática, semejante o superior a veces a la de un artista o incluso un político.

En los próximos meses recordaremos la peripecia de distintos técnicos que se han sentado en el siempre difícil y problemático banquillo del Barça. Y para arrancar – y siguiendo un estricto orden cronológico – nada mejor que empezar glosando la personalidad de Josep Samitier, que – con el permiso del hispanofilipino Paulino Alcántara – fue el primer crack «mediático» vestido de azulgrana, y también va a ser el primer entrenador en plantearse su trabajo según unos postulados que luego serían moneda común en el cargo, dejando atrás el amateurismo voluntarista para profundizar en una tarea plenamente profesional, que iría evolucionando al mismo ritmo que el fútbol se convertía en universal espectáculo de masas y caldera de pasiones no siempre bien encauzadas.

EL MAGO DEL BALÓN

Josep Samitier i  Vilalta nació en Barcelona el  2 de febrero de 1902. Desde las filas de un conjunto llamado  Internacional, de la barriada de Sants, dio el salto al Football Club Barcelona en 1919, cuando contaba únicamente 17 años (fichado a cambio de un traje con chaleco y un reloj de esfera luminosa). Allí permanecería por espacio de 13 temporadas, convirtiéndose en el futbolista español más popular de los años 20, la década que alumbró el profesionalismo en nuestro país, junto con su paisano Ricardo Zamora, también compañero de equipo en los primeros tramos de su carrera. Samitier sería un hombre clave en la primera «Edad de Oro»  del club azulgrana, esos mismos «Felices 20», que se sustancia en la conquista de 8 Campeonatos de Cataluña, 5 de España y precisamente el primer Torneo de la Regularidad, la Liga 28-29. Internacional con España en 21 ocasiones ( tomó parte en el debut de la Selección, en los Juegos Olímpicos celebrados en Amberes en 1920), acabó abandonando el club en 1932 – tras disputar 454 partidos, marcando la friolera de 326 goles – a consecuencia de un desencuentro con la directiva presidida por Joan Coma, fichando a continuación por un Real Madrid que entonces todavía no era el «eterno rival» de los blaugranas . Con los blancos estuvo un par de temporadas, en las cuales ganó una Liga (1932-33) y la Copa de 1934, cuya final se disputó precisamente en la Ciudad Condal, en el Estadio de Montjuich. Inmediatamente antes del estallido de nuestra Guerra Civil ya hizo sus pinitos como entrenador, dirigiendo al Atlético de Madrid. Luego pasaría a Francia, donde jugó en el O.G.C. Niza hasta 1939, cuando colgó las botas. Se responsabilizó brevemente del conjunto de la Costa Azul en 1942, y dos años más tarde, debidamente «depurado» por las nuevas autoridades españolas, ya estará en disposición de reintegrarse a nuestro fútbol.

Los primeros años 40, como es bien sabido, no fueron demasiado positivos para el Barça, temas políticos aparte. Deportivamente el equipo tan sólo pudo conquistar el último Campeonato de Cataluña (1939-40), y la Copa del Generalísimo de 1942, tras vencer en una vibrante final disputada en Madrid, en el viejo «Chamartín»,  al Atlético de Bilbao (entonces el nombre oficial del conjunto vizcaíno) por 4 a 3. Esa misma temporada se vio obligado a pasar por el traumático trance de tener que disputar la promoción de permanencia en Primera División, pues al final de la campaña había quedado clasificado en duodécima posición, aunque finalmente solventó el compromiso con relativa facilidad, tras golear al Real Murcia por 5 a 1 en el mismo escenario donde una semana antes se había proclamado campeón copero. Luego, aunque las cosas  mejoraron en las dos siguientes campañas (tercero y sexto, respectivamente), el balance tampoco fue satisfactorio, de modo que en la directiva barcelonista, entonces presidida por un militar, el coronel Josep Vendrell i Ferrer, antiguo Jefe de Orden Público en La Coruña, pensaron que «Sami» podía ser el revulsivo, y le pusieron al frente de un equipo que no acababa de carburar, sustituyendo al ex-guardameta azulgrana Joan Josep Nogués.

