RESUMEN:

Artículo biográfico sobre el que fuera jugador y entrenador Salvador Artigas, con especial incidencia en su etapa como técnico del FC Barcelona durante la temporada 1967-68.

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ABSTRACT:

Keywords: Biographies, FC Barcelona, Football, Coaches, History, Salvador Artigas

Biographical article about the former football player and coach Salvador Artigas, with special analysis of his coaching tenure at FC Barcelona during the 1967-68 season.

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Salvador Artigas: el sonriente míster KO (1967-1969). Primera parte

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Los entrenadores de fútbol, al igual que los políticos norteamericanos o los militares del Pentágono, pueden dividirse en halcones y palomas. Hablando en clave blaugrana, si Roque Olsen era evidentemente un halcón, su sucesor encajaría más en la categoría de paloma, a despecho de la dureza de sus primeros métodos de preparación, porque se trataba de un hombre afable, risueño y correctísimo. Así pues, va a producirse un giro copernicano, de 180 grados, en el banquillo del Barça, ya que al argentino Olsen, hombre con fama de hosco y poco diplomático con la prensa y auténtico sargento de hierro para sus pupilos, le reemplazará un técnico en las antípodas de su carácter, el catalán y barcelonés Salvador Artigas (aunque alguna fuente –BD Fútbol– da la localidad toledana de Talavera de la Reina como su lugar de origen), persona cordial y mesurada donde las hubiera.

El relevo acontece en un momento en el que el crédito del máximo dirigente blaugrana, Enric Llaudet, se está agotando a marchas forzadas, mientras crece la oposición hacia su gestión, tildada de personalista y autoritaria, sobre todo en las páginas del influyente semanario Revista Barcelonista (conocido popularmente por las siglas «RB”). Llaudet está ya con el agua al cuello tras otra temporada de fracasos y mal juego (el título de Copa de Ferias conseguido frente al Zaragoza pertenecía en estricta justicia a la anterior campaña, la 65-66, y la final se había aplazado a causa de la disputa del Mundial de Inglaterra), porque las tres competiciones correspondientes al curso 66-67 se habían saldado con otros tantos reveses. El empresario textil parecía estar ya en las últimas, aislado y dando palos de ciego, y si la baza de Olsen había sido una decidida apuesta por la disciplina, para meter en cintura a una plantilla excelente pero aparentemente acomodada, con Artigas se va a jugar la carta de una preparación física más exigente y un mayor rigor defensivo, conceptos deficientemente implantados en el primer equipo del Club de Futbol Barcelona, la denominación oficial del Barça en el año 1967.

Se barajaban diversos nombres para ocupar el cargo (los brasileños Otto Bumbel y Aymoré Moreira, el chileno Fernando Riera, el argentino Renato Cesarini, el uruguayo Roque Gastón Máspoli…), pero finalmente el elegido va a ser un técnico cuya carrera profesional había transcurrido casi en su práctica totalidad en tan sólo dos clubes, uno español y el otro francés, y ambos no separados por demasiada distancia: la Real Sociedad de San Sebastián y el Girondins de Burdeos. Y la suya era una biografía más que curiosa… Para empezar, existe cierta discrepancia con respecto a su fecha de nacimiento, que el Diccionario de técnicos y directivos del Fútbol Club Barcelona (Ángel Iturriaga. Editorial Base, 2011) sitúa en 1913, en la Ciudad Condal, mientras que el Diccionari del Barça (Antoni Closa, Jordi Blanco i altres. Enciclopedia catalana S.A., 1999), la data un año más tarde, en 1914. Incluso en alguna fuente aparece la muy improbable fecha de 1918. La tan socorrida Wikipedia, por su parte, sostiene que Salvador Artigas Sahún había nacido en Barcelona el 23 de febrero de 1913. Ya contara con 53 o 54 años de edad, su cabello plateado le hacía aparentar alguno más. Como futbolista había hecho sus primeras armas en el Cataluña y el San Martín, pasando a continuación al juvenil del Barça. Perteneció al primer equipo azulgrana entre los años 1932 y 1934, alineándose en un total de 10 partidos, 3 de ellos correspondientes a la Liga 32-33, con el balance de un gol marcado en esa misma temporada, frente al Español. A juicio de quienes le habían visto jugar, era un interior derecho «habilidoso, ratonil y filtradizo», que dominaba la pelota y tenía una gran facilidad como distribuidor de juego, por su soltura de tobillos, un buen chutador que colocaba el balón fulminantemente con ambos pies. Pese a ello, y a militar en un Barça de transición, muy alejado de los títulos nacionales y de las posiciones de cabeza, tuvo que abandonar la disciplina azulgrana en 1934, con poco más de 20 años, pasando al FC. Levante, uno de los dos clubes que algunos años más tarde iba a dar lugar a la fusión de la que resultaría el actual Levante Unión Deportiva.

En Valencia, y actuando en Segunda División, Salvador Artigas va a vivir en primera persona uno de los momentos culminantes de la historia levantinista, la eliminación del mismísimo Barça en los cuartos de final de la Copa de 1935, en plena II República. En el partido de ida, disputado en «Les Corts», ya se produjo un esperanzador empate a 2, siendo Artigas el autor del primer tanto de los suyos. En la vuelta, en el terreno de juego del «Camino Hondo», hubo de nuevo tablas (1-1), teniendo que dilucidar ambos equipos el pase a la siguiente ronda en un encuentro de desempate que se celebró el martes 11 de junio de 1935 en el campo zaragozano de «Torrero», y donde los del Grao superaron sorprendentemente al Barça con un claro 3 a 0. Estas fueron las alineaciones que protagonizaron tan histórico choque: por el Levante, Vidal; Calpe (padre del posterior lateral granota y madridista Antonio Calpe), Puig I; Núñez, Dolz, Porrera; Puig II, Artigas, Calero, Felipe y Aparicio, y por el Barça, Nogués; Zabalo, Arana; Guzmán, Berkessy, Lecuona; Ventolrá, Morera, Escolá, Enrique Fernández y Ramón. Como puede observarse, un cuadro cuajado de internacionales y futbolistas importantes, que no pudieron evitar encajar dos goles de Aparicio y uno de Felipe. Los valencianos caerían en semifinales ante el Sabadell, que también sería derrotado en la final por un Sevilla que conquistaba así su primer Campeonato de España. Al año siguiente, un infausto día de julio, estallará nuestra Guerra Civil.

Artigas jugará por última vez con el Levante en febrero de 1937, unos meses antes de que el conjunto de los Poblados Marítimos se proclamase campeón de un improvisado torneo disputado en la zona republicana, la llamada «Copa de la España Libre» ( Trofeo Presidente de la República, o sea, Manuel Azaña ), en la que intervienen equipos catalanes y valencianos , y cuya final va a enfrentarles con sus rivales ciudadanos de «Mestalla», a los que derrotará por un gol a cero el 18 de julio de 1937 –menuda fecha…– en un encuentro celebrado en Barcelona, en el campo de «Sarriá»

Por razones obvias –estábamos en 1967– la prensa de la época no lo mencionó, pero posteriormente se ha presentado siempre a Salvador Artigas como antiguo piloto de caza del bando republicano, a veces incluso de forma un tanto melodramática como «el último aviador de la República», a los mandos del último aeroplano que despegó del territorio aún controlado por la República rumbo a un incierto exilio francés, como si se tratara de una versión masculina y catalana de Hanna Reitsch, la aviadora que le propuso a Hitler abandonar un Berlín en llamas. Poco se sabe de este interludio bélico en su biografía, aunque a juzgar por lo publicado en la página web de ADAR (Asociación de Aviadores de la República), parece suficientemente probada su participación en el conflicto fratricida. De dicha fuente extraemos la siguiente información:

Artigas pilotaba uno de estos durante la Guerra Civil.

Artigas pilotaba uno de estos durante la Guerra Civil.

«Salvador Artigas Sahún nació en Barcelona el 23 de febrero de 1913. Durante la Guerra Civil se inscribe en las convocatorias gubernamentales para alumnos-piloto y viaja a Francia, donde realiza el curso de vuelo elemental en la escuela de vuelo de Agen, completando su formación militar en la Escuela de Alta Velocidad de El Carmolí, cerca de Los Alcázares, Murcia, que dirigía el comandante Isidoro Giménez. En el mes de agosto de 1938 se incorporó a la 3º escuadrilla de Polikarpov I-16 (un monoplano de fabricación soviética, conocido popularmente como Mosca por los republicanos y Rata por los nacionales) del Grupo 21, en la que combatió en la batalla del Ebro y campaña de Cataluña, donde voló como punto izquierdo del Jefe de Escuadrilla Ángel Sanz Bocos Vallecas. El 6 de febrero de 1939, los aviones restantes de la escuadrilla recibieron la orden de despegar y aterrizar en el aeródromo de Toulouse, pero se produjo un ametrallamiento de su base por parte de la aviación nacional, en el que se incendiaron los aviones de Vallecas y varios pilotos, por lo que sólo pudieron despegar los moscas de Artigas, José Balsa Gutiérrez y Carreras. Artigas no localizó el aeródromo de Toulouse pero reconoció el campo de Agen donde había hecho sus prácticas de vuelo y aterrizó con sus compañeros, siendo trasladado al campo de concentración de Gurs».

Permanecerá internado durante algún tiempo en dicho campo, situado en el departamento de los Pirineos Atlánticos y que era conocido como «el campo de los vascos», a causa de la gran cantidad de prisioneros de dicha procedencia que albergaba. A este respecto, resulta curioso recordar lo que se escribía sobre Artigas en un número extra del diario El Mundo Deportivo titulado «40 años de campeonatos nacionales de Liga» y publicado en noviembre de 1968. En la ficha biográfica correspondiente al entonces entrenador del Barça, se decía lo siguiente: «Cuando estalló el Movimiento Nacional sus padres se trasladaron a Burdeos ( Francia ), y allí Artigas continuó su carrera deportiva jugando con el Girondins donde formaban algunos españoles como Mateo, Urtizberea, Mancisidor, y entrenaba el conjunto francés el prestigioso técnico Benito Díaz». Como se ve, ninguna mención  a aviones republicanos, campos de concentración o exiliados…Y efectivamente, en la temporada 38-39, tras salir de Gurs a instancias del mencionado  Benito Díaz, va a militar brevemente en el cuadro bordelés, pasando en la campaña siguiente al Le Mans Union Club 72, donde le va a pillar otro conflicto bélico, este de dimensiones aún mayores: la Segunda Guerra Mundial.

