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50 años después, la gente de Mönchengladbach aún recuerda ese 7-1 inválido en Copa de Europa y se pregunta si la lata que impactó con Boninsegna estaba vacía o no 20 de octubre de 1971. Unos 27.000 espectadores asisten al antiguo Bökelsbergstadion en una fría noche lluviosa a un partido que marcaría la historia de

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La lata de Coca-cola que salvó al Inter

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50 años después, la gente de Mönchengladbach aún recuerda ese 7-1 inválido en Copa de Europa y se pregunta si la lata que impactó con Boninsegna estaba vacía o no

20 de octubre de 1971. Unos 27.000 espectadores asisten al antiguo Bökelsbergstadion en una fría noche lluviosa a un partido que marcaría la historia de la Copa de Europa. Si alguno aún no se ha ubicado, estamos en el viejo estadio del Borussia Mönchengladbach, en el estado de Renania del Norte-Westfalia de la antigua RFA.

Se trata de un partido de segunda ronda de la Copa de Europa entre el Borussia Mönchengladbach, campeón de la Bundesliga, y el Inter de Milán, campeón de la Serie A. Die Föhlen (los potros), apodo del equipo alemán, estaba en su mejor momento de su historia con un plantel dirigido por Hennes Weisweiler que incluía a jugadores de la talla de Günter Netzer o la dupla de Herbert Lauemen con el siempre elegante Jupp Heynckes, quiénes marcaron 61 goles entre ambos en la temporada 1970/71.

El partido empezó de una forma trepidante. Una vaselina de Heynckes adelantaba a los locales, pero Boninsegna (héroe interista de esa noche) empataba rápidamente el encuentro. Apenas dos minutos después, Ulrik le Fevre remataba de cabeza al segundo palo para devolver el liderato a los potros. El constante intercambio de golpes hacía presagiar un encuentro de fútbol directo y de muchos goles, pero a la media hora todo cambió.

Boninsegna, el autor del primer gol interista, estaba tendido en el suelo. Una lata de Coca-Cola lanzada desde la grada había impactado con el delantero italiano. Durante 7 minutos, el partido estuvo detenido por Jef Dorpmans, colegiado del partido, mientras la multitud de futbolistas rodeaba al jugador. Sandro Mazzola, hijo del histórico Valentino (leyenda del Grande Torino que murió en la tragedia de Superga del 49), le enseñaba a Dorpmans una lata de Coca-Cola mientras Netzer decía que no había sido para tanto.

¿Estaba vacía la lata o estaba llena y realmente había impactado con Boninsegna? Al ser un partido no televisado en directo, la duda siempre ha estado ahí. Lo cierto es que no había ningún corte. Lo único que se ve en las cámaras es como Mazzola enseña una lata de Coca-Cola a Dorpmans, a la que algunos acusan de haber cogido de un aficionado de la grada italiana. Como contó el delantero años después a la Gazzetta dello Sport “la realidad es que esa noche recibí el golpe en la cabeza”. Asimismo, en el Corriere dello Sport en 2015 declaró que “no exageré nada”, como decían los alemanes, y sobre el “truco” de Mazzola dijo que “esa cuestión hay que preguntársela a él”.

Por otro lado, en 2011 Jef Dorpmans, que fue entrevistado por el periódico alemán Express, dice lo contrario. “La lata estaba abierta y ya no estaba llena. Después de un lanzamiento de 20 a 30 metros no pudo haber tenido tan mal efecto. El lanzamiento no fue correcto, por supuesto, pero tampoco la reacción de Boninsegna”.

El partido se reanudó con el cambio de Boninsegna. A partir de ese momento, el Mönchengladbach empezó a encadenar goles, uno tras otro, hasta llegar a un resultado de 5-1 al descanso. Al final del partido, el marcador del Bökelsbergstadion reflejaba el 7-1. Matt Busby, entrenador del Manchester United que estaba presente en la grada, aseguró que se trataba de “un equipo fantástico, mucho ritmo, potencia e ingenio”.

El que seguramente fue el mejor partido de un equipo alemán en Copa de Europa, tal vez hasta el 2-8 del Bayern München al FC Barcelona en la última edición, fue un partido invalidado. Pese a que la UEFA no contemplaba ese tipo de situaciones en ese momento, Peppino Prisco, abogado y vice-presidente del Inter, logró sacar una repetición del partido en el Olympiastadion de Berlín.

Finalmente, el Inter venció por 4-2 en el Giusseppe Meazza y la vuelta en Berlín fue un empate a cero. El campeón de ese año fue el Ajax de Johan Cruyff, que ganó la final contra el club italiano. Algunos dicen que el mundo se perdió ese año el choque entre los dos mejores equipos: el Ajax y el Gladbach. 50 años después, aún sigue habiendo debate entre ambas aficiones sobre lo que verdaderamente pasó esa noche en el Bökelsbergstadion. Los interistas defenderán su versión y los alemanes la suya, eso es seguramente lo bonito de este bello deporte llamado fútbol.

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