RESUMEN:

Biografía humana y deportiva de Gonzalvo II, con especial incidencia en su etapa como entrenador

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ABSTRACT:

Keywords: Gonzalvo II, FC Barcelona, Coaches, Football, History

Biographical account of Gonzalvo II, with special focus on his coaching tenure.

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Josep Gonzalvo, Gonzalvo II: un socio se hace cargo del equipo (1963)

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Gonzalvo01Enero de 1963.  Nuevamente tomaba las riendas del equipo azulgrana un antiguo jugador del Barça, tal vez con la esperanza de que el cariño hacia el club obrase milagros. En este caso se trataba de Josep Gonzalvo Falcón, miembro intermedio de una saga de futbolistas que habían destacado en el panorama deportivo catalán de la Posguerra, Juli, Josep y Mariá, sobre todo los dos últimos, que habían sido internacionales y mundialistas en 1950, amén de vestir los colores blaugranas durante muchas temporadas, sobre todo el benjamín de la dinastía, Mariá, conocido como Gonzalvo III. Juli, Gonzalvo I, era el mayor, y había militado en el Español – con el que se proclamaría campeón en la primera edición de la «Copa de Su Excelencia El Generalísimo» en 1940-, Real Zaragoza, Sabadell y brevemente también en el propio Barça.

La familia Gonzalvo era de origen aragonés, pero se había instalado en la población barcelonesa de Mollet del Vallés. Juli nació en Gelsa, Zaragoza, el 11 de abril de 1917, pero Josep ya lo hizo en tierras catalanas (16 de enero de 1920), así como también Mariá (22 de junio de 1922). Va a iniciarse en el fútbol en el C.F. Mollet, al lado de sus hermanos, para pasar después a la Sociedad Deportiva Ceuta, en la temporada 1941-42, aprovechando que realizaba su servicio militar en dicha ciudad norteafricana (entonces plaza de soberanía). A continuación fichó por el Centro de Deportes Sabadell, donde coincidiría con su hermano Juli, debutando con los arlequinados en Primera División en la campaña 1943-44. Un año más tarde firma contrato con el Barca, donde ya jugaba Mariá. Allí conquistaría 3 Ligas (44-45, 47-48 y 48-49) y la Copa Latina de 1949. Disputó con los azulgranas 198 partidos y marcó 5 goles en sus seis temporadas de estancia en «Les Corts», alineándose como volante o lateral izquierdo, con sus 1,72 metros de altura y 66 kilos de peso, mostrando siempre un buen nivel técnico y una gran condición física y resistencia, las condiciones idóneas para su puesto .

En 1950 va a participar con la Selección Española  en el Mundial celebrado en Brasil (en total se alinearía en 8 ocasiones con el combinado nacional), y a su regreso ficharía sorprendentemente por el Real Zaragoza, entonces en Segunda División, tras rechazar ofertas de Español y Real Madrid. El conjunto aragonés era conocido en aquellos momentos como el Zaragoza rico, pues también se llevó a otro mundialista, Rosendo Hernández, canario y perico (la prensa bromeaba acerca de la posibilidad de que los maños hubiesen descubierto una mina de oro en las inmediaciones de «Torrero», entonces su terreno de juego). En la campaña 50-51 el reforzado club blanquillo asciende de nuevo a la máxima categoría, pero después Gonzalvo II va a caer enfermo, y se perderá la totalidad de la temporada siguiente. Reaparece en la 52-53, mas no puede evitar que los aragoneses desciendan de nuevo, y en 1954, con 34 años de edad, cuelga las botas. Pronto tendrá el título de entrenador nacional en el bolsillo, aunque tardará en sacarle brillo….

UNA SEGUNDA VUELTA PARA OLVIDAR

El domingo 13 de Enero de 1963  Josep Gonzalvo se sentaba por vez primera en el banquillo del «Camp Nou» con motivo del partido Barcelona-Athletic de Bilbao, con el que se abría la segunda ronda del campeonato. El encuentro no respondió a esa clásica máxima que reza que  ”a nuevo entrenador, victoria segura”. El Athletic acudía a Barcelona en una posición desairada, pero va a regresar a sus lares con un valioso punto, tras noventa minutos en los que fallaron tanto el conjunto como las individualidades barcelonistas. 0 a 0 al final, otra decepción más para unos aficionados  francamente ya hartos, y esta alineación, la primera de las que formaría el antiguo Gonzalvo II: Sadurní; Foncho, Garay, Eladio; Vergés, Gensana; Zaballa, Villaverde, Cubilla, Pereda y Camps. El Barça era séptimo, a 7 puntos del Real Madrid, una posición harto indecorosa para un club de su brillante historial.

