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RESUMEN:

Este artículo analiza las iniciativas deportivas que desde Barcelona promovió Narciso Masferrer en la coyuntura social y política de la España de principios del siglo XX. Destacamos cómo la praxis de Masferrer transciende más allá de los conflictos políticos y desde su imparcialidad esquiva las disputas ideológicas en pro del discurso regeneracionista que promueve en defensa de la educación física y el deporte. Un estudio sobre el análisis del discurso de los artículos presentados en la prensa de la época pone al descubierto la trascendencia de Masferrer en la institucionalización del deporte contemporáneo en España.

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ABSTRACT:

Keywords: Narciso Masferrer, El Mundo Deportivo, History of Sport, Regenerationism, Barcelona

This article analyses the sports iniciatives that Narciso Masferrer promoted from Barcelona in the social and political situation of Spain in the early 20th Century. We highlight how Masferrer praxis transcends political conflicts and avoids, from his impartiality, the ideological disputes in favour of the Regenerationist discourse that he supports in defence of Sport and Physical Education. A study of the analysis on the discourse of the articles appeared in the newspapers of the time reveals the significance of Masferrer in the institutionalization of contemporary sport in Spain.

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Narciso Masferrer y el deporte en la encrucijada del regeneracionismo, el nacionalismo y el problema social en la España de principios del siglo XX (1897-1920).

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Introducción

La conjunción del deporte contemporáneo con la política propiamente dicha, es decir, cuando el deporte entra en las fauces de los intereses del Estado, tiene su especial configuración en el contexto de la Primera Guerra Mundial. En el caso de España, aunque el país permaneció ajeno a los sucesos beligerantes, también puede decirse que el deporte tomó carta de naturaleza a partir de la coyuntura internacional de entreguerras. Sin embargo, en Cataluña el deporte adquirió unos matices nacionalizadores en los que ya se entreveía el alcance social e ideológico del catalanismo político. Sin duda alguna, es en la prensa de la época donde podremos localizar los rasgos que proyectaron que el deporte entrara cada vez más en las redes políticas, una trayectoria que tuvo su punto álgido en el periodo de la II República.

Sin embargo, el deporte pretendidamente apolítico tenía sus apóstoles, que, sin tomar partido por opciones políticas determinadas, se invistieron de un discurso regeneracionista, modernizador y democrático, que trataba de esquivar las confrontaciones ideológicas. Entre estos apóstoles del deporte quizás deberíamos, ya de una vez por todas, reconocer a la figura omnipresente de Narciso Masferrer y Sala, sin duda alguna la persona que más protagonismo encarnó en los albores del deporte moderno en España, por lo que debería ser recordado en todo el país como la figura más importante y trascendente de la historia del deporte.

De aquí que el objetivo de este trabajo sea el insistir más en la impronta y trascendencia de Narciso Masferrer, aportando una inédita interpretación y valoración de su decisiva influencia en el deporte español de finales del siglo XIX y principios del siglo XX (1897-1920). Por lo tanto, vamos a relacionar las iniciativas de Narciso Masferrer con los momentos históricos, en especial con los sucesos políticos, los cuales siempre marcaron el devenir de los acontecimientos deportivos, y que a la sazón, Narciso Masferrer siempre supo moldear en provecho de la causa de la regeneración y modernización de la sociedad española. Nos detenemos en 1920, año de especial significación que da lugar a la primera participación olímpica del deporte español, que al mismo tiempo coincide con la retirada de Masferrer de la dirección de El Mundo Deportivo, para concentrarse y encargarse de la dirección de la sección deportiva de La Vanguardia y de la revista Stadium, entre 1920 y 1929, última etapa de su labor como periodista deportivo.

Metodológicamente el trabajo se sustenta en el análisis histórico de raíz constructivista, principalmente elaborado a partir de las redacciones deportivas dirigidas por Narciso Masferrer (Los Deportes, El Mundo Deportivo, Stadium y La Vanguardia) y la localización de artículos de opinión, en los que Masferrer expresa rasgos de su pensamiento ideológico o político. De igual modo, hemos utilizado otros estudios que sirven para contextualizar y reforzar el momento en cuestión.

Narcís Masferrer i Sala. Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya. Fons Anc1-585 / Josep Maria Sagarra i Plana. Código de referencia ANC1-585-N-14259

Narcís Masferrer i Sala. Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya. Fons Anc1-585 / Josep Maria Sagarra i Plana. Código de referencia ANC1-585-N-14259

Narcís Masferrer y la forja del deporte en España

Masferrer nació en Madrid en 1867, el mismo año en el que moría el Conde de Villalobos (Francisco Aguilera y Becerril), reconocido como el primer apóstol de la gimnástica en España (Torrebadella, 2017). Así que las casualidades del destino hicieron que Masferrer remplazara a este reconocido gimnasiarca, pero en este caso, como el más importante apóstol que ha tenido España en el deporte.

La llegada de Masferrer a Barcelona a principios de 1895 marcó una inflexión en el desarrollo del deporte español. Coincide con los episodios de las crisis colonial y finisecular. Barcelona es una ciudad poderosamente rica, ostentosa, ociosa y clasista, cuya vida rutinaria se enzarza con las miserias sociales y la lucha obrera. La debacle política y financiera de 1898, metafóricamente hablando, hace de Barcelona una ciudad rabiosamente descontenta consigo misma y con la política española. La coyuntura social y política es compleja, y principalmente en la juventud, la desazón y las frustraciones son contingentes con la vida de la misma ciudad. Este es el caldo de cultivo del que Narciso Masferrer aprende, pero también, en esta coyuntura encontró las principales dificultades para sus ambicionados e idealistas proyectos.

En primer lugar hemos de destacar la promoción de Masferrer en la creación –el 3 de abril de 1897– de la Asociación Catalana de Gimnástica (1897), que puso los cimientos de una obra de edificación regeneracionista, y que, junto al órgano portavoz de Los Deportes (1897-1910), el cual también lo fue, oficiosamente, de la Unión Velocipédica Española (UVE), de la Federación Gimnástica Española (FGE, 1898-1909) y de otras entidades, inició desde Barcelona la más brillante trayectoria personal en el deporte español.

En la sesión inaugural de la Asociación Catalana de Gimnástica (en los salones del Fomento del Trabajo Nacional), la palabra de Narciso Masferrer es la que puso en acción la causa de los intereses nacionales de la educación física, ante el abandono que el gobierno mostraba (Trapecio, 1897):

Pondero la importancia y trascendencia de la educación física; censuro la supresión de la Escuela Central de Profesores de Gimnástica; abogo por su reapertura y por la realización de los propósitos del legislador organizando la enseñanza y ordenando los ejercicios en todos los establecimientos del Estado, y manifiesto la opinión de que el abandono de los gobiernos de España de la educación física de la juventud da lugar a que su ejército, arrojado como el primero, sienta diezmarse por las influencias de climas insalubres, cuales los de nuestras colonias, privándose de combatir con el denuedo que le inspira el patriotismo y la índole de la raza. Invito a todas las clases sociales a que presten su apoyo a las asociaciones gimnásticas para la regeneración del pueblo, y termino saludando a nuestros hermanos de allende los mares (La Asociación Catalana de Gimnástica, 1897, p. 11).