Continuará jugando al fútbol en el país vecino, derrotado, dividido y ocupado, donde no obstante seguirán disputándose competiciones a nivel regional, y tras la Liberación se integrará en un cuadro bretón, el Stade Rennais, entre los años 1944 y 1949, fecha esta última en la que decide regresar a España, de nuevo de la mano del Tío Benito, sin que al parecer tuviera grandes problemas. Jugará durante tres temporadas en la Real Sociedad, al lado de futbolistas de la talla de Bagur, Ignacio Eizaguirre, Murillo, Marculeta, Ontoria, Pérez, Caeiro, Basabe, Epi, Castivia, Igoa, Barinaga o Alsúa II. Con él en sus filas, los txuri urdin llegarán a la final de la Copa del Generalísimo de 1951, en la que serán derrotados por el Barça (3 a 0), aunque Artigas no se alineará en dicho partido. En total, sumará 70 presencias ligueras con el conjunto guipuzcoano.

Salvador Artigas en su época de jugador realista.

Salvador Artigas en su época de jugador realista.

En 1952 atraviesa de nuevo la frontera francesa y da comienzo a su carrera como técnico ocupando el banquillo de su último club galo, el Stade Rennais. En 1955 regresa a España, y entonces su destino será de nuevo el club donostiarra, de cuya preparación se ocupará hasta 1960, consiguiendo mantenerlo siempre en posiciones desahogadas de la zona media de la tabla, salvo en su última campaña como técnico realista, la 59-60, en la que los de «Atocha», clasificados en el puesto decimocuarto entre 16 equipos, se verán obligados a disputar la promoción de permanencia ante el Córdoba, saliendo finalmente airosos. Entonces cruzará de nuevo el Bidasoa y la frontera, y se hará cargo del Girondins, donde realizará una destacada labor por espacio de siete temporadas, alcanzando la final de la Copa de Francia en 1964, y clasificándose como subcampeón de Liga en 1964-65 y 1965-66.

TIEMPOS DE MUDANZA EN CAN BARÇA

Acorralado por un verdadero clamor opositor, Llaudet va a iniciar su última temporada como máximo dirigente barcelonista tirando, una vez más, la casa por la ventana. El club se deshace a precio de saldo de jugadores que no le interesan, en los que ya no cree, y ficha a cambio de elevadas sumas de dinero a valores aun por contrastar. Así, el canario Foncho –que en absoluto había realizado una mala temporada, llegando incluso a ser seleccionado para el equipo nacional, aunque al final no jugara– va a irse al Real Zaragoza, entrenado ahora, curiosamente, por Roque Olsen. Zaballa, el máximo goleador azulgrana en la pasada Liga, Montesinos y Seminario tomarán el camino de la vecina Sabadell (un itinerario que a partir de ese momento va a convertirse en habitual),  Silva retorna a Brasil en el marco de una operación deficitaria, ya que no se pudo recuperar íntegramente el fuerte desembolso hecho por el carioca, y los jóvenes Rodés, Mas y García Castany –un muy prometedor juvenil gerundense, de excelente planta y magnífica técnica– recalarán en Osasuna, a modo de compensación por el fichaje de un destacado jugador pamplonica, el medio Pedro Mari Zabalza.

Del Deportivo de La Coruña vendrá Pellicer, un delantero gallego del que se esperaba que pudiese reeditar los triunfos de sus paisanos Luis Suárez, Amancio o Veloso, y que había llamado la atención últimamente, marcándoles cinco goles a dos rivales tan cualificados como Real Madrid y Español. Otro fichaje de cierto relieve va a ser el del exterior derecho del Sevilla, Oliveros, al que no tardaría en unírsele un futbolista mucho más modesto, Jiménez, un andaluz procedente del Badajoz de Tercera División, que se había proclamado   máximo goleador español de todas las categorías nacionales en la temporada anterior. Como tercer portero el Barça contratará también los servicios del pontevedrés Lucho, e igualmente, y a título de prueba, van a aterrizar en el «Camp Nou» tres jóvenes jugadores paraguayos en calidad de oriundos –es decir, hijos de padres españoles y que aún no habían sido internacionales– Sus nombres: Aranda, Samaniego y Fernández, que a la postre será el único que se quede. Y al frente de ellos y del resto de la plantilla, de manera un tanto sorprendente, Llaudet va a colocar al técnico catalán Salvador Artigas como responsable del primer equipo azulgrana.

El domingo 4 de junio de 1967 el diario El Mundo Deportivo anuncia la contratación de Artigas como nuevo entrenador barcelonista, y publica la siguiente nota oficial emitida por el club:

«El C. de F. Barcelona comunica a sus señores socios y simpatizantes haber llegado en el día de hoy a un acuerdo con don Salvador Artigas, contratando sus servicios de entrenador para la plantilla profesional del club en la temporada 1967-68. El señor Artigas se desplazará a nuestra ciudad el próximo día 12, para firmar el oportuno contrato»

En varios medios franceses se confirma el acuerdo, añadiéndose que el técnico catalán  –»aunque no existe ninguna razón que le obligue a separarse del Girondins, donde es muy apreciado, profesional y personalmente– tiene intereses familiares que le atraen a trasladar su residencia a Barcelona». Por su parte, el presidente Llaudet había comunicado la noticia al Consejo Consultivo del club en el curso de una reunión celebrada el viernes 2 de junio. La decisión de contratar a Artigas la había tomado el propio Llaudet, junto con su Consejo Directivo. El Mundo Deportivo informaba también que las condiciones económicas del nuevo entrenador consistían en el cobro de un millón de pesetas en concepto de ficha, más un sueldo mensual de 25.000 cucas.

Artigas acaba de hacer realidad un sueño: ya es entrenador del Barça.

Artigas acaba de hacer realidad un sueño: ya es entrenador del Barça.

Artigas va a llegar a la Ciudad Condal el 11 de junio, a última hora, tras viajar en su automóvil particular  desde San Sebastián, mientras que su esposa, Ana Jato, se desplazaría desde la localidad alicantina de Benidorm (donde el matrimonio poseía otro par de negocios –una zapatería y una peluquería–, que se unían así a las dos tiendas de calzado que ambos regentaban en la capital guipuzcoana), y por el mismo medio de locomoción. El día 13 va a firmar contrato en «La Masía» y será presentado oficialmente a la prensa. Llaudet comunica la noticia a los distintos medios, en el transcurso de un acto en el que también tomará la palabra el decano de los informadores deportivos barceloneses y director de El Mundo Deportivo, José Luis Lasplazas, que glosará tanto sus conocimientos técnicos como «sus valiosas cualidades humanas». El presidente azulgrana contará asimismo que en uno de sus viajes a Milán, realizado con la intención de traerse de nuevo a Helenio Herrera, este le había recomendado el nombre de Artigas, del cual tenía las mejores referencias, como una posible opción para el banquillo azulgrana. Llaudet añadirá que espera que Artigas «haga comprender a la plantilla barcelonista (que teóricamente define como formada por elementos muy buenos), que aparte de ser hombres de clase deben de poner el esfuerzo necesario a que están obligados como profesionales. En tal caso no hay duda que habremos conseguido el objetivo propuesto».

Al ser entrevistado, Artigas confesará que firmar por el Barça constituía el momento culminante de su vida deportiva. Va a reconocer que se tenían depositadas grandes esperanzas en su trabajo, y que confiaba en no defraudar a nadie, añadiendo que «sólo ambicionaba formar con los jugadores y la directiva un sólo equipo, con una dignidad enorme y unos grandes deseos de triunfar y satisfacer a esa gran masa de aficionados, a la corriente de opinión de Cataluña y de cuantos quieren al Barcelona en el mundo entero». También esperaba sacar el máximo provecho de sus nuevos pupilos, conocerlos lo más pronto posible y empezar el trabajo en las mejores condiciones de cara a la próxima temporada, haciéndose una idea de las posibilidades físicas y técnicas de cada hombre. Y finalizaba declarando que su deseo era terminar su vida deportiva en el Barça.

Vicente Sasot va a dirigir al equipo en el Trofeo Ibérico de Badajoz, donde se enfrentará a los portugueses del Sporting lisboeta y a los brasileños del Flamengo carioca, pero antes de partir para tierras extremeñas, el 20 de junio, tendrá lugar en los vestuarios del «Camp Nou» una presentación privada de Salvador Artigas a la plantilla, realizada a puerta cerrada, de riguroso incógnito, sin convocar siquiera a la prensa. Llaudet, acompañado de varios de sus directivos, introducirá al nuevo técnico ante 25 jugadores. Artigas, por su parte, únicamente afirmará que «venía a trabajar con la mayor de las ilusiones, puesto el corazón al servicio del Barcelona» Días más tarde, tras ver en acción a sus chicos en Badajoz (se clasificaron en última posición en el triangular, empatando con los lusos y perdiendo ante los brasileños en un partido muy duro y accidentado), Artigas declarará que «el Barcelona es un buen equipo, no el gran conjunto que todos quisiéramos que fuera», añadiendo lo siguiente cuando se le pregunta por lo que le falta al Barça:

«Lo que le falta al Barcelona todos lo saben. Si queremos que sea este gran equipo hay que cubrir esos huecos. Si, por el contrario, optamos por recurrir a la cantera, echando mano de estos jóvenes valores –y estaba refiriéndose evidentemente, a los Rexach, Pujol, Vidal, Borrás, Mora, Martí Filosía…– que si estoy conforme con todos reúnen unas condiciones estupendas, tendremos que tener paciencia…y aguantar a estos muchachos a que se pulan. A que cuajen. Son los únicos caminos a seguir» Y acto seguido dan comienzo las vacaciones.

SUDANDO LA CAMISETA

En el "Camp Nou" se alza el telón de la temporada 67-68

En el «Camp Nou» se alza el telón de la temporada 67-68

A las órdenes de Salvador Artigas, la plantilla reanuda los entrenamientos el día 3 de agosto, con la siguiente nómina de futbolistas: Sadurní, Reina, Lucho, Benítez, Torres, Gallego, Eladio, Olivella, Torrent –repescado del Sabadell–, Muller, Zabalza, Fernández, Borrás, Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté, Rexach, Rifé, Pellicer, Pereda, Vidal, Pujol, Martí Filosía, Endériz, Jiménez y Zaballa, quien muy pocas fechas antes del comienzo de la Liga firmará por el Sabadell.