El hombre que iba a hacerse cargo de la dirección técnica del Barça  no era un tipo corriente. Había sido un futbolista de excepción, imprevisible y genial dentro de los terrenos de juego, y esa genialidad continuaba fuera del campo. Extravertido y mundano, de espíritu cosmopolita, «bon vivant» y elegante, era gran amigo de celebridades como Carlos Gardel – que incluso le dedicó uno de sus tangos – o Maurice Chevalier, y de él siempre se dijo que tenía una habitación permanentemente a su disposición en el Hotel Oriente, en plenas Ramblas, gestionado por la familia Gaspart, uno de cuyos miembros, Joan Gaspart y Solves (1944), acabaría siendo directivo (vicepresidente entre 1978 y 2000) y finalmente presidente del Barça (2000-2003), aunque no pasara precisamente a la historia por la brillantez deportiva de su mandato ni por la buena gestión económica, no obstante su indudable y acendrado barcelonismo.

EN EL BANQUILLO…

El nuevo entrenador, no obstante, va a encontrarse con una magnífica plantilla, llena de excelentes y jóvenes jugadores, y reforzada por un goleador, el castellonense Basilio. Un grupo humano en el que la experiencia la aportaban los internacionales Raich y Escolá,  así como otro jugador que retornaba del pasado, el defensa Ramón Zabalo, uno de los zagueros importantes en nuestro fútbol de antes de la Guerra. Estos son los hombres de que dispuso el antiguo «Mago del Balón» para afrontar la temporada 1944-45: Velasco, Quique, Elías, Curta, Zabalo, Calo, Benito, Raich, Gonzalvo II, Calvet, Sierra, Sans, Sospedra, Valle, Escolá, Martín, Gonzalvo III, Bravo, Rueda, Basilio, Riba, César y Seguer.

Samitier02Samitier va a introducir una serie de novedades en la preparación del equipo, normas que hoy nos parecen básicas pero que entonces no lo eran tanto, ni muchísimo menos, cuando el fútbol – en teoría profesional -, no era tan exigente y aun no había dejado atrás del todo ese amateurismo voluntarista del que más arriba hablábamos. Por ejemplo, controlar lo que comían y bebían sus pupilos, limitando el consumo de alcohol ( o al menos tratando de hacerlo cuando estaba en su mano ), y vigilando también su dieta alimenticia. Igualmente pondrá énfasis en la necesaria disciplina, estableciendo unos horarios de entrenamiento y unos ejercicios no discrecionales, y sobre todo con sesiones conjuntas, nada de adiestramientos personales, por libre, buscando siempre la mejor compenetración del equipo sobre el terreno de juego. Para conocer a los rivales y preparar tácticamente los partidos no contaba, obviamente, con los sofisticados medios técnicos que existen hoy en día, pero trataba de paliarlo  a su manera. Verbigracia, llevándose a sus jugadores a presenciar encuentros de equipos modestos, para que viesen los fallos que acostumbraban a producirse, y escarmentasen en cabeza ajena, ejerciendo su magisterio en la misma grada, como si estuviese impartiendo una clase. Va a mejorar, por supuesto, la preparación física, a la sazón muy deficiente, pero su auténtico punto fuerte será el trabajo psicológico. Ayudado por su enorme carisma ante los futbolistas, se convertirá en un estupendo motivador, con gran ascendiente sobre ellos. Además, las relaciones entre la plantilla van a soldar fuertes lazos de camaradería y amistad, que se traspasarán al terreno de juego. Son cosas que podían ocurrir entonces, cuando las fichas y los egos aun se mantenían bajo un estricto control. También recurrirá a trucos de viejo zorro, como ampliar las dimensiones del campo de «Les Corts» mediante el sencillo expediente de retirar las sillas de pista que circundaban el césped, con lo cual se ganaban algunos metros y se favorecía el juego azulgrana, más técnico que el de la mayoría de sus rivales. Asimismo introdujo una novedad de tipo táctico, retrasando a uno de los medios e incrustándolo entre los dos defensas, como zaguero central, con lo cual inauguraba el esquema del 3-2-5.