Como veremos, Masferrer se ganó la confianza y el respeto de influyentes personas, no siempre afines políticamente. Uno de los primeros fue la amistad que mantuvo con Josep Llunas i Pujals (1852-1905), que fue el promotor de la revista Barcelona Sport y luego se unió a Los Deportes, fundada y dirigida por Masferrer. Llunas fue un destacado libertario de signo catalanista que participó activamente en las primeras organizaciones del anarquismo catalán (Vicente, 1999)[1]. Aun y las diferencias de criterio que mantenían, creemos que las ideas de Llunas en torno a la cuestión social influenciaron a Masferrer. Años atrás, Llunas se había destacado por su activismo anarquista, fue muy querido y apoyó todas las causas de las luchas obreras cuyo signo fuese contrario a toda violencia. Pero además fue un regeneracionista íntegro cuyo desvelo por la educación física no tuvo límites y colaboró animosamente con la FGE.

Estas primeras instituciones construidas en la coyuntura del destaraste finisecular y la pérdida del orgullo nacional encumbraron a Los Deportes y a Masferrer a promover, en la encrucijada de los discursos del regeneracionismo, a una generación propia de prohombres (Torrebadella, 2014) que luchaban para que “la regeneración física” llegase a todas las regiones de España (Masferrer, 1897). Masferrer dirigió Los Deportes hasta finales de 1902, cuando pasó a ocupar la presidencia de la UVE (Masferrer, 1903).

Pensamos que la FGE fue un proyecto de Masferrer, un proyecto que tuvo el apoyo de amigos-políticos de destacado renombre; entre éstos cabe citar al manifiesto José Canalejas Méndez (1854-1912) y a Rafael Rodríguez Méndez (1845-1919), político del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux (Masferrer, 1919). Aunque políticamente enfrentados, Canalejas y Rodríguez Méndez eran liberales y republicanos. No obstante, muy pronto surgieron las desavenencias en el seno de la entidad. Primeramente, no se podía dirigir desde Madrid un movimiento deportivo que tenía a Barcelona (y Cataluña) como principal baza en la promoción y desarrollo de todo cuanto acontecía. De aquí que la FGE fuese después de su constitución dirigida desde Barcelona. En segundo lugar, se encontraba el estímulo asociacionista del fútbol, puesto que muchos de los clubes no deseaban pertenecer a la FGE, que, como acertadamente menciona Artells (1972), no era bien recibida entre los sectores simpatizantes con el emergente catalanismo político.

No obstante, otra faceta directiva de Masferrer estaba en el ciclismo (López, 2010), del que puede decirse que fue el primer deporte organizado en España. El entusiasmo por este deporte le llevó a ostentar cargos (vocal, secretario general, vicepresidente) en la junta directiva y también a presidir en varias ocasiones la entidad (1902-1904/1911-1913/1939-1940). El desarrollo del ciclismo como deporte y como industria desembocó en la primera práctica física de masas que socialmente cambió los estándares de la movilidad urbana, sobre todo en Barcelona (Pernau, 2003). Después de la dirección de Los Deportes y de varios ensayos periodísticos de corta duración (Vida Deportiva, El Cardo, Arte y Sport) Masferrer encontró lo que andaba buscando, un periódico sencillo y popular que diera noticia de todo cuanto se relacionaba con la educación física y deportiva del país. Masferrer iniciaba, puede decirse que desde ese momento, una cruzada personal por la conquista deportiva de todo el país (López, 2016).

El Mundo Deportivo se creó después del fracaso de dos iniciativas deportivas de altos vuelos. La primera de ellas fue la citada FGE, y la segunda, la sociedad barcelonesa de Sportsmen’s Club (1903-1905). Así, la idea del nuevo proyecto tenía una única misión: llevar la propaganda deportiva más allá de Barcelona. Con lo cual surgió una agrupación de voluntades convocadas por Masferrer que buscaban este propósito. Cabe destacar entre estos a José de Togores, Joaquín Cebeira, Jaime Grau, Federico Casanovas, Antonio Viada, Miguel Arteman, Manuel F. Creus, Alfonso Almasqué, Puig, Armadá, Font Valencia, Udo Steinberg, José J. Martí (Un Suplente), Adolfo Revuelta, Cano y Garrido. Esto llevó a la fundación el 1 de febrero de 1906 de El Mundo Deportivo, que seguía como modelo el periódico deportivo L’Auto-Vélo de París (Pujadas y Santacana, 1997; Sainz de Baranda, 2013).

El Mundo Deportivo nace por voluntad y decisión de unos cuantos entusiastas resueltos y decididos por el sport, que estudiando bien el asunto, tras largas deliberaciones han entendido que en materia del sport procede, antes de aventurarse en temerarias empresas —muchas de las cuales fracasaron tras titánicos esfuerzos—, realizar una activa propaganda emprendiendo una campaña seguida, continuada, tenaz, sin desmayos ni interrupción alguna, alentando a todos, excitando a todos, amparando toda idea, todo propósito, que tienda a difundir y enaltecer las aficiones a los ejercicios físicos de que tan necesitada está la juventud española, salvo una mínima excepción tan insignificante! que casi puede considerarse poco menos que nula.

Por la cultura física, por la soñada y tan cacareada regeneración física, luchamos sin cesar; este es nuestro fin primordial, como también contribuiremos por otra parte con todos nuestros alientos a propagar la excelencia de los ejercicios físicos, la práctica de todos los deportes, de toda clase de juegos (Nuestros propósitos, 1906).

El Mundo Deportivo se funda en 1906, momento en el que Solidaritat Catalana (1906-1909) se presentaba como la alternativa catalanista unitaria en contra del gobierno centralista de Madrid. La política en Cataluña quedaba fragmentada en dos grandes bloques ideológicos, nacionalistas catalanes y nacionalistas españoles. Es en este momento cuando Masferrer inicia una vuelta por España y establece vínculos con lo que cree que debería ser la unidad de todo el deporte español (Torrebadella, 2015). Las tensiones entre los políticos del nacionalismo catalán y el gobierno de Madrid iban en aumento, a raíz de la polémica Ley de Jurisdicciones. En este conflicto El Mundo Deportivo se manifestaba satisfecho de la presencia de “nuestros ciclistas” en la multitudinaria manifestación promovida por Solidaritat Catalana del 22 de mayo de 1906 en el Passeig de Sant Joan contra la ley de Jurisdicciones[2], los cuales lucían camisas con las barras catalanas y la típica barretina (Arteman, 1906; Serra, 1906). No obstante, esta manifestación, que no era más que un grito unánime a favor de la democracia y de la libertad de expresión, también proclamaba la solidaridad entre las regiones de España, algo que desde El Mundo Deportivo se intentaba lograr a través del impulso regeneracionista que cohabitaba con un modelo deportivo moderno y europeizante. La dirección de Masferrer en El Mundo Deportivo entre 1906 y 1920 fue un período significantemente productivo para incardinar socialmente una cultura física, base tangible sobre la que se fraguó el boom del asociacionismo deportivo de los años veinte.