En estas circunstancias supo a poco el empate cosechado al domingo siguiente en el «Benito Villamarín», frente al Betis, con gol de Vergés (1 a 1) y estos once hombres: Sadurní; Foncho, Garay, Eladio; Vergés, Gensana; Zaballa, Villaverde, Re, Pereda y Gracia. Pero la gran debacle estaba por venir…La noche del 27 de Enero de 1963, y con las cámaras de Televisión Española como testigos, el Barça va encajar la que hasta ahora es su peor derrota a domicilio frente al Real Madrid, un infamante 1 a 5. Así formaron los dos equipos: por los blancos, Vicente; Isidro, Santamaría, Casado; Muller, Pachín; Amancio, Félix Ruíz, Di Stefano, Puskas y Gento, y por los azulgranas, Sadurní; Foncho, Garay, Eladio; Vergés, Gensana; Re, Villaverde, Kocsis, Fusté y Pereda. El Madrid, sin pisar a fondo el acelerador, supero en todo al Barça. y le venció de manera clara y rotunda con goles de Puskas (3, uno de ellos de penalti), Di Stefano y Gento, mientras que Re hacia el solitario tanto barcelonista, que ni siquiera cabe llamar del honor ante la magnitud de la tragedia.

El Barcelona tocaría fondo en la Liga 62-63 tras caer derrotado en La Coruña frente al Deportivo por 1 a 0, en la siguiente. Eso le supuso colocarse nada menos que a 12 puntos del líder y en novena posición, con 18 puntos y 2 negativos, a tan sólo tres de los puestos de promoción. La mano de Gonzalvo no estaba notándose en absoluto, pues desde que se había hecho cargo del equipo este no había sido capaz de ganar aun ningún partido. Pero seguramente el problema no residía en la personalidad de uno u otro técnico, sino que era mucho más profundo: una plantilla en la que los nuevos no habían logrado reemplazar todavía con garantías a los veteranos, y además asolada por una plaga de lesiones que impedían la menor continuidad. También se echaban mucho en falta los goles que acostumbraban a marcar Evaristo y Eulogio Martínez, ambos traspasados al final de la temporada anterior. Sus sustitutos, Re y Zaldúa, no estaban aportando lo esperado por diversas razones  – inadaptación, falta de puntería, problemas físicos… -, y en cuanto a Kocsis, su temporada estaba siendo sencillamente lamentable.

Todos estos factores se unían para explicar el pésimo momento por el que atravesaba el equipo, pero como el fútbol es imprevisible, una semana más tarde el Barça va a conseguir la goleada del campeonato, y a domicilio. Sucedió en el terreno malagueño de «La Rosaleda», donde la defensa local falló más de la cuenta y los azulgranas realizaron un gran partido, que tal vez podía significar su despertar en la competición. Tras varios meses de inactividad por lesión reapareció el navarrico Zaldúa, que sería autor de un par de goles, completando el resultado Pereda (2), Camps y el malacitano Portolés en propia meta por partida doble. Estos fueron los grandes triunfadores en la capital de la Costa del Sol: Pesudo; Foncho, Garay, Gracia; Vergés, Segarra; Pereda, Villaverde, Zaldúa, Re y Camps.