Todas esas innovaciones va a ponerlas en práctica en su primera temporada en el banquillo, ofreciendo una imagen que se hizo clásica, ataviado con su sombrero, su elegante gabán y su bufanda,  y el sempiterno habano entre los labios, todo un dandy. El Barça no abandonará en ningún momento los lugares de cabeza de la clasificación, algo a lo que sus socios y seguidores ya no estaban en absoluto acostumbrados, y en la jornada 17 se puso al frente de la tabla, manteniendo un duro pulso con Real Madrid y Atlético (sic) de Bilbao, hasta que en la penúltima fecha se proclamó campeón matemáticamente, 16 años después de su primer triunfo en el torneo inaugural. Van a ser claves las victorias ante los merengues en «Les Corts» por 5 a 0 y en «Mestalla» frente al Valencia (2 a 3). Sin embargo en la Copa, los «Leones» de San Mamés van a dar buena cuenta del Barça derrotándole en ambos partidos.

En la siguiente campaña, la 45-46, el Barça se refuerza con una serie de delanteros (Gamonal, Morera, Tito, Peralta, Colino, incluso el mayor de la saga de los Gonzalvo, Juli) para suplir a Basilio – que no había cuajado y regresa a las filas del C.D. Castellón – , Riba y Rueda. El equipo vuelve a realizar una buena campaña, y llega a la última jornada con serias posibilidades de revalidar el título. Para ello, sólo tiene que derrotar al Sevilla en «Les Corts», y será campeón. Pero sucede que los andaluces son precisamente el rival a batir, porque con el empate o la victoria la Liga se iría para «Nervión», y en efecto consiguen hacer tablas y coronarse en terreno blaugrana (en lo que es hasta ahora su único entorchado liguero). Y en la Copa, los mismos hispalenses vuelven a ser los verdugos de los barcelonistas, venciendo con un apabullante 8 a 0 en su campo, tras un partido muy duro y accidentado, convirtiendo el choque de vuelta en un mero trámite (1 a 0 a favor del Barça). La única alegría de la temporada se produjo el 23 de diciembre de 1945, en vísperas de la Navidad, cuando el Barça conquistó un lejano precedente de la actual Supercopa de España, la Copa de Oro «Argentina», que enfrentó a los campeones de Liga y Copa de la campaña anterior, azulgranas y rojiblancos bilbaínos, en «Les Corts», en un encuentro de marcador espectacular: 5 a 4 a favor de los locales.

Samitier encara su tercer curso en el banquillo con una plantilla en la que es alta Estanislau Basora, un joven exterior derecho de tan sólo 20 años que pronto se convertirá en leyenda, así como los delanteros Amorós, Canal, Navarro II, Periche y Badenes. César Rodríguez, el «Pelucas» es la indiscutible figura del equipo, su gran referencia atacante, Escolá ya enfila la recta final de su carrera, y en cuanto a Mariano Martín, el ariete se encuentra muy mermado por las lesiones, y su concurso es casi testimonial. A la postre la Liga se la llevará el Valencia, cuando el Atlético de Madrid – que en enero de 1947 va a recuperar su nombre originario, abandonando el de «Atlético Aviación» – parecía tener todos los pronunciamientos a su favor para proclamarse campeón (el Barça no pasa de la cuarta posición). Y la Copa también le sigue siendo esquiva a los catalanes, aunque en esta oportunidad no le eliminará un cuadro de su mismo nivel, sino un conjunto de Segunda Division que acababa de ascender a la máxima categoría, el histórico Gimnástico de Tarragona, el «Nàstic», que triunfa sorprendentemente por 0 a 2 en «Les Corts» en el encuentro de ida, siendo insuficiente la victoria mínima azulgrana en la ciudad imperial a la vuelta.