El Mundo Deportivo trató siempre de desvincularse de los debates políticos, y también de las cruentas luchas sociales que azotaban especialmente a Barcelona, una situación que no siempre fue fácil y comprendida (La Redacción, 1920a). A ello también se han referido Pujadas y Santacana (1997), al situar a El Mundo Deportivo como la primera plataforma del deporte dirigida a construir una acción pública de utilidad social y económica, afirmación que podía visibilizarse en la movilización de la Gran Semana Deportiva de 1907 (Torrebadella, 2015) y en las campañas pro olimpismo promovidas entre 1913 y 1924 (Finestres y Llauradó, 2002; Pujadas, 2006; Torrebadella y Arrechea, 2016, 2017).

Días después de la amplia movilización ciudadana, entre el 25 y el 28 de mayo de 1906, se emprendía la caravana automovilística Barcelona-Madrid, en ocasión de la boda real de Alfonso XIII (Marial, 1906), que trasciende en Barcelona a raíz del atentado frustrado que planeó el culto industrial sabadellense Mateo Morral (Masjuan, 2009). Al cabo de un año, como ya hemos adelantado, la organización la Gran Semana Deportiva de Barcelona ponía las bases del turismo deportivo:

Estamos interesados en ello todos los amantes del sport; si triunfamos, si conseguimos nuestro objeto, esto es, atraer a miles los turistas tanto del extranjero como de España, que no por ser españoles dejan de ser turistas, habremos conseguido tres cosas a cual más importantes: que se implanten con carácter periódico las fiestas deportivas en Barcelona; que acudan nacionales y extranjeros a visitar nuestra bella capital sin prejuicios ni prevenciones ridículas que no deben existir y a que por el natural y lógico espíritu de imitación, en las demás ciudades de España se siga nuestro ejemplo y sean por fin las fiestas de sport las que aparezcan en primer término y las que alcancen más grande éxito y revistan mayor importancia. Entonces podrá felicitarse España de ser una nación que se preocupa de los grandes problemas que afectan a la cultura física, hasta el presente poco menos que desconocidos y abandonados (Masferrer, 1907, p. 2).

Mientras Barcelona padecía la Semana Trágica en el verano de 1909, en El Mundo Deportivo se presentaba la iniciativa de crear una Federación Española de Clubs de Foot-ball, la cual venía auspiciada también por Narciso Masferrer, junto a sus amigos Hans Gamper, presidente del Futbol Club Barcelona, y Emilio Coll, presidente de la Sociedad Gimnástica Española de Madrid (Gamper, Coll y Masferrer, 1909). Del impulso de esta Federación no se descartaba que en un futuro surgiese la idea para constituir una “Federación Atlética Española”:

Así, pues, la Federación Española de Clubs de Foot-ball, una vez que tuviera jurisdicción sobre todas las sociedades que practican el foot-ball, podría excitarlas a practicar las carreras a pie, los cross-country, la natación, etc., etc., y desarrollados estos deportes en la medida que se juzgara oportuna, llamar entonces a concurso a todas las entidades dedicadas en España a la práctica de ejercicios atléticos y constituir fuerte y vigorosa la Federación Atlética Española (Masferrer, Gamper, Coll y Muga, 1909, p. 1).

Con el estímulo de haber impulsado la creación de la Federación Española de Clubs de Foot-ball, Masferrer tuvo que comprometerse con el nuevo ambiente de entusiasmo generado (Masferrer, 1909; Mensa, 1909). En 1909 la inclinación del FCB hacia la Lliga Regionalista (Artells, 1972; García-Castell, 1968) sitúa también a Masferrer en la cuerda de un proyecto común, en el que participó como vicepresidente durante el corto mandato de Otto Gmelin –del 14 octubre de 1909 al 17 de noviembre de 1910–, al substituir a la primera presidencia de Gamper.

Esta vinculación con el FCB dejó olvidado para siempre un proyecto tan querido por Masferrer como fue la FGE. En este momento álgido del lerrouxismo perdía una institución que había intervenido, según Artells (1972, p. 33), “en el primer intento deliberado de control, unificación y vigilancia del deporte catalán”.

Al llegar a 1911, Masferrer propone la idea de unir a los elementos periodísticos de Barcelona (Pujadas y Santacana, 1997). En este mismo año se había iniciado otro importante rotativo, la revista Stadium (1911-1930), dirigida por Ricardo Cabot[3]. La iniciativa cuenta con el apoyo de Masferrer, que días más tarde desde la paginas de El Mundo Deportivo invita a crear el Sindicato de Periodistas Deportivos (SPD), del cual Masferrer es elegido presidente (Masferrer, 1911; Navarro, 1917). Entre sus objetivos se encontraban la difusión popular del deporte y la participación futura en los Juegos Olímpicos (Finestres y Llauradó, 2002). Ese mismo año también se creaba la Federación de Sociedades Deportivas (FSD), en cuyos estatutos se mencionaba como objeto “procurar la buena armonía y unión entre todas las sociedades deportivas, la organización de fiestas y concursos anuales y arbitrar recursos para su realización” (Citado en Pujadas y Santacana, 1995)[4]. Para Narciso Masferrer, la entidad tenía dos objetivos más: la reivindicación de un estadio olímpico y la preparación de los Juegos de 1916 (Federación de Sociedades Deportivas de Barcelona, 1916). De aquí que Masferrer propusiera la creación de un Comité Olímpico Catalán, que asumiese las competencias del inexistente COE (Finestres y Llauradó, 2002; Pujadas y Santacana, 1990; Torrebadella y Arrechea, 2016).

Puede decirse que desde entonces el vínculo profesional y emocional entre Josep Elias Juncosa (1880-1944) y Narciso Masferrer es del todo crucial para liderar las políticas reivindicativas del movimiento olímpico catalán: “Elias es un perfecto regionalista de toda su vida, que cree firmemente en el resurgir de nuestra región y en la hegemonía sobre las demás españolas, y es un perfecto colaborador de la misma obra cultural que aquí es la mayor fuerza” (Masferrer, 1912, p. 1). De la unión de la Federación de Sociedades Deportivas (FSD) y del Consejo de las Olimpiadas Catalanas nació en Barcelona el 21 de enero de 1922 la Confederación Deportiva de Cataluña (CDC) (Corbinos, 1921).