Y al domingo siguiente otra nueva amplia victoria –4 a 0 al Elche en el «Camp Nou»– va a hacer pensar que los numerosos males del equipo empezaban a tener remedio. Zaldúa consiguió un hat-trick, y el otro tanto fue obra de Pereda. El equipo será el mismo que había goleado a los malagueños, pero durante el partido Pesudo tuvo que ceder su puesto a Celdrán por lesión. Tras estas dos resonantes victorias, no obstante, tampoco extrañó demasiado que el Barça regresase con una mínima derrota del «José Zorrilla», ante un Valladolid que no en balde era tercero de la general. Morollón hizo el solitario gol castellano, suficiente para vencer a un Barça que formó así: Pesudo; Rodri, Garay, Gracia; Gensana, Segarra; Pereda, Villaverde, Zaldúa, Silveira y Camps

El otro equipo revelación de la Liga, el Real Oviedo, sucumbió siete días más tarde en el «Camp Nou» por 2 a 1, merced a dos tantos marcados por Re y Camps. Los asturianos tenían un estupendo equipo, que formó de la siguiente manera: Madriles; Toni, Datzira, Marigil; Iguarán, Paquito; Girón, Sánchez Lage, José Luís, Joao Jorge y José María. Destacaban en los azules los centrocampistas Paquito y Sánchez Lage, que muy pronto pasarían al Valencia, y también un jovencísimo exterior izquierdo llamado José María. El Barcelona, por su parte, alineó a: Pesudo; Rodri, Garay, Gracia; Gensana, Segarra; Pereda, Re, Zaldúa, Villaverde y Camps.

En sus dos últimas visitas al campo de «Mestalla» el Barça había sido fuertemente goleado por 6 a 2. La primera derrota había supuesto el cese de Luís Miró como técnico barcelonista, y la segunda, la pérdida de nada menos que una Copa de Ferias. Pero en esta ocasión – y en vísperas de las tradicionales Fallas – el Barça  va a desquitarse de ambos varapalos y se llevará los dos puntos gracias a un concluyente 0 a 3, materializado por Pereda (2) y Zaldúa. Con este triunfo los de Gonzalvo ascendían hasta la quinta posición. Estos fueron sus artífices: Pesudo; Foncho, Garay, Gracia; Gensana, Segarra; Pereda, Re, Zaldúa, Villaverde y Camps.

En la vigesimoquinta jornada – en la que el Real Madrid se proclamaría matemáticamente campeón, al superar ya en diez puntos y el goal average particular al segundo clasificado, el Atlético de Madrid – el Barça daría un paso atrás en sus aspiraciones de lograr una clasificación decente, al no poder imponerse a un  apremiado Sevilla en el «Camp Nou». 0 a 0 al final de los noventa minutos. Fracasaron ante los hispalenses los mismos once hombres que una semana antes habían triunfado rotundamente en Valencia. Y volviendo al Alirón  del Real Madrid, este triunfo – que suponía el noveno de sus campeonatos de la Regularidad -le situaba ya en primer lugar en el histórico de la Liga, superando los ocho títulos que tenía el Barça. Era una prueba más de que los azulgranas, tras varias temporadas muy por debajo de su nivel, habían perdido definitivamente la hegemonía del fútbol español.

Y parecía que – además –  retornaban los malos resultados, aunque este del «Metropolitano» entraba dentro de lo esperado. Por 4 goles a 2 vencieron los colchoneros en un partido ya intrascendente. Los tantos barcelonistas los anotaron Zaldúa y Re, y el equipo formó de la siguiente manera: Pesudo; Foncho, Garay, Gracia; Gensana, Segarra; Pereda, Villaverde, Zaldúa, Re y Camps. Con el único cambio de Vergés por Gensana, estos mismos jugadores fueron también incapaces de derrotar al Real Zaragoza en su visita al «Camp Nou» (0 a 0). Sí se consiguió la victoria, en cambio, en la primera visita azulgrana al terreno cordobés de «El Arcángel», donde el Barça se impuso por 1 a 2, con sendas dianas  de Zaldúa, que se había convertido en el verdadero hombre-gol del equipo una vez repuesto de la grave lesión que le había mantenido apartado de la formación titular durante cinco meses. Derrotaron al Córdoba: Pesudo; Foncho, Garay, Eladio; Benítez, Segarra; Zaballa, Re, Zaldúa, Pereda y Vicente.