Y al igual que el año anterior, la presentación oficial del conjunto azulgrana tiene lugar aprovechando la celebración del II Trofeo “Juan Gamper” (tal cómo se denominaba entonces). Participan, junto con el Barça, el Bayern de Múnich alemán, el Boca Juniors argentino y el Atlético de Madrid, y van a ser los anfitriones quienes finalmente se lo queden, derrotando en el primer partido a los bávaros por 2 a 1, y en la final a los colchoneros por idéntico resultado. El equipo parece hallarse en un buen momento de forma, y tal vez no eran ajenos a ello los métodos de entrenamiento de Artigas, que estaban causando sensación por lo inusuales. Se basaban en el footing campo a través, y también en la utilización de pesas y halteras –que habían quedado arrinconadas en las instalaciones del club desde los ya lejanos tiempos de Brocic–, y a causa de su dureza, el preparador será bautizado popularmente como Mister KO.

Cuando el 1 de Septiembre de 1967 el presidente Enric Llaudet comparece ante la Asamblea General Ordinaria, su posición ya era prácticamente insostenible. Cinco de sus directivos habían presentado la dimisión, y el Consejo Consultivo que se había sacado de la manga, pretendiendo aglutinar a diferentes personalidades barcelonistas, nacía prácticamente muerto, con la renuncia de un hombre tan carismático como Nicoláu Casáus en su primera reunión. La situación de Llaudet era muy precaria debido al fallido “Caso Osés”, y contaba también con una dura oposición, ejemplificada tanto por el activo hombre de negocios Pere Baret, como por el ya citado semanario “RB”, inspirado por su editor Carles Barnils, muy crítico hacia su gestión.

También sudaba de lo lindo "Mister KO"...

También sudaba de lo lindo «Mister KO»…

En la Asamblea, Llaudet no va a tener más remedio que recular y convocar elecciones anticipadas para enero de 1968, y unos días más tarde, en el transcurso de una entrevista concedida al prestigioso periodista Manuel del Arco, anunciará que no piensa presentarse a la reelección, así como su convencimiento de que –en aras de la unidad del club– era necesario que hubiera un único candidato, para no ahondar más en las divisiones internas y tratar de restañar las heridas abiertas en el seno de la entidad. Acto seguido, Llaudet deja el club en manos de una Gestora y se descuelga con algo muy típico de su singular personalidad: marcharse de safari a África. Se abre de este modo una especie de interregno de facto, donde pueden vislumbrarse ciertas maniobras para hacerse con el control del club, pero cobra cada vez mayor fuerza el papel de Narcís de Carreras, un prohombre de la industria textil, el sector que había pilotado ininterrumpidamente la nave azulgrana desde hacía casi un cuarto de siglo. Carreras, un destacado militante de la Lliga en su juventud, y secretario personal y albacea testamentario de Francesc Cambó, el legendario político conservador catalán, poseía una bonita colección de cargos profesionales y civiles (incluido el de Procurador en Cortes por su provincia natal, Girona), pero sobre todo era un hombre muy respetado por el barcelonismo más allá de  facciones y capillas, una figura capaz de aunar voluntades en lugar de restarlas. Había ejercido ya importantes responsabilidades directivas en el pasado, formando parte de las juntas de Agustí Montal i Galobart (1948-52) y Enric Martí Carreto (1952-53), dimitiendo de su cargo a raíz del turbio “Caso Di Stefano”, y también había sonado como presidenciable en los comicios de 1953 y 1961 (en los primeros se dijo que había sido vetado por la Falange, y en los segundos declinó la posibilidad de presentarse). En esta ocasión la cosa parecía ir en serio, y Carreras se perfilaba cada día más como la única personalidad capaz de reconducir la grave situación por la que atravesaba el club.

Y pasando de despachos, conciliábulos y mentideros  para volver  a los terrenos de juego, el Campeonato Nacional de Liga 1967-68 arranca para el Barça el día 10 de Septiembre de 1967, con un difícil desplazamiento a Zaragoza. Artigas va a alinear en «La Romareda» a Sadurní; Benítez, Torrent, Eladio; Torres, Gallego; Oliveros, Zabalza, Mendonça, Fusté y Rexach, quien de este modo debuta oficialmente en competición liguera. El partido resultó emocionante hasta su último suspiro, pues a poco más de un cuarto de hora para la conclusión vencía el Barça por 1-2, con tantos marcados por Fusté y Rexach, pero una gran reacción zaragocista le dio la vuelta al marcador, y los aragoneses terminaron venciendo por 3 a 2. A los azulgranas se les quedó cara de tontos, como acostumbra a suceder en estas ocasiones, y regresaron a la Ciudad Condal de vacío. El juego del equipo no había convencido, pero la semana siguiente iba a deparar un auténtico plato fuerte. Nada más ni nada menos que un derbi Barça-Español en el «Camp Nou»

Y como suele ocurrir en este tipo de enfrentamientos, prevalecieron los nervios y la incertidumbre por encima de la calidad futbolística, que dejó bastante que desear. Tan sólo a ocho minutos del final pudieron los barcelonistas romper el empate inicial, merced a un providencial gol del defensa Gallego. Estos fueron los apurados triunfadores del partido de “la Máxima”: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Torres; Oliveros, Vidal, Mendonça, Fusté y Rexach. Pero tampoco pintaban mucho mejor las cosas en la Copa de Ferias, el habitual torneo europeo de consolación para el Barça. Al igual que un año antes, el sorteo le había emparejado con un rival teóricamente inferior, el Zúrich suizo, pero una vez más va a saltar la sorpresa. Los helvéticos se impusieron en su terreno por un claro 3 a 1, ante una formación azulgrana con demasiados jugadores no habituales: Reina; Borrás, Olivella, Torres; Gallego, Torrent; Rifé, Pereda, Zaldúa, Endériz y Jiménez. Zaldúa abrió el marcador (tras serle anulado otro tanto minutos antes), pero los suizos empataron en las postrimerías del primer tiempo, se adelantaron mediada la segunda parte, aprovechándose del bajón físico de los centrocampistas azulgranas, y remacharon su sorprendente victoria en los minutos finales del partido con un nuevo gol, poniendo en evidencia una vez más a la zaga barcelonista.

En el encuentro de vuelta el Barça únicamente fue capaz de vencer por la mínima, gracias a un solitario tanto obra también del navarro Zaldúa, expresando el público su enfado por el deficiente juego del equipo con un masivo lanzamiento de almohadillas. Resultado: eliminados de la competición continental por segundo año consecutivo a las primeras de cambio, y por rivales muy modestos. El malestar y el desaliento comenzaban a cundir nuevamente entre la sufrida afición barcelonista, un año más. Fueron los protagonistas del fiasco: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Torres; Oliveros, Pellicer, Zaldúa, Fusté y Rexach. Casi todos los teóricos titulares, pero ni con esas…

El empate sin goles arañado en «San Mamés», en un encuentro donde las defensas se impusieron a las delanteras y que registró también las expulsiones de Benítez y el bilbaíno Rojo, no fue suficiente para mitigar ese decaído estado de ánimo. Actuaron en La Catedral: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Muller; Oliveros, Pellicer, Zaldúa, Fusté y Rexach. Al domingo siguiente el Atlético de Madrid arrancaría un merecido empate del «Camp Nou». La iniciativa fue siempre de los azulgranas, pero los colchoneros, jugando al contragolpe –como a ellos siempre les ha gustado–, se adelantaron con un tanto de Luis, aunque dos minutos después empataría Rexach. Este fue el equipo que presentó Artigas: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Oliveros, Pellicer, Mendonça, Fusté y Rexach.

Las cosas, no obstante, empezarían a mejorar en la quinta jornada, en «Mestalla», donde por fin el Barça cuajó un gran encuentro y derrotó al Valencia por 1 a 2, con goles de Fusté y Mendonça, más otro tanto anulado y un penalty escamoteado por el árbitro. Jugaron –y lo hicieron francamente bien– estos once: Sadurní; Borrás, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Pero una semana más tarde tocó sufrir de nuevo ante el modesto Betis, entrenado por el mítico César, al que tan sólo se pudo superar por un raquítico 2 a 1 (Oliveros y Fusté), con la siguiente formación: Sadurní; Benítez, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Tampoco fue para lanzar voladores, a pesar del positivo cosechado, el empate a uno – Zaldúa y el ex  barcelonista Zaballa– logrado frente al Sabadell en la «Nova Creu Alta», el flamante feudo arlequinado, donde Artigas puso en acción a: Sadurní; Benítez, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Al Córdoba se le venció también apuradamente en el «Camp Nou» –3 a 2–, con tantos de Zabalza, Zaldúa y Rifé, este último a sólo tres minutos del final, remontando un resultado adverso e introduciendo algunos cambios en el equipo (Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Pellicer, Fusté y Rexach). Pero las cosas volvieron a mejorar en Elche, donde el Barça ganó con solvencia (0 a 2), gracias a sendas dianas de Vidal y Rifé, con un excelente marcaje de Gallego sobre Vavá, el goleador local, y esta alineación: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Vidal, Fusté y Rexach.

BARÇA 2-BETIS 1: Una de las primeras alineaciones ligueras de Artigas: Sadurní; Benítez, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach.

BARÇA 2-BETIS 1: Una de las primeras alineaciones ligueras de Artigas: Sadurní; Benítez, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach.

El descalabro va a llegar, no obstante, en la visita al «Estadio Insular», donde la Unión Deportiva Las Palmas, el equipo revelación del campeonato, les endosará un severo correctivo a los azulgranas –4 a 1–, aunque  estos no jugaron tan mal, e incluso lograron adelantarse en el marcador con un tanto de Zaldúa. Recibieron la paliza de los canarios: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Los platos rotos los va a pagar al domingo siguiente el Pontevedra, que salió goleado del «Camp Nou» por 4 a 0, en un  choque en el que marcaron Rexach –por partida doble–, Eladio y Mendonça. Jugaron los mismo once que habían sido goleados por los amarillos.