Entre todos estos personajes fue Josep Elias, persuadido por Narciso Masferrer, el que tomó la responsabilidad e iniciativa de conseguir tales objetivos. Su compromiso propagandista le llevó de inmediato a publicar varios artículos en los que reclamaba y animaba a una participación española a los Juegos de Estocolmo de 1912:

És una llàstima que comptant amb elements valuosíssims, la nostra manca d’organització no ens permeti concórrer a la gran festa atlètica mundial, donant fe de vida entre les demés nacions que, d’Europa i de totes les parts del món, aniran a defensar la supremacia esportiva. Hora fora que acabéssim les rivalitats dels clubs i regionals, i que els homes de bona voluntat treballessim per la unió de tots els atletes del nostre país, primer cap a la possibilitat d’una Unió Nacional que triés l’equip que representés el nostre país a la V Olimpiada. Així sia (Corredisses, 1912, p. 1).

Masferrer fue amigo de José Canalejas y Méndez, político regeneracionista y fundador del partido Liberal-Demócrata en 1902, cuya ideología se ubicaba en la izquierda democrática y que propugnaba la separación de la Iglesia y el Estado. No obstante, el asesinato de este último, el 12 de noviembre de 1912, siendo presidente del Consejo de Ministros, dejó una profunda huella en Masferrer. Canalejas fue recordado en la fiesta de homenaje a Masferrer realizada en el Frontón Condal el 1 de diciembre de 1912. Masferrer decía de él que era el único político que estaba verdaderamente encariñado con “cuanto afecta y se relaciona con la cultura física” (El homenaje a Masferrer, 1912, p. 2).

En este homenaje, que reconocía a “la figura bienhechora de Masferrer como precursor, iniciador, organizador y director del movimiento deportivo español; de esta acción regeneradora que conduce a España a una época de grandeza y esplendor” (Navarro, 1917: 235-237), recibió el apoyo unánime del deporte español, que aclamó con entusiasmo los tres “hip, hip, hip, ¡Hurra!” que Gamper lanzó en honor de Masferrer (El homenaje a Masferrer, 1912).

Así se recordaba la figura de Canalejas en El Mundo Deportivo:

Canalejas fue siempre un decidido partidario de la educación física. Colaboró con sus grandes talentos e iniciativas a favor de la creación de la Escuela Central de Gimnástica.

Cuando se fundó la Federación Gimnástica Española, Canalejas y Méndez fue su primer presidente, quien se encariñó de tal manera con los fines que la entidad nacional perseguía que concurrió a todas las Juntas, celebrándolas en el despacho de su suntuoso palacio de la calle de las Huertas (Canalejas, 1912, p. 1).

Canalejas murió meses antes de que Cataluña pudiera ver aprobada en las Cortes la Mancomunidad, que había prometido el político español a Prat de la Riba. En esta época Masferrer otorgó todo su apoyo a las reivindicaciones del deporte catalán que emanaban de la Lliga Regionalista y, especialmente, de su amigo Josep Elias Juncosa. En aquella época, la visión “imperialista” de Prat de la Riba también tenía repercusión en Masferrer, que sabía que en la apuesta regeneracionista de la educación física, Cataluña había de tener un liderazgo fundamental (Torrebadella y Arrechea, 2016).

Un año más tarde, desde las páginas de El Mundo Deportivo, Masferrer activó los intereses deportivos y nacionalistas del movimiento olímpico catalán (Pujadas y Santacana, 1990; Finestres y Llauradó, 2002; Torrebadella y Arrechea, 2016, 2017).

Una inédita y utópica iniciativa política del deporte

En 1914 la crisis surgida a raíz de la Primera Guerra Mundial (PGM) condujo a una unificación de la prensa deportiva; es decir, las dos grandes revistas del momento, Stadium y El Mundo Deportivo, se hermanan en la Editorial Deportiva S. A. (1914-1920) y ambas se reestructuran, se modernizan y se convierten en semanarios (Pujadas y Santacana, 1997, 2012)[5].

Mientras se desarrolla la PGM y en España se problematizan las desigualdades sociales, se organiza el sindicalismo obrero de signo revolucionario, se enquista la guerra del norte de África, se proclaman las primeras huelgas generales y el caciquismo político y las oligarquías urden sus complicidades con la Monarquía, el deporte sigue una evolución ascendente, puede decirse que al margen del conflicto armado que destruye Europa. El deporte español también se manifiesta ideológicamente neutral, aunque a nivel periodístico es difícil mantenerse al margen de participar en opciones aliadófilas o germanófilas. El principal posicionamiento viene del mismo Alfonso XIII (González-Aja, 2011) y de importantes sectores del ejército, que se declaran germanófilos. En Barcelona, El Mundo Deportivo no se escondía de declarar su apoyo incondicional al bando aliado (Masferrer, 1917a). Aun así, El Mundo Deportivo trató siempre de evitar posiciones partidistas.

En Cataluña se vive un crecimiento del nacionalismo político que lideran los círculos económicos, culturales y deportivos, simpatizantes de la Lliga Regionalista. El discurso del catalanismo político inunda los quehaceres de la sociedad catalana y, lógicamente, también del deporte, el cual adquiere matices claramente ideológicos. Así sucede por ejemplo con asociaciones tan emblemáticas como el CADCI o la misma Joventut Republicana de Lleida.

Como ya se ha estudiado, el deporte español también fue estimulado a raíz de los sucesos de PGM (Simón, 2014; Torrebadella, 2017). Tanto es así que quienes en España prestaban atención al deporte sabían perfectamente cuál sería el desarrollo que tendría al finalizar contienda. Un aspecto clave de la normalización pasaba por la reanudación de los Juegos Olímpicos, eso sí, no en Berlín, tal y como estaban programados para 1916.

El Álbum histórico de las sociedades deportivas de Barcelona (Navarro, 1917) es una muestra del reconocimiento alcanzado por Masferrer, el cual es invitado a escribir el prólogo de la obra que recoge la historia de las entidades que han protagonizado el avance del deporte moderno. Cabe destacar sobre todo al Sindicato de Periodistas Deportivos y a una exultante Federación de Sociedades Deportivas de Barcelona (1916), que incluso llegó a publicar el Calendario deportivo para 1917, un completo programa en el que se presentaban todas las (150) competiciones deportivas previstas en Barcelona, desde enero hasta diciembre.

De todos modos, las preocupaciones sociales latían también en el mundo del deporte, que no podía permanecer al margen de una realidad que afectaba al desarrollo productivo de toda una ciudad. La crisis de 1917, generada por el desgobierno de la Restauración, las discordias ante las Juntas de Defensa, el auge del nacionalismo catalanista, la huelga general revolucionaria de agosto y la ambigüedad ante la PGM, marcó muy significativamente la visión del Masferrer. Es a partir de esta crisis que El Mundo Deportivo inició una ficticia campaña política pro regeneración.