Una de cal, y otra de arena… Tercer empate a cero consecutivo en el «Camp Nou», ahora ante un Osasuna que se debatía en la cola de la clasificación y para quien este valiosísimo punto podía resultar vital. Nuevo fiasco barcelonista, en un choque en el que incluso los navarros pudieron ganar. Muchos cambios en la alineación catalana, afectando al rendimiento de sus futbolistas, que formaron de la siguiente manera: Pesudo; Foncho, Olivella, Eladio; Silveira, Garay; Cubilla, Pereda, Zaldúa, Benítez y Vicente. Y triste final de una campaña lamentable en Mallorca, con una nueva derrota por 2 goles a 0 ante el cuadro local, que aun así tendría que promocionar. Estos fueron los once azulgranas que despidieron un campeonato para olvidar: Pesudo; Foncho, Olivella, Eladio; Segarra, Garay; Cubilla, Villaverde, Zaldúa, Benítez y Vicente.Al final, el Barça ocupaba la sexta posición de la tabla, con 31 puntos y un único positivo, su peor clasificación liguera desde la temporada 43-44. Había ganado 11 partidos, empatado 9 y perdido 10, con un paupérrimo balance de 45 goles a favor y 36 en contra, cifra esta última que no estaba nada mal, ya que el Madrid, el campeón, había encajado tan sólo dos menos, y el subcampeón, Atlético de Madrid, los mismos. Pero el número de victorias era muy escaso, y de ahí la pésima clasificación. Los fichajes no habían dado el rendimiento esperado. Goywaerts permanecía inédito por culpa de la normativa vigente, y en cuanto a Cubilla y Silveira, sus prestaciones dejaban mucho que desear, sobre todo en el caso del segundo, por lo que Llaudet va a decidir mandarlo de vuelta para Sudamérica, aceptando la oferta del Boca Juniors porteño. A Cubilla se le dará otra oportunidad, y en cuanto a Re y Camps, jugadores ya experimentados en la competición española, se confiaba que pudiesen mejorar sus actuaciones, lo mismo que los canteranos Eladio y Fusté. El balance particular de Gonzalvo, que había dirigido toda la segunda vuelta, se concretaba en 5 victorias, 5 igualadas y 5 derrotas, con 22 goles a favor y 16 en contra. Había conseguido un punto menos de Kubala, y el Real Madrid le aventajaba nada menos que en 18.

UNA COPA MARATONIANA Y AGÓNICA, PERO CON FINAL FELIZ

La Copa del Generalísimo se va a iniciar ante un rival en principio no demasiado peligroso, el Real Murcia. Pero mientras tanto, el Barça  realizará una minigira por tierras alemanas, donde se  enfrentará en sendos partidos amistosos al Hannover y al Waldhof, haciendo las delicias de los miles de emigrantes españoles desplazados por motivos de trabajo a la próspera RFA. Los azulgranas van a  vencer en ambos encuentros, y al menos harán felices por unas horas a unos cuantos compatriotas. Y aprovechando este inciso entre dos competiciones, vamos a referir a continuación una pintoresca historia que tiene como protagonistas a varios viejos trofeos conquistados muchos años atrás por el Barça, una historia que bien podría ser el argumento de una comedia costumbrista.

Gonzalvo02Resulta que algún directivo barcelonista, obsesionado por la idea de hacer Caja a toda costa, va a venderle a un chatarrero algunas antiguas copas  en mal estado que se apilaban de cualquier manera en las dependencias del club, a cambio de una ínfima cantidad de dinero (700 pesetas). El hecho llegó a oídos de alguna peña españolista, y los eternos rivales decidieron aprovechar la situación para hacer una gracieta, de modo que le encargaron a dicho chatarrero que hiciese unos pequeños orinales con el escudo barcelonista, reciclando el material.  Carles Barnils, que era el editor del semanario “Barça” desde la muerte de su hermano Josep María, acaecida en Diciembre de 1961, se enteró de lo que maquinaban aquellos pericos, y, ni corto ni perezoso,  va a actuar de inmediato para atajar de raíz semejante humillación. Comprará todos los maltrechos trofeos al chatarrero de marras, y encargará a costa de su propio bolsillo que estos se fundan en un curioso diseño, que recibirá el nombre de Copa de Tots y será entregado al club, rindiéndole un señalado servicio. Hoy la Copa de Tots se exhibe en el Museu del Barça.