Sobre el papel la salida más comprometida de la temporada era la visita al «Santiago Bernabéu», terreno donde el Barça únicamente había obtenido una victoria en Liga en los últimos 18 años. En una noche muy fría, con no demasiado público y televisión en directo, ambos conjuntos –los dos máximos aspirantes al título, con permiso del Atlético de Madrid– presentaron las siguientes alineaciones: por los propietarios del terreno, Betancort; Calpe, Zunzunegui, Sanchís; Pirri, Zoco; Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento, y por el Barça, Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Los azulgranas tenían poco que perder y mucho que ganar, y no les va a ir mal del todo, pues cuajarán un meritorio partido ante el siempre difícil Real Madrid. Se adelantaron en el marcador los blancos, por medio de un discutido penalty que transformó el veterano Gento mediado ya el segundo tiempo, pero Zaldúa igualó la contienda trece minutos más tarde. En definitiva, un excelente resultado, que permitía al Barça mantenerse en el grupo de cabeza, a la zaga del líder, el Atlético madrileño, y en compañía de merengues y canarios.

Y una semana más tarde, en vísperas de Navidad y ante el Málaga, el Barça alcanzaba el liderato, algo que no ocurría desde los albores de la temporada 65-66. No obstante, los de la Costa del Sol opusieron una fuerte resistencia y vendieron cara la derrota, aunque el buen guardameta Américo no pudo evitar el tanto del navarro Zabalza, que daba la victoria a los pupilos de Artigas. El Barça era primero, empatado a puntos con los colchoneros. Un magnífico regalo de Pascuas para todos sus aficionados, con los siguientes once futbolistas haciendo las veces de “Papá Noel”: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach.

Pero ya dice el refrán  que “dura poco la alegría en la casa del pobre”, y el Barça de aquellos años 60, a despecho de su brillante historial y su enorme proyección, distaba todavía de ser el gran equipo de décadas anteriores. El último día de 1967 le tocaba visitar al colista Sevilla, un histórico en horas muy bajas, en horario matutino, y salía del «Sánchez Pizjuán» sin su efímero liderato, y también con la sensible baja de Jorge Mendonça, expulsado por el juez de la contienda –muy protestado– junto con el hispalense Isabelo, con quien había tenido sus más y sus menos. Había marcado primero Lora (un futuro internacional), y ya en la segunda mitad igualó Fusté al convertir un máximo castigo, para ser finalmente el sevillista Bergara quien desequilibrase el marcador a falta de un cuarto de hora para la conclusión, mediante otro penalty. Jugaron los mismos que habían vencido al Málaga siete días antes, y así terminaba para el Barça, futbolísticamente hablando, el año 1967, trescientos sesenta y cinco días más bien parcos en satisfacciones y triunfos.

ENTRAMOS EN EL EMBLEMÁTICO 68

Con la mirada puesta en el inminente relevo de Enric Llaudet como presidente del club, el equipo afronta la primera cita deportiva del nuevo año 1968, frente a una Real Sociedad que, a guisa de ejemplo, había caído en el «Bernabéu» por un aplastante 9 a 1. Era baja Mendonça, sancionado con un partido de suspensión por el Comité de Competición (también Salvador Artigas resultó multado por sus declaraciones al finalizar el encuentro del «Sánchez Pizjuán”), y su puesto iba a ser cubierto por Pellicer, al que acompañaron Sadurní, Benítez, Gallego, Eladio, Torres, Zabalza, Rifé, Pereda –que también reaparecía tras una larga ausencia del once titular–, Fusté y Rexach. El partido no hizo sino confirmar la fama que desde siempre arrastraban los de «Atocha» como equipo ultradefensivo. Los donostiarras saltaron al «Camp Nou» con la única intención de no recibir muchos goles, y tal vez arrancar algún punto, y lo consiguieron, gracias –entre otras cosas– a la portentosa actuación de su joven guardameta Esnaola. El resultado final –0 a 0– constituyó una de las grandes sorpresas del campeonato, y supuso un serio golpe para las aspiraciones barcelonistas de conquistar el título. Pero el equipo se congraciaría con sus seguidores tan sólo una semana más tarde, frente al Real Zaragoza.

Fue aquel un encuentro para recordar. Y no solo por los cuatro goles blaugranas (Mendonça en dos ocasiones, Zaldúa y Rifé) por ninguno de los maños, sino también por la sencilla y emotiva ceremonia que tuvo lugar en sus prolegómenos. El presidente saliente, Enric Llaudet, que unos días después cedería los trastos a su sucesor, Narcís de Carreras, se dirigió al centro del terreno de juego, posó para los reporteros gráficos junto a sus futbolistas, se despidió cariñosamente de su leal capitán, José Antonio Zaldúa, y por último se fundió en un efusivo abrazo con el mandatario entrante, abandonando instantes después el césped con lágrimas en los ojos, aclamado por un público que, si bien le había criticado –y con razón– anteriormente, en aquella hora deseaba premiar, por encima de todo, su innegable entrega e inquebrantable fidelidad al club de sus amores. Actuaron: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça Fusté y Rexach.

Tres días más tarde, el 17 de enero de 1968, en el Salón de Actos del Fomento Nacional del Trabajo, la antigua –y también futura– patronal catalana, tuvo lugar la proclamación de Narcís de Carreras, único candidato, como nuevo presidente del que entonces se denominaba oficialmente “Club de Fútbol Barcelona”. En un acto de 33 minutos de duración, estas fueron las últimas palabras de Enric Llaudet como presidente del Barça: “Es para mí una satisfacción dejar el club en manos de una persona tan barcelonesa, tan barcelonista y tan catalana como es el amigo Carreras. Otra cosa sería que lo tomara una persona que yo no considerara apta para llevar el club. Con el señor Carreras podemos dormir tranquilos. Y nada más. Mi corazón está con vosotros, ahora y siempre”. Del discurso del nuevo mandatario entresacamos algunas frases: “La emoción del momento; la emoción de llegar a la presidencia del Barcelona y la emoción de sentirme al lado de Llaudet y su junta, no es para explicarlo. Vengo con todo aquel entusiasmo que vosotros podéis pedir, porque el Barcelona es algo más que un club de fútbol; el Barcelona es algo que llevamos todos los barcelonistas muy adentro. No encuentro palabras para poder daros las gracias. Solo os hago una promesa: que pondremos todo nuestro esfuerzo y trabajo para que el Barcelona ocupe siempre un lugar destacado. Lo primero será procurar que el equipo gane partidos, porque la fuerza la da el equipo. Por lo demás, vamos a continuar la obra de Llaudet y, como él mismo nos ha pedido, a mejorarla con fe y entusiasmo. Por el Barcelona lo daremos todo. Damos gracias a Llaudet y a su junta por esta realidad que nos ha legado. Nada más. Me despido de vosotros con una sola palabra: ¡Visca el Barça!“

Enero de 1968: Enric Llaudet,mandatario saliente, y Narcís de Carreras, presidente entrante, se funden en un cariñoso abrazo.

Enero de 1968: Enric Llaudet,mandatario saliente, y Narcís de Carreras, presidente entrante, se funden en un cariñoso abrazo.

Posiblemente en este emotivo acto se pronunció por vez primera –si no con esas mismas palabras, al menos con idéntico sentido– una frase llamada a hacer historia: “El Barça es más que un club».

El nuevo Consejo Directivo estaba formado por los siguientes cargos y señores: Presidente: Narcís de Carreras; Vicepresidentes: Miquel Sabaté, Josep M. Sentís y Agustí Montal; Tesorero: Josep Escaich; Vicetesorero: Felix Valls Taberner; Contable: Pere Viladomiu; Vicecontable: Esteve Bassols; Secretario: Marcel.lí Moreta; Vicesecretario: Román La Rosa, y Vocales: José María Azorín, Pere Baret, Miquel Cabré, Raimón Carrasco, Joan Gich, Miquel Granada, Joan Piera, Joan Uriach, Andreu Valldeperas, Josep Vergés y Lluís Viza.

Se trataba de una Junta teóricamente “de unidad”, como tantas veces se había invocado en los últimos meses, en la que iban a tomar asiento destacadas personalidades barcelonistas, representando distintas sensibilidades, con ideas y maneras muy diferentes de ver las cosas ¿Acertarían a recomponer la palpable y evidente fractura social? Eso era algo que sólo el tiempo podría decir. Lo próximo, por lo pronto, era proseguir con las escaramuzas futbolísticas, encaminadas a lograr un título que se resistía pertinazmente desde hacía casi ocho años. Y, de paso, resolver también algunos flecos –como se diría hoy– relacionados con la plantilla. Nos estamos refiriendo, concretamente, al caso de dos jugadores sudamericanos: el brasileño Walter Machado da Silva y el uruguayo Eduardo Endériz. Silva, que había sido cedido al Santos, va a ser traspasado definitivamente al Flamengo carioca. Se cerraba así una operación desafortunada desde el principio, aunque al menos con la recuperación de siete millones y pico de pesetas, más de las dos terceras partes del dinero invertido en su fichaje, pero su breve periplo barcelonista quedaría para siempre en los anales del club como uno de los mayores despropósitos de toda su historia. Y en cuanto a Endériz, un futbolista que tampoco había podido alinearse con asiduidad –aunque en su caso debido a pura mala suerte, en forma de continuas lesiones–, va a ser transferido a un Sevilla que se debatía en la cola de la clasificación, y necesitaba perentoriamente refuerzos que le ayudaran a salir del pozo.

Algo sí había hecho bien Llaudet durante sus dos mandatos: reducir notablemente la deuda, y ponerla en el camino de su extinción. A 17 de enero de 1968, el día que Carreras y su Junta tomaron posesión, la deuda del Barça ascendía a 178.383.853 pesetas –cincuenta y tantos millones menos que en junio de 1961, cuando Llaudet se hizo cargo del club–, y además faltaban por cobrar todavía gran parte de los 226 millones en que se había vendido «Les Corts», con lo que cuando concluyese el pago aplazado de dichos terrenos, y si no se emprendían nuevas aventuras financieras, las cuentas barcelonistas se equilibrarían por vez primera en muchos años.