En una sociedad excesivamente fragmentada, la lucha de clases no actuó sobre las bases burguesas e ideológicas del deporte hasta el período de la II República. Antes de esta época, las masas proletarias no vieron en el deporte ningún atractivo; sencillamente, un balón de fútbol era un lujo inalcanzable para un joven asalariado. Aun así, Masferrer deseaba llevar la cultura física y el deporte a todas las clases subalternas (Torrebadella, 2015), gentes que estaban rabiosamente enfrentadas con la cultura dominante y también con el deporte, que era percibido una de las tantas excentricidades de moda.

Tras esta crisis, la nueva iniciativa regeneracionista que promueve Masferrer es la que desea también confraternizar al mito de las dos Españas (la liberal y la conservadora) enfrentadas (Juliá, 2004), y que en Cataluña tenía una especial significación ante las aspiraciones de autogobierno (De Riquer, 2013). Por un lado, había que oponerse a las disputas internas entre los conservadores de Maura (germanófilos) y las manifestaciones de la izquierda obrera, que amenazan constantemente con la huelga general. La crisis política es insostenible, y todos tratan de sacar beneficios de la bélica coyuntura internacional.

El 1 de enero de 1918 El Mundo Deportivo sorprendió con la noticia de liderar una opción política, tratando de encaminar una candidatura deportiva de Barcelona para las elecciones generales de diputados a las Cortes. Así aparecía un llamamiento dirigido al mundo del deporte que alentaba a unirse en un mismo ideal de regeneracionismo, liderando un “Partido Regenerador”. Se trataba, pues, de una nueva opción que hiciera frente a la inepta politiquería con la que venía gobernándose España. Por el singular interés del texto de este llamamiento, lo reproducimos íntegramente y no vamos añadir más comentarios, puesto que el texto es sumamente explícito:

En pleno periodo de renovación. Nuestros candidatos a diputados a Cortes. El Mundo Deportivo invita a todos nuestros lectores, por medio de un plebiscito, a designar a cinco deportistas a quien poder proclamar nuestros candidatos a diputados a Cortes por la circunscripción de Barcelona en las próximas elecciones generales.

Un plebiscito. ¿Por qué no? Por dos veces consecutivas la Federación de Sociedades Deportivas ha designados aquellos candidatos que le han parecido afines a sus ideas, para que fueran favorecidos con el voto de los deportistas residentes en nuestra ciudad. Últimamente los deportistas de Bilbao, que juntamente con los de Madrid y con los nuestros marchan al frente del movimiento que a favor del sport se opera en España, han redactado un manifiesto electoral recomendando a sus candidatos.

En Madrid un amigo nuestro se presentó como candidato a concejal sin más programa político que su brillante historia deportiva y su amor y aficiones por el sport.

Desde hace mucho tiempo, desde aquellos días en que colaborábamos en Los Deportes y en la obra santa que santamente persiguiera la Federación Gimnástica Española, la entidad nacional que ha hecho más política en pro del fomento de la cultura y de la educación física, se ha venido abogando en la prensa profesional singularmente por la creación —ilusoria ayer, factible, tal vez, hoy— de crear [sic] el partido regenerador, constituido por los deportistas españoles, enamorados, verdaderamente enamorados del próspero porvenir de la Patria.

¿Por qué no? ¿Acaso no se constituyen a la hora presente juntas de defensa de los sacratísimos ideales que sustentan infinidad de españoles?

¿Por qué no reunir a todos los deportistas españoles bajo los pliegues de una misma bandera, bajo el régimen perfectamente organizado de un partido —reñido absolutamente con la política actual— pero encariñado absolutamente con una verdadera política de renovación que nosotros hemos denominado siempre con el nombre de regeneración? Es preciso, se hace eminentemente preciso y necesario que, ya que nadie nos defiende, que nos defendamos nosotros mismos. Los gobiernos que se vienen sucediendo en la manipulación del Estado español no se han preocupado jamás de lo que afecta a nuestros ideales. En pleno siglo XX está por promulgar la ley que haga obligatoria la gimnástica desde las escuelas de párvulos a las facultades superiores y desde los seminarios a los cuarteles. Sin una educación física perfecta, en la que estén comprendidas todas las ramas del deporte, es imposible pedirle a nuestro pueblo que derroche energías que no logró atesorar en períodos de paz, cuando más en períodos de guerra tan cruentos como los que se registran en estos días, que transcurren tan aciagos.

Hemos de imponer nuestra voluntad, poniéndola al servicio de una causa generosa y altruista. Tenemos hombres que sabrían sacrificarse por rendir servicio a esa noble causa.

Nuestra juventud, la que se ha educado en nuestros gimnasios y en nuestros campos de juego, hállase en gran parte inscripta en las listas electorales. En Barcelona, donde han brotado siempre los primeros chispazos, las más atrevidas iniciativas, pudiéramos hacer un tanteo de nuestras fuerzas.

El Mundo Deportivo, próxima ya la fecha en que se ha de acordar la elección de diputados a Cortes, invita a todos sus lectores e invita asimismo a nuestros colegas diarios y profesionales de Barcelona a que, siguiendo nuestro ejemplo, inviten a los suyos para entre todos, designar a cinco de los deportistas de Barcelona a quienes pudiéramos proclamar nuestros candidatos a diputados a Cortes.

No tenemos por qué citar nombres, porque todos los que se designen nos parecerán buenos, siendo deportistas de buena cepa y porque todos están en la mente de nuestros amigos que no olvidan las meritorias acciones de los que ponen todos sus entusiasmos al servicio de nuestra causa; pero acaso ¿no serían dignos, entre otros mil, de representarnos en la Cámara popular, elevando sus voces en defensa de nuestros grandes ideales, hombres de la talla de los marqueses de Alella y de Alfarrás, el doctor Fábregas, los señores Marsans Peix (don Luis), Bertrand (don Eusebio), doctor Farnés, Foronda (don Mariano), Conde de Churruca, López Díaz de Quijano (don Eusebio), Morató Senesteve, Conde de Fígols, Marqués de Villanueva y Geltrú, Bastos, Garriga Nogués, Rialp (don Claudio), Barón de Güell, Sagnier, Tallada, Boet (don Andrés), Torres Ullastres, Puig y Sais, Coma y Mas, Sedó (don Arturo), Vidal y Riba, Cabot (don Ricardo), Rosés (don Gaspar), La Llave (don Diego), Ferrer (don Enrique), Macaya (don Alfonso), Elías y Juncosa, Riba (don Victoriano), Camps (don Juan), Ballvé de Gallart, Miró (don Juan), Ramos (don Ricardo), Moxó de Sentmanat (don Francisco), Urrutia (don Manuel), Llorens (don Pablo), Llopart (don Adolfo y don Rafael), AlmiraIl, Mateu (don Damián), Ráfols (don Enrique), Bosch Labrús (don Pedro), Satrústegui, García Alsina y otros cien que recordamos, más por sus hechos y por su obras que por lo ilustre de sus apellidos?