Samitier03…Y ENTRE BASTIDORES

Los fracasos deportivos llevan siempre aparejada la marcha del entrenador (a veces ni siquiera los éxitos garantizan su continuidad), y estaba claro que para Samitier, igual que  tres años antes para Nogués, había sonado la hora de decir adiós al banquillo barcelonista. De modo que va a cesar en el cargo, con un balance de 89 encuentros oficiales dirigidos, con 51 victorias, 16 empates y 22 derrotas, 182 goles a favor y 127 en contra, y un porcentaje de triunfos del 57,3 % . La nueva junta presidida por Agustí Montal i Galobart colocará en su lugar a otro ex-jugador del club, el uruguayo Enrique Fernández, un interior izquierdo de gran calidad técnica al que la Guerra Civil  cortó de raíz su trayectoria blaugrana. Samitier se convertirá a partir de ese momento en secretario técnico de la entidad, y el Barça  va a aprovechar sus amplios conocimientos futbolísticos y el innegable don de gentes de aquel hombre de mundo, un excelente «public relations» antes incluso de que se acuñe el término. Aunque su fuerte personalidad chocará con algunos de sus sucesores en el banquillo azulgrana, comenzando por el mismo Enrique Fernández. Depuesto este a principios de 1950 (tras conquistar dos ligas consecutivas, en 1947-48 y 1948-49), Samitier se convertirá en «asesor técnico» del entrenador provisional, Ramón Llorens, antiguo portero y compañero suyo en las alineaciones de los «Felices Años 20»

Como secretario técnico va a apuntarse grandes tantos. El primero de ellos, arrebatar en 1950 a Ladislao Kubala al Real Madrid, que ya estaba a punto de contratarlo. Samitier consiguió  que Kubala se decantase por el Barça, y con él vendrá también su cuñado, el entrenador de origen eslovaco  Ferdinand Daucik, que ocupará el banquillo blaugrana durante cuatro temporadas. Los buenos oficios de «Sami»  también tendrán algo que ver con el levantamiento de la suspensión federativa que pesaba sobre Laszi, a causa de su huida de Hungría, y ya por fin en abril del 51 el as centroeuropeo puede disputar encuentros oficiales, iniciando – él y el Barça – una trayectoria triunfal. En 1953 se trae para la Ciudad Condal a otro fenómeno, el argentino Alfredo Di Stefano, a la sazón jugando en el Millonarios de Bogotá. Pero este fichaje se frustrará finalmente por una serie de oscuras circunstancias que bien podrían ser el argumento de una excelente película de intriga, y sobre las que la historiografía barcelonista ha mantenido, desde 1980, la tesis de la existencia de una «mano negra» franquista maniobrando a favor de los intereses del Real Madrid. Para desquitarse del fiasco con la «Saeta Rubia», Samitier «pescará»  a otro gran jugador sudamericano, Ramón Alberto Villaverde, y algunos años más tarde al delantero brasileño Evaristo de Macedo. Ambos triunfaron en su paso por el Barça, ofreciendo un fenomenal rendimiento.

Con la llegada de Helenio Herrera al banquillo azulgrana en 1958, Samitier acabará por dejar de nuevo el Barça, ya que el enérgico temperamento de «HH» reclamaba para sí  amplias parcelas de decisión, más allá de la preparación del primer equipo (política de fichajes y de primas, por ejemplo). De modo que se irá de nuevo con su gran amigo Santiago Bernabéu durante algún tiempo, aunque volverá no tardando mucho a la Ciudad Condal, a su equipo de siempre, convertido ya en una especie de relaciones públicas oficioso del club, y derramando su gran magisterio futbolístico y humano en conferencias, coloquios y entrevistas. Va a fallecer en Barcelona el 4 de mayo de 1972, a la edad de 70 años, y sus exequias constituyeron una sincera muestra de dolor ciudadano, convocando en su último adiós a todo el fútbol español.

Etiquetado con: , , , , ,
Publicado en: active