También por aquellos días de mayo de 1963, concretamente el 7 de ese mes,  se va a celebrar una  Asamblea General Extraordinaria dedicada monográficamente al tema de «Les Corts», y en la cual los socios compromisarios otorgarán carta blanca al presidente Llaudet para que este realice las gestiones oportunas que puedan conducir a la venta de los terrenos. Se  aprobarán los siguientes cuatro puntos: 1º) Autorizar la demolición del campo cuando se creyese conveniente. 2º) Autorizar los contratos que hiciesen falta para regular las operaciones. 3º) Autorizar la convocatoria de subastas a partir de los 100 millones de pesetas, y 4º) Autorizar la parcelación de «Les Corts» en caso de inexistencia de ofertas. El 17 de mayo Llaudet va a solicitar al Gobierno Civil el preceptivo permiso para derribar «Les Corts», permiso que le será concedido unos meses más tarde.

El partido de ida de la eliminatoria contra el Real Murcia se juega en el «Camp Nou», y el Barça derrota a los pimentoneros por un 3 a 1 tras una discreta actuación. Cubilla, Benítez y Fusté marcaron los goles, y el equipo formó de la siguiente manera: Pesudo; Foncho, Olivella, Gracia; Garay, Segarra; Cubilla, Benítez, Zaldúa, Fusté y Camps. En la vuelta, tan solo la gran actuación de Pesudo evitó el descalabro. Los murcianos vencieron por 1 a 0, y se quedaron a las puertas del desempate. Estos once hombres jugaron en «La Condomina»: Pesudo; Foncho, Olivella, Eladio; Segarra, Garay; Cubilla, Benítez, Zaldúa, Fusté y Camps

En la siguiente eliminatoria toca en suerte otro equipo del Sudeste, el Elche. Sobre el papel no constituía un rival inasequible, pero el mal momento barcelonista hace que cualquier adversario, por modesto que este parezca, resulte en la práctica muy complicado. Como de hecho va a suceder. En «Altabix» el Barça  llegará al minuto 70 con un buen resultado – 1 a 1, con goles de Lezcano y Zaldúa – y jugando en superioridad numérica por la lesión del ilicitano Chancho, pero en la recta final del encuentro va a hundirse estrepitosamente, y los franjiverdes conseguirán tres tantos más, obra de Luís Costa (2) y Romero, que también va a fallar un penalti. Al finalizar el partido, con un humillante 4 a 1 en contra, Gonzalvo, visiblemente enfadado, hará unas explosivas declaraciones: “Casi me alegro de que haya pasado esto. Es mejor que nos eliminen y que dejemos de hacer el ridículo por los campos de España. Por suerte, ya me queda poco tiempo de ser entrenador del Barça”. Estos fueron los once futbolistas que salieron  goleados de «Altabix»: Pesudo; Foncho, Olivella, Eladio; Segarra, Gensana; Pereda, Benítez, Zaldúa, Re y Camps.

Difícilmente se podía caer más bajo, y sin duda alguna las  duras palabras  de su técnico van a actuar como revulsivo para los jugadores barcelonistas, que  se conjurarán para sacar adelante una eliminatoria que se había puesto tan cuesta arriba. El «Camp Nou» recibió a los suyos de uñas, con pancartas y una pitada antológica, como no podía ser menos, pero desde el primer minuto los  azulgranas van a poner todo lo que estaba de su parte para borrar el infamante baldón del encuentro de ida. A los 6 minutos Camps abría el marcador, pero, y a pesar del insistente dominio barcelonista, el Elche va a conseguir empatar en el minuto 39 por mediación del hondureño Cardona, que poco después sería expulsado. El Barça  seguirá presionando sobre la meta de Pazos, y el 2 a 1 llegará en el minuto 70, obra de Gensana, y le seguirán dos tantos más, conseguidos por Benítez y Zaldúa, este último a tan sólo seis minutos del final. Estos fueron los once hombres que equilibraron el cruce de octavos en una tarde plena de ímpetu y vergüenza torera: Pesudo; Foncho, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Pereda, Benítez, Zaldúa, Kocsis y Camps.