Pues ¡manos a la obra! A partir de este número, en todos los demás que se publiquen hasta el día de las elecciones de diputados a Cortes publicaremos un boletín en el que cada uno de nuestros lectores podrá anotar (por una sola vez) los nombres de aquellos candidatos a quienes de entre los hombres dedicados a la propaganda del deporte votaría para que representasen a la masa deportiva, en el seno de la Representación Nacional, a aquellos a quienes desearía ver revestidos de la investidura parlamentaria, a aquellos, en fin, en quienes confiaría que hiciesen resonar su voz en el Congreso, abogando por el fomento y difusión de todos los deportes. Claro está que nuestros candidatos no llegarán —por nuestros votos, al menos— a las Cortes, pero sabremos, al menos, quiénes serían los verdaderos candidatos a directores del movimiento, quienes en horas de renovación laborarían de nuevo en pro del Partido Regenerador, y puesto que nadie se preocupa de lo más esencial, que es atesorar fuerzas para soportar los embates de la vida, que seamos nosotros, los deportistas españoles, los que hagamos sentir nuestras quejas fundadas, para que lo que hasta hoy ha sido holganza sea, a partir de mañana, fuente de actividades, energías y… de verdaderas renovaciones prácticas y saludables (Masferrer, 1918a, p. 1).

La iniciativa fue recogida en la prensa deportiva del momento (Madrid-Sport, España Sportiva y Stadium). Desde Madrid, el periodista Cruz y Martín (1918) hablaba de las incompatibilidades de la política con el deporte, admitiendo que por ahora eran inconciliables. Por otro lado, Francisco de A. Canto (1918) aplaudía sin reparos en Stadium la iniciativa de Masferrer.

Así, finalmente, los candidatos de El Mundo Deportivo elegidos a Cortes fueron: Mariano de Foronda, presidente del Real Aero Club de Cataluña; Eusebio Bertrand Serra (1877-1945), presidente de la Cámara Sindical del Automóvil; Luis Marsans Peix, presidente del Real Polo Jockey Club; Damián Mateu Bisa, presidente del consejo de administración de La Hispano-Suiza; y Francisco de A. Ribas y Serra, vocal asesor del Real Automóvil Club de Cataluña. Sin embargo, hay que saber que nunca estos personajes representaron a El Mundo Deportivo ni al deporte, sino a sus aspiraciones políticas personales, en el jugoso juego de las disputas del poder.

Formato de la papeleta para el voto en el plebiscito de El Mundo Deportivo, impresa en El Mundo Deportivo, 1 de enero de 1918.

Formato de la papeleta para el voto en el plebiscito de El Mundo Deportivo, impresa en El Mundo Deportivo, 1 de enero de 1918.

Mariano de Foronda (1873-1961), teniente coronel, marqués de Foronda, fue el director de la Exposición Internacional de 1929. Eusebio Bertrand Serra (1877-1945), diputado a Cortes (1907 a 1923), el mayor empresario textil de Catalunya, fue miembro fundador de la Lliga Regionalista, junto a Prat de la Riba y Francesc Cambó. Luis Marsans Peix, diputado en el Congreso (1919-1923), fue empresario y político vinculado al partido Liberal Conservador, de adscripción monárquica. Damián Mateu Bisa (1863-1935), empresario y político, fue fundador en 1918 de la Federación Monárquica Autonomista, que finalmente se vinculó a la Lliga Regionalista. Francisco de A. Ribas y Serra (1872-1929) fue un destacado empresario y filántropo.

Así, con estas iniciativas, desde un periódico humilde y popular, un hombre de la credibilidad de Masferrer sabía reunir para el deporte un ejército de potentados ciudadanos (el establishment del deporte catalán) que siempre estaban dispuestos a colaborar con todo tipo de iniciativas. La más prometedora de ellas, sin duda alguna, fue la apuesta de Barcelona para albergar los Juegos Olímpicos de 1924, candidatura que recibió el apoyo de todos estos y otros prohombres. Ya conocemos que finalmente los Juegos fueron otorgados a París. La delegación española volvía a participar en unos JJOO, pero esta vez, bajo el régimen de una Dictadura (la del general Miguel Primo de Rivera), que puso evidentes limitaciones al desarrollo de signo catalanista. Masferrer y sus amigos, en este sentido, quedaban anulados ante las disposiciones que nombraban en 1925 una comisión interministerial para la educación física premilitar, en donde se anula la presencia del deporte catalán. Este organismo estaba encargado de “orientar, unificar, reglamentar y organizar todo lo relativo a la educación física de la infancia, la juventud y la instrucción premilitar”[6].

Masferrer, junto a Josep Elias, fue a los Juegos Olímpicos de París como corresponsal deportivo. Allí, ante el doble fracaso de la participación española, también surgió la idea de persistir en el futuro en la presentación de la candidatura de Barcelona a albergar unos JJOO (Pujadas, 2006).

Pero volvamos al año 1918, cuando Masferrer (1918b) criticó al Ayuntamiento en las celebraciones de la Fiesta de la Raza, la fiesta nacional del 12 de octubre (luego fiesta de la hispanidad), una celebración dispuesta por la ley de 15 de junio de 1918 (Marcilhacy, 2013) que se efectuaba en discordancia con los tiempos modernos; una escena de “ridículo ante el mundo entero”. Masferrer pedía más protagonismo del deporte y de la educación física, y no tanto la presencia alegórica del rancio españolismo. Masferrer conocía perfectamente que la conciencia nacional española debería venir del poder del deporte y de su libre asociación, y no de actos impuestos. Por eso insistía, como en anteriores ocasiones, en la necesidad de más campos deportivos para así impulsar el nuevo avance deportivo que se pondría en marcha una vez finalizada la PGM (Masferrer, 1918c y 1918d).

En 1919 el empuje autonomista de la Mancomunidad excitó todo un amplio movimiento catalanista que condujo a las primeras manifestaciones hacia el independentismo (Balcells, 1992). En esta situación, el deporte también actuaba de elemento instigador del catalanismo. Así, por ejemplo, desde las páginas deportivas, cabe destacar a Lluís Aymamí (1919, p. 2) y a otros que proclamaban discursos nacionalistas, al poner como modelo de victorias nacionales a las victorias de las sociedades deportivas catalanas en las luchas del deporte ibérico, luchas que rememoraban la premisa: “Per Catalunya i per a Catalunya”.