Ya sin Silva y sin Endériz, el Barça va a afrontar una difícil salida a «Sarriá», para medirse nuevamente con su eterno rival ciudadano. El Español de los Cinco Delfines no era ya el de la temporada anterior –cuando había alcanzado un muy meritorio tercer puesto liguero–, pero a buen seguro que pondría toda la carne en el asador para derrotar a los azulgranas. El partido, en efecto, se desarrolló según el guión habitual en esta clase de enfrentamientos –es decir: nervios y precauciones defensivas, brusquedades y emoción por doquier–, y terminó decantándose finalmente del lado blanquiazul gracias a un solitario gol marcado a los 26 minutos de la segunda parte por el ex barcelonista Cayetano Re, quien se erigía así en el verdugo de su antiguo equipo, del que había tenido que salir por la puerta falsa tras un nebuloso episodio en el que brilló la proverbial falta de tacto del inefable Roque Olsen. La alineación barcelonista fue la misma que se había impuesto contundentemente al Zaragoza.

El Athletic de Bilbao visita el «Camp Nou» el último domingo de enero. Los vascos llegan con su goleador Uriarte y mucha ambición, pues tan sólo se encuentran a cuatro puntos de la cabeza. El encuentro resultó muy complicado para los locales, y se resolvió con un triunfo mínimo por 1-0, marcado por Oliveros, que reaparecía, al rematar de forma magnífica un buen centro de Quimet Rifé. En los últimos compases el árbitro, Antonio Rigo Sureda, del Colegio Balear (que también había pitado el partido de la primera vuelta) expulsó a Benítez y al bilbaíno Sáez por una mutua agresión. El defensa uruguayo –que va a negar que se produjese dicha agresión, declarando que “a partir de ahora tendré que jugar con un lirio en la mano”– será sancionado por el Comité de Competición con cuatro partidos de descanso para que refrenase sus ímpetus. Artigas presentó el siguiente equipo: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rifé. Tras esta jornada el Barça comparte el segundo puesto de la clasificación general con el Atlético de Madrid y la Unión Deportiva Las Palmas, todos con 23 puntos, a tres del líder, el Real Madrid.

El mes de febrero comienza con un gran choque en las alturas. El Barça visita el campo del Atlético de Madrid en un partido que podía ser decisivo para el futuro de sus aspiraciones,  relanzándolas o, por el contrario, frenándolas en seco. La alineación azulgrana fue la formada por Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Un gol de Zaldúa a los 31 minutos de juego, rematando un saque de esquina botado por Oliveros, le va a suponer al Barça dos valiosísimos positivos, amén de permitirle superar –en la tabla y en el goal average particular– a un adversario directo en la lucha por el título. Sin embargo al domingo siguiente, y pese a jugar en casa, al amparo de su público, el equipo no sabrá rentabilizar el pinchazo del líder, que no pudo pasar del empate en el «Bernabéu» frente al Athletic bilbaíno. El Valencia será un hueso demasiado duro de roer, y se va a llevar un punto para «Mestalla». Se adelantaron en el marcador los azulgranas –que pusieron en liza a los mismos once hombres que acababan de triunfar en Madrid– por mediación de Mendonça, pero en el último minuto el valencianista Terol se va a aprovechar de un mal saque de puerta de Sadurní para equilibrar la contienda in extremis. Por consiguiente, continúan los tres puntos de desventaja con respecto a los merengues, pero en la próxima jornada había fundadas posibilidades de menguar esa diferencia, ya que mientras que los de Artigas visitaban la cancha de un Betis vicecolista, los pupilos de Muñoz tendrían que vérselas en el Estadio de la ribera del Manzanares con su eterno rival colchonero, también muy necesitado de puntos.

Pero tan optimistas previsiones saltaron hechas añicos a causa del morrocotudo batacazo que el Barça se pegó en el «Benito Villamarín», el auténtico sorpresón de la jornada. Sobre  un terreno embarrado ambos equipos jugaron abiertamente al ataque, pero los béticos tuvieron su tarde, y llegaron a ponerse con un rotundo 4-1 a su favor, reducido por los catalanes en los últimos minutos. Quino, Rogelio y Landa (2) marcaron por los andaluces, mientras que Fusté de penalty y Zaldúa en dos ocasiones lo hicieron por los barcelonistas, que presentaron la siguiente alineación: Sadurní; Borrás, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rifé. El Real Madrid, que no pasó del empate en el derbi capitalino, incrementaba no obstante su ventaja a cuatro puntos, y los azulgranas quedaban relegados al tercer puesto por un cada día más entonado Las Palmas.

Entretanto, el Barça se refuerza de cara al futuro. Santiago Castro, interior del Racing de Ferrol y uno de los jugadores más destacados de la Segunda División, es el primer fichaje para la próxima temporada. El defensa condalista Paredes marcha cedido al cuadro departamental como parte de esta operación. Y es también por estas mismas fechas cuando se da carpetazo definitivo al incómodo “Caso Silva”. El jugador, aun perteneciente al Barça, hace un viaje relámpago hasta la Ciudad Condal para formalizar su traspaso al Flamengo. El futbolista aprovecha la coyuntura para agradecer las muchas muestras de simpatía recibidas, pero asegura que no volvería a repetir la experiencia. Y el mes de febrero se despide con otro derbi regional, Barcelona-Sabadell en el «Camp Nou». Los vallesanos se lo pusieron difícil al Barça, y a sólo siete minutos de la conclusión el marcador señalaba un peligroso empate a uno, con goles de Palau –el tanto que abrió la cuenta– y Mendonça. Pero Oliveros y Eladio enmendaron finalmente tan amenazante situación. El once barcelonista (que venció pero no convenció)  fue el siguiente: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rifé. Pero sin duda la gran alegría de la jornada se la dio a todos los culés el mismísimo Real Madrid, al caer derrotado en su propio feudo ante el Valencia por 0 a 2, inyectando de ese modo una gran dosis de emoción a la Liga, pues su ventaja con respecto a Barça y Las Palmas se reducía ahora a sólo dos puntos, y con la perspectiva de varios enfrentamientos directos entre los tres conjuntos, sin descartar aún del todo a Atlético de Madrid, Valencia y Athletic de Bilbao.

Benítez, feliz en los albores de su última temporada. Faltaban solamente unos meses para una tragedia que nadie podía imaginar.

Benítez, feliz en los albores de su última temporada. Faltaban solamente unos meses para una tragedia que nadie podía imaginar.

En otro orden de cosas, se da ya por hecho –aunque se desmienta oficialmente– el fichaje del seleccionador nacional Domenec Balmanya como próximo secretario técnico del Barça (incluso se baraja la cifra de siete millones y medio de pesetas por cinco años de contrato). Pero el entrañable Mingu no podrá incorporarse a la disciplina azulgrana hasta el día 1 de Julio, justo cuando expira su vínculo con la Federación Española de Fútbol. La noticia es bien acogida por el barcelonismo, ya que el organigrama del club había carecido de dicha figura desde los ya lejanos tiempos de Pep Samitier, quien abandonó el cargo a causa de sus desavenencias con Helenio Herrera a finales de los años 50, frustrándose posteriormente, por diversas razones, tanto la llegada del prestigioso Pedro Escartín como la del polémico Casildo Osés.

El primer domingo del mes de marzo el Barça se desplaza hasta la Ciudad de los Califas para disputar un encuentro trascendental frente a un Córdoba que también se juega mucho. Salvador Artigas va a presentar en «El Arcángel» una alineación que podría calificarse como revolucionaria, pero también de acusado matiz conservador, compuesta por los siguientes once futbolistas: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Torres, Gallego; Rifé, Vidal, Mendonça, Zabalza y Pujol. Los andaluces pusieron mucho entusiasmo en la pelea, pero eso no pudo evitar que un gol de Pujol a los 70 minutos diese el triunfo al Barça. El Madrid, por su parte, venció también a domicilio, en el campo del vicecolista Betis. El Elche, un visitante casi siempre incómodo, era el siguiente rival a recibir en el «Camp Nou», y en esta ocasión también va a dar mucha guerra antes de entregar el partido. Marcó primero Mendonça, y empató acto seguido Lico, una de las estrellas ilicitanas. Volvió a adelantarse el Barça con un gol de Vidal, pero nuevamente equilibró el marcador otra gran promesa alicantina, el jovencísimo Asensi (18 años). Finalmente Zabalza y Oliveros establecieron el 4-2 definitivo. Esta fue la alineación azulgrana: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Oliveros, Vidal, Mendonça, Pujol y Rifé. Continúan los dos puntos de ventaja del Real Madrid, y la UD. Las Palmas, también a dos del Barça, iba a ser el próximo equipo que pasase por el «Camp Nou», en un encuentro que se antojaba trascendental para el futuro del campeonato.

Una de rumores…El Sabadell pretende hacerse para el torneo de Copa con los servicios de Torrent, que ya había jugado las dos temporadas anteriores con los arlequinados y que en esta campaña no estaba contando demasiado para Artigas. Y otro más: el Barça está interesado en el lateral del Badalona Franch. A cambio, iría al equipo costeño el defensa condalista Ortí. También se especula con la posibilidad de que el codiciado volante ilicitano Lico pase a un club grande. Se habla del Barcelona, pero su elevada cotización –ocho millones– hace su fichaje poco menos que imposible. Y también por estos días, la gran familia azulgrana va a vestirse de luto a consecuencia de la tragedia acaecida en el hogar del dinámico directivo Pere Baret. En un incendio declarado en el domicilio familiar, situado en la parte alta de Barcelona, fallece su hijo de once años, Jordi. El propio Baret sufre también graves quemaduras.