Aquella temporada 62-63 fue, decididamente,  la de los desempates. Este era ya el tercero (los dos anteriores, con desigual resultado, habían tenido lugar en la Copa de Ferias, frente a Os Belenenses y Estrella Roja). El escenario elegido fue el Estadio «Santiago Bernabéu», y allí los blaugranas van a imponerse por un exiguo aunque suficiente 2 a 1. Pereda hizo los dos tantos de un Barcelona que formó de la siguiente manera: Pesudo; Foncho, Rodri, Gracia; Vergés, Segarra; Pereda, Benítez, Zaldúa, Kocsis y Camps. El equipo  estaba ya en cuartos de final, y allí le esperaba uno de los cuadros revelación de la temporada: el Real Valladolid entrenado por Antoni Ramallets.

El primer encuentro se jugó en la capital castellana, y los blanquivioletas van a adelantarse por un mínimo 2 a 1. Zaballa hizo el gol azulgrana, y el equipo fue el siguiente: Pesudo; Foncho, Olivella, Gracia; Segarra, Vergés; Zaballa, Pereda, Zaldúa, Kocsis y Camps. Sin embargo, en la vuelta el Barça no tendrá demasiadas dificultades para remontar el resultado con un claro 4 a 1, con tantos de Kocsis (2), Zaballa y Zaldúa. Villaverde por Segarra fue el único cambio introducido por Pepe Gonzalvo. Kocsis realizó un extraordinario partido, y uno de sus goles fue de una factura sensacional, marcado de cabeza y desde fuera del área. También se notaba positivamente en la línea de ataque la incorporación de Zaballa, el rápido e incisivo exterior derecho cántabro.

Gonzalvo03En las semifinales aguardaba  un rival de más entidad, el Valencia (la otra semifinal enfrentaba a Zaragoza y Real Madrid). El partido de «Mestalla» va a saldarse con un 2 a 2 que dejaba las cosas bien encarriladas para la vuelta en el «Camp Nou». Zaldúa anotó los dos goles catalanes, y esta fue la formación barcelonista: Pesudo; Foncho, Olivella, Gracia; Gensana, Segarra; Zaballa, Pereda, Zaldúa, Villaverde y Camps. Pero antes de jugarse la vuelta – que se esperaba  concluyese con un Barça nuevamente finalista de Copa – va a visitar de nuevo la Ciudad Condal el Santos de Pelé, que en aquellos momentos bien podía considerarse como el mejor equipo del mundo, ya que era el vigente campeón de la Copa Libertadores de América y de la Copa Intercontinental. El Barça, reforzado con el uruguayo del Valladolid Endériz, se impondrá de nuevo a los brasileiros – con todos sus ases presentes – por 2 goles a 0, marcados por Pereda y Zaballa. Un triunfo de los que otorgan prestigio internacional.

Pero el Valencia va a mostrarse bastante  más correoso que Pelé y sus compañeros, ya que el premio era nada más y nada menos que una final de Copa. La primera parte concluye sin que  llegue a inaugurarse el marcador, y en la reanudación, a los diez minutos de juego, el charrúa Héctor Núñez aprovecha un contragolpe para hacer el 0 a 1, resultado que de mantenerse así dejaba fuera de la final a los barcelonistas. Estos, como es natural, no se van a conformar, y pondrán cerco a la portería defendida por  el hijo del Divino Ricardo Zamora, pero no podrán conseguir el tanto del empate hasta el minuto 86, cuando Gensana se beneficie de un rebote para marcar el 1 a 1. Cuarto partido de desempate de la temporada, pues. Igualaron in extremis ante los valencianistas: Pesudo; Foncho, Olivella, Gracia; Segarra, Gensana; Zaballa, Pereda, Zaldúa, Kocsis y Camps.

El «Santiago Bernabéu» va a ser otra vez el escenario del tercer encuentro, que caerá también del lado azulgrana gracias a un solitario gol de Martí Vergés. Estos fueron los once jugadores que, cuatro años después, consiguieron clasificarse nuevamente para una final copera: Pesudo; Rodri, Olivella, Gracia; Segarra, Garay; Zaballa, Vergés, Zaldúa, Kocsis y Camps. En la otra semifinal, y contra todo pronóstico, el Real Zaragoza superó al Real Madrid, y por consiguiente jugaría su primera final de Copa. En «La Romareda» se habían impuesto los aragoneses por un claro 4 a 0, marcador que en su feudo no fueron capaces de igualar los blancos, quienes únicamente vencieron por 3 a 0, y además tuvieron que  soportar la expulsión de Alfredo Di Stefano.