Las afirmaciones de identidad nacional y cultural tomaban impulso con la adhesión de plataformas reivindicativas promovidas por las bases políticas. Una de estas fue dirigida hacia el manifiesto catalanista de las entidades, cuyo rasgo debía expresarse en el uso oficial del catalán. Entidades como el Sindicat de Periodistes Esportius, el Futbol Club Barcelona, el Centre Excursionista de Catalunya o la Federació Catalana de Foot-ball no tuvieron dudas en posicionarse en pro del catalanismo (Artells, 1972; Torrebadella y Planas, 2011). En este contexto, la Mancomunitat (1914-1924), presidida por Josep Puig i Cadafalch (1867-1956), venía impulsando desde 1918 el primer proyecto en favor de un Estatuto de Autonomía. En este asunto, El Mundo Deportivo, a raíz de un manifiesto de los socios del Real Club Deportiu Espanyol (Tallada, Bernades y Rodríguez, 1919), emitió una posición claramente favorable a las aspiraciones de autogobierno:

Aunque tanto nosotros como las sociedades deportivas de Cataluña tenemos fines completamente ajenos a la política, no podemos menos de ver con simpatía que el sentimiento patriótico que une hoy todo el pueblo catalán en la aspiración común de regir sus peculiares destinos por sí mismo, haya tenido una repercusión muy acentuada en el seno de muchas de nuestras sociedades deportivas, porque entendemos nosotros que un problema como el de la autonomía de Cataluña, aun siendo en el fondo un problema de orden político, está en realidad por encima de todas las diferencias, de todas las luchas y de todas las tendencias políticas, pues es el problema universal de la libertad de los pueblos que tienen indiscutible derecho a gobernarse por sí mismos, sin perjuicio de mantener y respetar los lazos y las prerrogativas inherentes a la soberanía de las agrupaciones históricas y jurídicas que tienen personalidad reconocida en el mundo internacional.

Y aunque nosotros, como órgano de relación y de comunicación entre todos los deportistas españoles, hemos de seguir teniendo como un honor ser el portavoz en español de todos los deportistas españoles, en todos momentos hemos defendido dentro de las organizaciones deportivas nacionales las soluciones autonomistas por ser ellas las que garantizan una mayor intensidad y una mayor prosperidad de la vida deportiva en general, con la mutua y noble emulación entre las distintas regiones españolas y por ser también la autonomía el sabio espíritu que preside la reglamentación de los organismos internacionales, los cuales dan de arriba abajo amplia libertad de régimen, sin que en ningún caso esta libertad haya sido causa de indisciplinas y conflictos” (El Mundo Deportivo, en Tallada, Bernades y Rodríguez, 1919, p. 1).

No obstante, Masferrer, dejando paso en el camino a otros, dirigió sus quehaceres hacia la emergente industria del automóvil. En noviembre de 1916 fue nombrado secretario general de la recién constituida Cámara Sindical del Automóvil, que presidía el potentado Eusebio Bertrand Serra (Nueva entidad, 1916). En septiembre de 1918 fue elegido secretario del comité ejecutivo para la organización en el Salón del Automóvil de Barcelona. Puede decirse que a partir de entonces Masferrer intensificó una productiva etapa hacia otros proyectos personales vinculados al automovilismo, al turismo y a pedir las inmediatas mejoras que se necesitaban en las carreteras para el progreso económico y cultural del país (Masferrer, 1922).

Narciso Masferrer en la Asamblea de la Cámara Sindical del Automóvil de Barcelona. Fuente: El Heraldo Deportivo, 25 de mayo de 1919.

Narciso Masferrer en la Asamblea de la Cámara Sindical del Automóvil de Barcelona. Fuente: El Heraldo Deportivo, 25 de mayo de 1919.

1919 fue un año de conflictos políticos, sociales y también para el deporte. Si por un lado continuaron las reivindicaciones autonomistas del catalanismo político, que aspiraban a un reconocimiento internacional como nación, por el otro, el problema social emergió con especial preocupación con los sucesos revolucionarios de la Huelga General (Huelga de la Canadiense). La huelga, liderada por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), paralizó prácticamente toda la industria del país (duró del 5 de febrero hasta el 19 marzo). La agitación social del momento hizo retrasar varias veces el Salón del Automóvil de Barcelona, que finalmente se realizó de los días 3 al 12 de mayo en el Palacio de Bellas Artes. Este Salón exhibía internacionalmente la expansión de una ciudad industrial que también deseaba formar parte del progreso y de los avances modernos. Al mismo tiempo se pedía que el Estado y los gobiernos de España se percatasen, como sucedía en otros países, de la importancia industrial automovilística y de la necesidad de dotar al país de buenas carreteras, cuyo interés estaba ligado a la defensa y la riqueza nacional[7]. El éxito rotundo de este salón y de las conclusiones allí presentadas en la Asamblea del Automóvil[8], cuya organización corrió a cargo de las cámaras del automóvil de Barcelona, Madrid y Valencia (secretario general, Narciso Masferrer), fueron trasladadas por una comisión que visitó en persona al gobierno de Madrid y a S. M. Alfonso XIII (La Exposición de Automóviles, 1919)[9].

En estos días, el asociacionismo del deporte catalán y sus dirigentes emprendían un pulso para provocar una respuesta firme de la opinión pública y de las instituciones públicas. El 17 de octubre el mitin de afirmación deportiva del Stadium Club de Barcelona, como indicó Francisco Cantó (1920), marcó, con la intervención directa del Sindicato de Periodistas Deportivos, un momento determinante para el impulso del deporte y en pro del olimpismo. Es decir, había que ir a los JJOO de Amberes: sí o sí (Torrebadella y Arrechea, 2016).

La paz social digamos que también se encontraba entre los objetivos de los regeneracionistas del deporte. El mismo Masferrer exponía el valor del desarrollo de las “ideas” del deporte, del cual ya vivían muchas familias (Masferrer, 1920a). La huelga general proporcionó al movimiento obrero nuevas expectativas de vida (jornada de 8 horas, ayudas sociales y mejoras salariales) que hicieron posible el camino hacia la participación obrera en el deporte. Puede decirse que en Barcelona, los inicios del deporte popular comenzaron con este gran y trágico éxito de la lucha obrera. Aun así los sectores obreros, es decir, “la clase trabajadora militante y predominantemente anarquista, tanto la catalana como la formada por inmigrantes”, que cita Hobsbawn, (2013, p. 149), no entró de lleno en la esfera catalanista del deporte, ya que veía en ella un cierto clasismo. Esto también confluía con la llamada “democratización” del fútbol y la entrada del deporte en el servicio militar (Torrebadella-Flix y Olivera-Betrán, 2016). Por otro lado, el deporte de signo burgués (vela, polo, golf, tenis…) se materializaba con la emergencia de los nuevos deportes de motor, el motociclismo, el automovilismo y, también, los deportes aéreos.

No obstante, Masferrer no se desligó de la faceta periodística y continuó como redactor de deportes en La Vanguardia y, tras la retirada de Ricardo Cabot, se ocupó de la dirección de la revista Stadium, entre 1920 y 1929. Además, continuó colaborando con otros emblemáticos proyectos de envergadura. Entre estos proyectos se encontraba la participación de España en los Juegos Olímpicos de Amberes (La Redacción, 1920a) y, sin duda, el más importante: la candidatura de Barcelona a la organización de unos Juegos Olímpicos (La Redacción, 1920b; Masferrer, 1920bc; Vida deportiva. Las Olimpiadas, 1921; C., 1920):

La idea de celebrar en Barcelona los Juegos Olímpicos de 1924 pudiera servir de punto da partida para la regeneración de nuestra raza. Pongamos en ello voluntad, mágico resorte productor de las más inesperadas sorpresas, teniendo presente que un espacio de tiempo de cuatro años deja margen para cuanto en serio quiera intentarse (Vida Deportiva. Olimpiada, 1920, p. 7).