Llegan los amarillos, dirigidos por el ex madridista Luís Molowny. Los de Artigas, con varias importantes reapariciones, formaron así: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Rexach y Rifé. El Barça va a marcar dos goles en los primeros diez minutos, obra de Zaldúa y Muller, con lo que el partido queda prácticamente decidido. Y si no se logró superar el goal average  favorable a los canarios  por el fuerte varapalo de la primera vuelta, en buena medida fue por culpa de la muy protestada actuación del árbitro de turno, el balear  Rigo –ya todo un viejo conocido de la afición barcelonista en general y de Julio César Benítez en particular–, que pasó por alto dos claros penalties en el área visitante, uno hecho a Zaldúa, y el otro cometido sobre Mendonça. Con este resultado, la cabeza de la Liga echaba chispas. El Madrid se había dejado un punto en «El Arcángel», y ya sólo aventajaba en uno al Barça, con quien tendría que enfrentarse quince días más tarde en el «Camp Nou». El gran sueño de todo el barcelonismo parecía aun posible…

Pero las cosas empezaron a torcerse en el campo de «Pasarón». Decepcionante encuentro del Barça y derrota mínima –1 a 0– frente al correoso Pontevedra. A Artigas se le criticó su planteamiento ultradefensivo, que no se modificó hasta que marcaron los gallegos, pero ya era demasiado tarde. Los barcelonistas –que vistieron camiseta blanca por la similitud de colores con los locales– formaron con: Sadurní; Benítez, Torrent, Eladio; Torres, Gallego; Zaldúa, Zabalza, Mendonça, Fusté y Rifé. Como puede observarse, un equipo plagado de jugadores de retaguardia. El líder, que cumplió con su obligación venciendo al Elche en el «Bernabéu» por 2 a 0, aprovechó el inesperado tropiezo catalán para volver a colocarse con tres puntos de ventaja. Una ventaja que podía ser ya definitiva, pues aunque los azulgranas salieran vencedores en el partidazo del día 7 de abril, todavía seguirían estando a un punto de los blancos, con lo que estos continuarían dependiendo únicamente de sí mismos.

Dos noticias más de estos últimos días de marzo. Por una parte, reseñar el leve accidente de tráfico que sufrió el entrenador barcelonista Salvador Artigas, cuando en compañía de su familia se dirigía en su flamante “Porsche” a Benidorm, localidad alicantina en la que poseía varios negocios y una residencia, y por otra, el anuncio ya oficial del fichaje de Domenec Balmanya, todavía seleccionador nacional, como director técnico del Barça para la próxima temporada. Lo hizo el presidente Carreras en el transcurso de una rueda de prensa convocada en “La Masía”, con la que pretendía inaugurar una serie de periódicos contactos con los medios informativos, para ponerles al corriente de la actividad del club.

LÁGRIMAS…

En la tarde del sábado 6 de abril, en vísperas del trascendental y decisivo partido contra el Real Madrid, el barcelonismo recibió, entre conmocionado e incrédulo, la terrible noticia de la muerte de Julio César Benítez. Víctima de un rápido proceso, que afectó a todos sus órganos hasta producirle un paro cardíaco, el jugador había fallecido alrededor de las 16 horas, en la clínica barcelonesa de la Cruz Roja. La causa del óbito, según se informó, había sido al parecer una intoxicación producida por la ingesta de unos mariscos en mal estado, que el futbolista charrúa había consumido en el curso de una reciente excursión a Andorra, en compañía de su ex compañero de equipo Rodri y las esposas de ambos. En el principado pirenaico ya se sintió indispuesto, pero no le concedió demasiada importancia. Acudió a entrenar el martes, con aparente normalidad, pero empeoró rápidamente, aunque con el tratamiento administrado, y gracias a su fuerte naturaleza, experimentó una evidente mejoría, y el jueves y el viernes se le creyó ya fuera de peligro. En un principio se le diagnosticó una simple urticaria. Sin embargo, el futbolista uruguayo ya había padecido una grave hepatitis años atrás –concretamente en 1963–, que le obligó a guardar reposo absoluto y le tuvo apartado de los terrenos de juego durante varios meses.

En la madrugada del sábado se va a agravar su estado, y a las 6 de la mañana es trasladado a la Cruz Roja. A primera hora de la tarde, los médicos que le cuidaban hicieron público el siguiente parte facultativo: “El paciente Julio César Benítez Amoedo sufre un proceso tóxico infeccioso que ha dado lugar a un cuadro de colapso con manifestaciones purpúricas y fallo renal agudo. Pronóstico: gravísimo”. Poco después, en presencia de compañeros y directivos, dejaba de existir. Al parecer, algunas de sus últimas palabras, fruto del delirio, fueron “Pasa la pelota, Eladio”, “¡Ya es nuestro el partido!”, “¡Faltan cuatro minutos y ganamos dos a cero!” Genio y figura.

La triste noticia se extendió por la ciudad como un reguero de pólvora. Nadie podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Y es que parecía increíble que un deportista joven como Benítez, la imagen misma de la salud y la fortaleza, aquel niño grande de temperamento volcánico en el campo, pero bondadoso corazón fuera de él, pudiera haber muerto víctima de algo tan minúsculo como una bacteria o un virus. Pero las decenas de miles de socios y seguidores culés no tuvieron más remedio que rendirse ante la terrible evidencia al contemplar el cuerpo sin vida del ídolo caído, expuesto en la capilla ardiente que se instaló en el antepalco del «Camp Nou», para recibir el último adiós de sus admiradores, y ante el que desfiló ininterrumpidamente durante 24 horas una ingente cantidad de personas.

Los restos mortales de Julio César Benítez salen del escenario de sus grandes éxitos a hombros de sus compañeros.

Los restos mortales de Julio César Benítez salen del escenario de sus grandes éxitos a hombros de sus compañeros.

Por supuesto, el partido que debía disputarse al día siguiente se aplazó de mutuo acuerdo entre las directivas de ambos clubes, fijándose para el martes día 9. Lo deportivo pasaba así a un segundo plano ante la magnitud del drama humano que se estaba viviendo en Can Barça. Nunca, en los casi 69 años de existencia de la entidad azulgrana, había muerto un jugador en activo, en plena temporada, ni nunca ha vuelto a ocurrir. El sepelio, celebrado el lunes 8, a las cuatro de la tarde, en la Iglesia Parroquial de San Odón, se convirtió –y pocas veces el tópico fue tan cierto y certero– en una impresionante manifestación de duelo. El féretro, cubierto con la bandera azul y grana, fue llevado en hombros por sus compañeros, relevándose, entre el gentío que abarrotaba los aledaños del «Camp Nou», escenario tantas tardes y noches de las proezas futbolísticas del malogrado Julio César. Su madre vino expresamente desde Uruguay. Se calcula que unas cien mil personas siguieron in situ la salida de los restos mortales de Benítez hacia el cercano Cementerio de Les Corts, donde recibió cristiana sepultura. Decenas de coronas, enviadas por los principales clubes españoles y por anónimos aficionados colmaron hasta los topes una flotilla de furgonetas. Fue un acto para recordar, sincero y sentido.

Sin embargo, corrieron por la Ciudad Condal insistentes rumores acerca de la muerte del futbolista, rumores que no coincidían para nada con la versión oficial. Eran historias fantásticas, que hablaban incluso de un asesinato por envenenamiento, relatos más propios de la Serie Negra que de las páginas deportivas, y según  alguna de ellas, el jugador uruguayo habría perecido víctima de una venganza, perpetrada por cuenta de algún personaje importante y poderoso a causa de líos de faldas. Sea como fuere, su propia viuda –una antigua artista de la noche zaragozana– concedería una entrevista muchos años más tarde, al cumplirse el 40 aniversario del inesperado óbito, en el curso de la cual abundaba en la teoría del envenenamiento, añadiendo que al cadáver de su marido se le practicó una biopsia, cuyos resultados no le fueron nunca revelados a ella, y asegurando que este no había comido ninguna clase de marisco. Al margen de esto, diversos testimonios dan fe de que el futbolista no se cuidaba precisamente como correspondería a un deportista profesional. Seguramente jamás sabremos toda la verdad acerca de lo ocurrido.

Elucubraciones aparte, el mazazo que sufrió la plantilla barcelonista fue de una  dimensión tal, que ante la fulminante desaparición del querido compañero se olvidaron por unas horas de todo lo demás, incluido el título que Barça y Real Madrid tenían que dilucidar sobre el cuidado césped del «Camp Nou». Pero la vida sigue, y –como dicen siempre los americanos– “el Espectáculo debe continuar”. De modo que los artistas hicieron de tripas corazón, y se aprestaron a interpretar su papel lo más dignamente posible. La irreparable ausencia de Benítez en el lateral derecho de la defensa fue cubierta, al igual que en otras ocasiones, por el siempre eficaz Antoni Torres, y por lo tanto el Barça saltó al terreno de juego en la tarde-noche del martes 9 de abril con su equipo de gala: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Se guardó, como es natural, un minuto de silencio en memoria del gran ausente, y nunca fue mayor ni más ominoso un homenaje semejante en el coliseo barcelonista.

Cuando por fin echó a rodar el balón, el Barça no tardó en adelantarse en el marcador, merced a un cabezazo de Zaldúa, el bravo futbolista de Elizondo, a los 12 minutos de juego, pero el Madrid empató por mediación de Pirri al filo del descanso, y en la segunda parte ya no se alteraría el resultado, a pesar de la fuerte presión azulgrana. El partido terminó pues en tablas, y los tres puntos de ventaja que mantenía el equipo blanco, a falta de otras tantas jornadas para la finalización del campeonato, parecían ya una distancia insalvable. Y se ampliaron a cuatro en la jornada siguiente, puesto que mientras los de la capital solventaban su compromiso ante el Pontevedra con una victoria, mínima pero suficiente, el Barça –a pesar de jugar muy bien y crear numerosas oportunidades– no pudo pasar del empate en «La Rosaleda» malacitana. Rexach abrió el marcador, pero el brasileño Wanderley (hermano del goleador valencianista Waldo) lo equilibró de nuevo al batir a Reina, que sustituía al habitual arquero titular, Sadurní. Los merengues se proclamaron campeones de Liga por decimotercera vez al domingo siguiente, al derrotar por un apretado 2 a 1 a la UD Las Palmas, mientras que el Barça se aseguraba también prácticamente el subcampeonato por segundo año consecutivo tras vencer holgadamente al Sevilla, al que enviaba a Segunda División merced a dos goles de Zaldúa y otro de Rexach (3 a 0), resultado que aun pudo ser mayor de no mediar varios disparos a la madera. Esta fue la alineación que Salvador Artigas puso en liza frente a los desahuciados jugadores hispalenses: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rexach.