Como quiera que el General Franco debía visitar de nuevo Barcelona – ya había estado en Cataluña el otoño anterior, con motivo de la terrible riada que había azotado varias comarcas -, se decidió que la final tuviese lugar por  vez primera en el «Camp Nou», recinto que en su todavía corta existencia ya había albergado un par de encuentros amistosos de la Selección Española (el último de ellos en enero de aquel mismo año, ante Francia, con debut del guardameta Sadurní como internacional absoluto) e incluso una de aquellas fastuosas Demostraciones Sindicales que tenían lugar cada Primero de Mayo, como respuesta del régimen franquista a la tradicional festividad reivindicativa del Movimiento Obrero, oficialmente proscrita en España. Se fijó la fecha del 26 de Junio para la celebración del partido.

En vísperas de la gran final – en la que el Barça, por su mayor experiencia en este tipo de eventos, partía como claro  favorito –  va a caer lesionado de gravedad uno de los teóricos titulares, el extremo izquierdo Antoni Camps, que en el curso de un partido de festa major celebrado en su pueblo sufrirá una muy seria lesión de ligamentos en la rodilla, percance que incluso estará a punto de retirarle del fútbol prematuramente (se va a pasar un par de temporadas “en blanco”), cosa que finalmente no llegaría a ocurrir, aunque afectó a su futuro rendimiento, al impedirle volver a alcanzar su máximo nivel. También en los días previos al choque sonó insistentemente el rumor de que el entrenador zaragocista César Rodríguez  estaba ya apalabrado como nuevo técnico del Barcelona para la temporada 63-64, rumor que se convertiría en realidad muy pronto. El Pelucas nunca había ocultado la gran ilusión que le haría volver al club de sus amores – “Al Barça iría hasta de conserje”, había declarado en cierta ocasión -, y Llaudet va a brindarle muy pronto la gran oportunidad de su vida como preparador.

El 26 de Junio de 1963, a las órdenes del colegiado vizcaíno señor López Zaballa, saltaron al bien cuidado césped del «Camp Nou» un veterano en esas lides, el Club de Fútbol Barcelona, y un absoluto novel, el Real Zaragoza,  con las siguientes alineaciones: por los aragoneses, Yarza; Cortizo, Santamaría, Zubiaurre; Isasi, Pepín; Marcelino, Villa, Murillo, Sigi y Lapetra, y por los catalanes: Pesudo; Rodri, Olivella, Gracia; Segarra, Garay; Zaballa, Vergés, Zaldúa; Kocsis y Pereda. Ejercieron como capitanes Yarza y Segarra, respectivamente. Y el Barça, confirmando el pronóstico, va a encarrilar muy pronto el partido, con un gol de Pereda cuando tan sólo se llevaban jugados 9 minutos. Antes del descanso Kocsis  anotará el 2 a 0, que ponía ya las cosas muy difíciles para los maños, y una vez reanudado el encuentro, en el minuto 15 de la segunda parte, Zaldúa va a aprovecharse de una mala inteligencia entre Yarza y Santamaría  para meter el pie y marcar el 3 a 0 que sentenciaba ya definitivamente la final. Villa acortaría distancias con un remate desde muy cerca instantes después, pero será algo ya meramente anecdótico, sin hacer peligrar en ningún momento el triunfo azulgrana.