En junio de 1930 el Sindicato de Periodistas Deportivos organizó otro emotivo reconocimiento a Masferrer. Se le concedió el título de Presidente Honorífico y, además, recibió la medalla de Caballero de la Orden de Alfonso XII por su constante y meritísima labor en pro del deporte. Masferrer mencionó que su máxima satisfacción había sido la de contribuir a la edificación del Estadio de Montjuïc (Ayer en el Automóvil, 1930), sin la cual obstinación, como bien cuenta Sabater Rosich (1955), no se hubieran construido nunca este maravilloso estadio olímpico.

Conclusión

El desarrollo del deporte en España tuvo en Cataluña el principal modelo a seguir. Esto sucedía en una coyuntura política de importantes tensiones ideológicas y sociales. La emergencia del deporte catalán, de un deporte de signo burgués, pero cuya raíz era la de buscar una base popular entre la participación de las clases medias, muchos de cuyos miembros estaban ligados a los emergentes proyectos del catalanismo político, supuso el sello característico de los promotores del deporte, que desde una ciudad (Barcelona), modelaron las aspiraciones populares de una sociedad que deseaba abrirse a Europa. Entre los principales promotores de este desarrollo, sin duda alguna destacando entre todos, el principal artífice fue Narciso Masferrer. Esta tarea no fue nada fácil.

Sostener las presiones de un movimiento obrero cuyas bases ideológicas se estaban organizando hacia movimientos revolucionarios peligrosos, en unos ambientes en que ciertas ideas podían representar de facto la muerte, el no enemistarse con nadie, ni con el radicalismo intransigente de los círculos anarquistas, ni tampoco con el integrismo católico y, sobre todo, complacer reservadamente las demandas del nacionalismo catalán, fueron las claves que hicieron de Masferrer el amigo de todos. Masferrer, a nuestro juicio, puso el grado de moderación que el deporte necesitaba para no verse envuelto en la encrucijada de la lucha política y social del momento.

Masferrer supo modelar las difíciles vicisitudes de los sucesos. La habilidad de dialogar y de pactar le hizo meritorio de numerosos cargos directivos. Digamos que todos deseaban tener a Masferrer en sus equipos, porque sencillamente fue un hombre de equipo, al que no le importó ocupar cargos menores o de segunda fila. Fue un hombre universal y que entendía muy bien aquellas palabras que el marqués de Santa Susana (1896) pronunció desde la Crónica del Sport, sobre la falta de inclinación asociativa de los españoles. En este sentido buscó siempre la colaboración y la unión entre todos, para consolidar un proyecto único y común, el de regenerar el país a través de la educación física y el deporte. Esto evidentemente solamente se podía conseguir y negociar si se disponía del apoyo de todo el asociacionismo deportivo, el catalán y el del resto de España, por eso Masferrer deseaba ser el amigo de todos. Conocer estos rasgos hace posible comprender por qué la presencia de Masferrer se hizo prácticamente inevitable en la mayoría de las iniciativas y proyectos deportivos más importantes y trascendentes en los primeros pasos del deporte en España.

El deporte solamente podía emerger si se mantenía al margen de las disputas políticas. Eso es lo que hizo de Masferrer el amigo de todos, de lerrouxistas, regionalistas, autonomistas, republicanos, católicos, anarquistas, etc.

Masferrer tuvo importantes contactos con el poder de la cultura dominante, esa burguesía barcelonesa (y española) que pugnaba en las conquistas económicas del mundo, y que supo ver que en la educación física y el deporte había las esperanzas de horizontes de progreso y bienestar (que no tanto de regeneracionismo). Masferrer fue querido y respetado por sus compañeros de profesión y su honradez por las causas nobles y justas le revistió de una credibilidad indiscutiblemente contrastada.

¿Tanto cuesta hoy reconocer a Masferrer como el hombre que puso los cimientos del deporte España y principal arquitecto de su institucionalización? En el pasado todos, sin excepción alguna, reconocieron la contribución de Masferrer a la causa de la educación física y el deporte….

“Mañana… cuando todas esas voluntades unidas, las que forman en nuestras sociedades, hayan cumplido la misión, y su ejemplo sea imitado por las generaciones que nos sucedan, las prácticas pregonadas hoy con grandes entusiasmos se habrán convertido en síntomas de salud para una raza que bendecirá siempre con honda alegría la obra de cuantos constituyen esas asociaciones por más siempre admiradas y entrañablemente queridas (Masferrer, 1917).

 

Xavier Torrebadella Flix

Universitat Autònoma de Barcelona

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[1] Llunas creó La Tramontana (1881-1896), que fue el primer periódico en catalán de signo obrero.

[2] Esta Ley, impulsada por Segismundo Moret, presidente del Consejo de Ministros, y el conde de Romanones, ministro de Gobernación, fue aprobada el 20 de marzo de 1906. Surgió a raíz de los sucesos del Cu-Cut! y La Veu de Catalunya, del 25 de noviembre de 1905, y permitía la intervención y juicio militar ante cualquier suceso que fuese considerado de ultraje a la nación española y a sus símbolos, es decir, que amenazase a la unidad del Estado o al mismo ejército. La Ley perduró hasta el 31 de abril de 1931, en que fue derogada por el Gobierno de la II República.

[3] En esta misma época en Barcelona existen Eco de Sport (1909) y El Sport (1910).

[4] Las asociaciones fundadoras fueron: Real Automóvil Club, Real Polo Club, Sociedad Hípica de Barcelona, Real Asociación de Cazadores de Barcelona, Sección de Deportes de Montaña del Centro Excursionista de Cataluña, Real Club Náutico, Asociación de Lawn Tennis, Federación Catalana de Clubs de Foot-ball, Tiro Nacional, Club Natación Barcelona, Unión Velocipédica española, Real Sociedad de Colombofilia de Cataluña, Fomento de la Esgrima y Sport Vasco.

[5] Stadium baja el precio de 30 a 20 céntimos.

[6] R. D. de 08 de mayo de 1925 (BOMIP, núm. 43, p. 622-623)

[7] Los números 298 y 299 de la revista Stadium, de 3 y 24 de mayo de 1919, fueron dedicados al Salón del Automóvil de Barcelona.

[8] Las ponencias y conclusiones de la Asamblea Automovilista fueron expuestas en El Mundo Deportivo los días 3, 17, 24 de julio, y 7 y 14 de agosto de 1919, p. 1.

[9] El 23 de mayo se inauguró en Madrid un reducido Salón del Automóvil, organizado por la recién creada Cámara Sindical Española de Automovilismo (Automovilismo, 1919).

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