En la última jornada los azulgranas le devolvieron el empate de la primera ronda a una Real Sociedad que se veía así obligada a disputar la promoción si quería mantenerse en la máxima categoría. Gallego fue el autor del tanto barcelonista, conjunto que formó en «Atocha» con: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Pellicer, Zabalza; Rifé, Pereda, Mendonça, Zaldúa y Rexach. Con este resultado, el Barça se proclamaba subcampeón de Liga con 39 puntos, a tres del Real Madrid (15 victorias, 9 empates y 6 derrotas, con 48 goles a favor y 29 en contra). El máximo realizador del equipo había sido Zaldúa, con 12 tantos, mientras que Gallego era el único jugador que se había alineado en todos los partidos. Un año más –y ya iban…– el Barça se jugaría la posibilidad de salvar la temporada en el Torneo del KO. El equipo, ciertamente, había mejorado con relación a campañas anteriores, pues había mostrado una mayor regularidad, y en determinados momentos de la competición pareció incluso capaz de alzarse con el título, pero seguía faltándole ambición y pegada en los instantes decisivos, defectos de los que –polémicas arbitrales al margen– no adolecía su gran rival, el Real Madrid.

Varios jugadores barcelonistas finalizaban sus contratos el día 30 de junio de 1968. Se trataba de Olivella, Gallego, Muller, Fusté, Rifé y Torres. De este sexteto, Muller era quien lo tenía más claro, ya que en dicha fecha quedaría libre, y seguramente colgaría las botas –contaba ya  34 años–, con la intención de convertirse en entrenador. Olivella –32 recién cumplidos– renovaría probablemente por una campaña más, como premio a sus muchas temporadas de fieles servicios al club, y en cuanto al resto, se daba casi por segura la continuidad de todos ellos, dada su edad y su rendimiento. Y en lo tocante al capítulo de refuerzos para el curso siguiente, el Barça va a fichar a Juan García Torres, Juanito, un delantero del Cádiz –del Grupo Sur de la Segunda División–, que jugaba preferentemente por la zona derecha del ataque y al que sus paisanos conocían como el “Amancio gaditano”, pues era todo un ídolo en el «Ramón de Carranza». También se especulaba con la posibilidad de contratar a Palau, goleador del Sabadell y un futbolista que parecía ser del agrado de Balmanya, el nuevo director técnico blaugrana.

…Y SONRISAS

En la entonces denominada “Copa de Su Excelencia el Generalísimo”, al Barça le  toca emparejarse en dieciseisavos con el Sporting gijonés, entonces también oficialmente conocido como “Real Gijón”. El primer partido se va a disputar en el «Camp Nou», y allí, en un encuentro mediocre sin más historia que los goles y la grave lesión del defensa rojiblanco Florín, el Barça  decantará  claramente la eliminatoria a su favor, pues el 5 a 0 final no concedía ya demasiadas opciones a los asturianos de cara a la vuelta. Jugaron: Sadurní; Borrás, Olivella, Torres; Pellicer, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Martí Filosía y Rexach, y marcaron los tantos Martí Filosía –que volvía al equipo titular muchos meses después de su debut–, Rexach, Mendonça, Zaldúa y el defensa visitante Echevarría en propia puerta. En  la devolución de visita a «El Molinón», el Barça presentó una formación con garantías (Reina; Torres, Olivella, Eladio; Zabalza, Torrent; Oliveros, Martí Filosía, Mendonça, Fusté y Rifé), pero en los primeros compases va a saltar la sorpresa, puesto que los locales, con una salida en tromba, se colocaron muy pronto con un claro 2 a 0 a su favor. Sin embargo el partido fue calmándose poco a poco, tal como convenía a los intereses azulgranas, y el Barça pasó a controlar la situación, no obstante lo cual el marcador ya no se movería.

Rexach y Pujol, dos futbolistas que seguían vidas paralelas (ambos tenían la misma edad, procedían de las categorías inferiores y debutaron en el primer equipo con una semana de diferencia), se incorporan al Servicio Militar, y por consiguiente van a ser baja para lo que resta de torneo copero. Por otro lado, el Sabadell se interesa por Torrent, pero todavía no existe acuerdo entre ambos clubes. Y con vistas también a la siguiente temporada, el Barça va perfilando su nuevo organigrama: Joan Gich es nombrado Gerente, y Domenec Balmanya anuncia sensibles cambios en la parcela técnica. El próximo adversario en la Copa será la Real Sociedad, una vez solventada con éxito su promoción de permanencia ante el Real Valladolid. Era novedad en las filas catalanas Pereda, que en las dos últimas temporadas había actuado muy poco por culpa de una inoportuna racha de lesiones. Artigas, antiguo jugador y entrenador realista, pensó que en un campo embarrado –como casi siempre lo estaba el viejo «Atocha»– sería positiva la aportación de Chús, un futbolista formado precisamente en terrenos norteños y pesados (se había revelado en el Indauchu bilbaíno). Saltaron pues al feudo donostiarra los siguientes hombres: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Torrent, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rifé. Y la victoria sonrió esta vez al Barça por 0 a 2, marcados por el guardameta local Zubiarraín en su propia puerta y por el resucitado Pereda. En la vuelta, el Barça aplastará a los blanquiazules con un inapelable 6 a 1 (Mendonça 3, Rifé, Pereda y Gallego). Y el sorteo de cuartos de final va a deparar un duelo de históricos que hacía tiempo que no se producía: Athletic de Bilbao-Barcelona, con la ida en el «Camp Nou». Una eliminatoria sobre el papel muy complicada.

Noticias de las categorías inferiores… El equipo infantil del Barça se proclama campeón de España en la fase final celebrada en Málaga, con estos resultados: 2-1 al Sevilla, 5-0 al OJE de Salamanca, 1-0 al Puerto malagueño, y 2 a 0 al Inmaculada de Gijón. Por otra parte el Condal, que militaba en Tercera División, reforzado por el jugador barcelonista Jiménez –y durante la temporada regular también por Martí Filosía–, va a intentar el asalto a la Categoría de Plata del fútbol español, pero es eliminado por el Orense, al perder en la ciudad gallega por 2 a 0, y vencer en el «Camp Nou» por un insuficiente 2-1. Es de reseñar que los orensanos habían ganado absolutamente todos sus partidos de Liga en su grupo de Tercera, una proeza insólita que reflejaron puntualmente numerosos medios de comunicación.

Se celebra el encuentro de ida de los cuartos de final de la Copa del Generalísimo en el estadio azulgrana. Vence el Barça por un muy esperanzador 3-1, aunque el partido distó mucho de ser un paseo para los catalanes, ya que su tercer tanto no llegó hasta el minuto 89. Jugaron: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rifé. Fue precisamente Quimet quien abrió el marcador, para empatar luego el defensor vasco Echeberría, redondeando Oliveros el resultado definitivo con dos oportunas dianas. Chus Pereda, que estaba a punto de cumplir treinta años y parecía atravesar una segunda juventud, cuajó una fenomenal actuación. En la vuelta en La Catedral, el héroe del partido va a ser Salvador Sadurní, que lo paró todo haciendo honor a su nombre de pila, y el Barça siguió adelante en la competición merced al empate sin goles conseguido en «San Mamés»

Por estas fechas se produce otra triste noticia para la gran familia barcelonista. Fallece Modesto Amorós, quien durante la friolera de 46 años estuviera al servicio del Barça como utillero y cuidador del material (siendo sustituido en dicho puesto, al jubilarse, por Claudio Pellejero). Con él se iba un trozo de historia viva del Barcelona, casi medio siglo, y también una gran persona, muy querido por todos los jugadores con los que tuvo estrecha relación. Y en otro orden de cosas, el Real Murcia realiza gestiones –aunque sin éxito– para conseguir los servicios de Borrás y Vidal, al mismo tiempo que aterrizan en el «Camp Nou» una serie de futbolistas, para ser sometidos a prueba: los paraguayos Ferreira y Colman, el goleador leonés García, y el veloz extremo zurdo avilesino Emiliano. Ninguno de ellos se quedaría en el Barça.

Las semifinales de la Copa van a deparar un auténtico plato fuerte a los aficionados, un Atlético de Madrid-Barcelona que para los azulgranas podía constituir la revancha de la eliminatoria del año anterior, en la que habían sido doblemente derrotados por los colchoneros. El primer partido, disputado en el «Manzanares» bajo un fuerte calor, termina con un escueto 1 a 0 favorable a los propietarios del terreno, tanto conseguido a los nueve minutos  de juego por el rojiblanco Luis al rematar de cabeza una falta botada por Ufarte. El resultado podía considerarse francamente benigno para el Barça, que no había hecho un buen partido pero esperaba darle la vuelta a la eliminatoria con el apoyo de su público.

Otro refuerzo más: Juan Carlos Pérez, conocido futbolísticamente como Juan Carlos, centrocampista del Racing montañés, y a quien llamaban “el Pirri de Santander”. Con esta nueva adquisición prosigue la política de fichajes modestos, a la espera de que cuajen en magníficas realidades. Mientras, la cantera catalana le ofrece al Barça un ramillete de jóvenes con un envidiable futuro por delante: el guardameta Mora, el defensa Sanjuan, el interior García Castany, el punta Alfonseda…Y una esplendorosa realidad, sin ir más lejos, es Gallego, indiscutible central de la Selección Nacional, que va a ser galardonado con el Trofeo “Patricio Arabolaza”, instituido por los diarios “Arriba” y “Marca” para premiar la Furia Española.

Se disputa en el «Camp Nou», coincidiendo con la Verbena de San Pedro, el decisivo encuentro de vuelta de la semifinal Barça-Atleti. Fue un choque pleno de nervios y plagado de incidencias, en la mejor tradición copera. En la primera parte se adelantaron los madrileños con gol de Adelardo, poniendo las cosas muy cuesta arriba. Ya mediada la segunda mitad va a producirse la jugada más polémica del partido. Mendonça es objeto de penalty en el área colchonera, por sendos agarrones de San Román y Griffa. La clara falta, que no dejaba lugar a dudas, va a ser señalada por el colegiado balear señor Rigo (un árbitro ya sobradamente familiar para jugadores y aficionados barcelonistas), siendo muy protestada por los visitantes. El máximo castigo lo lanza Fusté, equilibrando el marcador, y muy poco después Zaldúa hace el 2-1 que empata la eliminatoria (en 1968, conviene recordarlo de nuevo, no se aplicaba aún el valor doble de los tantos conseguidos en campo contrario en caso de igualdad). El partido entra entonces en una fase de gran emoción e incertidumbre, hasta que – ya en período de descuento, pues se habían perdido varios minutos en atender y retirar al jugador rojiblanco Iglesias, lesionado– será nuevamente el navarro Zaldúa, entrando al remate de forma harto heterodoxa ¡con la rodilla!, quien consiga el tanto que le da al Barça al pase a la final.