Se trataba de un título inesperado, habida cuenta del flojísimo rendimiento del Barça durante toda la temporada, justo hasta el  4-1 de «Altabix», que fue el hito decisivo, el turning point, el factor clave para hacer reaccionar a un equipo que casi ofrecía electroencefalograma plano. Joan Segarra – ya en la recta final de su brillante y dilatada carrera deportiva – va a poder levantar una nueva Copa del Generalísimo. “¿Otra vez por aquí, Segarra?”, cuenta la leyenda que le dijo el Caudillo al Gran Capitán azulgrana al entregarle el trofeo que llevaba su nombre en el palco de Honor, una Llotja  en la que el propio presidente barcelonista no había sido capaz de reprimir sus instintos de fervoroso hincha culé, saludando los goles de su equipo de una forma muy poco protocolaria, tal como puede observarse viendo los noticiarios de la época. Pero, en medio de la lógica alegría por el título, Pepe Gonzalvo no va a cambiar de idea y dejará la dirección del equipo, tal como ya había anunciado antes del partido, cualquiera que fuese el resultado.Un encuentro amistoso en el «Camp Nou» frente al Standard de Lieja belga (4 a 2 para el Barça, con el retorno del cedido Marañón), y una breve gira por Sudamérica, con escalas en Buenos Aires – victoria ante un combinado porteño y derrota mínima frente a Boca Juniors – y Montevideo (empate a dos tantos con una selección de la capital uruguaya), van a poner el broche a la temporada 62-63, algunos días más tarde de la fecha tradicional en la que vencían los contratos de los futbolistas, el 30 de junio. Y hablando de contratos, el rumor insistente va a hacerse realidad, y el día 10 de Julio, mientras la plantilla se encontraba aun por tierras sudamericanas, es presentado oficialmente César Rodríguez como nuevo entrenador del Club de Fútbol Barcelona, en sustitución del provisional Josep Gonzalvo. Llaudet pensaba que había encontrado por fin al hombre ideal para ocupar el banquillo azulgrana. Pronto íbamos a salir de dudas… El resumen de la trayectoria de Gonzalvo como entrenador del Barça se sustanciaba en un total de 26 encuentros oficiales disputados a sus órdenes, con un balance de 11 victorias, 7 empates y 8 derrotas, con 44 goles a favor y 31 en contra, lo que significaba un pobre porcentaje de triunfos del 42,31 %

Con posterioridad Pepe Gonzalvo sería profesor y director de la Escuela Nacional de Entrenadores, a la par que regentaba sus propios negocios particulares. También ejercerá como vocal en la Junta Directiva presidida por Agustí Montal i Costa, entre diciembre de 1969 y julio de 1971, fecha en la que dimitió por estar en desacuerdo con la sustitución de Vic Buckingham por Rinus Michels. Va a  dirigir a la Selección Catalana en un encuentro amistoso contra la de la URSS, celebrado el 9 de junio de 1976 en el «Camp Nou», al amparo de la nueva situación política generada por la muerte de Franco, con una discreta entrada (alrededor de 35.000 espectadores),  y el resultado final de empate a 1, presentando la siguiente alineación: Mora, Ramos, Costas, Verdugo, Ortiz Aquino, Neeskens- autor del gol catalán -, Rexach, Solsona, Cruyff (Manolín Cuesta), Marcial (Fernández Amado) y Caszely. En realidad se trataba de un combinado de jugadores del Barcelona y el Español, sin importar el origen de los protagonistas (al parecer estaba previsto que interviniesen también futbolistas de los equipos catalanes de Segunda División – Sant Andreu, Barcelona Atlético y Nàstic de Tarragona -, pero los soviéticos se negaron a ello)

Gonzalvo II  va a a fallecer a las 8 de la mañana del día 31 de mayo de 1978, en el Hospital Clínico y Provincial de Barcelona, a consecuencia de las complicaciones derivadas de un proceso postoperatorio, con sólo 58 años de edad. Sus hermanos Juli y Marià le sobrevivirían hasta ya entrado el siglo XXI, pues el mayor moriría el 20 de julio de 2003, mientras que el benjamín de la saga lo haría el 7 de abril de 2007. Sin embargo el apellido Gonzalvo permanecería vivo, no sólo en la memoria de los buenos aficionados, sino también en el mundillo futbolístico de las últimas décadas, puesto que dos hijos del propio Josep, Jordi y Josep María, iban a dedicarse también al difícil oficio de los banquillos, el primero dirigiendo a clubes como Lleida, Figueres, Sant Andreu, Levante, Terrassa, Nàstic, Castellón o Cádiz, y el segundo responsabilizándose del Barça B, Reus Deportivo o Figueres.

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