Como es lógico y natural, se desborda la alegría entre los seguidores barcelonistas, que en gran número invaden el terreno de juego para abrazar alborozados a sus ídolos. Es en ese preciso momento cuando tiene lugar un lamentable incidente, ya que la Policía Armada –los tristemente célebres Grises– va a disolver con contundencia –a porrazo limpio, vamos– una espontánea manifestación de júbilo, de carácter estrictamente deportivo, produciéndose las correspondientes carreras y contusiones, algo a lo que el público que permanecía en las gradas responderá increpando a las fuerzas represivas y lanzando masivamente almohadillas, en una escena insólita en nuestros campos, y que de nuevo tiñe de sangre el coliseo blaugrana, al igual que sucediera en «Les Corts» en 1952, en el curso de aquel Barça-Español que pudo degenerar en auténtica catástrofe (y que al parecer se cobró alguna víctima mortal) Pero también va a haber  sus más y sus menos en el mismísimo vestuario de los flamantes finalistas… En esta ocasión, los protagonistas fueron el directivo blaugrana Pere Baret y el ex  presidente de la entidad Enric Llaudet, quien arremetió contra el primero con la intención de agredirle, lo que causó una gran sorpresa entre todos los presentes, a despecho de las malas relaciones que siempre habían mantenido en el pasado ambos personajes.

Sin embargo, incidentes al margen, lo destacable era que –cinco años después– el Barça iba a jugar de nuevo una final de Copa. Claro que en esta ocasión las cosas no parecían tan sencillas como en 1963, cuando se derrotó por un claro 3 a 1 a un entonces bisoño Real Zaragoza y en el propio «Camp Nou», bajo la mirada del Dictador y todos sus dignatarios. En esta oportunidad, el adversario iba a ser nada menos que el Real Madrid, y el escenario del choque el mismísimo estadio «Santiago Bernabéu», un marco nada neutral y bastante más hostil para los azulgranas de lo que lo fuera el feudo catalán para los aragoneses. Y la prensa madrileña, una vez que se conoce que el omnipresente Rigo será el árbitro de la final, tampoco contribuye a rebajar precisamente la tensión, insinuando cierta parcialidad del colegiado balear. Tal era el enrarecido ambiente que le esperaba el Barça en la Casa Blanca  el 11 de julio de 1968.

Pero mientras llegaba el momento de la verdad, la hora de meterse en la boca del lobo y jugarse toda la temporada a una sola carta, el equipo de Artigas ultima su preparación con un par de encuentros amistosos internacionales en el «Camp Nou». El primero sirve como presentación para Juanito, uno de los nuevos fichajes, y tiene como rival a un prestigioso cuadro austriaco, el Rapid de Viena. El resultado es de empate a dos, y el menudo delantero gaditano va a apuntar buenas maneras, marcando uno de los tantos barcelonistas. El otro partido tiene como rival a los portugueses de Os Belenenses, y termina con una clara victoria azulgrana por 4 a 1. En este choque puede alinearse el quinto Carles Rexach, gracias a un permiso concedido por sus superiores militares.

El día 11 de julio, en el «Santiago Bernabéu» y con toda la afición española congregada delante del  televisor, va a disputarse algo más que una final de Copa, uno de esos partidos llamados a convertirse en historia de nuestro fútbol. Y no precisamente por su nivel de juego, tirando a mediocre, sino por el cúmulo de  incidencias que se producirían dentro y fuera del césped, así como por la significación tan especial que tendrá el resultado final. A las órdenes del colegiado balear Antonio Rigo Sureda, puesto en la picota por el madridismo ya antes de que echase a rodar el balón, los dos equipos finalistas saltan al campo con las siguientes alineaciones: por el Real Madrid, Betancort; Miera, Zunzunegui, Sanchís; Pirri, Zoco; Serena, Amancio, Grosso, José Luis y Miguel Pérez, y por el Barcelona, Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rexach. Actúan como capitanes el cántabro Miera y el navarro Zaldúa, respectivamente.

Un error que vale un título: Zunzunegui bate a Betancort, pero él no quería...

Un error que vale un título: Zunzunegui bate a Betancort, pero él no quería…

En el Madrid hay ausencias importantes, como las de los habituales titulares Junquera, Calpe, De Felipe –lesionado casi toda la temporada–, y sobre todo su ala izquierda, compuesta por Velázquez y el veterano Gento, mientras que el Barça presenta a su once de gala, ya que a última hora Rexach ha recibido permiso de sus mandos para desplazarse hasta Madrid, lo cual deja fuera de la alineación al andaluz Ángel Oliveros, que venía actuando muy satisfactoriamente durante todo el torneo. El partido se pone muy pronto en franquía para el Barcelona, ya que a los 6 minutos de juego un centro de Rifé es desviado hacía su propia portería por el central madridista Zunzunegui, batiendo involuntariamente a Betancort. A partir de ese momento el equipo blanco se lanzará a un furibundo acoso sobre el portal defendido de forma sensacional –y en ocasiones providencial– por Sadurní, con esporádicos contragolpes del lado azulgrana. El Barça sobrevive como gato panza arriba, y la presión del Madrid se acentúa aún más si cabe en la segunda mitad, período en el que van a producirse algunas jugadas conflictivas dentro del área barcelonista, sobre todo un presunto derribo a Serena que exacerbará de tal forma los ánimos de los seguidores locales, hasta el punto de ocasionar el lanzamiento de numerosos envases de vidrio desde las gradas al terreno de juego, con grave riesgo para la integridad física de los futbolistas. Pero el marcador ya no se  moverá, y el Barcelona va a proclamarse nuevo campeón de Copa tras cinco largos años de sequía de títulos nacionales.

El General Franco hace entrega del trofeo que lleva su nombre a Zaldúa, el capitán azulgrana, pero los jugadores azulgranas no podrán dar la tradicional vuelta de honor alrededor del campo debido a la lluvia de objetos arrojados desde la grada con una total falta de deportividad y civismo, impactando alguno de ellos incluso en la propia copa y abollándola. Pero al parecer aquella cálida noche de julio el mal comportamiento no fue algo privativo de varios centenares –si no miles– de exaltados hinchas madridistas… En el palco de autoridades se va a producir una jugosa anécdota de tintes surrealistas, siempre según testimonios del bando catalán: al finalizar el encuentro con la victoria culé, la esposa del ministro de la Gobernación, general Camilo Alonso Vega, le dice al presidente madridista: ¡Qué pena, Santiago, hemos perdido!” Alonso Vega, tratando de mostrarse diplomático, tercia: “Anda, mujer, felicita al presidente del Barcelona” –por Narcís de Carreras, allí presente–, a lo que doña Ramona Bustelo, ni corta ni perezosa, responde, dejando las cosas aun peor: “Claro, le felicito. Porque Barcelona también es España, ¿no?» A Carreras no le sale del alma otra cosa más que un elocuente no fotem, Senyora ( “no me j…, Señora” )

Presidente y entrenador exultantes de felicidad tras un triunfo épico.

Presidente y entrenador exultantes de felicidad tras un triunfo épico.

En Barcelona el recibimiento a los triunfadores del «Bernabéu» va a ser apoteósico, como hacía muchos años que no se veía en la Ciudad Condal. En el Aeropuerto de El Prat les aguardaban millares de aficionados, exhibiendo pancartas tan expresivas como una que rezaba “Bienvenidos héroes, supervivientes de la selva virgen”, u otra donde, debajo de una botella, podía leerse ”Arma secreta del Real Madrid”. El partido va a ser conocido desde aquel momento como la Final de las botellas (y hablando de botellas, a raíz de este encuentro la Federación Española de Fútbol va a prohibir la venta de bebidas con envase de cristal en todos los campos del país, pagando el pato, como tantas veces, justos por pecadores). Más tarde, la expedición barcelonista acudirá a la Basílica de La Mercé, a postrarse a las plantas de la Patrona de la ciudad, para terminar su recorrido triunfal en la Plaça Sant Jaume, el tradicional escenario de las grandes solemnidades culés, entre el clamor y los vítores de una auténtica muchedumbre que colapsaba los accesos. En el Ayuntamiento, el presidente Carreras, en catalán, ofreció la Copa a la ciudad y a sus seguidores, respondiéndole el Alcalde, señor Porcioles, también en lengua vernácula. Con posterioridad a este acto protocolario, fueron presentados desde el balcón del Consistorio todos y cada uno de los jugadores del equipo campeón de España, aclamados por su fervorosa hinchada.

Tampoco tenía desperdicio el inefable parte médico que hizo público el Real Madrid después de finalizado el encuentro: “José Luis: conmoción cerebral al recibir una patada de Pereda sobre la apófisis mastoides. Pirri: luxación de la articulación acromion clavicular, por la voltereta que le hizo dar Eladio. Será operado el sábado por la mañana en el Sanatorio Ruber. Serena: contusión sobre el muslo derecho por rodillazo de Zabalza”. Evidentemente, en lugar de tratar de calmar unos ánimos muy exaltados, venía a echar más leña al fuego…

Y con las imágenes de la gesta del «Bernabéu» aún muy vivas en la retina de los aficionados, cae definitivamente el telón sobre la temporada futbolística 1967-68, que para el Barça y el barcelonismo había sido una de las más agitadas de los últimos años, con un relevo presidencial, una trágica desaparición, y un valioso título cosechado en sus postrimerías. Los culés confiaban en que el equipo hubiese enderezado ya su errático rumbo anterior, y esperaban que el trofeo recién conquistado marcara el comienzo de una nueva era de satisfacciones y éxitos deportivos, bajo la batuta del triunvirato Carreras -Balmanya-Artigas. La situación económica del club estaba mejorando, lenta pero perceptiblemente, y la gran inyección financiera que había supuesto la venta de «Les Corts» iba notándose ya en la paulatina reducción de la deuda. Optimismo era lo que se respiraba en este largo, cálido y por tantas razones inolvidable verano de 1968.

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